lunes, 31 de octubre de 2011

Literatos a dos metros bajo tierra

A vivir hace un recorrido por los camposantos en los que descansan poetas, novelistas y escritores. Lugares llenos de encanto, visitados cada día por turistas que buscan acercarse al espíritu de sus ídolos
La lápida de la tumba de Jorge Luis Borges, autor argentino, en el cementerio de Plainpalais en Ginebra. foto: archivo.fuente: cadenaser.com

La primera parada es el cementerio de Père-Lachaise, el más famoso de los cementerios de París, una verdadera galería de arte al aire libre, con la escultura de Oscar Wilde hecha por Jacob Epstein, la tumba de la escritora norteamericana Gertrude Stein, los restos de La Fontaine, Moliere, Balzac.El toque musical del Père-Lachaise lo ponen las tumbas de Rossini o Chopin y, por supuesto, la de Jim Morrison, cantante de los Doors, la más visitada del cementerio.

No salimos de París, segunda parada. La tumba de Julio Cortázar, en el cementerio de Montparnasse. Dicen que encontrar la tumba de Cortázar es bastante complicado, como una rayuela sin números. La tumba tiene una pequeña hendidura donde van a parar rayuelas dibujadas en papel, las frases de sus libros, piedras, pero sobre todo cartas.

Una de las tumbas más visitadas por los turistas es la de Jorge Luis de Borges, en Ginebra, en el cementerio de Plainpalais, en Ginebra, esculpida por el argentino Eduardo Longato según un diseño hecho por la viuda del escritor, María Kodama, quien escogió elementos que fueron significativos para el autor de "El Aleph". Una tumba que incluye los "siete guerreros", tomados de una lápida del siglo IX; una frase en inglés antiguo, extraída de un poema sajón traducida como "y que no temieran", una alusión al coraje que el escritor tanto admiraba como cualidad en otras personas. En el reverso están grabadas dos frases y un barco vikingo. Una de las frases dice: "Él toma la espada Gram y la coloca entre ellos desenvainada", la otra es la dedicatoria "De Ulrica a Javier Otálora", nombres de los personajes del cuento "Ulrica" y que secretamente utilizaban Borges y Kodama para llamarse entre sí.

"Murió el poeta lejos del hogar, le cubre el polvo de un país vecino, al alejarse, le vieron llorar, Caminante no hay camino, se hace camino al andar..." Serrat nos habla de Colliure, del cementerio de Colliure, donde está enterrado Antonio Machado. En el año 1958 los restos de don Antonio y de su madre fueron depositados en el actual panteón que hay a la entrada del cementerio del pueblo. Fue enterrado en un nicho cedido por la señora Deboher, amiga íntima de madame Quintana, la dueña del hotel que tan generosamente acogió a la familia Machado. Tres días después murió la madre del poeta. Acabamos este recorrido en España, en el cementerio de San Justo, en Madrid. En 1902, la Asociación de Escritores y Artistas construyó el panteón donde ir agrupando las cenizas de los personajes más ilustres en las letras y las artes. Los primeros en ocupar este panteón fueron José de Espronceda, Mariano José de Larra y Eduardo Rosales. Posteriormente, se han inhumado en este lugar los restos de Leandro Fernández de Moratín, Ramón Gómez de la Serna, Maruchi Fresno, Carmen Conde, Luis Escobar y Rafaela Aparicio, entre otros.

domingo, 30 de octubre de 2011

El cuento del domingo

León Tolstoi

¿Cuánta tierra necesita un hombre?

Érase una vez un campesino llamado Pahom, que había trabajado dura y honestamente para su familia, pero que no tenía tierras propias, así que siempre permanecía en la pobreza. "Ocupados como estamos desde la niñez trabajando la madre tierra -pensaba a menudo- los campesinos siempre debemos morir como vivimos, sin nada propio. Las cosas serían diferentes si tuviéramos nuestra propia tierra."

Ahora bien, cerca de la aldea de Pahom vivía una dama, una pequeña terrateniente, que poseía una finca de ciento cincuenta hectáreas. Un invierno se difundió la noticia de que esta dama iba a vender sus tierras. Pahom oyó que un vecino suyo compraría veinticinco hectáreas y que la dama había consentido en aceptar la mitad en efectivo y esperar un año por la otra mitad.

"Qué te parece -pensó Pahom- Esa tierra se vende, y yo no obtendré nada."

Así que decidió hablar con su esposa.

-Otras personas están comprando, y nosotros también debemos comprar unas diez hectáreas. La vida se vuelve imposible sin poseer tierras propias.

Se pusieron a pensar y calcularon cuánto podrían comprar. Tenían ahorrados cien rublos. Vendieron un potrillo y la mitad de sus abejas; contrataron a uno de sus hijos como peón y pidieron anticipos sobre la paga. Pidieron prestado el resto a un cuñado, y así juntaron la mitad del dinero de la compra. Después de eso, Pahom escogió una parcela de veinte hectáreas, donde había bosques, fue a ver a la dama e hizo la compra.

Así que ahora Pahom tenía su propia tierra. Pidió semilla prestada, y la sembró, y obtuvo una buena cosecha. Al cabo de un año había logrado saldar sus deudas con la dama y su cuñado. Así se convirtió en terrateniente, y talaba sus propios árboles, y alimentaba su ganado en sus propios pastos. Cuando salía a arar los campos, o a mirar sus mieses o sus prados, el corazón se le llenaba de alegría. La hierba que crecía allí y las flores que florecían allí le parecían diferentes de las de otras partes. Antes, cuando cruzaba esa tierra, le parecía igual a cualquier otra, pero ahora le parecía muy distinta.

Un día Pahom estaba sentado en su casa cuando un viajero se detuvo ante su casa. Pahom le preguntó de dónde venía, y el forastero respondió que venía de allende el Volga, donde había estado trabajando. Una palabra llevó a la otra, y el hombre comentó que había muchas tierras en venta por allá, y que muchos estaban viajando para comprarlas. Las tierras eran tan fértiles, aseguró, que el centeno era alto como un caballo, y tan tupido que cinco cortes de guadaña formaban una avilla. Comentó que un campesino había trabajado sólo con sus manos, y ahora tenía seis caballos y dos vacas.

El corazón de Pahom se colmó de anhelo.

"¿Por qué he de sufrir en este agujero -pensó- si se vive tan bien en otras partes? Venderé mi tierra y mi finca, y con el dinero comenzaré allá de nuevo y tendré todo nuevo".

Pahom vendió su tierra, su casa y su ganado, con buenas ganancias, y se mudó con su familia a su nueva propiedad. Todo lo que había dicho el campesino era cierto, y Pahom estaba en mucha mejor posición que antes. Compró muchas tierras arables y pasturas, y pudo tener las cabezas de ganado que deseaba.

Al principio, en el ajetreo de la mudanza y la construcción, Pahom se sentía complacido, pero cuando se habituó comenzó a pensar que tampoco aquí estaba satisfecho. Quería sembrar más trigo, pero no tenía tierras suficientes para ello, así que arrendó más tierras por tres años. Fueron buenas temporadas y hubo buenas cosechas, así que Pahom ahorró dinero. Podría haber seguido viviendo cómodamente, pero se cansó de arrendar tierras ajenas todos los años, y de sufrir privaciones para ahorrar el dinero.

"Si todas estas tierras fueran mías -pensó-, sería independiente y no sufriría estas incomodidades."

Un día un vendedor de bienes raíces que pasaba le comentó que acababa de regresar de la lejana tierra de los bashkirs, donde había comprado seiscientas hectáreas por sólo mil rublos.

-Sólo debes hacerte amigo de los jefes -dijo- Yo regalé como cien rublos en vestidos y alfombras, además de una caja de té, y di vino a quienes lo bebían, y obtuve la tierra por una bicoca.

"Vaya -pensó Pahom-, allá puedo tener diez veces más tierras de las que poseo. Debo probar suerte."

Pahom encomendó a su familia el cuidado de la finca y emprendió el viaje, llevando consigo a su criado. Pararon en una ciudad y compraron una caja de té, vino y otros regalos, como el vendedor les había aconsejado. Continuaron viaje hasta recorrer más de quinientos kilómetros, y el séptimo día llegaron a un lugar donde los bashkirs habían instalado sus tiendas.

En cuanto vieron a Pahom, salieron de las tiendas y se reunieron en torno al visitante. Le dieron té y kurniss, y sacrificaron una oveja y le dieron de comer. Pahom sacó presentes de su carromato y los distribuyó, y les dijo que venía en busca de tierras. Los bashkirs parecieron muy satisfechos y le dijeron que debía hablar con el jefe. Lo mandaron a buscar y le explicaron a qué había ido Pahom.

El jefe escuchó un rato, pidió silencio con un gesto y le dijo a Pahom:

-De acuerdo. Escoge la tierra que te plazca. Tenemos tierras en abundancia.

-¿Y cuál será el precio? -preguntó Pahom.

-Nuestro precio es siempre el mismo: mil rublos por día.

Pahom no comprendió.

-¿Un día? ¿Qué medida es ésa? ¿Cuántas hectáreas son?

-No sabemos calcularlo -dijo el jefe-. La vendemos por día. Todo lo que puedas recorrer a pie en un día es tuyo, y el precio es mil rublos por día.

Pahom quedó sorprendido.

-Pero en un día se puede recorrer una vasta extensión de tierra -dijo.

El jefe se echó a reír.

-¡Será toda tuya! Pero con una condición. Si no regresas el mismo día al lugar donde comenzaste, pierdes el dinero.

-¿Pero cómo debo señalar el camino que he seguido?

-Iremos a cualquier lugar que gustes, y nos quedaremos allí. Puedes comenzar desde ese sitio y emprender tu viaje, llevando una azada contigo. Donde lo consideres necesario, deja una marca. En cada giro, cava un pozo y apila la tierra; luego iremos con un arado de pozo en pozo. Puedes hacer el recorrido que desees, pero antes que se ponga el sol debes regresar al sitio de donde partiste. Toda la tierra que cubras será tuya.

Pahom estaba alborozado. Decidió comenzar por la mañana. Charlaron, bebieron más kurniss, comieron más oveja y bebieron más té, y así llegó la noche. Le dieron a Pahom una cama de edredón, y los bashkirs se dispersaron, prometiendo reunirse a la mañana siguiente al romper el alba y viajar al punto convenido antes del amanecer.

Pahom se quedó acostado, pero no pudo dormirse. No dejaba de pensar en su tierra.

"¡Qué gran extensión marcaré! -pensó-. Puedo andar fácilmente cincuenta kilómetros por día. Los días ahora son largos, y un recorrido de cincuenta kilómetros representará gran cantidad de tierra. Venderé las tierras más áridas, o las dejaré a los campesinos, pero yo escogeré la mejor y la trabajaré. Compraré dos yuntas de bueyes y contrataré dos peones más. Unas noventa hectáreas destinaré a la siembra y en el resto criaré ganado."

Por la puerta abierta vio que estaba rompiendo el alba.

-Es hora de despertarlos -se dijo-. Debemos ponernos en marcha.

Se levantó, despertó al criado (que dormía en el carromato), le ordenó uncir los caballos y fue a despertar a los bashkirs.

-Es hora de ir a la estepa para medir las tierras -dijo.

Los bashkirs se levantaron y se reunieron, y también acudió el jefe. Se pusieron a beber más kurniss, y ofrecieron a Pahom un poco de té, pero él no quería esperar.

-Si hemos de ir, vayamos de una vez. Ya es hora.

Los bashkirs se prepararon y todos se pusieron en marcha, algunos a caballo, otros en carros. Pahom iba en su carromato con el criado, y llevaba una azada. Cuando llegaron a la estepa, el cielo de la mañana estaba rojo. Subieron una loma y, apeándose de carros y caballos, se reunieron en un sitio. El jefe se acercó a Pahom y extendió el brazo hacia la planicie.

-Todo esto, hasta donde llega la mirada, es nuestro. Puedes tomar lo que gustes.

A Pahom le relucieron los ojos, pues era toda tierra virgen, chata como la palma de la mano y negra como semilla de amapola, y en las hondonadas crecían altos pastizales.

El jefe se quitó la gorra de piel de zorro, la apoyó en el suelo y dijo:

-Ésta será la marca. Empieza aquí y regresa aquí. Toda la tierra que rodees será tuya.

Pahom sacó el dinero y lo puso en la gorra. Luego se quitó el abrigo, quedándose con su chaquetón sin mangas. Se aflojó el cinturón y lo sujetó con fuerza bajo el vientre, se puso un costal de pan en el pecho del jubón y, atando una botella de agua al cinturón, se subió la caña de las botas, empuñó la azada y se dispuso a partir. Tardó un instante en decidir el rumbo. Todas las direcciones eran tentadoras.

-No importa -dijo al fin-. Iré hacia el sol naciente.

Se volvió hacia el este, se desperezó y aguardó a que el sol asomara sobre el horizonte.

"No debo perder tiempo -pensó-, pues es más fácil caminar mientras todavía está fresco."

Los rayos del sol no acababan de chispear sobre el horizonte cuando Pahom, azada al hombro, se internó en la estepa.

Pahom caminaba a paso moderado. Tras avanzar mil metros se detuvo, cavó un pozo y apiló terrones de hierba para hacerlo más visible. Luego continuó, y ahora que había vencido el entumecimiento apuró el paso. Al cabo de un rato cavó otro pozo.

Miró hacia atrás. La loma se veía claramente a la luz del sol, con la gente encima, y las relucientes llantas de las ruedas del carromato. Pahom calculó que había caminado cinco kilómetros. Estaba más cálido; se quitó el chaquetón, se lo echó al hombro y continuó la marcha. Ahora hacía más calor; miró el sol; era hora de pensar en el desayuno.

-He recorrido el primer tramo, pero hay cuatro en un día, y todavía es demasiado pronto para virar. Pero me quitaré las botas -se dijo.

Se sentó, se quitó las botas, se las metió en el cinturón y reanudó la marcha. Ahora caminaba con soltura.

"Seguiré otros cinco kilómetros -pensó-, y luego giraré a la izquierda. Este lugar es tan promisorio que sería una pena perderlo. Cuanto más avanzo, mejor parece la tierra."

Siguió derecho por un tiempo, y cuando miró en torno, la loma era apenas visible y las personas parecían hormigas, y apenas se veía un destello bajo el sol.

"Ah -pensó Pahom-, he avanzado bastante en esta dirección, es hora de girar. Además estoy sudando, y muy sediento."

Se detuvo, cavó un gran pozo y apiló hierba. Bebió un sorbo de agua y giró a la izquierda. Continuó la marcha, y la hierba era alta, y hacía mucho calor.

Pahom comenzó a cansarse. Miró el sol y vio que era mediodía.

"Bien -pensó-, debo descansar."

Se sentó, comió pan y bebió agua, pero no se acostó, temiendo quedarse dormido. Después de estar un rato sentado, siguió andando. Al principio caminaba sin dificultad, y sentía sueño, pero continuó, pensando: "Una hora de sufrimiento, una vida para disfrutarlo".

Avanzó un largo trecho en esa dirección, y ya iba a girar de nuevo a la izquierda cuando vio un fecundo valle. "Sería una pena excluir ese terreno -pensó-. El lino crecería bien aquí.". Así que rodeó el valle y cavó un pozo del otro lado antes de girar. Pahom miró hacia la loma. El aire estaba brumoso y trémulo con el calor, y a través de la bruma apenas se veía a la gente de la loma.

"¡Ah! -pensó Pahom-. Los lados son demasiado largos. Este debe ser más corto." Y siguió a lo largo del tercer lado, apurando el paso. Miró el sol. Estaba a mitad de camino del horizonte, y Pahom aún no había recorrido tres kilómetros del tercer lado del cuadrado. Aún estaba a quince kilómetros de su meta.

"No -pensó-, aunque mis tierras queden irregulares, ahora debo volver en línea recta. Podría alejarme demasiado, y ya tengo gran cantidad de tierra.".

Pahom cavó un pozo de prisa.

Echó a andar hacia la loma, pero con dificultad. Estaba agotado por el calor, tenía cortes y magulladuras en los pies descalzos, le flaqueaban las piernas. Ansiaba descansar, pero era imposible si deseaba llegar antes del poniente. El sol no espera a nadie, y se hundía cada vez más.

"Cielos -pensó-, si no hubiera cometido el error de querer demasiado. ¿Qué pasará si llego tarde?"

Miró hacia la loma y hacia el sol. Aún estaba lejos de su meta, y el sol se aproximaba al horizonte.

Pahom siguió caminando, con mucha dificultad, pero cada vez más rápido. Apuró el paso, pero todavía estaba lejos del lugar. Echó a correr, arrojó la chaqueta, las botas, la botella y la gorra, y conservó sólo la azada que usaba como bastón.

"Ay de mí. He deseado mucho, y lo eché todo a perder. Tengo que llegar antes de que se ponga el sol."

El temor le quitaba el aliento. Pahom siguió corriendo, y la camisa y los pantalones empapados se le pegaban a la piel, y tenía la boca reseca. Su pecho jadeaba como un fuelle, su corazón batía como un martillo, sus piernas cedían como si no le pertenecieran. Pahom estaba abrumado por el terror de morir de agotamiento.

Aunque temía la muerte, no podía detenerse. "Después que he corrido tanto, me considerarán un tonto si me detengo ahora", pensó. Y siguió corriendo, y al acercarse oyó que los bashkirs gritaban y aullaban, y esos gritos le inflamaron aún más el corazón. Juntó sus últimas fuerzas y siguió corriendo.

El hinchado y brumoso sol casi rozaba el horizonte, rojo como la sangre. Estaba muy bajo, pero Pahom estaba muy cerca de su meta. Podía ver a la gente de la loma, agitando los brazos para que se diera prisa. Veía la gorra de piel de zorro en el suelo, y el dinero, y al jefe sentado en el suelo, riendo a carcajadas.

"Hay tierras en abundancia -pensó-, ¿pero me dejará Dios vivir en ellas? ¡He perdido la vida, he perdido la vida! ¡Nunca llegaré a ese lugar!"

Pahom miró el sol, que ya desaparecía, ya era devorado. Con el resto de sus fuerzas apuró el paso, encorvando el cuerpo de tal modo que sus piernas apenas podían sostenerlo. Cuando llegó a la loma, de pronto oscureció. Miró el cielo. ¡El sol se había puesto! Pahom dio un alarido.

"Todo mi esfuerzo ha sido en vano", pensó, y ya iba a detenerse, pero oyó que los bashkirs aún gritaban, y recordó que aunque para él, desde abajo, parecía que el sol se había puesto, desde la loma aún podían verlo. Aspiró una buena bocanada de aire y corrió cuesta arriba. Allí aún había luz. Llegó a la cima y vio la gorra. Delante de ella el jefe se reía a carcajadas. Pahom soltó un grito. Se le aflojaron las piernas, cayó de bruces y tomó la gorra con las manos.

-¡Vaya, qué sujeto tan admirable! -exclamó el jefe-. ¡Ha ganado muchas tierras!

El criado de Pahom se acercó corriendo y trató de levantarlo, pero vio que le salía sangre de la boca. ¡Pahom estaba muerto!

Los pakshirs chasquearon la lengua para demostrar su piedad.

Su criado empuñó la azada y cavó una tumba para Pahom, y allí lo sepultó. Dos metros de la cabeza a los pies era todo lo que necesitaba

Lev Nikoláyevich Tolstói (cirílico ruso Лев Николаевич Толстой), también conocido como León Tolstói (Yásnaya Poliana, 28 de agostojul./ 9 de septiembre de 1828greg. - Astápovo, en la actualidad Lev Tolstói, provincia de Lípetsk, 7 de noviembrejul./ 20 de noviembre de 1910greg.) fue un novelista ruso ampliamente considerado como uno de los más grandes escritores de occidente y de la literatura mundial.1 Sus más famosas obras son Guerra y Paz y Anna Karénina, y son tenidas como la cúspide del realismo. Sus ideas sobre la «no violencia activa», expresadas en libros como El reino de Dios está en vosotros tuvieron un profundo impacto en grandes personajes como Gandhi y Martin Luther King.

Se traslada a Moscú con intención de buscar un empleo o un casamiento conveniente. En aquel período de indecisiones, acosado de deudas contraídas en el juego, se declara la guerra con Turquía y su hermano Nikolái, teniente de artillería, lo insta a ir con él al Cáucaso, en el Valle de Térek. Al llegar a la stanitsa Tolstói se desilusiona y se arrepiente de su viaje. Pocos días después acompaña a su hermano que debía escoltar un convoy de enfermos hasta el fuerte de Stari-Yurt. Cruzan las fuentes termales de Goriachevodsk donde Tolstói, algo reumático, aprovecha para tomar baños termales y donde conoce a la cosaca Márenka, idilio que reaparece en su novela Los cosacos.

Tolstói no pertenecía al ejército, pero en una de las campañas, el comandante, príncipe Bariantinski, repara en él y tras unos exámenes Tolstói ingresa en la brigada de artillería, en la misma batería que su hermano, como suboficial. Tiempo después consigue permiso para una cura reumática en las aguas termales en Piatigorsk, donde aburrido de pasar largas horas encerrado en su habitación se pone a escribir. El 2 de julio de 1852 termina Infancia y fruto de su estancia escribe La tala del bosque y los relatos de Sevastópol.

Poco después de ser testigo de tantos sacrificios y heroísmo en la campaña de Sevastópol se reintegra a la frívola vida de San Petersburgo, sintiendo un gran vacío e inutilidad.

"He adquirido la convicción de que casi todos eran hombres inmorales, malvados, sin carácter, muy inferiores al tipo de personas que yo había conocido en mi vida de bohemia militar. Y estaban felices y contentos, tal y como puede estarlo la gente cuya conciencia no los acusa de nada"
Tolstói


Adscrito a la corriente realista, intentó reflejar fielmente la sociedad en la que vivía.

La novela Los Cosacos (1863) describe la vida de este pueblo.

Anna Karénina (1877) cuenta las historias paralelas de una mujer atrapada en las convenciones sociales y un terrateniente filósofo Lyovin que intenta mejorar las vidas de sus siervos (Lyova es el diminutivo de Lev; así es como llamaba, en privado, a Tolstói su esposa Sofía Behrs).

Guerra y Paz es una monumental obra en la que se describen cientos de distintos personajes durante la invasión napoleónica.

Tolstói tuvo una importante influencia en el desarrollo del movimiento anarquista, concretamente, como filósofo cristiano libertario y anarcopacifista. El teórico anarquista Pedro Kropotkin lo citó en el artículo Anarquismo de la Enciclopedia Británica de 1911.

Entusiasta lector del Ensayo sobre la desobediencia civil del anarquista norteamericano Henry David Thoreau, envió a un periódico hindú un escrito titulado Carta a un hindú que desembocó en una larga correspondencia con Mohandas Gandhi, por entonces en Sudáfrica, influyendo profundamente el pensamiento de este último en el concepto de resistencia no violenta, un punto central de la visión del Cristianismo de Tolstói. En septiembre de 1910, dos meses antes de su muerte, le escribió en el sentido de aplicar la "no resistencia", ya que "la práctica de la violencia no es compatible con el amor como ley fundamental de la vida", principio que fue capital en el desarrollo posterior de la "satyagraha" del hindú. También sostuvo correspondencia con George Bernard Shaw, Rainer Maria Rilke y el zar Nicolás II, entre otros. Su epistolario forma un corpus de unas 10.000 cartas conservadas en el Museo Tolstói de Moscú.

Fue uno de los mayores defensores del esperanto, y en sus últimos años tras varias crisis espirituales se convirtió en una persona profundamente religiosa y altruista, rechazó toda su obra literaria anterior y criticó a las instituciones eclesiásticas en Resurrección, lo que provocó su excomunión. Ni siquiera una epístola celebérrima, la que le envió su amigo Iván Turguéniev en su lecho de muerte para pedirle que regresara a la literatura, hizo que cambiara de opinión.

Junto con Eliseo Reclus fue precursor de lo que poco después se denominaría "naturismo libertario". Tolstói, vegetariano como Reclus, escribe en su postrer libro Últimas palabras (1909) que vivamos según la ley de Cristo: amándonos los unos a los otros, siendo vegetarianos y trabajando la tierra con nuestras propias manos. Prueba de su vegetarianismo son múltiples citas suyas, entre las que destacan:

Alimentarse de carne es un vestigio del primitivismo más grande. El paso al vegetarianismo es la primera consecuencia natural de la ilustración.

y

Un hombre puede vivir y estar sano sin matar animales para comer; por ello, si come carne, toma parte en quitarle la vida a un animal sólo para satisfacer su apetito. Y actuar
así es inmoral.

Tras ver la contradicción de su vivir cotidiano con su ideología, Tolstói decidió dejar los lujos y mezclarse con los campesinos de Yásnaya Poliana, donde él se crio y vivió. No obstante, no obligó a su familia a que lo siguiese y continuó viviendo junto a ellos en una gran parcela, lugar al cual con frecuencia sólo llegaba a dormir, gastando la mayor parte del día en el oficio de zapatero. Funda en la aldea una escuela para los hijos de los campesinos y se hizo su profesor, autor y editor de los libros de texto que estudiaban. Impartía módulos de gimnasia y prefería el jardín para dar clases. Creó para ello una pedagogía libertaria cuyos principios instruían en el respeto a ellos mismos y a sus semejantes.

Tolstói intentó renunciar a sus propiedades en favor de los pobres, aunque su familia, en especial su esposa, Sofía Behrs, lo impidió. Intentando huir de su casa murió en la estación ferroviaria de Astápovo, y entre sus últimas palabras, se oyeron éstas que muestran, como ninguna de las muchas maravillosas que pronunció o escribió, la grandeza de su alma: "Hay sobre la tierra millones de hombres que sufren: ¿por qué estáis al cuidado de mí solo?". Se le enterró en su casa en Nara.

Como anécdota, el 26 de diciembre de 1941, el general alemán del 2° cuerpo panzer de blindados, Heinz Guderian usó su finca en Yásnaya Poliana como cuartel general durante el avance hacia Moscú y, según él mismo, tuvo que desactivar los dispositivos de autodestrucción de la casa y de la propia tumba de Tolstói colocados por órdenes de Stalin, antes de poder ocuparla, salvando los restos de la destrucción[cita requerida].

Sin embargo, otras fuentes, en especial las soviéticas, han publicado material gráfico que muestra que los invasores nazis destruyeron parte de las propiedades y obras de arte de la finca[cita requerida].

Las Obras Completas de Tolstói fueron publicadas entre 1928 y 1958. Se trata de 90 tomos, cuyos últimos 32 volúmenes recogen la correspondencia del conde. Esta edición no es fiable: la censura soviética consideró "políticamente incorrectos" muchos pasajes. Por eso es preciso consultar los manuscritos originales en el Museo Tolstói de Moscú.Infancia (Детство [Détstvo]; 1852).Adolescencia (Отрочество [Ótrochestvo]; 1854).Juventud (Юность [Yúnost']; 1856).Relatos de Sebastópol (1855-56).Dos húsares (1856).Felicidad conyugal (1858).Los cosacos (Казаки [Kazakí]; 1863). Guerra y Paz (Война и мир; [Voyná i mir]; 1865-1869).Anna Karénina (Анна Каренина; 1875-1877). Confesión (1882). La Muerte de Iván Ilich (1886).La Sonata a Kreutzer (Крейцерова соната; 1889). Iglesia y Estado (1891). El Reino de Dios está en Vosotros (1894). El Padre Sergio (1898).Resurrección (Воскресение [Voskresénie]; 1899).Hadzhí Murad (1912) (póstuma). No Puedo Callarme. Cuentos Populares. ¿Qué es el Arte?. Cantando por mi vida. La escuela de Yásnaia Poliana. El Diablo (Novela corta) (1911) (póstuma). De las memorias del príncipe D. Nejliúdov. Lucerna (1857). Albert (1858). Tres muertes (1858) (relato). Nuevo abecedario (1872-1875).El origen del mal



Foto y Semblanza biográfica:Wikipedía.Texto:El cuento del día

sábado, 29 de octubre de 2011

Minicuentos 16


Descendencia

Ángel Guache


Celia dio a luz un hermoso botón. Creyó que había sido un sueño. Con sorpresa vio que el botón la seguía por la casa pidiéndole que lo amamantara con hilo blanco y que le cantase una nana.

La bella durmiente del bosque y el príncipe

Marco Denevi

La Bella Durmiente cierra los ojos pero no duerme. Está esperando al príncipe. Y cuando lo oye acercarse, simula un sueño todavía más profundo. Nadie se lo ha dicho, pero ella lo sabe. Sabe que ningún príncipe pasa junto a una mujer que tenga los ojos bien abiertos.

El adivino

Jorge Luis Borges

En Sumatra, alguien quiere doctorarse de adivino. El brujo examinador le pregunta si será reprobado o si pasará. El candidato responde que será reprobado…

Cotidiana

Miguel Gómes

Tras una discusión, coloqué a mi mujer sobre la mesa, la planché y me la vestí. No me sorprendió que resultara muy parecida a un hábito.

El retorno del Hombre Polilla

Mono Sapiens

Ya en su temprana infancia mostró signos de un profundo ensimismamiento no detectado por sus padres, que lo consideraban un niño apocado, algo asustadizo, pero aplicado en los estudios. Sin embargo, en la adolescencia, el desmadre hormonal, el rechazo por su propio cuerpo, el miedo al ridículo, se combinaron en una nefasta mezcla que catapultó su timidez hasta extremos sobrenaturales.
En su adultez, trabajó en una compañía de seguros, en los sótanos de la sección archivos. Hasta que una mañana de otoño sufrió un ataque de pánico que lo paralizó por completo. Renunció al trabajo y se encerró en su armario por tres meses, en los que se mantuvo mordisqueando las partes más nutritivas de su vestuario. Lo sacaron los bomberos, alertados por algún vecino.
En el manicomio, desarrolló aún más su retraimiento y una obsesión devoradora por las toallas y las sábanas, obligando a los enfermeros a mantenerlo maniatado y en preventivo aislamiento.
Sin embargo, cuentan las viejas del barrio, que masticó su chaleco de fuerza y escapó de la clínica siquiátrica en un domingo de enero. Y que anda desnudo por las terrazas del vecindario, robándose las ropas colgadas o dejando jirones deshilachados sobre los techos. Que en las noches de luna llena ataca a los bienvestidos, que les arranca las prendas de un manotazo limpio y se las come, mostrando sus dientes afilados.
Por eso y otros temores, mi pueblo anda en harapos. Y todas las noches cuelgan de sus ventanas bolsitas de naftalina...


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René Avilés Fabila

Oriundo de Hamelínn, soy flautista y alquilo mis servicios: puedo sacar las ratas de una ciudad o, si se prefiere, a los niños de un país sobrepoblado.

A Circe

Julio Torri

¡Circe, diosa venerable! He seguido puntualmente tus avisos. Más no me hice amarrar al mástil cuando divisamos la isla de las sirenas, porque iba resuelto a perderme. En medio del mar silencioso estaba la pradera fatal. Parecía un cargamento de violetas errante por las aguas.

¡Circe, noble diosa de los hermosos cabellos! Mi destino es cruel. Como iba resuelto a perderme, las sirenas no cantaron para mí.

La Tortuga y Aquiles

Augusto Monterroso


Por fin, según el cable, la semana pasada la Tortuga llegó a la meta.
En rueda de prensa declaró modestamente que siempre temió perder, pues su contrincante le pisó todo el tiempo los talones.
En efecto, una diezmiltrillonésima de segundo después, como una flecha y maldiciendo a Zenón de Elea, llegó Aquiles.

Bodas de fuego

Guillermo Samperio

Un cerillo ataviado de novio, sale hacia la iglesia. Al llegar, se entera, por boca de los cerillos parientes, que la novia escapó en compañía de un cerillo vestido de amante. El novio frota la cabeza contra la desgracia y aparece un pequeño bonzo ardiendo bajo el cigarro.

Para mirarte mejor

Juan Armando Epple

Aunque te aceche con las mismas ansias, rondando siempre tu esquina, hoy no podríamos reconocernos como antes. Tú ya no usas esa capita roja que causaba revuelos cuando pasabas por la feria del Parque Forestal, hojeando libros o admirando cuadros, y yo no me atrevo ni a sonreírte, con esta boca desdentada.

viernes, 28 de octubre de 2011

Un festival literario sólo para los niños

Del 31 de octubre al 7 de noviembre, con más de 600 actividades, en todo el país
En el taller Espantapájaros, de Bogotá, la escritora Yolanda Reyes se encarga del primer acercamiento de los bebés con los libros. foto.fuente:vive.in

Con más de 600 actividades en las principales ciudades del país, se inicia, el próximo lunes 31 de octubre, el V Festival del Libro Infantil, que se extenderá en todo el país hasta el 7 de noviembre, y que tiene como lema 'Libros para siempre'.

"La idea del Festival es acercar el libro a los niños de una manera más natural y no tan obligada", anota la escritora y editora María Osorio, coordinadora general del evento.

Sobre la situación del libro infantil, Osorio destaca que pasa por uno de los mejores momentos, no solo en el país sino, en general, en el resto del mundo.

"Cuando empezamos, hace cinco años, las secciones infantiles de las librerías eran incipientes en un rincón abandonado. Hoy en día, todas las librerías cuidan muy bien el espacio del libro infantil y han tomado conciencia de la calidad de las novedades", explica Osorio.

La experta anota que la función de los libreros, ante todo, es la creación de lectores, no tanto de consumidores, a través de la promoción de la lectura, que se ha extendido hoy.

"Este año batimos un récord de actividades, que refleja cómo se ha consolidado el Festival, al que cada vez se unen más entidades públicas y privadas", comenta, a su turno, Diana Rey, de la Cámara Colombiana del Libro.

Aparte de la semana como tal, la idea es que todo el mes se le dedique al libro infantil.

Situación del libro infantil en el país

Como todos los años, el Festival también incluye un componente académico, que este año analizará el panorama del libro ilustrado en Colombia. El seminario tendrá lugar en el Gimnasio Moderno de Bogotá, del primero al 4 de noviembre, y contará con invitados nacionales e internacionales, como María Wernicke, Daniel Rabanal y Pablo de Santis, de Argentina; María Francisca Mayobre y María Fernanda Paz, de Venezuela; Camila Cesarino y Dolores Prades, de Brasil, y Eliana Pasarán, de México. De Colombia estarán María Osorio, Beatriz H. Robledo, Ivar da Coll y Yolanda Reyes, entre otros.

Algunas actividades del Festival

BOGOTÁ
- 31 de octubre: Inauguración, de 2 a 8 p.m., en el Park Way, de la Soledad. Librería, títeres, cuenteros y lectura en voz alta.
- 5 a 7 de nov.: Feria del libro en el Gimnasio Moderno.
- 3 de nov.: Taller Pombo Cotidiano, Fundación Rafael Pombo. 9 a.m.

MEDELLÍN
- 1 de nov.: Libros para despertar el encanto de leer. Biblioteca Limonar
calle 3 con cra 3 Este 18. 2 p.m.

BARRANQUILLA
- 5 de nov.: Hora del Cuento. Librería Nacional Centro Comercial
Buenavista. 3 p.m.

POPAYÁN
- 1 de nov.: Taller de lectura 'Caricias y letras' para bebés de 3 meses a 2 años y su grupo familiar. Banco de la República. 4 p.m.

BUCARAMANGA
- 2 de nov.: Taller 'La historia es un cuento para contar', con la historiadora Anastasia Espinel. Cámara de Comercio (cra. 19
No. 36-20). 3 p.m.

PEREIRA
- 6 de noviembre: Taller de plastilocura, en el Centro Cultural y Biblioteca CCB
Centro (cra. 5 N° 21-48).

SANTA MARTA
- 2 de nov.: Taller 'Los libros y la primera infancia: algo que todos debemos conocer". Banco de la República. 4 p.m.

Los libros se toman parques, bibliotecas y librerías del país

Talleres, lecturas en voz alta y charlas tendrán lugar en toda la red de librerías del país, las bibliotecas de la Red Capital de Bibliotecas Públicas de Bogotá -Biblored- (Virgilio Barco, El Tintal, El Tunal y Julio Mario Santo Domingo), la Biblioteca Luis Ángel Arango y otras bibliotecas del Banco de la República de Bucaramanga, Santa Marta, Pereira, Popayán, Armenia, Manizales y Florencia. Fundalectura realizará actividades de promoción de lectura del libro infantil en los 51 paraderos en parques y los seis puestos de Libro al viento en plazas de mercado de la capital.
Las cajas de compensación Colsubsidio, Compensar, Comfamiliar Risaralda y Atlántico y la Caja de Compensación de Santander se han vinculado al Festival, con programación en sus sedes, bibliotecas, librerías, colegios, ludotecas, centros culturales y plazas, entre otros lugares.

La lectura en la primera infancia

Varios países han puesto mayor énfasis en los planes de lectura para la primera infancia, cuando se dan los primeros estímulos. "Los hombres aprenden por imitación; de allí la importancia del contacto con los libros desde los primeros años", anota Osorio.

Consulte toda la programación del Festival: http://bit.ly/vhEiFv

Poesía contemporánea en el Festival de Literatura de Bogotá

La poeta española Yolanda Castaño y el escritor austriaco Christoph Janacs serán la cuota internacional en la segunda semana del festival organizado por la Fundación Fahrenheit 451
Yolanda Castaño, poeta española.foto.fuente:semana.com

Tras la exitosa inauguración del Segundo Festival de Literatura de Bogotá con el poeta uruguayo Alfredo Fressia, la capital vuelve a llenarse de eventos culturales y literarios.

El viernes 28 de octubre-hoy- a partir de las 6:00pm, en la Biblioteca de Los Fundadores, del Gimnasio Moderno (Carrera 9 #74-99), estará la española Yolanda Castaño, poeta y crítica literaria de 34 años, que junto al poeta bogotano Federico Díaz-Granados, conversará sobre el devenir de la poesía contemporánea y las distintas miradas que la envuelven en España y Latinoamérica.

El sábado 29 de octubre en el Teatro Estudio Julio Mario Santo Domingo (Avenida calle 170 No. 67-51), de 3:00pm a 5:00pm, los dos invitados internacionales estarán junto al poeta colombiano, Gustavo Adolfo Garcés, leyendo varios apartes de sus obras poéticas. La entrada es gratuita y con cupo limitado, por lo que los interesados deben recoger su boleta en la taquilla de la Biblioteca Julio Mario Santo Domingo.

Para consultar otros eventos de la segunda versión del Festival de Literatura de Bogotá, consulte la programación oficial aquí.

*La segunda edición del Festival de Literatura de Bogotá es coordinada por la Fundación Fahrenheit 451; el Instituto Distrital de las Artes (Idartes), entidad adscrita a la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y Deporte; y el Ministerio de Cultura (Convocatoria Leer es mi Cuento). Se desarrolla gracias al apoyo de la Red Capital de Bibliotecas Públicas (BibloRed), la Universidad Central, ACNUR (Agencia de la ONU para los refugiados), Confabulación, la Universidad Distrital y el Gimnasio Moderno.

domingo, 23 de octubre de 2011

El cuento del domingo

Juan Villoro

Mal fotógrafo


Recuerdo a mi padre alejarse del grupo donde se servía limonada. En las playas o los jardines, siempre tenía algún motivo para apartarse de nosotros, como si los niños causáramos insolación y tuviese que buscar sombra en otra parte.

Puedo ver su cara recortada en el quicio de una puerta, fumando con desgano, con la rutina parda del adicto que hace mucho dejó de disfrutar el vicio. Nunca se quitaba la corbata. Para él las vacaciones eran el momento en que se manchaba la corbata y no le importaba. Sólo se ponía otra al volver al trabajo.

Supongo que nunca se adaptó a nosotros. Nos tomaba en cuenta con la calmosa dedicación con que alguien deja caer gotas azules en un acuario.

También el verdadero sol lo molestaba. Le sacaba pecas en los antebrazos, cubiertos de vellos rojizos. No era un hombre de intemperie. Lo único que disfrutaba de las vacaciones era el trayecto, las muchas horas a bordo del coche. Entonces cantaba una canción sobre un caballo de carreras. Aunque el caballo perdía siempre, su voz sonaba feliz y libre. Una voz hecha para el camino.

Distanciarse estaba en su carácter. Nunca lo vimos tomar una fotografía, pero las fotos que encontramos muchos años después deben ser suyas. Estuvo suficientemente cerca y suficientemente lejos de nosotros para retratarnos. Lo imagino con una de esas cámaras que se colgaban del hombro y tenían estuche de cuero.

Las fotos recogen jardines olvidados y casas donde tal vez dormimos una noche, en camino a otra parte. Entonces éramos más rubios, más blancos, más antiguos. Una época pálida, antes de que la fotografía a color se volviera enfática. A mi padre le iban bien esos tonos indecisos, donde un coche azul parecía más gris de lo que era.

Nadie guardó las fotos en un álbum, tal vez porque eran malas, tal vez porque pertenecían a una época que se volvió complicado recordar.

En las tomas aparecen objetos que sólo a mi padre le hubiera interesado retratar. Las bancas, los postes de luz, los tejados, los coches –sobre todo los coches– sobreviven mejor que nosotros. Ciertas fotos oblicuas o movidas parecen tomadas desde un auto en movimiento.

El dato final y decisivo para asociarlas con mi padre es que después no hubo otras. Una tarde subió a su Studebaker y no volvimos a saber de él.

Las fotografías aparecieron en un desván, dentro de una maleta con correas, estampada con nombres de hoteles a los que no fuimos nosotros. Supongo que las dejó ahí para que lo conociéramos de otro modo, para que supiéramos lo mal fotógrafo que había sido, cuán frágil era su pulso, la falta de concentración que determinaba su mirada. Un detective a sueldo hubiera hecho mejor trabajo.

¿Es posible que el autor de las fotografías sea otro? No lo creo. La torpeza, el desapego, la atención vacilante son una firma clara.

De mi padre sabemos lo peor: huyó; fuimos la molestia que quiso evitarse. Las fotos confirman su dificultad para vernos. Curiosamente, también muestran que lo intentó. Con la obstinación del mediocre, reiteró su fracaso sin que eso llegara a ser dramático. Nunca supimos que sufriera. Ni siquiera supimos que fotografiaba.

Hubo un tiempo en que vivimos con un fotógrafo invisible. Nos espiaba sin que ganáramos color. Que alguien incapaz de enfocar nos mirara así, revela un esfuerzo peculiar, una forma secreta del tesón. Mi padre buscaba algo extraviado o que nunca estuvo ahí. No dio con su objetivo, pero no dejó de recargar la cámara. Sus ojos, que no estaban hechos para vernos, querían vernos.

Las fotos, desastrosas, inservibles, fueron tomadas por un inepto que insistía.

Una tarde subió al Studebaker. Supongo que cantó su canción del caballo, una y otra vez, hasta que en un recodo solitario ganó, al fin, una carrera.

Juan Villoro (Ciudad de México, 24 de septiembre de 1956) es un escritor y periodista mexicano. Si bien es muy reconocido desde hace años entre la intelectualidad mexicana, española y latinoamericana, su presencia pública en México ha crecido tras haber obtenido el Premio Herralde, en 2004, con su novela El testigo.

Juan Villoro, hijo del filósofo Luis Villoro, estudió la licenciatura en sociología en la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, porque, según sus palabras: «(...) en mis figuraciones de entonces, creía que mataría mi pasión escritural estudiando formalmente algo que era un vicio libre».1 También fue parte del taller de cuento impartido por el escritor guatemalteco Augusto Monterroso. Aficionado al rock, condujo el programa radiofónico "El lado oscuro de la luna" (en referencia muy clara a The Dark Side of the Moon de Pink Floyd) en Radio Educación entre 1977 y 1981. Ese año fue nombrado agregado cultural en la Embajada de México en la República Democrática Alemana y vivió en Berlín Oriental hasta 1984. En esos años solía pasar los fines de semana en Praga, donde vivía Sergio Pitol.

Miembro activo en la vida periodística mexicana, escribe sobre diversos temas, como deportes, rock y cine, además de literatura, y ha colaborado en numerosos medios como Vuelta, Nexos, Proceso, Cambio, Unomásuno y La Jornada. En esta última dirigió el suplemento La Jornada Semanal entre 1995 y 1998. Ha sido cronista de varios Mundiales: Italia 90 para El Nacional, Francia 98 para La Jornada, en Alemania 2006 y, recientemente, en Sudáfrica 2010.

También ha sido profesor de literatura en la Universidad Nacional Autónoma de México y profesor invitado en la Universidad de Yale, la de Boston y la Universidad Pompeu Fabra.

En 1991 publicó su primera novela El disparo de argón. Sin embargo su mayor éxito de público era como escritor para niños, hasta que en 2004 apareció El testigo, con el que obtuvo el Premio Herralde de novela, otorgado por la Editorial Anagrama.

Su primera participación como guionista de cine fue en Vivir mata de Nicolás Echeverría. Actualmente publica todos los viernes una columna en el periódico Reforma; tiene otra en el suplemento dominical Revista de Libros del diario chileno El Mercurio.

Estuvo en el terremoto de Chile en 2010 2 y criticó la lenta actuación del gobierno de México para repatriar a sus connacionales.3

Foto:archivo.Semblanza biográfica:Wikipedia. Texto:El cuento del dia

sábado, 22 de octubre de 2011

Minicuentos 15


Es tarde

Miguel Ángel Roa

...porque grité pidiendo ayuda...y no me escuché.


Del tiempo a tres voces

Nelson Gomez León

Antes de morir, papá me regaló su reloj. Pasaron los años, y ahora mi hijo ve la hora de su abuelo.


Mina

Álex E. Peñaloza Campos

El estallido atronador lo dejó completamente sordo. De pronto sintió el frío y agreste suelo a sus espaldas. Vio algunas figuras humanas corriendo apresuradas, unas tratando de ocultarse, otras que se le acercaban diligentes. Buscó sus sentidos y percibió que, aparte de la sordera que lentamente se iba diluyendo, todo estaba bien. Sentía su cabeza, sus manos, sus pies y sus dedos: Sentía todos sus dedos. Si, los sentía. Se felicitó por su buena suerte; después de todo había salido bien parado de la explosión.
-¡Una mina! ¡Pisó una mina! – gritó un soldado.
Fue a levantarse pero no lo logró. Cuando quiso ponerse en pie notó con horror que la mina le había volado un pie y hecho trizas el otro. Entonces se desmayó.


Viaje interior

Amelia Almeda


Hace unos días dieron un documental de la BBC de un viaje al interior del cuerpo humano. Vi praderas, desiertos, acantilados, llanuras, cascadas, lagos. Vi las marismas del cerebro. Vi kilómetros y kilómetros de autopista intestinal. Vi el peaje de los riñones filtrando. Vi el aristocrático y sofisticado hígado. Vi paisajes pulmonares espectaculares. Células, nervios, músculos, arterias, ovarios..., corazones de infarto. Vi incluso ríos de glóbulos rojos. Pero en ningún momento vi el mar.


El descarrilamiento del Tren Fantasma

Mono Sapiens

No sé cómo fue que se salió de las vías. Los rieles vencidos, las ruedas gastadas; falta de mantenimiento en los parques de diversiones no es cosa rara... Lo extraño fue el modo en que los decapitados salían despedidos para los cuatro costados, como volaban guadañas, cabezas de hombres lobo, tarántulas arrastrando telarañas de nylon, hachas, vampiros de alambre, verdes ojos desorbitados, calderos de brujas, babas infernales. La gente vomitaba a su antojo, se orinaba en los asientos, se aferraba a su hermana, se bajaba y se caía rodando como todo lo que el tren arrasaba. Era un bólido, una masa rugiente de pernos y resortes en danza, un tren descarrilado y con nosotros adentro, y gritando, gimiendo, gritando... Y sin embargo, algo lo frenó a la salida, un impulso neumático, un pedazo de fierro. Entonces nos bajamos temblando, alisando nuestros cabellos parados. Y todos, al mismo tiempo, corrimos a formar una larga fila en la entrada.


La culta dama

José de la Colina

Le pregunté a la culta dama si conocía el cuento de Augusto Monterroso titulado
"El dinosaurio".
Ah, es una delicia – me respondió – ya estoy leyéndolo.


Golpe

Pía Barros

Mamá, dijo el niño, ¿qué es un golpe? Algo que duele muchísimo y deja amoratado el lugar donde te dio. El niño fue hasta la puerta de casa. Todo el país que le cupo en la mirada tenía un tinte violáceo.

Toque de queda

Omar Lara

-Quédate, le dije.
Y la toqué.


Padre nuestro que estás en el cielo

José Leandro Urbina

Mientras el sargento interrogaba a su madre y su hermana, el capitán se llevó al niño, de una mano, a la otra pieza...

- ¿Dónde está tu padre? - preguntó

- Está en el cielo - susurró él.

- ¿Cómo? ¿Ha muerto? - preguntó asombrado el capitán.

- No - dijo el niño -. Todas las noches baja del cielo a comer con nosotros. El capitán alzó la vista y descubrió la puertecilla que daba al entretecho.


Pobreza

Edmundo Valádes

Los senos de aquella mujer, que sobrepasaban pródigamente a los de una Jane Mansfield, le hacían pensar en la pobreza de tener únicamente dos manos.


El harén de un tímido

René Avilés Fabila

Como temía decirles que no, opté por conservar a todas las mujeres que he amado.

jueves, 20 de octubre de 2011

Segundo Festival de Literatura de Bogotá

Más de 30 eventos literarios se desarrollarán en diferentes sectores de la capital desde el 20 de octubre hasta el 12 de noviembre. En el evento participarán 40 escritores nacionales e importantes autores del exterior. La entrada para todos los eventos es gratuita
Afiche emblema del Segundo Festival de Literatura de Bogotá. foto.fuente:culturarecreacionydeporte.gov.co

Mañana viernes 21 de octubre se inaugurará en la Biblioteca Nacional la segunda edición del Festival de Literatura de Bogotá con la presencia del escritor uruguayo, Alfredo Fressia, y los escritores nacionales Yirama Castaño y Mauricio Contreras.

En total participarán en el Festival seis invitados internacionales, entre los que se destacan el poeta portugués Casimiro de Brito, la escritora uruguaya Martha Canfield, el poeta y narrador austriaco Christoph Janacs y la poeta española Yolanda Castaño. Participarán más de 20 escritores colombianos, como Betsimar Sepúlveda (poeta venezolana radicada en Colombia), Guido Tamayo, Gonzalo Mallarino, Amparo Osorio, José Luis Díaz Granados y Gonzalo Márquez Cristo.

En el marco del festival se realizarán debates, talleres, recitales y encuentros con escritores reconocidos en el ámbito nacional e internacional en todas las localidades de la ciudad; también habrá talleres para niños y niñas a cargo de la Fundación Rafael Pombo.

La mayoría de los eventos se desarrollarán en la Red de Bibliotecas públicas Biblored y otros espacios como el Gimnasio Moderno, la Galería Café Libro y la Biblioteca Nacional. La entrada para todos los eventos es gratuita.

El Festival de Literatura de Bogotá es organizado por la Fundación Fahrenheit 451; entidad ganadora de una de las convocatorias de apoyos concertados del programa Bogotá tiene talento, de la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte y el Instituto Distrital de las Artes. Cuenta además con el apoyo del Ministerio de Cultura (Convocatoria Leer es mi Cuento), la Red de Bibliotecas Públicas (BibloRed), la Universidad central, ACNUR (Agencia de la ONU para los refugiados), Confabulación, y la Universidad Distrital.

En 2010 el Festival convocó a más de 2.300 personas de todas las localidades de la ciudad que se encontraron con sus escritores favoritos en distintos punto de la ciudad. Para esta edición el certamen mantendrá la modalidad de eventos simultáneos concentrados los días jueves, viernes y sábados.

Toda la prograamación del festival se puede consultar en www.fundacion451.com

Muchos mitos y algunas verdades sobre "Desayuno con diamantes"

La adaptación que Blake Edwards hizo de la novela de Truman Capote cumple 50 años sin haber perdido ni un ápice de su encanto. En estas cinco décadas Desayuno con diamantes se ha convertido en una película emblemática plagada de escenas míticas que poco o nada tienen que ver con la obra original

El vestido de Audrey Hepburn, un icono de la moda. fotos.fuentes:lainformacion.com,youtube.com




¿Amistad o amor?

Desayuno con diamantes es, básicamente, una película romántica. Paul se enamora de Holly a primera vista y lucha por conquistarla pese a no ser tan rico como a ella le gustaría. Sin embargo, esta romántica relación es un invento también del cine, ya que en la novela de Capote lo que les une es más un lazo de amistad. De hecho, el personaje de Paul en el libro reconoce estar enamorado de Holly pero como lo estaría de una familia de vecinos o del cartero. Una curiosa comparación la suya.

El pegadizo estribillo de Moonriver, la bonita historia de amor entre Holly y Paul, ese final apoteósicamente romántico… Son imágenes, escenas, que todo aquel que ve Desayuno con diamantes recuerda. Sin embargo, muchas de ellas fueron una invención del cine, que cogió una obra más compleja e intrincada para dar a luz a uno de los romances más tiernos que se han visto en la pantalla. En el día que se cumplen 50 años de su estreno, un repaso a esos mitos construidos por el séptimo arte que nunca existieron en la novela de Truman Capote.



Holly, ni tan dulce ni tan inocente

El personaje que dibujó Blake Edwards solo conserva un ligero parecido con el que pintó Truman Capote en su novela. En realidad, el descrito en la obra es mucho más egoísta y egocéntrico que el de la película. En esta, el rostro de Audrey Hepburn, su voz, su frágil figura y su voz contribuyen a rodearla de un halo de inocencia y fierecilla salvaje que no quiere ser domada. También contribuyó a formar esa imagen el hecho de que el guión prescindiese de algunos pasajes como la pérdida del bebé que Holly espera de José, la forma en la que ocurrió y cómo se aprovecha de su compañera de piso.




El final de Capote no es ‘made in Hollywood’

La película opta por un epílogo ‘made in Hollywood’ que no tiene nada que ver con el final elegido por Capote. Primero no hay ningún anillo y ninguna incisión hecha en Tiffany’s, En realidad, los dos protagonistas nunca van juntos a Tiffany’s en el libro. Segundo, Holly abandona su gato en uno de los barrios más pobres y peligrosos de la ciudad y en ningún momento vuelve a buscarlo. Tercero, Holly no se queda en Nueva York, sino que se marcha a América Latina en busca de un hombre rico que la mantenga. Misión que, como no, consigue llevar a cabo. La postal con la que en el libro Holly da por última vez noticias de sí llega desde Argentina donde dice tener a un “Señor” pegado a la cadera. Nada de lluvia, gatos y promesas de amor eterno.

La elegancia de Holly, nunca fue tal

En el libro no hay rastro del elegante vestido negro diseñado por Hubert de Givenchy, todo un icono de la moda y del cine, con el que Audrey Hepburn aparece en la primera escena de la película: la primera vez que el personaje de Holly Golighly se asoma en el libro lleva un fresco vestido negro, unas sandalias a juego y un collar de perlas. Además, su estilo en la obra de Truman Capote es mucho menos femenino que en la película: lleva el pelo “cortado a lo chico” con mechas de diferentes tonalidades de rubio y unas grandes gafas de sol detrás de las cuales esconde una mirada ligeramente bizca.


La oscarizada Moonriver, un icono creado por el cine

Tanto en el libro como en la película, Holly suele tocar la guitarra sentada en la escalera de incendios, pero en la obra de Capote no aparece la canción Moonriver, con su estribillo oscarizado y pegadizo, sino una extraña canción que sabe “a pinar y a paradera” y que dice “No quiero dormir, no quiero morir, sólo quiero seguir viajando por los prados del cielo”. Es esta canción la que Holly toca hasta el anochecer.


Paul, de narrador a coprotagonista

En esta escena, Paul Varjak entra en la fiesta llevando su primer libro en la mano. En realidad, en el libro, no se menciona en ningún momento el nombre y el apellido del protagonista masculino, ni es un escritor afirmado – sino que, al contrario, celebra la publicación de su primer cuento en una modesta revista universitaria – ni tampoco existe una decoradora que lo mantiene como amante. En el libro es el narrador de la historia de Holly. En la película gana en protagonismo y se convierte en el galán.


Nueva York también es un personaje


Si hay algo en lo que coinciden casi milimétricamente la novela y la película es en tener a la ciudad de Nueva York como un protagonista más de la historia. Esos paseos de los protagonistas, esos edificios, Tiffany’s… Lo que sí varía es la época retratada. En la obra de Capote los hechos transcurren en 1943, siendo durante la Segunda Guerra Mundial cuando muere Fred, el hermano de Holly. Sin embargo, la película se lleva la acción a los sesenta. Se estrenó en 1961 y en ella se hace mención a que el libro publicado por Paul fue lanzado en 1956.