domingo, 29 de mayo de 2011

El cuento del domingo


Augusto Monterroso

Míster Taylor


-Menos rara, aunque sin duda más ejemplar -dijo entonces el otro-, es la historia de Mr. Percy Taylor, cazador de cabezas en la selva amazónica.

Se sabe que en 1937 salió de Boston, Massachusetts, en donde había pulido su espíritu hasta el extremo de no tener un centavo. En 1944 aparece por primera vez en América del Sur, en la región del Amazonas, conviviendo con los indígenas de una tribu cuyo nombre no hace falta recordar.

Por sus ojeras y su aspecto famélico pronto llegó a ser conocido allí como "el gringo pobre", y los niños de la escuela hasta lo señalaban con el dedo y le tiraban piedras cuando pasaba con su barba brillante bajo el dorado sol tropical. Pero esto no afligía la humilde condición de Mr. Taylor porque había leído en el primer tomo de las Obras Completas de William G. Knight que si no se siente envidia de los ricos la pobreza no deshonra.

En pocas semanas los naturales se acostumbraron a él y a su ropa extravagante. Además, como tenía los ojos azules y un vago acento extranjero, el Presidente y el Ministro de Relaciones Exteriores lo trataban con singular respeto, temerosos de provocar incidentes internacionales.

Tan pobre y mísero estaba, que cierto día se internó en la selva en busca de hierbas para alimentarse. Había caminado cosa de varios metros sin atreverse a volver el rostro, cuando por pura casualidad vio a través de la maleza dos ojos indígenas que lo observaban decididamente. Un largo estremecimiento recorrió la sensitiva espalda de Mr. Taylor. Pero Mr. Taylor, intrépido, arrostró el peligro y siguió su camino silbando como si nada hubiera pasado.

De un salto (que no hay para qué llamar felino) el nativo se le puso enfrente y exclamó:

-Buy head? Money, money.

A pesar de que el inglés no podía ser peor, Mr. Taylor, algo indispuesto, sacó en claro que el indígena le ofrecía en venta una cabeza de hombre, curiosamente reducida, que traía en la mano.

Es innecesario decir que Mr. Taylor no estaba en capacidad de comprarla; pero como aparentó no comprender, el indio se sintió terriblemente disminuido por no hablar bien el inglés, y se la regaló pidiéndole disculpas.

Grande fue el regocijo con que Mr. Taylor regresó a su choza. Esa noche, acostado boca arriba sobre la precaria estera de palma que le servía de lecho, interrumpido tan solo por el zumbar de las moscas acaloradas que revoloteaban en torno haciéndose obscenamente el amor, Mr. Taylor contempló con deleite durante un buen rato su curiosa adquisición. El mayor goce estético lo extraía de contar, uno por uno, los pelos de la barba y el bigote, y de ver de frente el par de ojillos entre irónicos que parecían sonreírle agradecidos por aquella deferencia.

Hombre de vasta cultura, Mr. Taylor solía entregarse a la contemplación; pero esta vez en seguida se aburrió de sus reflexiones filosóficas y dispuso obsequiar la cabeza a un tío suyo, Mr. Rolston, residente en Nueva York, quien desde la más tierna infancia había revelado una fuerte inclinación por las manifestaciones culturales de los pueblos hispanoamericanos.

Pocos días después el tío de Mr. Taylor le pidió -previa indagación sobre el estado de su importante salud- que por favor lo complaciera con cinco más. Mr. Taylor accedió gustoso al capricho de Mr. Rolston y -no se sabe de qué modo- a vuelta de correo "tenía mucho agrado en satisfacer sus deseos". Muy reconocido, Mr. Rolston le solicitó otras diez. Mr. Taylor se sintió "halagadísimo de poder servirlo". Pero cuando pasado un mes aquél le rogó el envío de veinte, Mr. Taylor, hombre rudo y barbado pero de refinada sensibilidad artística, tuvo el presentimiento de que el hermano de su madre estaba haciendo negocio con ellas.

Bueno, si lo quieren saber, así era. Con toda franqueza, Mr. Rolston se lo dio a entender en una inspirada carta cuyos términos resueltamente comerciales hicieron vibrar como nunca las cuerdas del sensible espíritu de Mr. Taylor.

De inmediato concertaron una sociedad en la que Mr. Taylor se comprometía a obtener y remitir cabezas humanas reducidas en escala industrial, en tanto que Mr. Rolston las vendería lo mejor que pudiera en su país.

Los primeros días hubo algunas molestas dificultades con ciertos tipos del lugar. Pero Mr. Taylor, que en Boston había logrado las mejores notas con un ensayo sobre Joseph Henry Silliman, se reveló como político y obtuvo de las autoridades no sólo el permiso necesario para exportar, sino, además, una concesión exclusiva por noventa y nueve años. Escaso trabajo le costó convencer al guerrero Ejecutivo y a los brujos Legislativos de que aquel paso patriótico enriquecería en corto tiempo a la comunidad, y de que luego luego estarían todos los sedientos aborígenes en posibilidad de beber (cada vez que hicieran una pausa en la recolección de cabezas) de beber un refresco bien frío, cuya fórmula mágica él mismo proporcionaría.

Cuando los miembros de la Cámara, después de un breve pero luminoso esfuerzo intelectual, se dieron cuenta de tales ventajas, sintieron hervir su amor a la patria y en tres días promulgaron un decreto exigiendo al pueblo que acelerara la producción de cabezas reducidas.

Contados meses más tarde, en el país de Mr. Taylor las cabezas alcanzaron aquella popularidad que todos recordamos. Al principio eran privilegio de las familias más pudientes; pero la democracia es la democracia y, nadie lo va a negar, en cuestión de semanas pudieron adquirirlas hasta los mismos maestros de escuela.

Un hogar sin su correspondiente cabeza teníase por un hogar fracasado. Pronto vinieron los coleccionistas y, con ellos, las contradicciones: poseer diecisiete cabezas llegó a ser considerado de mal gusto; pero era distinguido tener once. Se vulgarizaron tanto que los verdaderos elegantes fueron perdiendo interés y ya sólo por excepción adquirían alguna, si presentaba cualquier particularidad que la salvara de lo vulgar. Una, muy rara, con bigotes prusianos, que perteneciera en vida a un general bastante condecorado, fue obsequiada al Instituto Danfeller, el que a su vez donó, como de rayo, tres y medio millones de dólares para impulsar el desenvolvimiento de aquella manifestación cultural, tan excitante, de los pueblos hispanoamericanos.

Mientras tanto, la tribu había progresado en tal forma que ya contaba con una veredita alrededor del Palacio Legislativo. Por esa alegre veredita paseaban los domingos y el Día de la Independencia los miembros del Congreso, carraspeando, luciendo sus plumas, muy serios, riéndose, en las bicicletas que les había obsequiado la Compañía.

Pero, ¿que quieren? No todos los tiempos son buenos. Cuando menos lo esperaban se presentó la primera escasez de cabezas.

Entonces comenzó lo más alegre de la fiesta.

Las meras defunciones resultaron ya insuficientes. El Ministro de Salud Pública se sintió sincero, y una noche caliginosa, con la luz apagada, después de acariciarle un ratito el pecho como por no dejar, le confesó a su mujer que se consideraba incapaz de elevar la mortalidad a un nivel grato a los intereses de la Compañía, a lo que ella le contestó que no se preocupara, que ya vería cómo todo iba a salir bien, y que mejor se durmieran.

Para compensar esa deficiencia administrativa fue indispensable tomar medidas heroicas y se estableció la pena de muerte en forma rigurosa.

Los juristas se consultaron unos a otros y elevaron a la categoría de delito, penado con la horca o el fusilamiento, según su gravedad, hasta la falta más nimia.

Incluso las simples equivocaciones pasaron a ser hechos delictuosos. Ejemplo: si en una conversación banal, alguien, por puro descuido, decía "Hace mucho calor", y posteriormente podía comprobársele, termómetro en mano, que en realidad el calor no era para tanto, se le cobraba un pequeño impuesto y era pasado ahí mismo por las armas, correspondiendo la cabeza a la Compañía y, justo es decirlo, el tronco y las extremidades a los dolientes.

La legislación sobre las enfermedades ganó inmediata resonancia y fue muy comentada por el Cuerpo Diplomático y por las Cancillerías de potencias amigas.

De acuerdo con esa memorable legislación, a los enfermos graves se les concedían veinticuatro horas para poner en orden sus papeles y morirse; pero si en este tiempo tenían suerte y lograban contagiar a la familia, obtenían tantos plazos de un mes como parientes fueran contaminados. Las víctimas de enfermedades leves y los simplemente indispuestos merecían el desprecio de la patria y, en la calle, cualquiera podía escupirle el rostro. Por primera vez en la historia fue reconocida la importancia de los médicos (hubo varios candidatos al premio Nóbel) que no curaban a nadie. Fallecer se convirtió en ejemplo del más exaltado patriotismo, no sólo en el orden nacional, sino en el más glorioso, en el continental.

Con el empuje que alcanzaron otras industrias subsidiarias (la de ataúdes, en primer término, que floreció con la asistencia técnica de la Compañía) el país entró, como se dice, en un periodo de gran auge económico. Este impulso fue particularmente comprobable en una nueva veredita florida, por la que paseaban, envueltas en la melancolía de las doradas tardes de otoño, las señoras de los diputados, cuyas lindas cabecitas decían que sí, que sí, que todo estaba bien, cuando algún periodista solícito, desde el otro lado, las saludaba sonriente sacándose el sombrero.

Al margen recordaré que uno de estos periodistas, quien en cierta ocasión emitió un lluvioso estornudo que no pudo justificar, fue acusado de extremista y llevado al paredón de fusilamiento. Sólo después de su abnegado fin los académicos de la lengua reconocieron que ese periodista era una de las más grandes cabezas del país; pero una vez reducida quedó tan bien que ni siquiera se notaba la diferencia.

¿Y Mr. Taylor? Para ese tiempo ya había sido designado consejero particular del Presidente Constitucional. Ahora, y como ejemplo de lo que puede el esfuerzo individual, contaba los miles por miles; mas esto no le quitaba el sueño porque había leído en el último tomo de las Obras completas de William G. Knight que ser millonario no deshonra si no se desprecia a los pobres.

Creo que con ésta será la segunda vez que diga que no todos los tiempos son buenos. Dada la prosperidad del negocio llegó un momento en que del vecindario sólo iban quedando ya las autoridades y sus señoras y los periodistas y sus señoras. Sin mucho esfuerzo, el cerebro de Mr. Taylor discurrió que el único remedio posible era fomentar la guerra con las tribus vecinas. ¿Por qué no? El progreso.

Con la ayuda de unos cañoncitos, la primera tribu fue limpiamente descabezada en escasos tres meses. Mr. Taylor saboreó la gloria de extender sus dominios. Luego vino la segunda; después la tercera y la cuarta y la quinta. El progreso se extendió con tanta rapidez que llegó la hora en que, por más esfuerzos que realizaron los técnicos, no fue posible encontrar tribus vecinas a quienes hacer la guerra.

Fue el principio del fin.

Las vereditas empezaron a languidecer. Sólo de vez en cuando se veía transitar por ellas a alguna señora, a algún poeta laureado con su libro bajo el brazo. La maleza, de nuevo, se apoderó de las dos, haciendo difícil y espinoso el delicado paso de las damas. Con las cabezas, escasearon las bicicletas y casi desaparecieron del todo los alegres saludos optimistas.

El fabricante de ataúdes estaba más triste y fúnebre que nunca. Y todos sentían como si acabaran de recordar de un grato sueño, de ese sueño formidable en que tú te encuentras una bolsa repleta de monedas de oro y la pones debajo de la almohada y sigues durmiendo y al día siguiente muy temprano, al despertar, la buscas y te hallas con el vacío.

Sin embargo, penosamente, el negocio seguía sosteniéndose. Pero ya se dormía con dificultad, por el temor a amanecer exportado.

En la patria de Mr. Taylor, por supuesto, la demanda era cada vez mayor. Diariamente aparecían nuevos inventos, pero en el fondo nadie creía en ellos y todos exigían las cabecitas hispanoamericanas.


Fue para la última crisis. Mr. Rolston, desesperado, pedía y pedía más cabezas. A pesar de que las acciones de la Compañía sufrieron un brusco descenso, Mr. Rolston estaba convencido de que su sobrino haría algo que lo sacara de aquella situación.

Los embarques, antes diarios, disminuyeron a uno por mes, ya con cualquier cosa, con cabezas de niño, de señoras, de diputados.

De repente cesaron del todo.

Un viernes áspero y gris, de vuelta de la Bolsa, aturdido aún por la gritería y por el lamentable espectáculo de pánico que daban sus amigos, Mr. Rolston se decidió a saltar por la ventana (en vez de usar el revólver, cuyo ruido lo hubiera llenado de terror) cuando al abrir un paquete del correo se encontró con la cabecita de Mr. Taylor, que le sonreía desde lejos, desde el fiero Amazonas, con una sonrisa falsa de niño que parecía decir: "Perdón, perdón, no lo vuelvo a hacer."

Augusto Monterroso nació el 21 de diciembre de 1921 en Tegucigalpa, capital de Honduras. Sin embargo, a los 15 años su familia se estableció en Guatemala y desde 1944 fijó su residencia en México, al que se trasladó por motivos políticos.

Narrador y ensayista, empezó a publicar sus textos a partir de 1959, año en que se publica la primera edición de Obras completas (y otros cuentos), conjunto de incisivas narraciones donde comienzan a notarse los rasgos fundamentales de su narrativa: una prosa concisa, breve, aparentemente sencilla que sin embargo está llena de referencias cultas, así como un magistral manejo de la parodia, la caricatura y el humor negro. Tito, como lo llamaban sus allegados, el gran hacedor de cuentos y fábulas breves, falleció el 6 de febrero de 2003.

Es considerado como uno de los maestros de la mini-ficción y, de forma breve, aborda temáticas complejas y fascinantes, con una provocadora visión del mundo en el universo y una narrativa que deleita a los lectores más exigentes, haciendo habitual la sustitución del nombre por el apócope.[cita requerida] Entre sus libros destacan además: La oveja negra y demás fábulas (1969), Movimiento perpetuo (1972), la novela Lo demás es silencio (1978); Viaje al centro de la fábula (conversaciones, 1981); La palabra mágica (1983) y La letra e: fragmentos de un diario (1987). En 1998 publicó su colección de ensayos La vaca.

Su composición Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí, está considerada como el correveidile más breve de la literatura universal. En 1970 ganó el premio Magda Donato, en 1975 el Premio Xavier Villaurrutia por Antología personal,1 y en 1988 le fue entregada la condecoración del Águila Azteca, por su aporte a la cultura de México. En 1997 el Ministerio de Cultura y Deportes de Guatemala le otorgó el Premio Nacional de Literatura "Miguel Ángel Asturias". En 2000 le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en reconocimiento a toda su carrera.2

Obras

Ver también:
foto:internet.Semblanza biográfica:Wikipedia.Texto:ciudadseva.com

lunes, 23 de mayo de 2011

'Los miserables', 'Orgullo y prejuicio', 'El cuervo', 'El Quijote', 'La divina comedia', 'Oliver Twist' ...


Sus obras son clásicos de la literatura y sus casas se han convertido en lugar de peregrinaje. El objetivo, descubrir cómo vivían y trabajan los genios de la literatura
Al cruzar la puerta de una casa museo el visitante se zambulle en un viaje en el tiempo que le ayudará a comprender mejor a quien en ella vivió. En el caso de los escritores, sirve, en muchos casos, para descubrir sus aficiones y su forma de vida, pero también para conocer de primera mano dónde se gestaron algunos de los grandes títulos de la literatura universal. Existen decenas, cientos, quizá miles, de casas museo de escritores, aquí solo se recogen algunas de las más emblemáticas. Víctor Hugo, Unamuno, Cervantes, Edgar Allan Poe, Charles Dickens… Una pequeña muestra de otra forma de hacer turismo.
Jean Austen's House Museum, en Chawton (Inglaterra). Jean Austen (1775-1817) pasó los últimos ocho años de su vida en esta casa, situada en Chawton. La colección que alberga entre sus muros no es especialmente extensa, pero incluye interesantes recuerdos de la vida de la escritora de Orgullo y Perjuicio. Uno de los grandes reclamos es poder contemplar de cerca la mesa en la que escribía y parte de su correspondencia. Los horarios varían según la estación del año, así que conviene comnprobarlos antes de desplazarse hasta allí. En mayo, por ejemplo, abre a las 10.30 y cierra a las 16.30. El precio de la entrada es de 7 libras y es habitual que se organicen todo tipo de eventos culturales.En esta mesa escribía la autora de Orgullo y prejuicio. (Foto: Jean Austen s House Museum)
Maison de Victor Hugo, en París (Francia). Víctor Hugo (1802-1885) habitó, como tantos otros, en varias casas a los largo de su vida. La que se encuentra situada en la Place des Vosges de París es la que ocuparon él, su mujer y sus cuatro hijos entre los años 1832 y 1848. Abierta al público entre las 10 de la mañana y las seis de la tarde (salvo lunes y festivos), este significativo edificio parisino ofrece al visitante –de forma gratuita– la posibilidad de adentrarse en la vida del autor de Los miserables y Nuestra Señora de París. Respetando el diseño original, pueden repasarse las distintas etapas de una historia personal y profesional marcada por el exilio. Incluso, puede visitarse la habitación en la que falleció el escritor. La idea del museo nació en 1902, con motivo del centenario de Victor Hugo. Un año más tarde abría sus puertas al público. En la imagen, la estancia conocida como el Salón Chino. (Foto: Roger Viollet / Maison de Victor Hugo)
Casa Museo de Miguel de Unamuno, en Salamanca (España). Miguel de Unamuno (1864-1936) fue rector de la Universidad de Salamanca. A ella donó antes de su fallecimiento su colección personal de libros, compuesta por más de 6.000 ejemplares. Todos ellos accesibles para los investigadores. Recorriendo las habitaciones de la que durante unos años fue su casa puede verse cómo vivía y trabajaba el autor de Niebla y su pasión por la papiroflexia. Las visitas pueden realizarse de martes a domingo con un precio de entrada de 3 euros. Cierra los lunes. El autor de Niebla habitó esta casa es su etapa como rector. (Foto: Casa Museo Unamuno. Universidad de Salamanca)
Shakespeare Birthplace, en Stratford upon Avon (Inglaterra). Visitar el lugar de nacimiento de William Shakespeare (1564-1616) es como hacer un viaje en el tiempo y sumergirse en la vida y obra del dramaturgo inglés. El complejo está compuesto por varias edificaciones, entre ellas la casa en la que el creador de obras como La tempestad y Romeo y Julieta vino al mundo. El precio de la entrada es 12,5 libras y los horarios varían dependiendo de la época del año. Para visitar el lugar hay que desplazarse a Stratford upon Avon, al sur de Birmingham. Entre las estancias que pueden visitarse se encuentran el taller de guantes de su padre y la habitación en la que su madre le dio a luz. Aquí nació el autor de Romeo y Julieta. (Foto: by permission of the Shakespeare Birthplace Trust)
The Charles Dickens Museum, en Londres (Inglaterra). En una casa típica londinense se encuentra ubicado el museo de Charles Dickens (1812-1870). En su interior, la oportunidad de conocer mejor al padre de obras universales como Grandes esperanzas u Oliver Twist. El precio de la entrada es de siete libras y puede visitarse de lunes a domingo, de 10 de la mañana a cinco de la tarde. De obligada parada es su tentadora cafetería. Además, ofrece la posibilidad de una visita guiada privada que, por 15 libras, incluye una copa de vino. Este recorrido se hace después de las cinco, cuando el museo ha cerrado al público en general. Desde su puerta parten las excursiones para recorrer el Londres retratado por Dickens en sus novelas.La estampa es la de una casa más londinense. Una chapa identifica el lugar.

Maison Zola, en Medan (Francia). Esta villa señorial campestre en la que vivió Émile Zola (1840-1902) permanecerá cerrada desde el próximo mes de octubre y durante cuatro años por reformas. Así que quien quiera verla deberá darse prisa. La entrada cuesta 6,5 euros, aunque hay varios descuentos aplicables. En algunas de las estancias que se visitan se puede contemplar el mobiliario que el propio escritor de Germinal eligió para decorar sus habitaciones. Cuenta con un espectacular pabellón de invitados. Al año, la Maison de Zola es visitada por alrededor de 10.000 personas.El próximo mes de octubre cerrará sus puertas por reforma. (Foto: MAISON ZOLA-MUSEE DREYFUS)


The Edgar Allan Poe National Historic Site, en Philadelphia (EEUU). Edgar Allan Poe (1809-1849) cuenta con un museo propio en Richmon (Virginia), pero la foto de arriba se corresponde con la casa que habitó en sus años en Philadelphia. Dicen que fue su etapa más prolífica. En el patio trasero de la vivienda, la escultura de un cuervo con las alas abiertas recibe a los visitantes. En la acera de enfrente, un mural con la imagen del escritor y una frase suya dan colorido a la calle. Visitar la casa resulta un poco complicado, ya que solo abre dos días en semana, miércoles y domingos. La entrada es gratuita. Solo abre miércoles y domingos.

Museo Casa di Dante, en Florencia (Italia). No es la casa original en la que nació y vivió Dante Alighieri (1265-1321). El paso de los siglos y sus sucesivos cambios de manos no lo resistieron. Aún así, las continuas labores de reconstrucción y recuperación han hecho un gran trabajo. Se encuentra ubicada en el centro medieval de la ciudad italiana que vio pasear por sus históricas calles al autor de La divina comedia. La entrada cuesta cuatro euros y en su interior se exponen piezas que ayudan a comprender y conocer mejor al escritor y a su época. El museo abrió sus puertas en 1965.En el interior se repasa la época del escritor. (Foto: Museo Casa di Dante)

Museo Casa Natal de Cervantes, en Alcalá de Henares (España). Exactamente en el mismo lugar en el que nació Miguel de Cervantes Saavedra (1540-1616) se levanta el museo que lleva su nombre y que acerca su figura un poco más a los visitantes. Abierta en 1946, la vivienda recrea cómo eran los espacios públicos y privados ocupados por una familia acomodada en los siglos XVI y XVII. El museo, que fue inaugurado en 1946, alberga una importante colección de obras cervantinas. De entrada gratuita, puede visitarse de martes a domingo entre las 10 de la mañana y las seis de la tarde. Los lunes cierra. Documentos de la época certifican que la casa donde nació Cervantes se levantaba justo en ese mismo lugar. (Foto: Museo Casa Natal de Cervantes, Madrid. Dirección General de Archivos, Museos y Bibliotecas. Vicepresidencia, Consejería de Cultura y Deporte y Portavocía del Gobierno. Comunidad de Madrid. Real Academia Española)

Keats-Shelley House, en Roma (Italia). La ubicación de esta casa museo es un auténtico lujo. Situada en la Plaza de España de Roma, frente a la monumental escalinata, acogió entre sus muros a los románticos de mayor relumbrón. John Keats falleció allí en 1821 y Percy B. Shelley y su mujer Mary se alojaron en ella a su paso por la capital italiana. El edificio conserva el mismo aspecto exterior que en aquella época, abriendo sus puertas al público en 1909. Dentro, una impresionante colección de literatura romántica y tesoros como manuscritos de la autora de Frankenstein o de Oscar Wilde. La entrada cuesta 4,5 euros y solo cierra los domingos. En su biblioteca, más de 8.000 volúmenes. En ella murió John en 1821. Conserva el aspecto exterior de entonces. (Foto: Keats-Shelley House)

Casa Natale di Gabriele d'Annunzio, en Pescara (Italia). Los habitantes de Pescara presumen orgullosos de haber sido la localidad de nacimiento de Gabriele d'Annunzio (1863-1938). En el lugar en el que nació el autor de El placer se levanta un museo en su recuerdo. En aquella casa, en la que se recrea cómo era la vida en la época que le tocó vivir, pasó el escritor su infancia. El museo contiene un importante archivo fotográfico, documentos y mobiliario de entonces. Pueden visitarse estancias como su estudio o la habitación que compartía con su hermano. Abre por las mañana con un horario especial durante los meses de julio y agosto (de 18.00 a 24.00). El coste de la entrada es de 2 euros. Aquí pasó su infancia el autor de El placer. (Foto: Su concessione del Ministero per i Beni e le Attività Culturali - Soprintendenza per i Beni Storici, Artistici ed Etnoantropologici dell'Abruzzo di L'Aquila)

Casa Museo Pérez Galdós, en Las Palmas (España). Benito Pérez Galdós (1842-1920) nació aquí y vivió entre estos muros hasta los 19 años. Se mantienen tanto los materiales como la estructura original, habiendo cambiado solo lo necesario para su conversión en museo. El conjunto esta compuesto por dos edificios comunicados a través de una rampa. Uno es la casa natal del autor de Misericordia y el otro el Centro de Estudios Galdosianos. Ahora mismo, el museo se encuentra cerrado por obras de mejora, pero se espera que pueda ser reabierto a lo largo del mes de junio. El museo está compuesto por dos edificios comunicados por una rampa. (Foto: Casa-Museo Pérez Galdós. Cabildo de Gran Canaria)
fotos.fuente:lainformacion.com

sábado, 21 de mayo de 2011

El cuento del domingo


Saki

Los fabuladores

Era otoño en Londres, esa bendita estación entre la aspereza del invierno y las insinceridades del verano; una estación confiable cuando se compran bulbos y cada uno procede a registrar su voto, creyendo perpetuamente en la primavera y en un cambio de gobierno.

Morton Crosby estaba sentado en un banco en un apartado rincón de Hyde Park, disfrutando indolentemente de un cigarrillo y observando el paseo de un par de gansos árticos que pastaban lentamente; el macho parecía una edición albina de la rojiza hembra. Con el rabillo del ojo Crosby también advertía con cierto interés los vacilantes giros de una figura humana, que había pasado y vuelto a pasar por su asiento dos o tres veces a intervalos cada vez más cortos, como un cuervo cauteloso a punto de posarse cerca de un bocado posiblemente comestible. Inevitablemente, la figura vino a ubicarse en el banco a una distancia adecuada como para conversar con su ocupante original. La vestimenta desaliñada, la agresiva barba grisácea y la mirada furtiva, evasiva, del recién llegado, delataban al vendedor ambulante profesional, el hombre que soportaría horas humillantes de hilvanar historias y soportar desaires antes que aventurarse en un trabajo decente de media jornada.

Durante un rato, el recién llegado mantuvo la mirada fija hacia el frente con una mirada enérgica aunque sin ver nada; luego su voz resonó con la inflexión de alguien que tiene una historia para contar digna del tiempo requerido por cualquier persona inactiva para escucharla.

-Es un mundo extraño -dijo.

Como la declaración no recibió repuesta, le dio la forma de una pregunta.

-Me atrevo a decir que usted ha descubierto que éste es un mundo extraño, señor.

-En lo que me concierne -dijo Crosby-, la extrañeza se ha agotado en el curso de treinta y seis años.

-¡Ah! -dijo el de la barba gris-, podría contarle cosas que le costaría creer. Cosas maravillosas que me han sucedido realmente a mí.

-Hoy en día no hay demanda de cosas maravillosas que han sucedido realmente -dijo Crosby con tono desalentador-, los escritores profesionales de ficción elaboran tanto mejor esas cosas. Por ejemplo, mis vecinos me cuentan cosas maravillosas, increíbles, que han hecho sus Aberdeen y chows y perros-lobos rusos, pero nunca los escucho. En cambio, he leído El sabueso de los Baskerville tres veces.

El de la barba gris se movió incómodamente en su asiento; luego se aventuró en otro terreno.

-Deduzco que usted es un cristiano profeso -observó.

-Soy un miembro prominente y creo poder decir influyente de la comunidad musulmana de Persia Oriental -dijo Crosby, incursionando a su vez en el reino de la ficción.

El de la barba gris se sintió obviamente desconcertado por este nuevo impedimento para una conversación introductoria, pero la derrota fue sólo momentánea.

-Persia. Nunca lo hubiera tomado por un persa -señaló, con un aire algo apenado.

-No lo soy -dijo Crosby-, mi padre era afgano.

-¡Un afgano! -dijo el otro, sumido por un momento en un perplejo silencio. Luego se recuperó y renovó su ataque.

-Afganistán. ¡Ah! Hemos tenido algunas guerras con ese país, pero me atrevo a decir que en lugar de luchar podríamos haber aprendido algo de él. Un país muy rico, según creo. No hay verdadera pobreza allí.

Levantó la voz en la palabra "pobreza" sugiriendo un vivo sentimiento. Crosby captó la apertura y la evitó.

-Posee, sin embargo, una cantidad de mendigos ingeniosos y de gran talento -dijo-; si yo no hubiera hablado tan despreciativamente de las cosas maravillosas que han sucedido realmente, le contaría la historia de Ibrahim y los once camellos cargados con papel secante. Además me he olvidado de cómo terminaba exactamente.

-La historia de mi propia vida es curiosa -dijo el forastero, aparentemente ahogando todo deseo de oír la historia de Ibrahim- no siempre fui como usted me ve ahora.

-Se supone que sufrimos un cambio completo cada siete años -dijo Crosby, como explicación del anuncio anterior.

-Quiero decir que no siempre estuve en las circunstancias penosas en que me encuentro actualmente -prosiguió el forastero tercamente.

-Eso suena algo ofensivo -dijo Crosby rígidamente-, considerando que usted está hablando en este momento con alguien considerado como uno de los hombres más dotados para la conversación de la frontera de Afganistán.

-No lo dije en ese sentido -dijo apresuradamente el de la barba gris-, he estado muy interesado en su conversación. Aludía a mi infortunada situación financiera. Le costará creerlo, pero en este momento estoy sin un céntimo. Tampoco tengo la perspectiva de obtener ningún dinero durante los próximos días. No supongo que usted se haya encontrado nunca en esta posición -añadió.

-En la ciudad de Yom -dijo Crosby-, situada al sur de Afganistán, que es también mi lugar de nacimiento, había un filósofo chino que decía que una de las tres bendiciones humanas era no poseer absolutamente ningún dinero. He olvidado cuáles eran las otras dos.

-¡Ah! -dijo el forastero en un tono que no delataba ningún entusiasmo por la memoria del filósofo- ¿y él practicaba lo que predicaba? Ésa es la prueba.

-Vivía muy feliz con muy poco dinero o recursos -dijo Crosby.

-Entonces espero que tuviese amigos que lo ayudaran liberalmente cuando estaba en dificultades, como sucede conmigo actualmente.

-En Yom -dijo Crosby- no es necesario tener amigos para obtener ayuda. Es algo natural que cualquier ciudadano de Yom ayude a un forastero.

El de la barba gris se sintió ahora genuinamente interesado. La conversación había por fin tomado un giro favorable.

-Si alguien como yo, por ejemplo, que se encontrara en dificultades no merecidas, pidiera a un ciudadano de esa ciudad de que usted habla un pequeño préstamo para ayudarlo durante algunos días de indigencia, digamos cinco chelines o quizás una suma mayor, ¿le sería otorgado como algo natural?

-Habría ciertos preliminares -dijo Crosby-, lo llevarían a una vinería y le obsequiarían una medida de vino, y luego, después de una altisonante conversación, pondrían la suma deseada en su mano y le desearían un buen día. Es una manera indirecta de realizar una transacción simple, pero en Oriente todos los caminos son indirectos.

Los ojos del que escuchaba relucían.

-¡Ah! -exclamó, con una ligera mueca de desdén remarcando significativamente sus palabras- supongo que usted ha abandonado todas esas costumbres generosas desde que dejó su ciudad. Supongo que ahora no las practica.

-Nadie que haya vivido en Yom -dijo Crosby con fervor- y recuerda sus verdes colinas cubiertas con árboles de albaricoques y almendras, y la fría agua que se precipita como una caricia desde las nieves de la altura y corre bajo los pequeños puentes de madera, nadie que recuerde esas cosas y atesore su memoria jamás abandonaría una sola de sus leyes y costumbres no escritas. Para mí son tan obligatorias como si todavía viviera en ese sagrado hogar de mi juventud.

-Entonces, si yo le pidiera un pequeño préstamo... -empezó el barba-gris aduladoramente, acercándose en el asiento y rápidamente preguntándose qué cantidad podría pedir sin riesgo- si le pidiera, digamos...

-En cualquier otro momento, con seguridad -dijo Crosby-, no obstante, en los meses de noviembre y diciembre está absolutamente prohibido para cualquiera de nuestra raza dar o recibir préstamos o donaciones; de hecho, no se habla voluntariamente de ello. Se considera que atrae la mala fortuna. Por tanto, cerraremos esta discusión.

-¡Pero todavía es octubre! -exclamó el aventurero con un quejido ansioso y resentido, mientras Crosby se levantaba de su asiento-; ¡faltan ocho días para fin de mes!

-El noviembre afgano comenzó ayer -dijo Crosby severamente y al momento siguiente caminaba a través del parque, dejando a su reciente compañero ceñudo y murmurando en el banco.

-No creo una palabra de su historia -se decía a sí mismo- todas mentiras desagradables de principio a fin. Quisiera habérselo dicho en la cara. ¡Llamarse a sí mismo afgano!

Los bufidos y gruñidos que emitió durante el siguiente cuarto de hora eran un fuerte apoyo a la verdad de aquel antiguo dicho: "Dos del mismo oficio nunca están de acuerdo".

Hector Hugh Munro quien usaba el seudónimo literario de Saki (18 de diciembre de 1870 - 14 de noviembre de 1916), fue cuentista, novelista y dramaturgo británico. Sus agudos y, en ocasiones, macabros cuentos recrearon irónicamente la sociedad y la cultura victorianas en que vivió.

El nombre "Saki" se ha relacionado a menudo con el del copero que aparece en el "Rubáiyát" de Omar Khayyam. Pero puede también referirse a un primate sudamericano de larga cola con el mismo nombre, personaje central de su relato "The Remoulding of Groby Lington", el cual, como el mismo escritor, oculta un trasfondo equívoco bajo una apariencia decente. Este relato es el único de Saki que se abre con una cita: "Se conoce a un hombre por las compañías que frecuenta", y juega con la idea de que el hombre llega a parecerse a sus propias mascotas.

H. H. Munro nació en Akyab, Birmania. Era hijo de Charles Augustus Munro, inspector general de la policía birmana, cuando este país pertenecía aún al Imperio Británico. Su madre, de soltera Mary Frances Mercer, murió en 1872, corneada por una vaca. Este incidente pudo tener influencia en sus relatos. Su niñez se trastocaría al ser después trasladado a Inglaterra con unos parientes puritanos de personalidad severa e intransigente, la convivencia con los cuales amargaría para siempre su carácter. Algún indicio de esto se observa en su famoso relato "Sredni Vashtar". Munro fue educado en el Pencarwick School de Exmouth, y en el Bedford Grammar School. En 1893, siguiendo el ejemplo de su padre, ingresó en la policía birmana. Tres años más tarde, su mala salud le obligó a regresar a Inglaterra. Su primer libro fue una obra histórica sobre el imperio de Rusia. Trabajó como periodista en diversos periódicos de Londres, oficio que le permitió vivir mientras escribía cuentos y novelas. Sus últimas palabras, de acuerdo con distintas fuentes, fueron: "Put that damned cigarette out!" ("¡Apagad ese maldito cigarrillo!"). Frase que se le escuchó decir desde una trinchera durante la Primera Guerra Mundial, dado que Munro se alistó en el ejército al comenzar la misma, a pesar de no tener edad que lo obligara a ello. Fue a Francia como sargento de los Fusileros Reales, y las ya citadas últimas palabras acontecieron en la mañana del 13 de noviembre de 1916, durante la batalla de Beaumont Hamel.

Después de su muerte, su hermana Ethel destruyó la mayor parte de sus papeles, redactando seguidamente su versión particular de la historia familiar. H. H. Munro nunca contrajo matrimonio.

Saki es considerado un maestro del relato corto, a menudo comparado con O. Henry y con Dorothy Parker. Sus personajes están finamente dibujados y sus elegantes tramas han recibido muy buenas críticas. Quizá sea La ventana abierta ("The Open Window") su cuento más famoso; su última frase: «Las fabulaciones improvisadas eran su especialidad» se ha hecho célebre. Saki escribió también tres obras teatrales, las novelas El insoportable Bassington ("The Unbearable Bassington", 1912) y Al llegar Guillermo ("When William Came", 1914), además de una parodia de Alicia en el país de las maravillas (The Westminster Alice, 1902).

Saki describió incomparablemente a sus contemporáneos de la clase media victoriana, tan estrictos en sus maneras y amantes de absurdas fórmulas y rutinas. Su sentido del humor, cáustico e irónico, era muy apreciado por Jorge Luis Borges, quien lo situaba al lado de Kipling y Thackeray, como uno de los ingleses ilustres nacidos en Oriente. En el prólogo a la edición de los relatos de Saki perteneciente a la colección borgiana "La Biblioteca de Babel", escribió sobre él: «Con una suerte de pudor, Saki da un tono de trivialidad a relatos cuya íntima trama es amarga y cruel. Esa delicadeza, esa levedad, esa ausencia de énfasis puede recordar las deliciosas comedias de Wilde».

Ediciones en español

  • El insoportable Bassington. Valdemar. 2010.
  • El contador de cuentos. ilustado por Alba Marina Rivera. Ekaré. 2008.
  • Cuentos de humor y de horror. Anagrama. 2007.
  • Cuentos completos. Alpha Decay. 2005.
  • Animales y más que animales. Valdemar. 2003.
  • Clovis en familia. La Primitiva Casa Baroja. 1987.
  • Crónicas de Clovis. Valdemar. 1999.
  • Animales y más que animales. Claridad. 2006.
  • Crónicas de Clovis. Claridad. 2006.
  • Juguetes de paz/El huevo cuadrado. Claridad. 2006.
  • Las Aventuras de Reginald. Claridad. 2006.
El tigre de la señora Packletide y otros cuentos. estudio preliminar, traducción y selección de Eduardo Paz Leston. Buenos Aires: Centro Editor de América Latina. 1989.

domingo, 15 de mayo de 2011

El lanzamiento de un dromedario

La soledad del dromedario de Daniel A.Villabón Borda, también llamado Roberto Balbastro

Jorge Eliecer Pardo, uno de los jurados, preponderó la calidad literaria de ésta novela corta, en lista de espera para leer y reseñar aquí. Isaías Peña leyó su prólogo de la edición.

Un acucioso lector ya la leía, mientras el autor trataba de decir algo, pues su parquedad de palabras, la solventa con lo literario.

Leyó el texto que le inspiró escribir y leernos a todos.

Sus amigos y cómplices de letras, como dijo el joven autor.

Jorge Eliecer Pardo está muy atento a la lectura del texto del joven autor, mientras Isaías Peña no parpadea, que subrayó que el texto de la novela se sale de lo que pueda llamarse literatura colombiana, si es de narcos, asesinos, guerrilleros y las historias de secuestrados y el memorialismo de testimonios criminales como el traquetismo político y altanero de los últimos ocho años, digo yo.

Pasos con imágenes en la FILBO 2011

Las imágenes siempre necesitan de las palabras del lenguaje

BibloRed plantó su carpa y brilló con sus eventos, desde música y mesas redondas de lo literario que genera la ciudad y el asentamiento de todas sus bibliotecas mayores.

Cristina Giraldo, promotora de lectura. Su accionar fue contundente y multiplicador de entusiasmo. Brilla con luz propia en la biblioteca Virgilio Barco.

Sin palabras...

.Los escritores también buscan qué leer: Óscar Collazos busca joyitas en el bosque de libros...

Los mayores también son lectores.

Un rompecabezas escoger entre millones de libros: qué leer...

Y llegaron las colegialas...

Un ángel para la lectura. ¿Tienes el tuyo?


La música de Tributo Big Band en la carpa de BibloRed

Lo que hace este blog: copiar y compartir por gusto literario, que no es lo mismo que plagio...

martes, 10 de mayo de 2011

La empresa que creó los relojes Casio quiere revolucionar el sector del libro con la lectura social en la nube

Los lectores que compren ebooks en Amazon, los amigos que conversan en Facebook y los editores que trabajan al mismo tiempo en un mismo documento de texto en Google Docs entenderán perfectamente el concepto de lectura social en la nube. Es un nuevo modelo que puede revolucionar el sector del libro

Lector electrónico en la nube.foto:archivo.fuente:lainformacion.com


La lectura de ebooks en cualquier dispositivo se vuelve social. The Copia lanzará en España su plataforma de lectura compartida online con más de 60.000 títulos en español para descargar y recomendar, incluidos los últimos best sellers, novelas de los grandes autores y libros técnicos

Es la propuesta a la que se suma The Copia, de la empresa tecnológica estadounidense DMC, y que implantará en España su plataforma en septiembire de 2011. La idea es competir directamente con Amazon, Google Books o 24symbols en los formatos de lectura digital para ordenador, móvil o tabletas.

"The Copia será para los lectores, lo que Amazon fue para las librerías electrónicas, Spotify es para la música o Netflix está siendo para el consumo de películas de cine online", explica Javier Celaya, representante de The Copia en España.

Así, los lectores de The Copia en Estados Unidos ya forman una red social, como la de Facebook, en la que cada usuario compra y descarga un ebook en una biblioteca personal (o perfil) dentro de la misma plataforma.

El comprador de dicha copia de libro electrónico puede leerlo en su ordenador, en su móvil o en su tableta, con sólo acceder a The Copia. Pero también puede descubrir qué párrafos han subrayado u anotado otros lectores que adquirieron dicho libro. Incluso pueden realizar comentarios o recomendar su lectura a su red social de amigos o desconocidos.

Así, la lectura en la nube se vuelve social con esta nueva plataforma que conjuga los verbos comprar, descargar, leer, conversar y recomendar. Un modelo que puede agitar el sector del libro, sumido en pleno tránsito del papel a lo digital.

"La siguiente década todo será lectura en la nube desde cualquier dispositivo. Antes, todo se basaba en la descarga y en los peligros de la piratería; ahora, no. Los consumidores quieren contenido transportable a diferentes dispositivos para consumirlo en cualquier lugar. No posees un libro, sino su lectura", explica Celaya.

No en vano, The Copia aúna el modelo de pago por descarga de la librería online de Amazon con muchas de las funcionalidades de Facebook y las recomendaciones de redes sociales de ocio españolas, como por ejemplo, 11870.com

La llegada a España de The Copia está prevista para septiembre con una oferta de 60.000 títulos, que incluyen las principales novedades literarias, best sellers o libros técnicos. La plataforma de lectura social en la nube logra incorporar a su catálogo todos los libros que comercializan ya Libranda, Publidisa o Bubok, tras firmar un acuerdo entre ambas partes.

"The Copia quiere que el descubrimiento de libros ya no sea una actividad solitaria, sino compartida. Ocurre también en el mundo offline cuando un amigo, un editor o un librero te aconseja una lectura", explica Celaya.

El responsable de The Copia en España también avanza que esta nueva tendencia impone "una compra social".

Desde la plataforma, y antes de comprar el ebook, los lectores pueden leer los consejos o críticas de otros lectores, como así ocurre como cuando queremos reservar un hotel en el extranjero en agencias de viajes intermediarias como, por ejemplo, Atrápalo.

La lectura en la nube aparece así como el nuevo avance para un sector editorial más preocupado por los efectos de la piratería y los estándares tecnológicos que por las necesidades de los nuevos lectores digitales.

Los libros en la nube de The Copia, por ejemplo, se leen bajo una tecnología residente en cualquier dispositivo móvil, tabletas u ordenador. Esta multinacional estadounidense lleva más de 40 años desarrollando innovaciones desde que creó "la hora digital" para los relojes Casio en los años 70 o la tecnología base de los GPS. Hoy, su volumen de facturación alcanza los 400 millones de dólares.

"The Copia pretende ser una librería online de lectura social en la nube, pero también avanzará hacia la oferta de música y cine para compartir, recomendar y debatir de manera social sobre estos contenidos digitales", señala Javier Celaya.

Esta nueva forma de lectura parece que es el futuro, porque por ella apuestan las grandes empresas estadounidenses.

The Copia llega a España en septiembre. La nube de Amazon (Amazon Cloud) puede que desembarque en nuestro país en junio, junto con la lectura en la nube con publicidad y bajo suscripción de los españoles de 24symbols. Y los rumores y desmentidos también anuncian que el Google Books en español debutará a finales de 2011.

lunes, 9 de mayo de 2011

El discreto encanto de las librerías de barrio

Y yo que pensaba seducirte con libros
cercarte por todos lados
con viejas ediciones encuadernadas.
Avasallarte sin escapatoria posible.
Asediarte con incunables.
Juan Gustavo Cobo Borda
El último, el primer libro



Están ahí, silenciosas, disfrazadas de antiguas casonas de barrio tomadas por libros, por miles de libros. Entonces alguien decide atravesar la puerta y la librería de turno abandona su discreción: lomos seductores, música para camaleones, aroma de café, un poeta camina en busca de inspiración, un desconocido se vuelve el contertulio de toda la vida. Ese es un poco de la magia de las bibliotecas que hoy en día se consolidan, más allá de las hojas, como espacios de variadas ofertas culturales.


Librería Luvina, barrio la Macarena

«Tener una librería es uno de los peores negocios, pero es indispensable». Así lo sentencia María Osorio, promotora de lectura y fundadora de la librería Babel. Ella, como muchos de los libreros independientes en Bogotá, tiene los pies en la tierra y las esperanzas puestas en que la oferta y demanda de libros estén a la altura de ciudades como Buenos Aires y México. ¿Cómo? Creando lectores, más que compradores.

Es por eso que allí se consiguen libros que de otra forma no llegarían al país, se destacan novedades que no dependen de las listas de los más vendidos y libro que no haya, «se le consigue». Además, los libreros, quienes saben al detalle lo que reposa en sus estantes, suelen recomendar lo que ya leyeron y les gustó. Finalmente, está la amplia oferta cultural, una de las razones por las que un lector siempre vuelve… y nunca solo.

Recorriendo el paraíso
«Yo que me figuraba el Paraíso bajo la especie de una biblioteca», dijo Jorge Luis Borges en su Poema de los dones, tal vez con la conciencia de que no existe un solo Edén, pues a no toda la humanidad se le antojan los mismos placeres. Por eso las librerías son un Paraíso perfecto: las hay para todos los lectores: intelectuales, poetas, principiantes, más bajos que un metro y los que no creen en ningún cielo.

Este recorrido empieza en el barrio La Macarena, donde en una esquina se asoma Luvina, como el nombre de un cuento de Juan Rulfo. Esta dama es la consentida del escritor y artista Víctor Paz Otero, quien se encuentra una tarde cualquiera repasando libros de Simón Bolívar al calor de un café expreso. Otro de los personajes que ya han hecho de este su segundo hogar es Umberto Giangrandi, pintor y grabador italiano. Algunas de las obras de ambos maestros pueden verse en el segundo piso de la librería, que funciona como galería, sala de proyecciones cada sábado y micro-auditorio para las conferencias programadas.

De vuelta al primer piso, donde han tenido éxito los conciertos de música contemporánea, Carlos Torres, fundador de este espacio hace cinco años, aclara que su objetivo no es tener todos los títulos, pero sí los culmejores en literatura y humanidades. Así, Luvina, más que una librería, es un tertuliadero y una esquina cultural que busca satisfacer a quienes buscan un lugar acogedor y multicultural.

En Teusaquillo hay otras dos joyas: Casa Tomada (transversal 19Bis Nº 45D-23) y Babel. El nombre de la primera es prestado de uno de los cuentos de Julio Cortázar. Es una casona a la inglesa, grande y antigua, con el encanto del piso de madera que chirrea sutilmente, de patio luminoso como para abandonarse a la lectura y de estructura que termina en punta. Allí hay un altillo para los talleres y charlas relacionados con el mundo de la edición, que es en lo que más se fijan quienes llegan a Casa Tomada, ya que en sus estantes reposan ejemplares con bellísimas ilustraciones, papel de calidad y reimpresiones especiales de los clásicos de la literatura. Ahora, ¿cómo se imaginan los niños el Paraíso? De pronto con colores, piratas, hadas, mascotas y extraterrestres.


Babel libros, barrio Teusaquillo

Babel (calle 39A Nº 20-55) podría parecerse a eso. Fue creada hace 10 años por María Osorio, quien aconseja que «no sólo hay que dejarle la tarea a la escuela de formar lectores». Por eso, cada título de los miles que habitan este lugar fue pensado para enriquecer al público, al que aún usa pañales o al que ya exhibe sus canas. Se encuentran páginas dedicadas a la apreciación del arte para niños, a cómo sobrellevar el duelo por la muerte de un ser querido, o textos para maestros o ilustraciones que estudiantes de arte usan como referente. Además, cada sábado en la mañana hay una hora de lectura que no sólo es la posibilidad de que los niños lean, sino de que disfruten de una actividad placentera con sus padres. El recorrido continúa más al norte de Bogotá, en ArteLetra (carrera 7ª Nº 70-18), una librería de estrechos pasillos, luz tenue que inspira calidez, libros en italiano, inglés, francés y español. Colecciones antiguas, de artes y humanidades. Y aunque no pareciera haber espacio para más obras, aquí se acogen cada 15 días nuevas publicaciones. Son ocho años de lectura previa a la compra, libros curiosos, buenos amigos y jazz en vivo cada jueves en la noche. Este mes, la programación estará dedicada a la literatura fantástica.

Muy cerca está Authors (calle 70 Nº 5-23), única en el país por su oferta de libros en inglés, sobre todo de editoriales estadounidenses. El segundo piso de esta casona es al mismo tiempo una galería en la que se hacen lanzamientos de obras de arte. El área infantil ocupa dos grandes salas y se complementa con material didáctico y Reading time todos los martes, una actividad de lectura para niños. Curiosamente, el 80% de los clientes son colombianos que han descubierto la exquisita oferta del mercado internacional.


Biblos Librería

A Biblos (avenida 82 Nº 12A-21) llegaba Gabriel García Márquez en su busca insaciable de buenas letras, algo de inspiración quizá. Era tal la conmoción de la gente, que a los libreros les tocaba protegerlo de una avalancha de cazadores de saludos y autógrafos. En otra ocasión, este fue el lugar elegido por Álvaro Mutis para sentarse a hablar con los editores de Norma sobre su proyecto de empezar a escribir novelas. Resultó ser todo un éxito y más tarde, en presencia de esos mismos anaqueles, Mutis presentó sus novedades. Es una librería de acontecimientos únicos que desde el primer día se ganó el cariño de los vecinos del barrio y de varias personalidades. Así la recuerda Consuelo Gaitán, actual directora del Museo de los Niños y fundadora de Biblos en 1988. «Nació por la importancia de acercar los libros a la gente, generar espacios de tertulia y el deseo de que retornara la figura del librero de antes. Es decir, el que asesora y guía», explica quien fuera la propietaria de esta librería hasta el año 2000, cuando estuvo a punto de cerrarla por la crisis económica. Entonces se congregaron poetas, escritores, editores, empresarios y otros amigos para brindarle ayuda a este emblemático lugar del barrio. Así se vendió el 75% de las acciones de Biblos y el dinero fue reinvertido para hacerle frente al temporal. Del último movimiento fue culpable la Casa Malpensante, que adquirió la librería para renovar su oferta cultural: cada martes hay firma de libros. Pero tal vez la actividad más novedosa es la del «librero por una tarde» —todos los sábados— cuando un escritor reconocido se pone en los zapatos del librero para darle una opinión muy personal a los clientes sobre cuáles son los mejores títulos. Por ejemplo, el cronista Alberto Salcedo, quien ya compartió una tarde con los lectores, no deja de recomendar Hiroshima, de John Hersey, o cualquier texto de Truman Capote y Gay Talese que ronde por esos pasillos llenos, llenísimos de libros.


Librería Arte Letra

El libro digital no es un obstáculo
El libro digital y el libro impreso no se anulan, se complementan. Esa fue la conclusión de los libreros que hoy sobreviven gracias a las personas que encuentran placer en olfatear las páginas nuevas, acariciar su textura, envolver un libro para regalarlo, escoger los mejores textos ilustrados para abrirles a sus hijos las puertas de la lectura y ser atendidos personalmente por alguien que conoce qué tiene en sus estantes.

Kindle, un lector portátil de libros electrónicos (y el aún mejor iPad, en colores), y los miles de portales en la red que ofrecen cualquier tipo de obra a bajo costo o gratis, son ventajosos en cuanto a economía, practicidad (llevar toda una biblioteca en la mano) y cercanía con las nuevas generaciones. En fin, acercan el conocimiento a las masas. Sólo por mencionar un ejemplo, las páginas de Internet afiliadas al Proyecto Gutenberg ofrecen más de 33 mil libros gratis. ¿Por qué esto es bueno para las librerías? Adriana Laganis, de ArteLetra, explica: «el libro digital no es una amenaza, porque es otra cosa. De hecho, es magnífico que exista, pues hay más divulgación. Lo virtual permite enterarte. Luego, si te gusta, llegarás al libro impreso». Es decir, las nuevas tecnologías son aliadas de la promoción de la lectura y eso se nota en el repunte de las ventas de libros en los últimos años, según Laganis. De hecho, librerías como Biblos sacan provecho de las redes sociales para promover sus novedades y eventos, y la venta de libros a través de la red. También hay alianzas. Google trabaja en un catálogo de fichas en unión de bibliotecas de todo el mundo para incluir sus colecciones en la búsqueda de libros y mostrar a los usuarios información general y, en algunos casos, dejar ver fragmentos.

El arte de ser librero
Los libreros tienen en común su pasión por la lectura y que han convetido estos espacios de cultura en sus proyectos de vida. Más que millones, ganan satisfacción cuando un cliente agradece el libro que recomendaron. «Ser librero es un placer. Es la posibilidad de contar una historia que no es la mía», dice de hecho Carlos Torres. Tal vez hasta tiene el mejor de los oficios: poder observar todos los sitios del mundo y todos los mundos en un solo sitio.
Pero el negocio de las librerías no es fácil: hay que competir en creatividad con las grandes cadenas de librerías y sortear las trabas de las editoriales y las falencias de un país cuyas cifras de lectura no son alentadoras: apenas dos libros por persona al año. Fue por eso que, en 2007, la mayoría de libreros se agremió y creó la Asociación Colombiana de Libreros Independientes, con la que se han hecho eventos como la Feria del Libro Infantil (con la ayuda de la Cámara Colombiana del Libro) y apoyado librerías itinerantes por Bogotá.
El arte del librero es la honestidad con la que involucran a las personas con las letras. A veces deben ser medio sicólogos para saber qué es lo mejor que pueden recomendar. Otras, tienen que convertirse en investigadores para seleccionar a los mejores autores, apoyar a las editoriales independientes, buscar las traducciones más apropiadas, recuperar clásicos convalecientes y —con tal de que cada vez haya más y mejores lectores— estar dispuestos a la bancarrota.
fotos.fuente:
ciudadviva.gov.co