sábado, 27 de noviembre de 2021

 La autora madrileña, a quien diagnosticaron un cáncer hace dos años, deja una poderosa obra donde reflexiona sobre buena parte de la historia social y política de España del siglo XX y XXI


La escritora Almudena Grandes, en febrero de 2020.JAVIER BARBANCHO/elmundo.es

Lo creía, lo dijo y lo probó: "La literatura es vida de más". Almudena Grandes apostó por entender la vida escribiéndola, mirando hacia los lados y hacia atrás, viviendo, como sucede en sus novelas, desde la realidad y la imaginación para reconocer emociones que de otro modo no alcanzaría. La escritora madrileña ha fallecido en su casa de Madrid a los 61 años después de dos resistiendo los embates de un cáncer.

Nació en Madrid el 7 de mayo de 1960, en el barrio de Chamartín. Estudió Geografía e Historia. Se licenció de lo mismo. Los primeros pasos en el oficio los dio escribiendo textos para enciclopedias, a la vez armaba relatos breves. Desde la adolescencia mostró un apetito extremo por la literatura. Lo mantuvo durante 40 años de novelas, de cuentos, de artículos en El País, de compromiso político y cívico en favor de quienes no tienen sitio en la historia. O en la memoria.

Vivió con intensidad los años 80, aquel recodo festivo del underground hispánico que se denomina Movida madrileña. Malasaña fue la gabarra de un tiempo en el que Almudena Grandes fijó su primera astronomía literaria, llena de ímpetu y estímulos nuevos. De lo gozado y aprendido en aquellos días extrajo su primera novela, Las edades de Lulú. Era 1989. Una historia con la que ganó el XI Premio La Sonrisa Vertical y que vinculó desde entonces toda su obra a la editorial Tusquets, impulsora del galardón. Una escritura fuerte, cargada de erotismo, de desenfreno, de personajes zarandeados por el deseo. Fue su primer éxito. La novela se tradujo a 20 idiomas. Y, a partir de ahí, comenzó su expedición. Bigas Luna adaptó la historia al cine. "Las edades... me regaló la posibilidad de vivir la vida que yo quería. Jamás podré saldar esa deuda", comentaba años después.

En su segunda novela, Te llamaré Viernes (1991), trazó el itinerario (aún por hacer) de lo que sería su obra narrativa. Gerardo Herrero la adaptó al cine en 1996. Es una historia de amor en un Madrid desangelado. Es una historia de dos seres desconcertados. Es una historia de pulsión y desconsuelo. Pero es con la tercera de sus novelas, Malena no es un nombre de tango (1994) cuando asienta ya su territorio en la escritura. El de su vida lo desplegó en un libro de relatos, Modelos de mujer (1991). El Madrid de los últimos compases del siglo XX es, de nuevo, el espacio en el que sucede todo. Volverá a estar en otras novelas. Vinieron después Atlas de geografía humana (1998) -transformada en película esta vez por Azucena Rodríguez-, Los aires difíciles (2002) y Castillos de cartón (2004). La España del siglo XX y del XXI es el lugar donde concreta ya en adelante el volumen de su obra literaria, de un realismo propio donde la introspección psicológica impulsa a los personajes y sus tramas.

En esto sigue la senda de algunos escritores con los que siempre mantuvo el vínculo: Galdós y Pardo Bazán, entre otros. Y también con un afán de reconstrucción de la realidad de las mujeres después de siglos de opresión. En el prólogo de Modelos de mujer escribió esto: "Como en el mundo literario prevalece un principio de discriminación sexual que obliga a las escritoras a pronunciarse a cada paso acerca del género de los personajes de sus libros, mientras que los escritores se ven privilegiados y envidiablemente libres de hacerlo, me gustaría aclarar, de una vez por todas, que ... creo que no existe en absoluto ninguna clase de literatura femenina...". Pero sí una conciencia de batalla en la escritura.

Almudena Grandes desarrolló una mirada crítica y atenta a las convulsiones de este tiempo. Muchas veces fue a partir de su propia biografía. Desde muy pronto desarrolla y ondea un compromiso político por el margen de la izquierda. La extinta Izquierda Unida fue su cobijo contra la tormenta. Y desde ahí parte también la construcción de su ideario intelectual. De esto hizo también oficio a través de sus artículos en prensa, que son la extensión y, a veces, el laboratorio de su costado literario. La memoria también pertenece a la gente anónima y es a ellos a quienes de algún modo se suma y presta voz en los periódicos. Aquellos y aquellas que no tienen sitio en la gran épica del siglo XX son quienes le interesan. Los asuntos ciudadanos que le importan se proyectan hacia los otros. Su mensaje implica a los 'acallados', a los sin sitio, a los huéspedes de la periferia del poder.

Otra parte del germen de lo que va a ser su última etapa narrativa está en un extenso y complejo relato de 919 páginas, Los aires difíciles, donde expone la historia de dos familias españolas a lo ancho de buena parte del siglo XX. Una de filiación falangista y la otra declaradamente republicana. Las dos vinculadas por un matrimonio entre sus hijos. De algún modo, esta novela es el principio del último de sus proyectos literarios, la serie de novelas titulada Episodios de una guerra interminableseis novelas independientes que narran momentos significativos de la resistencia antifranquista en un periodo comprendido entre 1939 y 1964. Hasta ahora ha publicado cinco: Inés y la alegría (2010), El lector de Julio Verne (2012), Las tres bodas de Manolita (2014), Los pacientes del doctor García (2017) y La madre de Frankenstein (2020) -ese año fue nombrada doctora honoris causa por la UNED-. Póstuma saldrá la última de la saga, Mariano en el Bidasoa, que ha dejado terminada y que fija el argumento en 1964, cuando se cumplen los 25 años de Paz. Este conjunto es su gran legado, el que atraviesa parte de nuestra historia reciente y sus daños.

Con la enfermedad a pleno rendimiento tampoco dejó de escribir. El pasado 21 de octubre hizo saber de su enfermedad en su artículo de El País Semanal. Lo tituló Tirar una valla: "Seguiré estando aquí, escribiendo un artículo en esta misma página cada dos semanas, y en la contraportada del diario todos los lunes. Ese espacio, sagrado para mí, porque me permite mantener el contacto con mis lectores en cualquier circunstancia, nos permitirá encontrarnos, saber de nosotros, permanecer juntos".

De todo lo que tuvo alrededor hizo también materia de escritura: de su barrio, Malasaña; de su devoción por el Atlético de Madrid -pertenecía a la Peña de los 50-, de los veranos en Rota (junto a su marido, el poeta y director del Instituto Cervantes, Luis García Montero, y los amigos de siempre: Joaquín Sabina, Felipe Benítez Reyes, Benjamín Prado, Juan José Téllez, el editor Chus Visor, Miguel Ríos, Javier Ruibal, la editora Ángeles Aguilera...).

Las casas de Almudena y Luis han sido durante años un lugar de encuentro, algo así como una plaza abierta de gentes de la cultura, de la política, de la calle. Ella presumía de hacer el mejor cocido de esta ciudad (Madrid). Puede que lo fuera. Alrededor de una mesa con comensales las tardes pasaban entre versos, y risas, y anécdotas, como una plataforma de la felicidad. Hace pocos meses se estrenó como abuela

El otro bum de la literatura peruana

Perú celebra su literatura en la FIL de Guadalajara con poetas que escriben desde la Amazonía o los Andes, narradores marcados por la guerra contra Sendero Luminoso o autoras que cuestionan la historia de sus padres

Perú es invitado de honor en la Feria del Libro de Guadalajara 2021. (Foto: FIL Guadalajara) elpais.com

 Poco antes de suicidarse en 1969, el ensayista y novelista peruano José María Arguedas escribió una frase en su diario que, cuando fue publicada en una obra póstuma, se volvió famosa por ser reflejo de la división que sufrió en el Perú y en la literatura: “Estoy luchando en un país de halcones y sapos desde que tenía cinco años”. Y la división le agotaba. El suyo fue (y sigue siendo) un país escindido, entre el discriminado mundo indígena de los majestuosos andes —que él había sabido representar en hermosas novelas como Los Ríos Profundos— ,y el mundo criollo de ciudades costeras que aspiraba a reconocerse como cosmopolita o europeo. Arguedas, el autor que había trabajado desde una cosmovisión indígena, no era parte de los autores del boom que se habían hecho conocer internacionalmente desde que se mudaron a Europa, como Mario Vargas Llosa. La suya era una batalla hecha desde las márgenes en ese momento y, en el desigual mundo editorial, su ubicación poética le costó la fama internacional. “¿Por qué no llegó a sumarse, a incorporarse, Arguedas al boom latinoamericano?” le preguntó un periodista a Vargas Llosa años después. “Porque Arguedas vivía en el Perú muy aislado de lo que era la corriente literaria, que tenía lugar sobre todo en Europa, fundamentalmente en Francia”, dijo el Nobel.

La pelea literaria contra un Perú cosmopolita o eurocentrista que opaca aquella que ha sobrevivido en las márgenes es tan vieja como las guerras de independencia, pero cada cierto tiempo recobra vigencia. Este año, de acuerdo a autores peruanos consultados por El PAÍS, el eclipse ocurrió cuando Vargas Llosa se refirió a la delegación de escritores que el Gobierno de Perú enviará a Guadalajara para la Feria del Libro como una “representación lamentable”. Perú es el país invitado este año y Vargas Llosa, que no estará allí, añadió que entre los narradores o poetas que irán “no habrá escritores de verdad”. Una declaración lapidaria. Pero también algo injusta.

Detrás del eclipse llamado Vargas Llosa, en realidad, sí hay luz. A la FIL llegarán poetas de pueblos indígenas de los Andes y la Amazonía que han logrado añadir sus libros a las librerías de Lima; narradores que encontraron nuevas formas de contar lo que dejó el terrible conflicto contra el grupo armado Sendero Luminoso; autoras que han cuestionado la historia de sus padres y encontrado refugio en la de sus abuelas. Escritores que cuando miran al pasado buscan más pistas en el cuentista Julio Ramón Ribeyro o en las novelas de Arguedas que en el boom de Vargas Llosa. “Si uno le pregunta hoy a todos los cuentistas del Perú qué escritor de cánon ha sido su mayor influencia, el 99% dirían que Ribeyro”, dice el académico peruano Gabriel Saxton-Ruiz. Literatura hecha desde los márgenes, polifónica, y mucho más preocupada por el racismo, el machismo y la desigualdad social en la vida diaria peruana que por La Fiesta del Chivo.

“Los asuntos que preocupan a estas nuevas generaciones son distintas a las que podríamos llamar una literatura monumental, una que atendía a una aspiración de un país más republicano y eurocentrico”, dice la escritora Miluska Benavides, que estará en la FIL y fue nombrada este año por la revista británica Granta como una de las mejores narradoras en español menores de 35 años. Benavides, autora de La Caza Espiritual, compartió en Granta un cuento intergeneracional sobre un pueblo de migrantes que mueren en una olvidada mina bajo terribles condiciones laborales. Ella se considera de esa generación que mira la historia política del Perú de forma “más experimentada”: historias políticas en el barrio, en la casa, en la mina. “Muchos jóvenes narradores hoy no vienen de círculos letrados convencionales y privilegiados sino que son hijos y nietos de migrantes que se consolidan como un sector letrado desde la década del 2010, y traen un cambio a la poesía y la narrativa”, dice ella. “Ellos ya no miran a la historia desde las historias magnánimas de los libros de historia, ellos ahora se disputan ese campo de la memoria”

Las declaraciones del Vargas Llosa contra la delegación oficial se dieron después de que el nuevo gobierno excluyera a conocidas plumas de la literatura peruana (las feministas Karina Pacheco, Katya Adaui, Gabriela Wiener, entre otros), y en protesta renunciaron a ir otros reconocidos autores (Santiago Roncagliolo, Rafael Dumett, Alonso Cueto, entre otros). El gobierno del presidente Pedro Castillo justificó cambiar la lista previa –hecha por el gobierno anterior– argumentando que quería mayor diversidad en la delegación y para esto buscó que fueran a Guadalajara los autores que no habían tenido visibilidad internacional en ferias anteriores (se refería a los que fueron a la la feria de Chile en 2018).

“Me parece súper revolucionaria la delegación que va a la feria”, dice la escritora peruana Gabriela Wiener, excluida de la segunda delegación. Aunque lamenta la torpeza con la que el gobierno manejó el cambio, considera que la motivación era justificada. “Me importa mucho más que hoy esté en esta delegación escritoras del Perú que no conoce nadie, o más bien, que no conoce Vargas Llosa”, dice Wiener, quien recientemente publicó Huaco Retrato, una novela sobre cómo el racismo colonial se filtra en la historia familiar. “Se logró hacer un cambio con heridas y muertes en el camino, como yo, por ejemplo”, admite. “Pero este cambio puede ser desesperante para el establishment, porque es un cambio al statu quo”.

Una de las autoras que aparecieron en la nueva lista del gobierno –y que varios escritores consultados por El PAÍS celebran– es Dina Ananco Ahuananchi, poeta y traductora que nació en la región amazónica de Bagua, que escribe en la lengua wampis, y que recientemente publicó de Sanchiu, el primer poemario en wampis en toda la historia literaria del Perú (su portada es un retrato de su abuela). “Allí estoy, buscando mi identidad múltiple/ Que me sirve actuar en cada circunstancia”, dicen en Atumsha urukarmetsu (No sé ustedes). “Es un poema que tiene que ver con la discriminación al ser visible en Perú”, cuenta Ananco sobre el dilema que viven líderes indígenas visibles “que tenemos temor a mostrarnos, pero al mismo tiempo queremos y necesitamos mostrarnos”.

Aunque la industria editorial del Perú ha hecho esfuerzos por incluir a la literatura quechua, Ananco dice que cuando se trata de la literatura amazónica esta “ha sido completamente excluida”. Lo explica por un desprecio a la tradición oral y a una tendencia a “valorar siempre lo que está fuera del país, lo que viene de occidente”. Como Weiner, Ananco dice que hubo algo profundamente simbólico en los cambios del gobierno. “Aunque nadie está de acuerdo con que se excluya a otros autores, nosotros nunca hemos salido a representar la literatura de nuestro país”, dice. “Es un paso gigante que se acaba de dar”.

Ananco publicó su poemario con Pakarina, una editorial independiente que publica a autores en lenguas originarias y una joya rara en la industria del libro peruano. “El centralismo de Lima en producción literaria es muy fuerte aún, siguen teniendo el 87% de la producción de libros de todo el país”, dice Leonardo Dolores, la persona a cargo de la Dirección del Libro del Ministerio de Cultura.

Sin embargo, explica, una legislación favorable a la industria del libro del 2003 terminó multiplicando considerablemente el número de autores disponibles y de editoriales en dos décadas. “Si en 2003 había un promedio de 2.000 libros publicados al año, hacia el 2019 ya había casi 19.000″, dice. De acuerdo a cifras del Centro Regional para el Fomento del Libro de América Latina y El Caribe, el número de agentes editores en el Perú –que incluiría editoriales comerciales pero también universidades o editores de libros gubernamentales– también se multiplicó: aumentó de casi 300 a 1.400, del año 2000 al 2019. Dolores ve cada vez más interés por autores indígenas, más atención a la oralidad, pero también un gran interés por más novelas históricas.

“En las últimas dos décadas un tema principal que veo en la narrativa peruana, un tema medular, ha sido la representación de la violencia política: Sendero Luminoso y todo lo que ello implicó”, dice Gabriel Saxton-Ruiz, profesor de literatura y autor de Ambigüedades éticas y estéticas: La narrativa peruana contemporánea y la violencia política. “Es un tema que se aborda de muchísimas maneras, desde lo popular, de la novela negra a obras más sentimentalistas”, añade. “Si hay algo que une a todos estos autores es una especie de desencanto, como una paciencia perdida”.

Un autor pionero de esta corriente, y que tendrá un espacio especial en la FIL de Guadalajara, es el escritor Oscar Colchado, cuyo clásico Rosa Cuchillo es una novela de 1997 que tiene ecos del Pedro Páramo de Juan Rulfo y es recordada por traducir la cosmovisión andina a lo vivido en la guerra. “Lo encontraba a orillas de este río tormentoso, de aguas negras, el Wañuy Mayu, que separaba a los vivos de los muertos”, dice esta novela que trata la búsqueda de una madre a su hijo desaparecido.

Aunque el 2003 una Comisión de la Verdad y Reconciliación publicó un importante Informe Final sobre las razones de la violencia que vivió Perú de 1980 al 2000, el libro oficial no fue más que un abrebocas para una generación que sigue explorando el tamaño de la herida que dejó el periodo traumático de guerra entre el estado y el Sendero Luminoso. Iconos de esta médula literaria incluirían a Abril Rojo de Santiago Roncagliolo, La Hora Azúl de Alonso Cueto, La Sangre de la Aurora de Claudia Salazar, Guerra a la luz de las velas de Daniel Alarcón, Los Rendidos de Jose Carlos Agüero, Un Lugar Llamado Oreja de Perro de Iván Thays, Bioy y La Procesión Infinita de Diego Trelles Paz, o la última novela de Karina Pacheco, El Año del Viento, que trata la violencia en 1981 en las zonas andinas del país y desde la experiencia tres mujeres –y en donde la abuela tiene un papel fundamental. El libro, escribe ella, habla de “un país que después de casi dos siglos de independencia estaba muy lejos de conocerse a sí mismo”.

“También creo que hay una promoción importante de autoras, en poesía y en narrativa, que es más visible a partir de los años 80″, dice Mariela Dreyfus, poeta peruana y profesora de escritura creativa en la universidad de Nueva York. Aunque ya habían irrumpido antes en la poesía Magda Portal, Blanca Varela, Cecilia Bustamante, a finales del siglo XX la irrupción de movimientos feministas y un mayor acceso a las mujeres a la educación universitaria “permitió abrir un espacio para que las mujeres encontráramos un lugar más cómodo en el mundo intelectual”, dice Dreyfus. Ella, por ejemplo, es cofundadora del grupo poético Kloaka de los ochenta que buscaba “romper con todo: desde el punto de vista de la escritura pero también en señalar la libertad erótica, del cuerpo, de las disidencias”. (“No que el poema/ sea un artificio/ para inundar la ciudad/ frágil y palpitante/ como un sexo enamorado” dice su voz en el poema Poética).

Ahora Dreyfus ve en las narradoras como la cuzqueña Karina Pacheco libros que rompen con una literatura costumbrista, o en Wiener una versatilidad impresionante (“escribe poesía, es narradora, hace autoficción y es una gran periodista”), e incluso experimentos interesantes en escritoras muy jóvenes como la feminista arequipeña Valeria Román Marroquín (“¿este era el futuro brillante que te prometieron?”, se pregunta ella en ana ¿en qué piensas?). Espera escuchar ahorra en la FIL a la poeta Cha’ska Ninawaman, que acaba de publicar la edición en francés de su libro Los murmullos de Ch’askascha, un compendio de cuentos y leyendas quechuas (“Dios de los indios/ por qué no me escuchas/ ¿tú también como Cristo estas enfermito?” se pregunta ella en Pachatusan. “yo también estoy diferente,/ fea se hizo la vida aquí/ de tanta indiferencia”).

Pero algo más se hizo evidente en las mismas décadas, cuenta Dreyfus: esa escisión dolorosa en la literatura peruana. “Desde los ochentas, y hasta hace muy poco, se hablaba de los narradores ‘criollos’, los limeños, y los narradores andinos”, dice ella. “En el siglo XXI se sigue manteniendo esa dicotomía. Yo pienso que la intención inclusiva de la lista de escritores para la Feria era muy buena, pero con ese error político del gobierno, esa forma cómo se hizo, terminó enfrentándonos a nosotros los escritores. Desgraciadamente”.

“¿Hasta cuándo durará la dualidad trágica de lo indio y lo occidental en estos países descendientes del Tahuantinsuyo y de España?”, se preguntaba Jose María Arguedas en un ensayo de 1950 titulado La novela y el problema de la expresión literaria en el Perú. Una pregunta, 71 años después, sin respuesta clara. “Los dos mundos en los que están divididos estos países descendientes del Tahuantinsuyo se fusionarán o separarán definitivamente algún día: el quechua y el castellano”, respondió entonces este novelista que logró acercar al español hacia el quechua. “Entretanto, el viacrucis heroico y bello del artista bilingüe subsistirá.”

sábado, 13 de noviembre de 2021

Cristina Peri Rossi, escritora de la rebeldía y el deseo, Premio Cervantes 2021

La escritora uruguaya, poeta y narradora desde hace 60 años, es la sexta mujer que se une al palmarés 

Cristina Peri Rossi.ANTONIO HEREDIA/elmundo.es

Es raro recordar que la poeta uruguaya Cristina Peri Rossi tiene 80 años. "La Rimbaudcita" la apodó el poeta Ángel Rama en sus primeros años de carrera y la broma suena hoy como una invitación a la isla de los niños perdidos. El erotismo, la transgresión, la ciudad, la construcción de la propia identidad, la amistad... los temas que marcan los casi 60 años de literatura de Peri Rossi, son los propios de una escritora joven. Hoy, el Premio Cervantes, el más prestigioso de las letras en español, ha elegido a la autora de 'Los museos abandonados' como una manera de rejuvenecer su palmarés.

El jurado del premio, presidido por el académico José Manuel Sánchez Ron, ha reconocido en Peri Rossi "la trayectoria de una de las grandes vocaciones literarias de nuestro tiempo y la envergadura de una escritora capaz de plasmar su talento en una pluralidad de géneros. La literatura de Cristina Peri Rossi es un ejercicio constante de exploración y crítica, sin rehuir el valor de la palabra como expresión de un compromiso con temas claves de la conversación contemporánea como la condición de la mujer y la sexualidad".

"Me dan el Cervantes y yo enferma, ¡córcholis!", explica por teléfono la nueva Cervantes. Peri Rossi siempre ha estado enferma, siempre ha sufrido, por "mi mala salud de hierro", porque es una mujer a un cigarrillo pegada o porque le ha dolido el exilio. Cristina Peri Rossi vive en un estado de exilio permanente.

Su elección llega en un momento en el que su figura parecía una obsesión casi olvidada para muchos lectores. Peri Rossi, alejada de los medios de comunicación en los que escribió desde los años 60, ha publicado sus últimos libros en dos sellos de Palencia, Menos Cuarto y Cálamo. La insumisa, su título más reciente (apareció en 2020) es un álbum de recuerdos que narra su infancia y sus años de formación y que sirven como guía para entender su vida y su obra.

Un resumen: Cristina Peri Rossi nació en una familia de clase trabajadora en la que se mezclaban emigrantes genoveses y españoles. Su padre fue un hombre esquivo y colérico; su madre, una mujer culta y frustrada. En la infancia de Peri Rossi, enfermiza y solitaria, el primer gran tema vital fue su relación obsesiva con su madre, con la que se quiso casar a los tres años y a la que quiso salvar toda su vida. Pasó un tiempo en el campo, tuvo una hermana que saboteó sus derechos de exclusividad filial, quiso ser escritora antes casi de saber escribir y desarrolló una actitud desafiante y transgresora desde muy temprano.

"No, no escribo a diario. Escribo a ratos de pasión" cuenta ahora, 70 años después, Peri Rossi. "Mi poesía cambia con el mundo, incorporo temas de actualidad, está pegada a ella y a la vez la supera. Es una visión crítica de la realidad, por ejemplo el concepto de 'país rico': un 'país rico' es el que no tiene pobres. También creo que hay que educar en el entendimiento y hay que erradicar la violencia sexual. Un violador sádico no debe estar vigilado en la calle por un policía, tiene que estar atendido, cuidado". Y vuelve a la literatura: "Me van a publicar toda mi poesía en Visor", dice contenta. El editor, Chus Visor explica: "Queremos sacar el libro en diciembre, a ver si llegamos. Es que son casi 1.000 páginas en un solo volumen. Ahí estarán todos los libros, 12 o 14. Ha escrito mucho. Cristina escribe para ella, no es comercial. Su poesía es muy de verdad, cuida mucho la palabra, aunque decir esto...". Hay una edición en Lumen que Chus Visor dice que se ha quedado "antigua". El libro se llamará, directamente, Poesía completa, sin más. Y sin menos. "La pasada semana cumplió 80 años. Ya no fuma. ¿Mis libros preferidos? Me gusta Estado de exilio".

En 1963, Peri Rossi ya era profesora universitaria y editaba sus primeras narraciones. En 1964 ya publicaba críticas literarias en El Popular, el diario del Partido Comunista Uruguayo y, poco después, en el semanario Marcha. En 1969 llegó Los museos abandonados, su primer libro de poesía. Y, en 1972, se abrió la zanja que dividió en dos su vida. Ese año, en abril, el Parlamento uruguayo decretó el "estado de guerra", el primer paso que justificó la toma del poder de los militares. Peri Rossi escondió entonces en su casa a Ana Luisa Valdés, una alumna suya que se sentía amenazada por el nuevo orden.. El primer día en el que Valdés salió a la calle, desapareció. La escritora, aterrada, renunció a su puesto en la universidad e ideó a toda prisa un plan de una huida de Montevideo. El primer barco que la pudo sacar del país, el navío italiano Giulio Cesare, se dirigía a Génova con parada previa en Barcelona. Peri Rossi embarcó en él el 4 de octubre de 1972 y lo retrató años después en la novela La nave de los locos. Cataluña sería su destino.

"Yo estoy en España desde hace mucho. El Cervantes me lo han dado dos continentes, América Latina y Europa, Uruguay y España. Vivo con estos dos amores porque colaboro con medios de los dos países. No sé cómo lo recibirán esto pero he trabajado para los dos sitios. Tengo las dos nacionalidades", cuenta la nueva Cervantes. "Se habla del exilio de América Latina pero ustedes también lo sufrieron con la Guerra Civil. ¿Saben que en Uruguay, un país siempre pacífico, a los huidos españoles les recibía un comité de apoyo y se les buscaba casa y trabajo?".

En La insumisa, las memorias juveniles de la escritora, hay un relato que sugiere que en aquel destierro hubo algo más, un amor, una mujer que, poco después, no pudo soportar la tristeza del exilio y se separó de Peri Rossi en un banco público de Barcelona. Tienta pensar que aquel desamor, narrado como un punto de inflexión vital, llevó a la escritora uruguaya a abandonar la literatura explícitamente política por otros terrenos igual de rebeldes pero más complejos. Eso sólo lo podrá confirmar ella.

La vida aún habría de golpearla otra vez: en 1973, los militares uruguayos dieron un golpe de Estado y formaron Gobierno y declararon apátridas a exiliados significados como Peri Rossi. Convertida en una figura incómoda para la España franquista, la escritora marchó a París, donde se refugió junto a un admirador de sus libros de poesía, un amigo por correspondencia llamado Julio Cortázar.

Es raro recordar que la poeta uruguaya Cristina Peri Rossi tiene 80 años. "La Rimbaudcita" la apodó el poeta Ángel Rama en sus primeros años de carrera y la broma suena hoy como una invitación a la isla de los niños perdidos. El erotismo, la transgresión, la ciudad, la construcción de la propia identidad, la amistad... los temas que marcan los casi 60 años de literatura de Peri Rossi, son los propios de una escritora joven. Hoy, el Premio Cervantes, el más prestigioso de las letras en español, ha elegido a la autora de 'Los museos abandonados' como una manera de rejuvenecer su palmarés.

El jurado del premio, presidido por el académico José Manuel Sánchez Ron, ha reconocido en Peri Rossi "la trayectoria de una de las grandes vocaciones literarias de nuestro tiempo y la envergadura de una escritora capaz de plasmar su talento en una pluralidad de géneros. La literatura de Cristina Peri Rossi es un ejercicio constante de exploración y crítica, sin rehuir el valor de la palabra como expresión de un compromiso con temas claves de la conversación contemporánea como la condición de la mujer y la sexualidad".

"Me dan el Cervantes y yo enferma, ¡córcholis!", explica por teléfono la nueva Cervantes. Peri Rossi siempre ha estado enferma, siempre ha sufrido, por "mi mala salud de hierro", porque es una mujer a un cigarrillo pegada o porque le ha dolido el exilio. Cristina Peri Rossi vive en un estado de exilio permanente.

Su elección llega en un momento en el que su figura parecía una obsesión casi olvidada para muchos lectores. Peri Rossi, alejada de los medios de comunicación en los que escribió desde los años 60, ha publicado sus últimos libros en dos sellos de Palencia, Menos Cuarto y Cálamo. La insumisa, su título más reciente (apareció en 2020) es un álbum de recuerdos que narra su infancia y sus años de formación y que sirven como guía para entender su vida y su obra.

Un resumen: Cristina Peri Rossi nació en una familia de clase trabajadora en la que se mezclaban emigrantes genoveses y españoles. Su padre fue un hombre esquivo y colérico; su madre, una mujer culta y frustrada. En la infancia de Peri Rossi, enfermiza y solitaria, el primer gran tema vital fue su relación obsesiva con su madre, con la que se quiso casar a los tres años y a la que quiso salvar toda su vida. Pasó un tiempo en el campo, tuvo una hermana que saboteó sus derechos de exclusividad filial, quiso ser escritora antes casi de saber escribir y desarrolló una actitud desafiante y transgresora desde muy temprano.

"No, no escribo a diario. Escribo a ratos de pasión" cuenta ahora, 70 años después, Peri Rossi. "Mi poesía cambia con el mundo, incorporo temas de actualidad, está pegada a ella y a la vez la supera. Es una visión crítica de la realidad, por ejemplo el concepto de 'país rico': un 'país rico' es el que no tiene pobres. También creo que hay que educar en el entendimiento y hay que erradicar la violencia sexual. Un violador sádico no debe estar vigilado en la calle por un policía, tiene que estar atendido, cuidado". Y vuelve a la literatura: "Me van a publicar toda mi poesía en Visor", dice contenta. El editor, Chus Visor explica: "Queremos sacar el libro en diciembre, a ver si llegamos. Es que son casi 1.000 páginas en un solo volumen. Ahí estarán todos los libros, 12 o 14. Ha escrito mucho. Cristina escribe para ella, no es comercial. Su poesía es muy de verdad, cuida mucho la palabra, aunque decir esto...". Hay una edición en Lumen que Chus Visor dice que se ha quedado "antigua". El libro se llamará, directamente, Poesía completa, sin más. Y sin menos. "La pasada semana cumplió 80 años. Ya no fuma. ¿Mis libros preferidos? Me gusta Estado de exilio".

En 1963, Peri Rossi ya era profesora universitaria y editaba sus primeras narraciones. En 1964 ya publicaba críticas literarias en El Popular, el diario del Partido Comunista Uruguayo y, poco después, en el semanario Marcha. En 1969 llegó Los museos abandonados, su primer libro de poesía. Y, en 1972, se abrió la zanja que dividió en dos su vida. Ese año, en abril, el Parlamento uruguayo decretó el "estado de guerra", el primer paso que justificó la toma del poder de los militares. Peri Rossi escondió entonces en su casa a Ana Luisa Valdés, una alumna suya que se sentía amenazada por el nuevo orden.. El primer día en el que Valdés salió a la calle, desapareció. La escritora, aterrada, renunció a su puesto en la universidad e ideó a toda prisa un plan de una huida de Montevideo. El primer barco que la pudo sacar del país, el navío italiano Giulio Cesare, se dirigía a Génova con parada previa en Barcelona. Peri Rossi embarcó en él el 4 de octubre de 1972 y lo retrató años después en la novela La nave de los locos. Cataluña sería su destino.

"Yo estoy en España desde hace mucho. El Cervantes me lo han dado dos continentes, América Latina y Europa, Uruguay y España. Vivo con estos dos amores porque colaboro con medios de los dos países. No sé cómo lo recibirán esto pero he trabajado para los dos sitios. Tengo las dos nacionalidades", cuenta la nueva Cervantes. "Se habla del exilio de América Latina pero ustedes también lo sufrieron con la Guerra Civil. ¿Saben que en Uruguay, un país siempre pacífico, a los huidos españoles les recibía un comité de apoyo y se les buscaba casa y trabajo?".

En La insumisa, las memorias juveniles de la escritora, hay un relato que sugiere que en aquel destierro hubo algo más, un amor, una mujer que, poco después, no pudo soportar la tristeza del exilio y se separó de Peri Rossi en un banco público de Barcelona. Tienta pensar que aquel desamor, narrado como un punto de inflexión vital, llevó a la escritora uruguaya a abandonar la literatura explícitamente política por otros terrenos igual de rebeldes pero más complejos. Eso sólo lo podrá confirmar ella.

La vida aún habría de golpearla otra vez: en 1973, los militares uruguayos dieron un golpe de Estado y formaron Gobierno y declararon apátridas a exiliados significados como Peri Rossi. Convertida en una figura incómoda para la España franquista, la escritora marchó a París, donde se refugió junto a un admirador de sus libros de poesía, un amigo por correspondencia llamado Julio Cortázar.

domingo, 7 de noviembre de 2021

Qué es la lectura profunda y afecta (para bien) tu cerebro

Leer cambia el cerebro -literalmente- y trae un sinfín de beneficios


Niña lectora/BBCIdeas


"Sin libros, no seríamos humanos como lo somos", le dice a BBC Ideas la biblioterapeuta Ella Berthoud.

Si bien eso es cierto, "no hay nada menos natural que la lectura", precisa la neurocientífica Marianne Wolf.

"La alfabetización es uno de los más grandes inventos de la especie humana", que no sólo es útil sino tan poderoso que transforma nuestras mentes y aún más: "la lectura literalmente cambia el cerebro", afirma Wolf.

Los beneficios son extraordinarios pero estamos en riesgo de perder algunos de ellos. ¿Por qué?

Pregúntate: ¿prestaste atención a todo lo anterior o lo leíste por encima, buscando información rápidamente o quizás "un gancho" que te lleve a leer un poco más?

Sinceramente, ¿cuán a menudo haces lo último?

A pesar de que hoy en día estamos leyendo más palabras que nunca -se calcula que un promedio de alrededor de 100.000 al día- la mayoría se leen en ráfagas cortas en las pantallas, y "por encima".

Eso preocupa a expertos, pues transformar nueva información en conocimiento consolidado en los circuitos del cerebro requiere múltiples conexiones con las habilidades de razonamiento abstracto, cada una de las cuales requiere un tipo de tiempo y atención que a menudo falta en la lectura digital.

Todo lo cual nos deja con la misma pregunta que hizo el poeta TS Eliot: "¿Dónde está el conocimiento en nuestra información? ¿Dónde está la sabiduría en nuestro conocimiento?".

Volvamos al cerebro.

Físicamente

A diferencia del lenguaje oral, la visión o la cognición, no existe un programa genético para aprender a leer.

Si un niño, en cualquier lugar del mundo, está en un entorno hablante, su lenguaje, naturalmente, se activará. Eso no ocurre con la lectura, pues implica la adquisición de un código simbólico completo, tanto visual como verbal.

Por ser un invento relativamente reciente -"es un parpadeo en nuestro reloj evolutivo: tiene apenas 6.000 años", apunta Wolf-, aún no lo hemos formateado.

"Empezó de una manera simple, para marcar cuántos vasos de vino u ovejas teníamos. Y con el nacimiento de los sistemas alfabéticos, comenzamos a tener un medio eficiente para recordar y almacenar el conocimiento".

"La lectura es un conjunto adquirido de habilidades que literalmente cambia el cerebro"

"Lo que hace es explotar un principio de diseño en el cerebro humano, que le permite hacer nuevas conexiones entre regiones visuales, regiones del lenguaje, regiones para el pensamiento y la emoción".

Esta transformación, subraya la neurocientífica, "comienza de nuevo en cada nuevo lector. No existe dentro de nuestra cabeza. Cada persona que aprende a leer tiene que crear un nuevo circuito en su cerebro".

Y eso, abre las puertas a un mundo nuevo.

Mágicamente

"La lectura aporta tres poderes mágicos: creatividad, inteligencia y empatía", le dijo a BBC Ideas Cressida Cowell, escritora de literatura infantil y autora de la serie "Cómo entrenar a tu dragón".

"Leer por el gusto de hacerlo es uno de los dos factores clave en el éxito económico posterior de un niño. Es más probable que no termines en prisión, que votes, que seas dueño de tu propia casa...".

Además, "leer una gran historia es mucho más que entretenimiento", asegura la biblioterapeuta Ella Berthoud.

"La lectura en realidad tiene muchos beneficios terapéuticos.

"Tu cerebro entra en un estado meditativo, un proceso físico que ralentiza los latidos del corazón, te calma, y reduce la ansiedad", afirma Berthoud, para quien, por ejemplo, el remedio para la "claustrofobia, rabia, agotamiento" es la novela de Nikos Kazantzakis "Zorba el griego".

La biblioterapia, el arte de prescribir ficción para curar las dolencias de la vida, fue reconocida en el Diccionario Médico Ilustrado de la editorial Dorland's en 1941.

Su práctica se remonta la menos a la Antigua Grecia, época en la que se colocaban notas en las puertas de las bibliotecas, advirtiendo a los lectores que estaban a punto de entrar en un lugar de curación del alma.

En el siglo XIX, psiquiatras y enfermeras le recetaban a sus pacientes toda clase de libros, desde la Biblia, pasando por literatura de viajes, hasta textos en lenguas antiguas.

Varios estudios en el siglo XX y XXI han comprobado que la lectura agudiza el pensamiento analítico, lo que nos permite discernir mejor los patrones, una herramienta muy útil ante conductas desconcertantes de otros y de nosotros mismos.

La ficción en particular puede hacerte socialmente más hábil y empático. Y aunque no prometen una transformación total en siete sencillos pasos, las novelas te pueden informar y motivar, los relatos breves consolar y ayudar a reflexionar y está demostrado que leer poesía estimula partes del cerebro relacionadas con la memoria.

Sumergirse en una novela es perderse, pero cuando volvemos a la realidad traemos con nosotros aquello que nos inspiró nuestro personaje favorito.

Sin embargo, muchos de estos beneficios dependen de un estado conocido como "lectura profunda".

Profundamente

"Cuando leemos a nivel superficial, sólo estamos obteniendo la información. Cuando leemos profundamente, estamos usando mucho más de nuestra corteza cerebral", explica Wolf.

"La lectura profunda significa que hacemos analogías, hacemos inferencias, lo que nos permite ser seres humanos verdaderamente críticos, analíticos, empáticos".

En su libro "Proust y el Calamar. Historia y Ciencia del Cerebro Lector" -cuyo título en español es "Cómo aprendimos a leer"-, la experta en neurobiología de la lectura explica como "en cierto momento, cuando un niño pasa de decodificar a leer fluidamente un texto, la ruta de las señales a través de su cerebro cambia.

"En vez de recorrer una ruta dorsal (...), la lectura comienza a moverse a través de una más rápida y eficiente ruta ventral...

"Puesto que el tiempo empleado y el gasto de energía cerebral son menores, un lector fluido será capaz de integrar más de sus sentimientos y pensamientos en su propia experiencia.

"El secreto de la lectura se halla en el tiempo que ésta libera para que el cerebro pueda tener pensamientos más profundos que antes".

Pero, si bien el proceso de aprender a leer cambia nuestro cerebro, también lo hace lo que leemos, cómo leemos y en qué leemos (impresión, lector electrónico, teléfono, computadora portátil).

Alternativamente

Para Chris Meade, autor transmedia, esto último no es problema: "Pensamos en el libro como la obra, pero el libro es sólo un mecanismo de entrega".

La narrativa transmedia es un tipo de relato en el que la historia se despliega a través de múltiples medios y plataformas de comunicación -apps, e-books, juegos, comics, blogs, etc.-, y en la cual los consumidores pueden asumir un rol activo en el proceso de expansión.

"Los nuevos medios le están dando voz a una nueva generación de escritores. Impide que tengamos estemos condicionados a pensar que sólo hay un tipo de 'escritura buena' y en realidad le permite a las personas simplemente hablar y compartir historias y experiencias", opina Natalie A. Carter, cofundadora del extraordinariamente exitoso Black Girls Book Club.

"No importa el medio, no importa cómo lo consigas, lo que importa es la historia", dice la otra cofundadora Melissa Cummings-Quarry.

"La novela está evolucionando. Hay todo tipo de libros increíbles que se están escribiendo deliberadamente para ser leídos en los teléfonos", señala Berthoud.

"El libro tal vez da la ilusión de que esto es todo. Nunca lo ha sido, es una forma de entrar en un proceso de pensamiento", afirma Meade.

Sin embargo, la lectura digital puede tener un costo para el cerebro del lector.

Desafortunadamente

"Reunimos a académicos y científicos de más de 30 países, para investigar sobre el impacto de la digitalización en la lectura", le contó a BBC Ideas Anne Mangen, presidenta de E-READ.

E-READ, o Evolución de la lectura en la era de la digitalización, es un organismo cuyo objetivo es mejorar la comprensión científica de las implicaciones de la digitalización.

Es parte del Programa Internacional de Cooperación Europea en el Campo de la Investigación Científica y Técnica (COST), que considera la lectura como un "asunto de urgente preocupación".

"Las investigaciones muestran que la cantidad de tiempo que se dedica a leer textos de formato largo está disminuyendo y, debido a la digitalización, la lectura se está volviendo más intermitente y fragmentada", algo que podría "tener un impacto negativo en los aspectos cognitivos y emocionales de la lectura", explica COST.

"Descubrimos que hay, lo que se llama una inferioridad en la pantalla", reveló Mangen.

"Hay muchas cosas que se pueden leer igualmente bien en su teléfono inteligente, actualizaciones de noticias más cortas, pero con algo que es cognitivo o emocionalmente desafiante, leer en una pantalla conduce a una comprensión de lectura más pobre que leer en papel".

"La realidad es que no es sólo qué o cuánto leemos, sino cómo leemos lo que es realmente importante", señala Wolf.

"El volumen mismo está teniendo efectos negativos porque para absorber tanto, hay una propensión a leer por encima. El cerebro lector tiene un circuito plástico. El circuito reflejará las características del medio con el que lee. Las características de lo digital se van a ver reflejadas en el circuito".

En otras palabras, así como al aprender a leer de la manera tradicional el cerebro se formatea y graba los itinerarios de la razón y los caminos a la emoción, al aprender a leer de la manera en la que lo hacemos en los medios digitales, el cerebro trazará rutas distintas y, si dejamos de un lado la lectura profunda, borrará las anteriores, si es que existían.

"Si no entrenamos esas habilidades, eventualmente podemos perder la capacidad de comprender contenido más complejo, y también tal vez de involucrarnos e imaginar", advierte Mangen.

Entonces, ¿qué podría deparar el futuro para los libros y para el cerebro lector?

Eventualmente

"La imaginación humana es algo fantástico, somos muy flexibles. Encontramos formas de hacer lo que queremos con la tecnología disponible", opina Meade.

Según Carter, el futuro traerá "muchas más colecciones de cuentos, y creo que veremos muchos más libros más cortos".

La escritora Cowell ya ha sentido el cambio: "He modificado la forma en que escribo, porque la capacidad de atención de los niños se ha acortado. Los libros tienen capítulos cortos y son increíblemente visuales... brillantes, como las golosinas".

Para la neurocientífica Maryanne Wolf, "así como las personas pueden ser bilingües y trilingües, mi esperanza es que desarrollemos un cerebro bialfabetista.

"Podemos disciplinarnos para elegir el medio que mejor se adapte a lo que estamos leyendo y así no perder el extraordinario don que la lectura le ha dado a nuestra especie".

* Este artículo está basado en el video "What does reading on screens do to our brains?" de BBC Ideas y The Open University