miércoles, 30 de abril de 2014

Bogotá, capital del frágil mundo del libro peruano

filBo 2014

El sector editorial en Perú se recompone, pero los editores necesitan más años de incentivos para que crezca el público del libro. El país es el invitado de honor en la Fería del Libro de Bogotá

Proyección de Kiputeca, librería digital. / J. F./elpais.com
 
El ecosistema del mundo del libro en Perú es frágil. Lima tiene más de 8,6 millones de habitantes y solo cuenta con un puñado de librerías (12 de amplio catálogo), pocos lectores (solo el 35% de los peruanos lee un libro al año) y muchos escritores reconocidos dentro y fuera del país. Es el mundo del libro que desde este martes ha llegado a la Feria del Libro de Bogotá (Filbo, del 29 de abril al 12 de mayo), que tiene a Perú como país invitado. El desembarco literario lo encabeza el Nobel Mario Vargas Llosa, y lo integran 61 personas, entre escritores, investigadores, artistas plásticos, fotógrafos, cineastas y chefs. Pero ningún editor invitado.
Las raíces de la fragilidad del ecosistema del libro peruano —falta de buenos lectores, que a su vez quieran comprar libros que sostengan el negocio—, se debe a la inexistencia de bibliotecas públicas, aseguran Germán Coronado, presidente de la Cámara Peruana del Libro, y Víctor Ruiz, poeta y director de la editorial independiente Lustre. A ello se suma la falta de campañas de fomento y promoción de la lectura en los más pequeños.
La lectura, coinciden los especialistas, es un fenómeno asociado no solo al nivel económico, sino una actividad estimulada a temprana edad, en un contacto didáctico y obligatorio con el libro y con enfoques más modernos. Perú, explica Coronado, “va a tener esos lectores —que no aborrecen el libro— de aquí a algunos años, pero no hay bibliotecas públicas y el Estado no invierte en comprar libros para ellas”.
Debe haber una partida para que el Estado adquiera libros, como en cualquier otro país en que por ley compran el 20 y hasta el 30% de las tiradas, recomienda Ruiz. Esa debería ser una prioridad, añade, con el fin de crear mejores ciudadanos.

Perú en boca de todos

La comitiva oficial de Perú en la Feria Internacional del Libro de Bogotá está liderada por el premio Nobel de Literatura 2010, Mario Vargas Llosa y la integran por 61 personas, entre escritores, investigadores, artistas plásticos, fotógrafos, cineastas y chefs; sin embargo no incluye ningún editor invitado.
Son más de 30 narradores, incluidos Edgardo Rivera Martínez, Oswaldo Reynoso, Miguel Gutiérrez y Carlos Yushimito, y una docena de poetas.
El Ministerio de Cultura de Perú trasladó a Bogotá más de 1.100 títulos de 65 sellos editoriales peruanos: es decir, más de 14.000 ejemplares están en busca de un lector.
El riesgo no es solo que no se creen mejores ciudadanos a partir de la lectura, sino que afecta a un sector de la economía porque se le impide crecer, o, incluso, se le asfixia. “Si no se instalan bibliotecas en toda la república, las pequeñas editoriales van a desaparecer y solo quedarán las transnacionales”, advierte Coronado. El editor indica que en 2015 vence la exoneración del IGV (Índice General de Ventas) a los libros, vigente desde 2004, y por eso pedirán al Congreso que la renueve por 15 años más: “Apenas empieza a surgir la industria editorial y no ha sido tiempo suficiente para crear lectores”.
La comitiva oficial de autores peruanos en la Filbo es una señal de su creciente visibilidad internacional. Pero su encuentro con los lectores nacionales aún debe vencer obstáculos, como la falta de editores, destaca Carlos Carnero, de la librería Inestable.
Parte de las raíces de estos problemas se encuentran en la década de los ochenta. “Durante el primer gobierno de Alan García (1985-1990) desaparecieron las librerías y editoriales fuertes en Lima”, recuerda el poeta Carnero.
Asegura que faltan editores que guíen al autor sobre lo que tiene mayor calidad literaria, y agentes literarios que no hay. Pero las librerías están en expansión y la venta de libros (en papel) está en aumento, a diferencia de lo que pasa en EE UU. La exoneración del IGV en el precio del libro lo abarató entre el 20 y el 25%”.
La presencia del libro en la sociedad peruana es muy reducida, se lamenta Coronado. “Salvo en zonas urbanas como San Isidro, Miraflores y Surco (distritos de clase media alta de la capital) no hay librerías.
Carlos Carnero, cuya librería es un referente para los escritores nacionales y los visitantes, relata que desde los años 90 han surgido muchas editoriales independientes, aunque no todas han sobrevivido. “Ahora es más fácil publicar. Las imprentas aceptan tirajes de 200 o 500 libros, antes debían ser mayores. Con 3.000 soles (773 euros) haces 500 ejemplares. Se publica bastante, hay presentaciones de libros todos los días”. El número de títulos registrados es de casi 6.000 al año.
Son tiempos de uniones y alianzas. Por ejemplo, Ruiz se ha asociado con el escritor Diego Trelles para editar narrativa de calidad. Anuncia para este año a Rodrigo Hasbún, Samanta Schweblin, Mariana Enríquez y una edición conmemorativa de Salón de belleza, de Mario Bellatín.
Mario Vargas Llosa. / efe
Sin embargo, esa actividad independiente no suele generar ingresos y los editores lo aceptan. Incluso Monroy, cabeza de un bufete de abogados, lanzó la librería Communitas con el afán de compartir la experiencia placentera del libro con más ciudadanos, como un emprendimiento y no como una empresa, según sus palabras.
El narrador José Donayre, socio editor del sello Altazor, sostiene que sus publicaciones no son grandes negocios pero sí son proyectos muy satisfactorios. Su trabajo es ad honorem.
Sin duda el número de publicaciones ha crecido, según Donayre, exeditor del sello Copé (de la estatal Petroperú). Destaca el aporte de los fondos editoriales del Congreso y de las universidades públicas que privilegian la producción de autores nacionales o de peruanistas.
Germán Coronado atribuye a la ley de fomento de la lectura (2003) la recomposición del circuito de librerías y el surgimiento de pequeños colectivos e individuos dedicados a editar. “Es un fenómeno marginal, surgen muchas pero duran un par de años y quedan pocas porque es costoso mantener una planta de personal, un almacén. De los pequeños editores, todos quieren editar literatura y no hay suficientes lectores”, reitera.
Lustre comenzó como una editorial de “poesía de primer orden” en 2004 y no compite con las grandes editoriales. Según Víctor Ruiz, la palabra que engloba su labor es la defensa de la bibliodiversidad: "Es la pluralidad de contenidos apostando por autores que no necesariamente representan un resultado fijo en términos comerciales. No es que el editor independiente trabaje de espaldas al mercado, sino que no es lo más importante: a partir de nuestra oferta generamos un nuevo tipo de lector”.
Una salida a la promoción del libro es el mundo digital. Una de las últimas librerías es Kiputeca. La realidad del libro peruano, afirma Fietta Jarque, periodista y directora de dicha librería, ha estado siempre limitada por la distribución: “Los editores han publicado con gran esfuerzo muchos títulos, pero no han llegado muy lejos porque no ha habido, ni hay —ni habrá— suficientes librerías”. Advierte, además, que “la mayor parte del patrimonio editorial peruano está en peligro de desaparición”.

Indirectas y directas en el primer cara a cara de Santos y el alcalde de Bogotá.

filBo 2014

El primer encuentro público desde que el presidente, Juan Manuel Santos, restituyera la semana pasada en su cargo al alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, por orden judicial, se cumplió hoy con la literatura como telón de fondo, y no faltaron mensajes explícitos e indirectas de ambas partes

Indirectas y directas en el primer cara a cara de Santos y el alcalde de Bogotá./lainformacion.com
Los mandatarios coincidieron en la inauguración de la 27 Feria Internacional del Libro de Bogotá (FILBo) ante un auditorio de cerca de un millar de personas en el que también se encontraban el presidente de Perú, Ollanta Humala, y el Nobel y escritor hispano-peruano, Mario Vargas Llosa.
Petro hizo su entrada en el auditorio de Corferias de Bogotá entre aplausos y fue el primero en hablar, con un discurso en el que se refirió al líder liberal asesinado en 1949 Jorge Eliécer Gaitán, de quien dijo "no solo fue destituido (como alcalde de la capital colombiana) sino que fue después asesinado", a lo que siguieron aplausos y risas del público.
El comentario y la reacción de los asistentes permitió a Petro hacer una breve pausa de complicidad tras establecer el paralelismo entre el caso de Gaitán con su situación desde que la Procuraduría ordenó en diciembre pasado su destitución como alcalde y su inhabilitación por quince años.
El caso llegó hasta la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que impuso medidas cautelares a Petro pero que Santos no acató, si no que por el contrario le destituyó, pero la semana pasada se vio obligado a volverle a colocar en la Alcaldía, en este caso por orden judicial.
Por eso, al tomar Santos la palabra, le dijo a Petro: "Qué bueno tenerle de nuevo como alcalde", comentario que volvió a provocar los aplausos y las risas del público.
Además, en medio del discurso, el presidente le dedicó una de las más emblemáticas frases de Francisco de Paula Santander, el hombre de las leyes de la Independencia colombiana frente a la Corona española que preside la fachada del Palacio de Justicia colombiano.
"La libertad no solo la ganamos hace dos siglos en las gestas de independencia, que a propósito Gustavo, también tenemos que recordar. Acuérdese de esa frase famosa: 'las armas nos dieron la independencia, pero las leyes nos darán la libertad', y lo único que yo he hecho en estos últimos tiempos es cumplir fielmente con la ley", se justificó Santos.
Durante este complejo episodio que ha centrado la vida política colombiana, incluso por encima de la campaña electoral para las presidenciales del 25 de mayo, Santos ha defendido haber actuado de acuerdo con la Constitución y las leyes, mientras que Petro ha denunciado que está siendo víctima de una persecución política.

Cuando lo que leíamos era literatura

Eco, Yourcenar, Cela, Rushdie... ¿Qué ha ocurrido para que los autores de calidad hayan desaparecido en las últimas tres décadas de las listas de libros más vendidos? Los editores reconocen que la novela ha perdido peso en un mundo multimedia

Machado ya andaba con aquello del necio que confunde el valor y el precio hace un siglo./elmundo.es
E.L. James, Dan Brown, Joël Dicker, Hiromi Shinya, Javier Sierra, Julia Navarro e Ildefonso Falcones. Si tienen algún amigo que escriba crítica literaria, pregúntenle por sus libros, cuántos de ellos han leído. Después, pueden teclear la alineación en su buscador de internet y esperar respuesta: James, Brown, Dicker y compañía fueron los autores de los libros más vendidos de 2013 según un informe de la consultora Nielsen.
Tampoco hay por qué escandalizarse a estas alturas. Machado ya andaba con aquello del necio que confunde el valor y el precio hace un siglo. Más interesante es aprenderse la lista y, a continuación, buscar en internet los libros más vendidos en España hace 30 años. Cualquier semana al azar de 1984. El diario ABC elaboraba en esa época una lista con la información de 56 librerías de toda España. Umberto Eco, Tolkien, Vázquez Montalbán, Michael Ende, Salman Rushdie, Marguerite Yourcenar, Vázquez Figueroa, Sánchez Dragó, Camilo José Cela y Miguel Delibes encabezaban la clasificación una semana de septiembre de hace tres décadas tomada al azar. Qué nivelazo, ¿no?
¿Qué ha pasado aquí? ¿En qué momento desaparecieron los escritores 'nobles' de las listas de los autores más vendidos? ¿Por qué ocurrió así? ¿Ha sucedido sólo en España o ha pasado en todos los países? ¿Nos entristecemos por ellos? ¿Por nosotros? ¿O mejor llevarlo con calma?
"El proceso es global, no sólo pasa en España. El público pide concreción", explica Xavier Folch
La primera en contestar es Deborah Blackman, decana, o casi, de la edición en el mercado del 'best seller' en España. En su casa, Plaza&Janes, celebran esta primavera los 25 años que han cumplido 'Los pilares de la tierra' de Ken Follett, uno de los nudos de esta historia. "Creo recordar que comprar los derechos fue relativamente sencillo. Follett ya era conocido, escribía 'thrillers' con cierto éxito pero, por eso mismo, hubo gente que se desentendió del libro. 'Si ya hace bien lo que hace, para qué se mete en novela histórica', era lo que se decía entonces". Era la época de 'El nombre de la Rosa', ¿verdad? "Sí, claro, era la época de las novelas históricas. Pero él dice que no seguía la moda, que ésa era su fascinación desde siempre. Entonces, los tiempos eran más largos, se tardaba un año entre la traducción, la impresión y tal. De modo que cuando llegamos a las librerías, 'Los pilares de la Tierra' ya se había convertido en el gran 'best seller' de ese momento en todo el mundo".
Por cierto, ¿le gustan las palabras 'best seller'? ¿Las emplea a menudo? "Me da pena que se usen con un significado de desprestigio, de poca calidad. En esencia, 'best seller' significa popular, no mal hecho. Hay novelas con pretensiones literarias muy altas pero que son muy dudosas. Y hay novelas sencillas, directas y fáciles de leer que conmueven a cualquier lector, también al exigente. En español intento no usar lo de best seller, porque se le da ese significado de mal hecho. En inglés sí, es otra cosa, porque existe un sentido de la literatura popular muy fuerte en el mundo anglosajón".
Y cuando ve la lista de Eco, Rushdie y Yourcenar, ¿qué se le viene a la cabeza? "No sé qué decirle... Vázquez Figueroa ya era un autor que escribía para entretener, Los otros son más complejos", explica Blackman. "Tampoco sé qué decirle sobre aquellas listas, se hacían un poco como se podía, con información que a veces estaba sesgada. A lo mejor, los libreros nombraban a los autores que veían con más cariño... Hasta hace 10 años que llegaron los estudios de Nielsen, no tuvimos datos más profesionales". ¿Y? "A veces veo las listas del Reino Unido y suelen ser peores que las de España. Algunas semanas no, pero casi siempre".
Ernest Folch, director editorial de Ediciones B, sí que encuentra significativas las listas de hace 30 años, por poco rigurosas que fueran. "¿Qué qué pienso? Que hay un proceso muy real que no ha pasado sólo en España, es global. Primero: que las cosas se han puesto difíciles para la literatura sin género. La novela que no es histórica, ni negra ni romántica, lo que llamamos la novela literaria, lo tiene cada vez más difícil para encontrar a sus lectores, porque el público pide información concreta. No sé, quizá nos gustaría a todos que no fuera así, que Auster y Marías siguiesen vendiendo como hace 20 años, pero es un fenómeno que se da en todo el mundo. En Francia, Marc Levy vende más que Daniel Pennac y eso era impensable en otra época".

"La velocidad y el alcance"

¿Y cuándo se dio el cambio? "Le diría que en el momento de la explosión del 'El Código Da Vinci', hace 12 años, que es cuando el público adquiere la percepción de que hay un género que es el que le atrae. Un poco antes había ocurrido lo mismo para el mercado infantil con el primer 'Harry Potter'".
Lo que tuvo de especial esa explosión frente a otros momentos de euforia como el de 'Los pilares de la Tierra' o 'El nombre de la rosa' fue, según Folch, "la velocidad y el alcance. Lo del 'El código' ocurrió muy deprisa y en todo el mundo a la vez. Antes, los 'best sellers' se construían acompasadamente, se iban calentando poco a poco, había países en los que funcionaban y países en los que no... Después, entramos en la era de los lanzamientos simultáneos, de la urgencia. Y eso va en contra de la literatura más compleja que, como todos los productos complejos, necesita su tiempo".
La tercera respuesta llega de Ymelda Navajo, directora de La Esfera de los Libros (parte del Grupo Unidad Editorial, al que también pertenece EL MUNDO), que ya estaba en este negocio en septiembre de 1984. "Estaba en Planeta, creo, pero ni siquiera estoy segura. Y sí que tenía en la cabeza que los 'best sellers', en esa época, eran otra cosa, pero la verdad es que impresiona ver una lista así". ¿Qué ha pasado? "Dos cosas, sobre todo: primero, la concentración de sellos editoriales en todo el mundo a finales de los 80, principios de los 90. No lo critico, la concentración es inevitable para sobrevivir, pero fueron desapareciendo las editoriales independientes, que eran las que hacían los descubrimientos. Con los grupos grandes llegan los adelantos millonarios, las operaciones de marketing y la necesidad de apostar sobre seguro, de ser más conservadores".
Y después: "La aparición de la mass media, de una diversidad de oferta con la que tenemos que competir y que crea un nuevo lector que tiene más que ver con las mitomanías y el fenómeno de los fans que con lo que considerábamos la cultura. El lector literario sobrevive, pero la relación que tiene con la literatura es menos intensa", explica Navajo. Para que nos entendamos: un buen 'javier marías' de esta época vende la mitad de lo que vendía un buen 'javier marías' en 1990. "'Las sombras de Grey' pueden vender tantos ejemplares como los que vendió en su momento El nombre de la Rosa. Pero es un lector distinto, el fenómeno es otro".
¿Se ha vuelto más difícil este negocio? "Bueno... Siempre ha habido sorpresas. Lo de Umberto Eco nadie lo habría adivinado y en eso está la gracia", contesta Blackkman. "Todos los intentos de hacer ciencia de esta profesión han fracasado y eso es lo que la hace maravillosa: hay margen para la sorpresa, que un libro pequeño gane a un lanzamiento grande...", explica Folch. "Sólo con marketing no puedes construir un éxito, sigues necesitando un buen texto".
¿Y los hay? ¿Diría que los 'thrillers' que llegan hoy a sus manos son peores que las novelas clásicas de John le Carré? Eso por nombrar a un autor del que todos estamos dispuestos a hablar bien en voz alta... "Pues es un ejemplo interesante", responde Folch, "porque a Le Carré, al principio, se le consideraba un autor comercial no muy interesante. Y lo mismo con Simenon. ¡Si le hubieran dicho a Simenon que íbamos a pensar en él como un autor de culto! Todos tenemos que tener cuidado con eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor".

El boom de la literatura popular

Su colega Blackman también relativiza: "El cambio más importante que he vivido en este negocio consiste en que los escritores españoles se han apuntado a hacer literatura popular. Fíjese en la lista: está Vázquez Figueroa, que fue el único escritor español comercial durante mucho tiempo. Hay autores extranjeros y hay autores españoles de tipo literario. Carlos Ruiz Zafón, María Dueñas, Javier Sierra, Ildefonso Falcones... Hay un tipo de escritor español que quiere vender mucho que hoy existe y entonces no".
Hay una última voz que se apunta al debate: Jacobo Siruela es el editor de Atalanta y algo así como un disidente del mercado del 'best seller', ventitantos años después de ponerle el sello de Siruela a 'El mundo de Sofía' de Jostein Gaarder. Desde su rincón en L'Empordá, mira los problemas del mercado con desdén. "En realidad, desconozco el mundo de los 'best sellers' nunca me ha interesado y he procurado actuar al margen de él. Aunque algunos libros del fondo de Siruela se han vendido muy bien, los auténticos 'best sellers' siempre vinieron de la colección infantil-juvenil".
"Vivimos inmersos en el reino de la cantidad. Hoy en día la calidad, si no cuenta con un buen número de lectores, es relegada a los márgenes. Los medios fomentan esto; y además las cosas solo interesan en la medida en que son noticia. Los muertos dejan de leerse porque dejan de ser noticia y de ser promocionados. Es terrible. Yo abogo por una sociedad que rinda tributo a lo pequeño: pequeñas empresas, autores de culto, redes interactivas con los lectores, frente a emporios anónimos, autores de grandes cifras y publicidad a raudales. Esto es perfectamente posible en la actualidad y transformaría el uniforme panorama. El reino de la cantidad es nuestro becerro de oro".

La magia al servicio de la verdad

El impacto global del realismo mágico.Texto con el que el gran escritor británico lamentó la muerte del Nobel colombiano Gabriel García Márquez

Salman Rushdie en Madrid, España, donde se presentó con motivo de la IX edición de la Noche de los Libros. /elespectador.com
Gabo vive. La extraordinaria atención que recibió la muerte de Gabriel García Márquez alrededor del mundo, y la genuina tristeza que sienten sus lectores ante ella, nos indica que sus libros aún están vivos. En algún lugar un “patriarca” dictatorial está ordenando que cocinen a su rival y lo sirvan a sus invitados en una gran bandeja; un viejo coronel espera una carta que nunca llega; una hermosa joven está siendo prostituida por su desalmada abuela; y un más amable patriarca, José Arcadio Buendía, uno de los fundadores del nuevo pueblo de Macondo, un hombre a quien le interesa la ciencia y la alquimia, le declara a su horrorizada esposa que “la tierra es redonda, como una naranja”.
Vivimos en una edad de mundos imaginarios, de mundos alternos. La Tierra Media de Tolkien, el Hogwarts de Rowling, el universo distópico de Los Juegos del Hambre, lugares donde los vampiros y los zombis merodean. Estos lugares están en su mejor momento. Sin embargo, a pesar de la popularidad de la literatura fantástica, en los mejores microcosmos literarios hay más verdad que fantasía. En el Yoknapatawpha de William Faulkner, el Malgudi de R. K. Narayan, y en el Macondo de Gabriel García Márquez, la imaginación se utiliza para enriquecer la realidad, no escapar de ella.
Cien años de Soledad tiene 47 años, y a pesar de su colosal y duradera popularidad, su estilo, el realismo mágico, ha dado paso a otros tipos de narración, en parte debido a la enorme magnitud del logro alcanzado por García Márquez. Uno de los más reconocidos escritores de la siguiente generación, Roberto Bolaño, comentó pública y efusivamente que el realismo mágico “apesta” y se burló de la fama de García Márquez, llamándolo un “hombre terriblemente complacido de haberse codeado con tantos presidentes y arzobispos”. Fue una pataleta, pero demuestra cómo para muchos escritores latinoamericanos la presencia de semejante coloso era más que un poco molesta. (En algún momento Carlos Fuentes comentó, “tengo la sensación que los escritores latinoamericanos ya no pueden utilizar la palabra ‘soledad’, porque les preocupa que las personas crean que es una alusión a Gabo. Y creo que pronto tampoco podremos utilizar la frase ‘100 años’, continuó pícaramente. Ningún otro escritor ha generado un impacto comparable en los últimos cincuenta años. Ian McEwan ha comparado acertadamente su supremacía a la de Charles Dickens. Ningún escritor ha sido tan ampliamente leído ni tan profundamente amado desde Dickens, como Gabriel García Márquez.
La muerte de este gran hombre puede dar por terminada la preocupación de los escritores latinoamericanos sobre su influencia, y puede permitir que su obra se aprecie de manera no competitiva. En reconocimiento a la deuda de García Márquez con Faulkner, Fuentes llama a Macondo, su país, Yoknapatawpha, y este puede ser un mejor punto de entrada a esta obra. Estas son historias de gente real, no cuentos de hadas. Macondo existe, y esa es su magia.
El problema con el término “realismo mágico” es que cuando las personas lo dicen o lo escuchan, lo que están diciendo o escuchando es solo la parte de la ‘magia,’ sin prestar atención a la parte del ‘realismo.’ Si el realismo mágico solo fuera magia no sería importante. Sería un simple capricho, escribir porque todo puede pasar, pero nada tiene efecto. Es debido al hecho que la magia del realismo mágico está profundamente arraigado en la realidad, porque nace de la realidad, y la ilumina de maneras hermosas e inesperadas, que ésta funciona. Consideremos el famoso fragmento de Cien años de soledad:
“Tan pronto como José Arcadio cerró la puerta del dormitorio, el estampido de un pistoletazo retumbó la casa. Un hilo de sangre salió por debajo de la puerta, atravesó la sala, salió a la calle, siguió en un curso directo por los andenes disparejos, descendió escalinatas y subió pretiles, pasó de largo por la calle de los Turcos, dobló una esquina a la derecha y otra a la izquierda, volteó en ángulo recto frente a la casa de los Buendía, pasó por debajo de la puerta cerrada, atravesó la sala de visitas pegado a las paredes para no manchar los tapices, siguió por la otra sala, eludió en una curva amplia la mesa del comedor, avanzó por el corredor de las begonias y pasó sin ser visto por debajo de la silla de Amaranta que daba una lección de aritmética a Aureliano José, y se metió por el granero y apareció en la cocina donde Úrsula se disponía a partir treinta y seis huevos para el pan.
-¡Ave María Purísima! -gritó Úrsula.”
Algo absolutamente fantástico sucede aquí. La sangre de un hombre muerto cobra propósito, casi que cobra vida propia, moviéndose metódicamente a través de las calles de Macondo hasta que descansa a los pies de su madre. El comportamiento de la sangre es “imposible,” sin embargo el fragmento se lee como verdadero, el viaje de la sangre como el viaje de la noticia de su muerte desde la habitación donde se pegó el tiro hasta la cocina de su madre, y su llegada a los pies de la matriarca Úrsula Iguarán, se lee como la máxima tragedia. Una madre recibe la noticia de la muerte de su hijo. La sangre vital de José Arcadio puede y debe continuar viviendo hasta que lleve a Úrsula la triste noticia. Lo real, en conjunto con lo mágico, gana dramatismo y fuerza emocional. Es más real, no menos.
El realismo mágico no es invento de García Márquez. El escritor brasilero Machado de Assis, el argentino Jorge Luis Borges, y el mejicano Juan Rulfo lo precedieron. García Márquez estudio detenidamente Pedro Páramo, la obra maestra de Rulfo, y comparó el impacto que le causó con la Metamorfosis de Kafka. (En el pueblo fantasma de Comala es fácil ver dónde nació el Macondo de García Márquez). La sensibilidad mágico-realista no se limita a América Latina. Aparece esporádicamente en mucha de la literatura universal, y García Márquez era un reconocido lector.
El interminable caso de Dickens, Jarndyce v. Jarndyce, en su obra Casa desolada, encuentra un reflejo en Cien Años de Soledad, en el tren que durante una semana pasa interminablemente a través de Macondo. Tanto Dickens como García Márquez son maestros de la exageración burlesca. La Oficina de Circunlocución de Dickens, un departamento gubernamental que existe para hacer nada, habita la misma realidad ficticia que todos los gobernadores y tiranos indolentes, corruptos y autoritarios de la obra de García Márquez.
El Gregor Samsa de Kafka, quien se convirtió en un enorme insecto, no se sentiría incómodo en Macondo, donde la metamorfosis es una situación del común. El Kovalyov de Gogol, cuya nariz se desprende de su cara y deambula alrededor de San Petersburgo, también se sentiría a gusto allí. Los surrealistas franceses y los fabulistas americanos también guardan esta compañía literaria, inspirada en la idea de lo novelesco de la ficción, su elemento de invención, una idea que desprende la literatura de los confines de lo naturalista y le permite aproximarse a la verdad a través de caminos más salvajes y tal vez más interesantes. García Márquez sabía que pertenecía a una familia extensa. William Kennedy afirma que dijo “en Méjico el surrealismo corre por las calles”, y luego que “la realidad latinoamericana es totalmente rabelasiana.”
Pero he de repetirlo: las ilusiones necesitan de suelo firme a sus pies. Cuando leí por primera vez a García Márquez yo no conocía ningún país de Centro o Sur América. Sin embargo, en las páginas de su obra encontré una realidad conocida a través de mi propia experiencia en la India y Pakistán. En ambos lugares existe el conflicto entre la ciudad y los pueblos, e igualmente hay una enorme disparidad entre los ricos y los pobres, entre quienes tienen poder y quienes no lo tienen, entre los grandes y los pequeños. Ambos son lugares con una fuerte historia colonial, lugares donde la religión cobra especial importancia, donde Dios está vivo, e infortunadamente también los piadosos.
Conocí los coroneles y generales de García Márquez, o al menos sus contrapartes indias y pakistanís; sus obispos son mis mullah, sus mercados mis bazares. Su mundo era el mío, traducido al español, No es de extrañar que me haya enamorado de él, no por su magia (aunque, como escritor criado con las maravillosas historias del oriente, también tenía su encanto) sino por su realismo. Sin embargo, mi mundo era más urbano que el suyo. Es esta sensibilidad del pueblo que le da un sabor especial al realismo de García Márquez, un pueblo en el cual se teme a la tecnología, pero una joven devota ascendiendo al cielo es perfectamente creíble; en donde, al igual que los pueblos de la India, los milagros están en todas partes y cohabitan con lo cotidiano.
Era un periodista que nunca perdió de vista los hechos. Un soñador que creía en la verdad de los sueños. También era un escritor capaz de producir momentos de belleza delirante y a veces cómica. Al comienzo de El amor en los tiempos del cólera, “el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados”. En el Otoño del Patriarca, cuando el dictador vende el Caribe a los americanos, los ingenieros náuticos del embajador americano “se apoderaron de él en piezas numeradas para administrarlo lejos de los huracanes en las auroras de sangre de Arizona, con el reflejo de nuestras ciudades, nuestros ahogados tímidos, nuestros dragones dementes”. El primer tren llega a Macondo y una mujer enloquece de miedo: “-Ahí viene -alcanzó a explicar- un asunto espantoso como una cocina arrastrando un pueblo”. E indiscutiblemente la más inolvidable de todas: “El coronel Aureliano Buendía promovió treinta y dos levantamientos armados y los perdió todos. Tuvo diecisiete hijos varones de diecisiete mujeres distintas, que fueron exterminados uno tras otro en una sola noche, antes de que el mayor cumpliera treinta y cinco años. Escapó a catorce atentados, a setenta y tres emboscadas y a un pelotón de fusilamiento. Sobrevivió a una carga de estricnina en el café que habría bastado para matar un caballo”.
Ante tanta magnificencia, nuestra única reacción posible es la gratitud. Es el más grande de todos nosotros.
© 2014, Salman Rushdie

Macondo y sus mujeres extraordinarias

 En un contexto de personajes masculinos desconcertados y vulnerables, las criaturas femeninas del novelista, con su profundo conocimiento de sí, son las que sostienen una obra que las inventa y, al mismo tiempo, las pone entre paréntesis

El registro de García Márquez es de un machismo al revés./adncultura.com
"Soy tu madre": Gabriel García Márquez abre sus memorias, Vivir para contarla, con la evocación de una mujer ante cuyos ojos él adquiere una identidad fuera de toda discusión. Con ella irá a la casa donde ha sido niño, para venderla. El hecho de que ella, a pesar de no tener mayores pistas sobre su paradero ni una cita precisa, se abra paso sin dudar quita dramatismo a la idea de deshacerse de una casa plena de recuerdos. Afirmar el parentesco fundamental que los une satisface la necesidad de saber quién es cada uno independientemente de las experiencias en un lugar concreto.
Entera y ágil después de los desafíos físicos de once partos, esta madre que se planta delante del hijo con una mirada segura aunque azorada debido a sus lentes bifocales está en el origen de los recuerdos personales y al final de una galería de mujeres portentosas. El registro de García Márquez es de un machismo al revés.
Úrsula, ciega, localiza objetos perdidos, Pilar Ternera ofrece una sexualidad prolífica y gozosa y Remedios la bella disemina mensajes amorosos y excrementales en Cien años de soledad. Esos ojos clarividentes y cuerpos dislocados de cualquier fisiología cotidiana nos señalan que el relato de coincidencias mágicas es también un lugar para lo íntimo. Las mujeres hiperbólicas de García Márquez, que incluyen a la protagonista de "Los funerales de la Mamá Grande", la abuela de "La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y su abuela desalmada" y la muchacha de Del amor y otros demonios, son heroínas al estilo de la historieta, recortadas del resto como visitantes de otro planeta en un contexto de personajes masculinos desconcertados, vulnerables, contradictorios.
Úrsula hace del distanciamiento de su ceguera una hipótesis que permite leer Cien años de soledad desde una perspectiva que le pertenece, desdoblándose así como personaje para dejar surgir a un autor implícito. Es ella quien da origen a Macondo, pueblo cuya entrada en la imaginación colectiva de las Américas da lugar a que se lo use para nombrar librerías, bares, generaciones literarias.
Con un gesto que no puede sino acercarnos a La casa de Bernarda Alba de García Lorca, Amaranta rechaza al cura en el momento de su muerte pero pide que Úrsula vaya a dar testimonio de que ha muerto virgen. La extraordinaria estatura de su capacidad de autopreservación se nos ofrece en clave de egoísmo, ya que habiéndole quitado el novio a Rebeca, se niega a consumar la relación con Pietro Crespi.
Amaranta es la otra, mujer mala pero también tímida virgen. Es un personaje cuya magnificación hiperrealista se logra en contraste con un choque con Pietro Crespi, maestro del anacronismo en la novela. Llega a Macondo con juguetes mecánicos, valses, poesía, instrumentos musicales. Por él irrumpen en el texto objetos que hablan de momentos culturales distantes de los rigores cotidianos de Macondo. Casi historia intercalada, este interludio, escrito en tono de representación teatral, pone a prueba la rusticidad y el carácter utópico de Macondo. Pietro muestra con orgullo las tarjetas postales que recibe de Italia, señalando los lugares que conoce, admirando las viñetas con corazones flechados y los paisajes familiares. El romance cursi entre Amaranta y él está animado por la ternura y el sentimentalismo de un personaje masculino que choca con la determinación de una mujer que ha decidido que su destino reside en una concepción del propio cuerpo que no admite a ningún hombre.
El amor de Pietro Crespi tiene la superficialidad de los muñecos mecánicos que trae de regalo en su equipaje. Irónicamente, el regalo más generoso de Crespi es su propia persona. El mundo que representa termina abruptamente con su suicidio, cuando el italiano simplemente para, deja de funcionar como uno de sus juguetes. Su suicidio cierra su participación en la novela con la eficiencia de un experimento llevado a cabo. Por él ha podido confirmarse que Amaranta es capaz de realizar su deseo de ser virgen y que el sentimiento que la une a Rebeca es más fuerte que la hipotética atracción que puede haber sentido por Pietro Crespi. El odio que une a Amaranta y Rebeca es tan sustancial, tan profundo, que Crespi es un mero pretexto para concretarlo. Decorativo y portátil, es la poesía de un romance que sirve para identificar la peculiar soltería de una mujer obsesionada con otra.
Los otros personajes no saben que el hecho que aguarda con mayor ansiedad es la muerte de Rebeca. Sólo los lectores participan del secreto que constituye su profundidad. En un presente perpetuo, Amaranta cose la mortaja para Rebeca. Lo único que escapará de su control es que la prenda, una vez terminada, le servirá a ella misma. Vigilante y controladora, Amaranta es incapaz de ver la forma de su propia despedida aunque termine organizándola a pesar suyo, hasta el detalle de su atavío final.
El desmesurado amor y la indiferencia que ocultan miedo y cobardía agigantan a Amaranta, caricatura prolija de las mujeres que manipulan y parecen seducir pero huyen rápidamente ante la posibilidad de abandonar el espacio natal. Novia eterna, deglutirá a quienes a ella se acerquen pero lo hará sin dramatismos, porque su arma más contundente es la paciencia.
El registro femenino encarnado por Úrsula es fundamentalmente responsable y se basa en una energía que pide una lectura de coherencia ética y psicológica. La clave interpretativa propuesta por Remedios la bella se basa en su peligrosa belleza. Es objeto de pasiones que culminan en la muerte, fulminadas por el encanto de su aspecto y una atracción tan instantánea como enigmática. Remedios tiene una relación literal con el lenguaje. Es un personaje puro cuerpo, sin abstracción, y articula un primer nivel de representación lingüística interpretable como lucidez o falta completa de inteligencia. Según esta perspectiva, su lenguaje es cifra, fruto de sabiduría, síntesis que elimina lo trivial. En lugar de ser retrasada mental, como creen algunos, posee el don de la brevedad; en vez de carecer de poder de abstracción y vocabulario, adquiere la elocuencia atribuida a las religiones, la poesía, la filosofía aforística. Encarna, así, la seducción de un camino equívoco para el conocimiento. Es simultáneamente meta, debido a su hermosura, y vehículo por su privilegiado uso de un lenguaje puro.
Amaranta, guardiana de su virginidad; Fernanda, prisionera de la religión y su imaginaria correspondencia médica; Remedios la bella, con su desembozada fisiología; Rebeca, que vuelve a comer tierra después de una vida diferente, y las prostitutas, fieles a su sexualidad, son personajes con un profundo conocimiento intutivo de sí.
¿Es, entonces, ésta otra instancia de lectores machos y lectores hembras? La pregunta misma ya suena a acusación. Sabemos que Cien años de soledad puede sobrevivir a la definición de realismo mágico y ser releída ahora con sus capacidades paródicas, admirada por la delicadeza de la cursilería de sus noviazgos, citas de lugares comunes y anestesiantes. El lector actual, menos interesado en las dicotomías entre machos y hembras, sigue pendiente de la inteligencia y el misterio de las hiperbólicas mujeres que sostienen una obra capaz de inventarlas y ponerlas entre paréntesis al mismo tiempo. Acaso García Márquez haya sentido desde siempre que su identidad dependería de ser visto por unos ojos magnificados por lentes bifocales, entre los espejismos de quienes son hijos y las misteriosas certidumbres de las mujeres que imaginó. Nada mejor así para él que comenzar a escribir sus memorias con la felicidad de que su madre lo reconozca, aunque sugiere que para ella el parentesco fundamental era con su propia madre, por quien guardaba un constante luto desde su muerte.
García Márquez dejó una ventana abierta para que contemplemos y seamos contemplados por cierto azoramiento que a veces es efecto de bifocales y otras, de algo escurridizo, exagerado, que siempre preserva nuestra capacidad de sorpresa.

martes, 29 de abril de 2014

Furor por Gabo

filBo 2014

La Feria del libro de Bogotá será un gran homenaje al Nobel colombiano. Tras su muerte las ventas de sus libros se dispararon, el Congreso piensa en ponerle su imagen a un billete y hasta los artistas quieren componerle canciones

Gabriel García Márquez, el primer Nobel colombiano sigue haciendo furor, después de su desaparición./semana.com
Parece que no alcanzarán las horas ni los días para homenajear a Gabriel García Márquez. Y todos, a su manera, quieren rendirle un tributo. El gobierno nacional dio el primer paso a través del decreto 752 de 2014, que dispone que el legado del escritor debe ser parte fundamental de la cultura y la conciencia de todos los colombianos, y que el país entero debe exaltar y celebrar su obra.

Toda esta serie de conmemoraciones comenzaron el 21 de abril y se mantuvieron al ritmo del acordeón durante toda la semana con las lecturas de sus novelas y proyecciones de documentales sobre su vida. La muerte de Gabo alcanzó una cualidad digna de los más grandes: la omnipresencia. Noticieros y periódicos alrededor del mundo hablan de él, y la venta de sus libros aumentó significativamente.

En las próximas semanas, el afecto y la admiración por el colombiano no amainará. El 30 de abril la Feria del Libro de Bogotá abrirá sus puertas vestida de Macondo. Desde la Plaza de Banderas, a la entrada de Corferias, la imagen de un Gabo sonriente, rodeado de simbologías de sus cuentos y novelas, recibirá a los visitantes. En el recinto, con el apoyo de la Cámara Colombiana del Libro y de Corferias, se repartirán 10.000 ejemplares de la edición especial de la revista Arcadia sobre el escritor.

En el pabellón de la Biblioteca Nacional habrá una exposición con los autores y libros que marcaron la vida de Gabo. Y el Instituto Distrital de las Artes (Idartes) realizará una muestra sobre la relación del nobel con Bogotá. Con textos y fotografías contarán su vida en la capital y seguramente resaltarán los artículos que escribió en El Espectador.

El 3 de mayo, en el auditorio José Asunción Silva, sus amigos más cercanos contarán anécdotas que vivieron en diferentes momentos de su vida con Gabriel García Márquez. Además, todos los días que dure la feria, en La hora del cuento, se recordará a Gabo a través de la lectura de sus obras. El 9 de mayo, Día del Libro, el hijo del telegrafista será el gran homenajeado: en la Plaza de Banderas varias personalidades del país y el público asistente leerán Cien años de soledad en voz alta para dar vida a la mágica historia de los Buendía. Y quienes quieran seguir la lectura con el libro en sus manos pueden encontrarlo, junto con la mayoría de los títulos del nobel, en el pabellón de editorial Norma, que también lanzará el concurso Realismo mágico, que invita a los estudiantes de colegio a realizar videos de tres minutos sobre las obras del nobel.

Pero los homenajes no acaban con la feria. Una de sus obras estará en el ejemplar número 100 del Libro al Viento, de Idartes, un programa para fomentar la lectura y establecerla como un derecho que debe estar al alcance de todos. La Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, inaugurada por García Márquez en 1995, le hará a finales de septiembre el gran homenaje durante la celebración del Premio de Periodismo Gabriel García Márquez. Y el festejo del cumpleaños número 20 de la FNPI será también una celebración de la vida y el legado del maestro. Hasta aquí, por ahora, va la cuenta de homenajes, de una lista que parece ser interminable. Gabo se merece eso y mucho más.

Otros homenajes a Gabo



El Ministerio de Cultura de Colombia creó un premio literario anual de 100.000 dólares que llevará el nombre de García Márquez y se dará al mejor cuento en español. Michelle Bachelet, la presidenta chilena, inauguró la Biblioteca Pública Gabriel García Márquez como homenaje al nobel. El edificio dispone de una colección bibliográfica de 7.000 ejemplares. El Congreso de la República tramitará una Ley de Honores para Gabriel García Márquez. Según esta iniciativa el Banco de la República emitirá un nuevo billete con el rostro del escritor. De aprobarse, el edificio nuevo del legislativo tendrá el nombre del autor de Cien años de soledad y un busto con su imagen. También promoverá que se realicen cátedras en los colegios con sus obras. Por su cercanía con la familia del nobel, la cantante mexicana Tania Libertad anunció que grabará un disco con varias de las canciones favoritas de Gabo, en especial el bolero Nube viajera.

La gabomanía

La muerte del escritor colombiano desencadenó una serie de acontecimientos que miden su valor para el mundo de las letras.  

  •  Tan solo a 24 horas de su fallecimiento, Cien Años de soledad se convirtió en la más vendida en Amazon.com. Esta y otras nueve obras figuran entre los 15 libros en español más vendidos en el mundo. 
  • Cien años de soledad aparece en el puesto 59 en el ranking mundial de iBooks, la otra gran librería online. Esto lo convierte en el libro en español más descargado del momento y el único entre el top 100 de los más exitosos comercialmente.  
  • Más allá de la web, Gabo también arrasa. Felipe Ossa, gerente de la Librería Nacional, estima que las ventas de sus obras se incrementaron en un 30 por ciento. Los compradores no solo buscan sus libros sino también la biografía de Gerald Martin y los libros de Plinio Apuleyo Mendoza. Todos sobre el nobel colombiano.  
  • En Colombia, la editorial Norma estaría preparando una edición especial de Cien años de soledad, su obra cumbre. “Cuando muere alguien, la gente sale a comprar sus libros al instante pensando en que luego no los va a conseguir”, explica Alba Inés Arias, de la librería Lerner–. Por eso las editoriales se preparan para responderle a los seguidores de siempre y a los nuevos lectores de Gabo que seguramente van a aparecer.  
  • Penguin Random House, que tiene los derechos en España, ya reeditó 200.000 ejemplares, principalmente de libros de bolsillo, con seis de las obras más emblemáticas del escritor: Cien años de soledad, Crónica de una muerte anunciada, El amor en los tiempos del cólera, Vivir para contarla y Memoria de mis putas tristes. En julio el sello lanzará otras seis novelas del autor.  
  • En 2012 la editorial Sudamericana, que tiene los derechos en el Cono Sur, publicó una antología de su narrativa titulada Todos los cuentos y ahora va a reeditar algunas de sus mejores obras: El amor en los tiempos del cólera, Cien años de soledad, Memorias de mis putas tristes, Crónica de una muerte anunciada, Relato de un náufrago y Vivir para contarla.  
  • Su biógrafo oficial, Gerald Martin, prepara una segunda parte de su libro sobre Gabriel García Márquez, a quien definió como “el más grande después de Miguel de Cervantes”. En más de 17 años de investigación recopiló 300 entrevistas y más de 2.000 páginas.  
  • Cristóbal Pera, editor de García Márquez en la editorial Penguin Random House, reveló que el nobel estaba trabajando en un libro llamado ‘En agosto nos vemos’. Según un fragmento de la que sería su obra póstuma, publicado por el diario español La Vanguardia, la protagonista de esta historia es Ana Magdalena Bach. Cada 16 de agosto esta mujer viaja a la misma isla para visitar la tumba de su madre y se hospeda en el mismo cuarto hasta que uno de esos días un hombre cambia su rutina. Federico Díaz-Granados, poeta allegado a García Márquez, asegura que el libro podría ser publicado en los próximos meses si así lo deciden los familiares del nobel.

Los veinte recomendados

filBo 2014

Esta edición de la Feria del Libro, FilBo que tendrá a Perú como país invitado, estará llena de lanzamientos de destacados escritores colombianos y extranjeros. Hay de todo para elegir

En la variedad está el placer de leer./semana.com
Novelas colombianas
El mundo de afuera
Jorge Franco
Alfaguara
312 páginas
Ganadora del premio Alfaguara. Una historia de amor y muerte en la que el Mono, líder de un grupo de maleantes, secuestra a don Diego, que vive en Medellín, en una réplica de un castillo de La Rochefoucauld, con su esposa e hija. El Mono más que buscar un rescate millonario, quiere a Isolda, hija del secuestrado, quien se le ha convertido en una obsesión amorosa.
El hombre que no fue jueves
Juan Esteban Constaín
Random House
184 páginas


Benedicto XVI saca a la luz el expediente de un antiguo proceso de canonización del escritor inglés G.K. Chesterton, quien en 1929 prestó un servicio a la Iglesia por solicitud de Pío XI, y del que poco se sabe. La novela transcurre entre pugnas, robo de documentos e intrigas políticas, religiosas y literarias que asedian a la Iglesia de comienzos del siglo XX.

El libro de la envidia

Ricardo Silva Romero
Alfaguara
528 páginas



Una historia de suspenso y aventura que se vale de la crónica de un día (31 de agosto de 1896) para retratar el peor vicio de la Bogotá: la envidia. El loco Cacanegra, protagonista de la novela, decide, tres meses después de la muerte de José Asunción Silva, demostrar que el poeta no se suicidó, sino que fue asesinado y que él fue testigo del crimen.

Los niños
Carolina Sanín
Laguna Libros
142 páginas


A la casa de una mujer solitaria llega, una noche, un niño de seis años. No se sabe de dónde viene ni quién es pero su nuevo visitante parece no estar familiarizado con los usos del mundo. Un enigma para la protagonista que, mientras define cuál debe ser el hogar del pequeño, lo acoge e intenta entender su presencia.

Desde Perú


De noche andamos en círculos
Daniel Alarcón
Editorial Seix Barral
381 páginas


Esta novela es la indagación de un narrador, oculto tras una falsa tercera persona, sobre Nelson: un joven obsesionado desde la infancia con una compañía de teatro cuyo director fue encarcelado por la dictadura de su país. Quince años más tarde, la compañía se reúne y Nelson se une como actor en una gira por pueblos recónditos. A medida que avanzan las presentaciones, su destino cambia para siempre.

Contarlo todo
Jeremías Gamboa
Editorial Mondadori
512 páginas


Gabriel Lisboa es un joven peruano que no tiene nada, excepto la pulsión de escribir. Esta novela abarca diez años de su vida, desde el día en que su tío Emilio le presenta a Francisco de Rivera, jefe de la revista Proceso, y comienza a trabajar como reportero hasta que, luego de aprendizajes, lecturas, amores y desengaños, es capaz de sentarse a escribir con determinación el gran relato de su vida.

La pena máxima
Santiago Roncagliolo
Editorial Alfaguara
200 páginas



Este thriller político empieza con un crimen a plena luz del día que nadie ve. Las calles están desiertas y todos los peruanos están frente a las pantallas, hipnotizados por el partido entre su selección y Argentina. Es 1978, en pleno mundial de fútbol, y como telón de fondo tiene lugar la sangrienta Operación Cóndor a lo largo del continente.

Fútbol

Barrilete cósmico
Víctor Hugo Morales
Interzona
120 páginas


El 26 de junio de 1986, en el estadio Azteca de Ciudad de México, Diego Armando Maradona corrió 62 metros en 10 segundos, se sacudió de encima a seis ingleses y marcó el gol más icónico de los mundiales. La hazaña, de por sí histórica, fue inmortalizada aún más por la emotiva narración de Víctor Hugo Morales, quien en esta crónica regresa al lugar de los hechos para contar en detalle el día que cambió para siempre su vida y la del Pelusa.

Porque el fútbol importa
Pelé
Grupo Penta
304 páginas


Antes de Maradona existió Edson Arantes do Nascimento, Pelé. Con tres campeonatos mundiales y un récord de 1.282 goles, tiene una página de oro en la historia del fútbol. Ahora, cuando la Copa Mundial regresa a Brasil después de 60 años, el delantero comparte por primera vez experiencias inspiradoras y las lecciones que le dejó este deporte.

Poesía


El laberinto (Antología poética 1968 – 2008)
José Luis Díaz-Granados
Fondo de Cultura Económica
162 páginas



Esta selección refleja al escritor y poeta samario como un personaje pletórico de humor y malicia; un gran investigador de los chismes literarios e históricos y un notable cultivador de la tertulia y el diálogo, quien deja en toda su obra ese sello poético de la costa Caribe.

Antología
León de Greiff
Fondo de Cultura Económica
441 páginas



En esta selección de poemas, del escritor paisa fallecido en Bogotá en 1976, se reafirma que León de Greiff fue un poeta único, con una particular manera de escribir, que se caracterizaba por los juegos de palabras, los arcaísmos, las sintaxis inesperadas y el juego de la enumeración y de la repetición.

Ensayo

Una Introducción a Octavio Paz
Alberto Ruy Sánchez
Fondo de Cultura Económico
167 páginas



Ensayo sobre la trayectoria literaria y la vida del mexicano, premio Nobel en 1990. Este libro es fundamental para entender su obra, tanto en su faceta de poeta como de ensayista.  Su autor dice: “Tuvo una mirada, tuvo una visión del mundo. Y eso hace que Paz, a través de su obra, hable de cosas que están pasando y pasarán”.

Periodísticos

Daniel Samper se deja de vainas
Fernando Quiroz
Alfaguara
400 páginas


En una extensa conversación entre amigos, Daniel Samper le cuenta a su colega los pormenores de su retiro como columnista de El Tiempo, sus inicios en el periodismo, anécdotas de su carrera y los momentos más significativos de su larga trayectoria en los medios de comunicación.

Violencia urbana
Ariel Ávila Martínez, Jorge Giraldo Ramírez, José Antonio Fortou, Emilio E. Dellasoppa, Lilian Bobea, Luis Alejandro Arévalo, María Paula Guáqueta, Carlos Enrique Guzmán
Alfaguara
296 páginas



Un vasto reportaje en el que reconocidos periodistas e investigadores de Colombia muestran un panorama de la violencia que hoy se vive en las principales ciudades del país y de América Latina. El libro hace además un repaso por las políticas de seguridad urbana y cómo estas influencian a los ciudadanos.

Novela gráfica

QP
Powerpaola
La Silueta Ediciones
112 páginas


De la misma autora de Virus tropical, llega ahora QP, una recopilación de historias que no fueron pensadas como un conjunto, sin embargo, con el tiempo se convirtieron en una novela gráfica.

Los Once
Andrés Cruz, José Luis Jiménez y Miguel Jiménez
Laguna Libros
120 páginas


Han transcurrido 29 años desde que el M-19 se tomó por asalto al Palacio de Justicia y aún quedan preguntas por resolver. Una de las más recurrentes es el paradero de los empleados de la cafetería desaparecidos. Andrés Cruz y los hermanos Miguel y José Luis Jiménez reviven este episodio doloroso con esta publicación.

Otras historias

CeroCeroCero

Roberto Saviano
Grupo Penta
496 páginas



El autor de Gomorra (2008) esta vez llega con un tema polémico, la cocaína, respaldado con una gran investigación. Saviano dice: “Escribir sobre la cocaína es como consumirla. Cada vez quieres más noticias, más información y las que encuentras son suculentas, ya no puedes prescindir de ellas”.

Vargas Llosa sobre este libro manifestó que “Saviano ha devuelto a la literatura la capacidad de abrir los ojos y la conciencia”.

La fila india
Antonio Ortuño
Océano
232 páginas


La novela comienza con el asesinato de Gloria, una trabajadora social de la Comisión Nacional de Migración (Conami). Pero el crimen pasa a segundo plano cuando un grupo de atacantes comete una matanza de migrantes en un lugar de nombre Santa Rita. Irma llega hasta ese lugar como una trabajadora social para ayudar a los inmigrantes centroamericanoº s en su odisea por territorio mexicano. A partir de este momento, la historia será otra.

Del color de la leche
Nell Leyshon
Narrativa Sexto Piso
174 páginas



Mary, de 15 años, nació con un defecto físico en una pierna y vive con su familia en una granja en la Inglaterra rural de 1830. La única manera de escapar de su rutina es trabajar como criada para una mujer enferma. En su nuevo hogar, aprende a leer y a escribir, y así deja un testimonio escrito del destino adquirido al que no puede renunciar.

Memorias

Anuario mínimo
Eduardo Chirinos
Peregrino Ediciones
108 páginas


El reconocido poeta peruano decide escribir, a sus 50 años, sus memorias de una manera particular. Recaba su pasado, año tras año, y así cuenta cómo avanza su vida hasta que llega al que él considera el punto de inflexión: su madurez.

Presentan bases del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez en la FiLBo

filBo 2014

El Premio se otorgará anualmente a un libro de cuentos de un escritor, con la condición de que su obra haya sido originalmente escrita en español y editada por primera vez el año inmediatamente anterior al de la convocatoria

El presidente Juan Manuel Santos, durante la #GaboLectura realizada en la Biblioteca Nacional, el pasado 23 de abril./Presidencia de la República./premiohispanoamericanodecuentoggm.gov.co
29 de abril del 2014, hoy, El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y la ministra de Cultura, Mariana Garcés Córdoba, presentarán el Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez en el marco de la 27ª Feria Internacional del Libro de Bogotá. El ganador del premio, que cuenta con el aval del Nobel de Literatura, recibirá $100.000 dólares.
El premio, que aspira ser el más importante de su tipo en Hispanoamérica, fue creado para honrar la memoria del colombiano más universal y uno de los escritores más populares y leídos del mundo. Busca constituirse en referente para el campo literario de la creación y el universo editorial en lengua española, así como un invaluable esfuerzo en prolongar el legado de cuentistas tan importantes y destacados en el dominio del género, como lo fueron Jorge Luis Borges, Juan Rulfo, Julio Cortázar y el propio Gabriel García Márquez.
El Premio se otorgará anualmente a un libro de cuentos de un escritor, con la condición de que su obra haya sido originalmente escrita en español y editada por primera vez el año inmediatamente anterior al de la convocatoria.
Gabriel García Márquez, quien falleció el pasado 17 de abril, escribió alrededor de cuarenta cuentos, entre los que se destacan: “El ahogado más hermoso del mundo”, “Ojos de perro azul”, “La mujer que llegaba a las seis”, “En este pueblo no hay ladrones”, “Un señor muy viejo con unas alas enormes” y “La luz es como el agua”, relatos que ocupan un destacado lugar en la historia de la literatura universal.
Esta primera edición del Premio se convierte además en motivo de conmemoración del aniversario número 67 de la publicación del primer cuento del Premio Nobel colombiano, escrito en respuesta a Eduardo Zalamea, el entonces editor cultural de el diario El Espectador, quien sostenía que no había un escritor en Colombia que fuera capaz a medírsele a escribir una obra literaria con el rigor y la precisión que exige el género. El resultado quedó plasmado en el cuento “La tercera resignación” (1947).
La iniciativa, a cargo del Ministerio de Cultura y la Biblioteca Nacional de Colombia, con el apoyo del Instituto Cervantes, se constituye de esta manera en un importante estímulo a un género literario en el que Gabriel García Márquez ha sido maestro de maestros.
De interés:
Consulte las bases y requisitos en:
http://www.premiohispanoamericanodecuentoGGM.gov.co

La muerte del autor

Gabo que estás en los cielos

La construcción paulatina de sentido que propician la lectura y la escritura es la antítesis de los precipitados encuentros que ocurren en los recintos de la feria

 
En Una historia de la lectura, Alberto Manguel ilustra con una frase de William Golding esa manía del mercadeo literario que ha convertido al escritor en mercancía de exhibición: “Un día alguien encontrará un ejemplar no firmado por el autor y valdrá una fortuna”, cuenta que dijo Golding en el Festival Literario de Toronto de 1989. Es fácil imaginarlo con la mano adolorida frente a una fila interminable de “cazadores de autógrafos”, como los llama Manguel.
Habría que añadir a las ceremonias un nuevo ritual relacionado con la popularización de los “teléfonos inteligentes”, que permite complementar o, incluso, reemplazar el libro autografiado con una instantánea del autor, agotado y ojeroso fingiendo una sonrisa. Su grado de éxito no importa, pues agrega aquella emoción propia de las apuestas, y el dueño del teléfono puede esperar hasta que la posteridad dicte su veredicto, tomando, eso sí, la precaución de archivar en un lugar seguro –¿existirá lugar seguro en el mundo virtual?– su galería de fotos con autores.
Todos los años, en vísperas de Filbo, intento recordar ese carácter histórico de la lectura del que habla Manguel para entender sus ceremonias y sus juegos de poder. Y es que, especialmente en este trópico sin estaciones, la Feria viene a ser para los escritores una especie de rito de año nuevo: un tiempo de balances y de sentimientos no siempre explícitos sobre este oficio de escribir que, en el fondo, participa de la misma feria de vanidades propia de cualquier profesión.
Sin embargo, este año, ante el exhibicionismo en “yo mayor” que ha rodeado los funerales de García Márquez con todas esas frases célebres proferidas por mandatarios, candidatos y ministros, releer a Manguel me ha resultado aún más terapéutico. “La relación primordial entre escritor y lector presenta una paradoja maravillosa: al crear el papel de lector, el escritor decreta también su propia muerte, puesto que a fin de que un texto se dé por concluido, el escritor debe retirarse, dejar de existir”, afirma, en alusión a ese desplazamiento de protagonismo, desde el autor, hacia el lector, en el que se fundan las teorías modernas sobre la lectura. Ese lector que, como escribía Roland Barthes, levanta la cabeza entre los intersticios para escuchar su pensamiento y trabajar en la construcción del sentido, revolucionó aquella idea del significado inmutable atribuido a las intenciones del autor y, por supuesto, a su figura.
La construcción paulatina de sentido que propician la lectura y la escritura es la antítesis de los precipitados encuentros que ocurren en los recintos de la feria y conviene recordar su carácter silencioso y solitario, para evitar confundirlo con el ruido mediático. “Me avergüenza, como si yo mismo fuera el responsable, cada vez que leo entrevistas en las que se habla de grandes tiradas de libros como si constituyeran la prueba de una alta densidad cultural; me avergüenza que entre nosotros haya intelectuales que todavía escamotean el hecho desnudo y monstruoso de que vivimos rodeados por millones de analfabetos... ¿De qué podemos jactarnos los escritores en este panorama en el que solo brillan unos pocos...?, afirmaba Cortázar en 1982, durante su curso de literatura en Berkeley. Sus lecciones, publicadas por Alfaguara con ocasión del centenario de su nacimiento, parecen escritas hoy.
Quizás estas ferias sirven para descubrir algún encuentro revelador, de esos que suelen ocurrir, de vez en cuando, entre autores y lectores. El resto, sin embargo, funciona todavía como en tiempos de Quevedo: “Retirado en la paz de estos desiertos, /con pocos, pero doctos libros juntos, / vivo en conversación con los difuntos / y escucho con mis ojos a los muertos”.
En medio de discursos, cocteles y noticias de farándula, no sobra recordar que es eso lo que basta.
fuente:eltiempo.com

La escritura después de Gabo

Gabo que estás en los cielos

¿Cómo escribir después de Gabriel Garcia Marquez? 

Esta es una pregunta que se le hizo a todo escritor colombiano después de la publicación de Cien años de soledad, en 1967. En ese momento la estatura literaria que alcanzó el autor de Aracataca parecía opacar cualquier otro esfuerzo literario, por lo menos dentro de las fronteras colombianas. Muchos escritores que comenzaban su tareas en aquel entonces quizá se sintieron un poco coartados por la presencia tutelar del fabulador de Macondo. En cambio, para los escritores, como yo, que comenzamos a escribir cuando ya la obra de García Márquez estaba bien establecida, su presencia no sólo fue un estímulo sino también un alivio.

Por aquel entonces, hablo de comienzos de la década de 1970, todavía se debatía mucho acerca de la diferencia entre una literatura rural y otra urbana. Se consideraba que al ser Colombia un país mayoritariamente rural (más bien provinciano, diría yo) esta debía ser la literatura posible; pero justamente García Márquez acababa de torcerle el pescuezo a la literatura rural considerada como un rezago provincial. O sea, nos quitó el peso de escribir sobre mundos que no nos pertenecían.


Los escritores de mi generación entendieron que había que comenzar a escribir sobre el mundo que realmente conocíamos, es decir, sobre nuestro barrio. Eso, por demás, era lo que había hecho García Márquez al construir su imaginario de Macondo, que no era más que el mundo de su natal Aracataca y Sucre, el municipio donde creció. Ese mundo pueblerino de la costa Caribe colombiana que era
, de hecho, el barrio de García Márquez.

Él mismo después de lograr alturas míticas con Macondo, decidió volver a escribir, despojándolos de la máscara, sobre los lugares que dieron origen a su aldea imaginaria, Sucre en Crónica de una muerte anunciada, Cartagena en El amor de los tiempos del cólera e incluso escribió sobre los paisajes y sus experiencias vividas en otras latitudes, en Doce cuentos peregrinos, que incluyeron cuentos en Europa, México y Colombia.


Hoy podemos mirar la benéfica influencia de su obra en todos los escritores posteriores a él. García Márquez, ya no es un peso pesado difícil de llevar (en mi caso nunca lo fue), sino más bien una suerte. Si Jairo Aníbal Niño decía que todos los escritores deberiamos considerarnos colegas de Homero, también deberíamos sentir que gracias a García Márquez esta aproximación al legendario literato griego es más real.


García Márquez nunca fue un peso para otros escritores, fue más bien un salvavidas para la literatura que hizo flotar el deseo de contar, de narrar historias, que favoreció la existencia de nuevos narradores. Por eso y sólo por eso, ya podríamos considerarnos felices por haberlo tenido durante el breve lapso de ochenta y siete años caminando sobre la tierra.


Claro que sería mucho más perfecto si hubieran sido cien años.

fuente:robertorubianovargas.blogspot.com

lunes, 28 de abril de 2014

Los funerales de la Mamá grande

Gabo que estás en los cielos


Si no fuera por su fama universal, que obliga a los dueños de Colombia a fingir una admiración hipócrita, todos ellos estarían aplaudiendo a la señora uribista

Porque esa es otra: para la lagartería colombiana lo que importa de Gabriel García Márquez no es su obra prodigiosa, sino que se ganó un premio. El síndrome de “Colombiano triunfa en el exterior”./semana.com
Hace un par de semanas pedía yo, para entender lo que pasa en Colombia, un libro sobre el pecado capital de los colombianos, que es la lambonería. Acaba de aparecer ese libro. Basta con empastar juntos los miles de comentarios que se han escrito en la prensa, o dicho al aire en la televisión y la radio, con motivo de la muerte de Gabriel García Márquez. “Gabolatría”, titulaba un columnista su columna al respecto. Que no será la última. 

El fenómeno no es solo de aquí, claro. También lo vemos en México, en España, en Francia, en los Estados Unidos, donde la noticia de su muerte fue portada en todos los periódicos. García Márquez, como los grandes artistas, es universal. Pero no esa cursilada que, copiada de la copla española, se han puesto a llamar ahora “colombiano universal”, o “cataqueño universal”, porque nació en el pueblo de Aracataca. Y si en México montaron guardia de honor en torno a sus cenizas los presidentes de dos países (como a Homero, cuya nacionalidad se disputaban siete ciudades de Grecia), en Bogotá se coló además en la ceremonia, que en principio iba a ser laica, el cardenal primado para soltar unos padrenuestros. Fidel Castro mandó desde Cuba un arreglo floral. Mario Vargas Llosa inclinó su copete de plata. El partido comunista de China puso un telegrama de condolencias. Se decretaron tres días de duelo en todo el territorio nacional, Mozart compuso una misa de réquiem. La Cepal envió mensaje. El Centro Democrático expidió un comunicado reconociendo que el difunto había “engalanado las letras nacionales”. Se hizo un minuto de silencio en la plenaria del Senado de la República. Sacaron una estampilla postal, olvidando que aquí ya no funciona el correo. Hubo un temblor de tierra. Cuentan que en Aracataca tocaron solas las campanas de la iglesia de San José y un súbito ventarrón frío hizo tiritar a la gente. Hubo un lanzamiento público de mariposas amarillas. El New York Times sacó la noticia en su primera página. La cantante Shakira y el futbolista Falcao se sintieron obligados a expresar públicamente su tristeza, y otro tanto hizo el predicador de autoayuda Paulo Coelho, único rival de García Márquez en las listas de superventas. El multimillonario ingeniero Lorenzo H. Zambrano, presidente de una empresa cementera, le pagó al multimillonario constructor y banquero Luis Carlos Sarmiento un millonario anuncio mortuorio en su periódico El Tiempo uniéndose a la pena que embargaba a familiares y amigos del difunto. Y al día siguiente el flamante presidente de la Andi, Bruce MacMaster, no quiso ser menos y publicó otro anuncio en nombre propio y de su familia.

Y Santos, Santos, Santos. Desde Mompox, por donde andaba en correría electoral, el presidente Juan Manuel Santos no tuvo el menor empacho en pedir a los colombianos, con farisaica unción eclesiástica digna de su antecesor Álvaro Uribe: “Oremos por el alma de nuestro Nobel”. Porque esa es otra: para la lagartería colombiana lo que importa de Gabriel García Márquez no es su obra prodigiosa, sino que se ganó un premio. El síndrome de “Colombiano triunfa en el exterior”, que nace de nuestro espíritu de colonizados agradecidos o suplicantes.

Sigo con Santos, el desvergonzado y oportunista presidente que saltó sobre el cadáver todavía fresco como un buitre carroñero. Y clamó: “Nuestro premio Nobel –otra vez el síndrome del colonizado– ha sido el colombiano que, en toda la historia de nuestro país, más lejos y más alto ha llevado el nombre de la Patria” (…) “¡Gloria eterna a quien más gloria nos ha dado!”.

No. No. Ni Patria con mayúscula, ni gloria tampoco. Se nota que Juan Manuel Santos no ha leído a García Márquez. Ni sus cuentos, ni sus novelas, ni sus artículos de prensa, en los que no hizo otra cosa que denunciar de manera inclemente los horrores de esta “patria” santista o lo que fuera. Aguaceros apocalípticos, catástrofes sin cuento, asesinatos anunciados, noticias de secuestros, matanzas de obreros, guerras civiles, presos políticos, alcaldes militares, ladrones en los pueblos, culebreros tramposos, dictaduras, engaños y demoras burocráticos, procesos inquisitoriales, demonios, abuelas desalmadas, pájaros muertos, niñas vendidas, un pobre Libertador a quien la gente le escupe en la cara. Porque lo de García Márquez no es realismo mágico: es realismo crudo. Y si no fuera por su fama universal, que obliga a los dueños de Colombia a fingir una admiración hipócrita, todos ellos estarían hoy aplaudiendo a la señora uribista que lo mandó al infierno, atreviéndose a decir en voz alta lo que muchos piensan. Por eso echaron a García Márquez de aquí. Por eso tuvo que pedir asilo en México. Era, como dicen ellos, un “mal colombiano”: pintaba en su literatura y en su periodismo una “mala imagen” de Colombia. Una imagen exacta y verdadera. Merece ir al infierno.

Y ahora se atreve Juan Manuel Santos, sin hígados ni escrúpulos, a apropiarse de la vacía pero famosa frase final de la más famosa novela de García Márquez, Cien años de soledad, jactándose de que su gobierno ha demostrado “que podemos ganarnos –como estamos haciendo– una segunda oportunidad sobre la tierra”.

Y ahora vengo yo también con mi gabada de turno sobre la muerte del gran hombre. No falta nadie. Ni el propio Gabo, que escribió la suya en uno de sus primeros cuentos, hace más de cincuenta años: Los funerales de la Mamá Grande, que se celebraron en Macondo y a los cuales vino el sumo pontífice en cuerpo y alma, en carne y hueso. Esta vez fue el único que no asistió. Una lástima.

‘Batucada’ literaria en Buenos Aires

Quino abre la 40ª Feria del Libro, que homenajea a los autores de São Paulo. Tras dos años de ausencia, España vuelve a la cita

Visitantes en un expositor de la Feria del Libro de Buenos Aires/David Fernández./elpais.com

En la ciudad que alberga un buen manojo de las más bellas librerías de América, en la misma urbe donde los cafés parecen bibliotecas de tanta gente como se engolfa en la lectura, comenzó el jueves la Feria del Libro de Buenos Aires. Durante tres semanas buena parte de la cultura argentina gravitará alrededor de los 45.000 metros cuadrados donde se ubica el predio de La Rural. Ese mismo espacio donde en otra época del año los ganaderos muestran sus mejores sementales ahora se verá invadido por ese invento que Jorge Luis Borges llamó el instrumento más asombroso del hombre, una extensión de la memoria y de la imaginación. El libro.
Hasta el 12 de mayo irán llegando cientos de escritores que se repartirán entre más de mil actividades. Una vez más, como cada año, más de un millón de personas pagarán por entrar en la Feria. No es muy caro el precio: 25 pesos (unos dos euros) vale la entrada los días laborables y 40 los festivos. Pero hay que pagarlo. Y el público no suele fallar. Así lo ha venido haciendo durante décadas hasta completar 40 años que son los que cumple esta semana la Feria.
El encargado de abrir la fiesta fue el padre de una niña que también anda de celebraciones, ya que el próximo 29 de septiembre su hija cumplirá los 50 años de vida: el dibujante Joaquín Salvador Lavado, alias Quino, creador de Mafalda. Quino encontró una razón muy sencilla para explicar la vigencia de su personaje: “El mundo comete los mismos errores”.
Hoy acude Arturo Pérez Reverte para charlar sobre su última novela, El francotirador paciente, junto a su amigo el periodista y escritor argentino Jorge Fernández-Díaz. Y mañana mantendrán un diálogo el estadounidense Paul Auster y el Premio Nobel sudafricano J.M. Cotzee. La conversación será una especie de epílogo del cruce epistolar que ambos mantuvieron entre 2008 y 2011 y cuyas cartas dieron lugar al libro Aquí y ahora.
Joaquín Salvador Lavado, Quino, el 'padre' de la popular Mafalda, en la inauguración de la Feria del Libro de Buenos Aires. /David Fernández

Irán llegando también la novelista española Almudena Grandes, el cubano Leonardo Padura, el mexicano Mario Bellatin, el guatemalteco Rodrigo Rey Rosa, los chilenos Pedro Lemebel y Diamela Eltit, el boliviano Edmundo Paz Soldán, el colombiano Darío Jaramillo, el puertorriqueño Eduardo Lalo y el peruano Iván Thays, entre muchos otros. Para aquellos que se hayan quedado con ganas de saber algo más sobre Gabriel García Márquez, el novelista y periodista de este diario Juan Cruz pronunciará una charla sobre el Nobel colombiano.
Pero la auténtica avalancha de artistas llegará desde la urbe más poblada de América. El año pasado la ciudad invitada fue Amsterdam y esta vez será São Paulo. Y con São Paulo aterriza toda la vitalidad de lo que se dio a conocer como la “literatura de la periferia”. No podía faltar a la cita Ferréz, nombre artístico del padre de ese movimiento. Ferréz, o Reginaldo Ferrera da Silva, nació en 1975 en una favela de São Paulo donde poco a poco se le fueron muriendo casi todos los amigos de la infancia. Su madre, después de limpiar casas, escribía versos como este en los paños de cocina: “El corazón de los otros es una tierra por donde nadie camina”. Él decidió seguir viviendo en la favela de Capão Redondo, publicó en 2003 la novela Manual Práctico del odio, creó un centro cultural en el barrio y acuñó el término de “literatura periférica” bajo el lema “oro mundial de jóvenes negros y de pobres”.
A partir de Ferréz se empezaron a organizar en la ciudad decenas de “saraos”, una especie de tertulias de creadores organizadas generalmente en bares de São Paulo reconvertidos en centros culturales. A la Feria llegarán cuatro saraos con 25 integrantes cada uno. Y además, van a concurrir escritores tan heterogéneos como Heloísa Prieto, Reinaldo Moraes, Juliana Frank, Ricardo Lisias, Arnaldo Antunes y Luiz Ruffato.
Gabriela Adamo, directora de la Feria, recuerda que en Argentina, después de la crisis de 2001, también surgieron cooperativas donde se intercambiaban cualquier tipo de alimentos, objetos o ideas. “Ahí se se empezaron a dar clases de teatro y se recuperó buena parte de la cultura argentina”, recuerda Adamo. “Esta literatura periférica de São Paulo tiene un sentido similar: recuperan barrios en crisis a través de actividades culturales. Me parece muy interesante el trabajo de las pequeñas y jóvenes editoriales brasileñas que publican estos libros. Y también las que lo están traduciendo en Argentina. Hay una, Corregidor, que ha hecho las 40 ferias con nosotros. Sigue siendo una editorial pequeña, pero muy metida en esta movida novedosa y joven”.
Pero la fiesta no se detiene solo en Brasil. “Si se imprimiera todo el programa de actividades ocuparía 75 páginas”, señala la directora de la Feria. “Tener en el primer fin de semana a Pérez Reverte, Auster y Coetzee ya es un logro inmenso”. Adamo se muestra contenta de que España haya vuelto a la Feria. “Hace dos años que no venía. La versión oficial es que su ausencia se debía a la crisis económica de España. Pero una feria internacional del libro en Latinoamérica sin la presencia de España era un despropósito”.
Adamo no disimula la alegría ante la llegada del capítulo 40º. “Cumplir 40 años sin interrupciones en un contexto como Argentina es algo digno de festejarse. Crecer y sumar el compromiso del público es un motivo de gran orgullo y alegría. Y eso es lo que estamos transmitiendo en la Feria”.