Natalia Montejo Vélez
Promotora de lectura Biblioteca Pública Virgilio Barco
Tel: 3158890 ext 335
Correo electrónico: nmontejo@biblored.org.co
Natalia Montejo Vélez
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ESPERANZA. "Los alumnos que leen y escriben poesía en el aula se acercan al secreto más misterioso de la creación", supone Pradelli.fOTO;fUENTE:Revista ÑCuando el lenguaje circula con vida entre docentes y alumnos, se construye una visión del mundo sostenida en la subjetividad de cada uno
Los profesores, en nuestras clases, tenemos que valorar la vacilación de la lengua como algo sagrado, preservarla en lo insondable de la materia que enseñamos. Escribir una oración breve puede ser una operación compleja y dificilísima. Se ponen en juego no sólo la circulación de las palabras, también los silencios, las jergas, la cadencia, el fraseo. El lenguaje corre allí con su energía creadora. La polisemia de la lengua es casi permanente: es imposible hablar sin matices, es imposible desatender a la vitalidad de ciertas frases y tonos. Los acentos de un poema nos revelan un mundo y nos ocultan otros. La intensidad de una prosa que nos afecta puede perturbarnos.
Los alumnos que leen y escriben poesía en el aula se acercan al secreto más misterioso de la creación. Cuando los estudiantes elaboran argumentaciones y construyen relatos hablan también, siempre, de su propia identidad. Vivimos en un mundo que se desborda de señales, que está repleto de mensajes. Cada gesto, cada color, las posturas, incluso los silencios tienen algo para decirnos.
Pero necesitamos las palabras para cargar a cada uno de ellos de cierta significación. El punto y las comas marcan la respiración de nuestras enunciaciones. Cuando los alumnos construyen sus textos, orales o escritos, deciden también, en la compleja red de la sintaxis, dónde acontecerán sus propios silencios. En la construcción de textos los silencios ya no son sólo límites del lenguaje. En el silencio se oye el eco de la palabra que está presente incluso allí, en su ausencia.
El lenguaje tiene reflejos a partir de los cuales se instala en la creación. Los discursos que acontecen en el aula, los discursos de los otros y los propios, laten en la capacidad de su propia invención. Nada queda fuera: los enunciados de los medios, las conversaciones entre amigos y con las parejas, los mensajes de las autoridades de la escuela, la historia, la filosofía, el cine, la matemática, los blogs, el chateo, los muros del Facebook, los mensajes de texto, las canciones.
Nuestros enunciados, personales y también sociales, nuestros discursos amorosos, profesionales, los diálogos entre alumnos y docentes, cualquiera de nuestros discursos opera sobre una gramática compleja y traza un mapa de nuestra subjetividad. En los pliegues más remotos de nuestra intimidad hay elementos sociales y públicos que inciden en ella y la determinan. Es imposible no oír las distintas lenguas que circulan dentro de la misma lengua.
La riqueza de una clase puede ser ilimitada si valoramos los espacios de los diálogos "interlinguales". La capacidad del lenguaje es tremenda. Por la lengua construimos una mirada personal sobre el universo, nuestra propia humanidad depende de nuestras palabras.
La respuesta a qué se enseña y qué se aprende en las clases de lengua la encontramos también en aquel poeta nicaragüense cuando en Rosario habló de la vida de las lenguas. Hacia allí van los aprendizajes, hacia la construcción de una visión del mundo. En el aula, cuando el lenguaje circula con vida entre alumnos y profesores -en las bocas, los cuadernos, las pantallas- se construye, sobre todo, una visión del mundo.
Aunque por momentos, o quizás por eso mismo, el lenguaje se ponga imposible y nos haga balbucear a todos con una lengua de trapo. "Tropezamos, dice George Steiner, en ocasiones visceralmente con impalpables pero rígidos muros de lenguaje. El poeta, el pensador, los maestros de la metáfora, hacen arañazos en ese muro. Sin embargo, el mundo, tanto dentro como fuera de nosotros, murmura palabras que no somos capaces de distinguir."
La intensidad de las palabras que se dicen puede ser tan potente como el vigor de las palabras que se callan. Los que hemos hecho de la lectura y de la escritura los ejes de los aprendizajes, construimos las clases sobre estas dos columnas que nos sostienen y nos permiten atravesar con nuestros alumnos los umbrales siempre infinitos que nos internan en el nervio de las palabras, en la ambigüedad, y también en la música, los sonidos y en el silencio.
El editor John Naranjo acaba de publicar La fascinante historia de las palabras
"Un origen 'sui géneris' tuvo el libro 'La fascinante historia de las palabras', del periodista uruguayo Ricardo Soca. En lugar de nacer en el papel y dar el salto al mundo virtual, como está ocurriendo gracias al 'boom' de aparatos de lectura digital, la publicación de Soca se fue escribiendo primero en la web.
"La magia de las palabras me atrae desde mi lejana infancia. Yo era el tipo de niño que no conseguía hacer una suma o una resta, pero que no tenía una sola falta de ortografía, que conversaba sobre significados y etimologías o comparaba con vocablos extranjeros", comenta Soca.
Este curioso 'hobby' lo llevo a crear en 1996, cuando comenzaba el furor de Internet, 'La página del idioma español' (www.elcastellano.org). Luego, en el 2002, el periodista comenzó a enviar desde su página un correo masivo, titulado 'La palabra del día', que hoy cuenta con 189 mil suscriptores.
Esa fue la materia prima de 'La fascinante historia de las palabras', un hermoso libro-objeto, con el que se estrenan en el mundo editorial el diseñador bogotano John Naranjo y su esposa, la fotógrafa Carolina Rey.
"Yo creo que el compromiso y el gran esfuerzo que tiene que hacer un editor hoy es ofrecerle a los lectores una experiencia vivencial y tangible que solo sea perceptible en los sentidos a través del libro", explica Naranjo, quien se preocupó por combinar las texturas mates y brillantes con un diseño original de las páginas interiores.
Para acompañar las definiciones, que superan las quinientas palabras, provenientes, entre otros, del árabe, de idiomas nórdicos y de americanismos, Naranjo diseñó durante varios meses cerca de 200 ilustraciones, inspiradas en la técnica del artista surrealista Max Ernst, que solía hacer un 'collage' con grabados antiguos.
Muchas de las imágenes, por ejemplo, combinan cuerpo humano con cabeza de animales o de objetos, explica Naranjo, ganador en dos oportunidades del Premio Society of News Design, uno de los más prestigiosos en ese campo, en Estados Unidos.
"Mi mayor preocupación es diseñar imágenes que tengan un valor que va más allá de la producción multitudinaria", agrega Naranjo, quien se inspiró para la carátula en una obra del biólogo alemán Ernst Haeckel. "Al ver las imágenes quedé maravillado. Se me ocurre que cada uno de esos colibríes es una palabra".
EL CAMINO DE LAS PALABRA POR LA HISTORIA
- Belladona: esta planta toma su nombre del italiano 'bella donna' (bella mujer). Su origen viene del siglo XVI, cuando las mujeres de las cortes italianas ingerían la atropina (alcaloide presente en la belladona) antes de los bailes para dilatar sus pupilas y lucir más sensuales.
- Hincha: el primer hinca de fútbol vivió en Montevideo. Era un hombre encargado de inflar (hinchar) los balones, al que llamaban el 'hincha Reyes'. Sus gritos por el Club Nacional se volvieron tan famosos, que luego la palabra se fue aplicando, en general, a todos los seguidores de un club futbolístico.
- Cínico: su origen viene los miembros de las escuelas griegas que solían burlarse "como perros" de la gente común y mediocre. La palabra proviene del griego 'kyon', que significa "perro", que luego derivó en 'kynikós' (los que se mofan como perros), que más tarde seria el vocablo latino 'cinicus'.
- Piropo: debe su origen a la palabra griega 'pyropos', que significa "con aspecto de fuego" o "de ojos de fuego". Esta relación con el fuego "se vincula tal vez a la llama de las pasiones que van junto con el piropo".
- Veneno: La humanidad ha soñado siempre con sustancias estimulantes en el sexo que llamó afrodisíacos, inspirado en Afrodita. En los romanos esta deidad era Venus. De allí que las pociones mágicas para despertar el deseo sexual se llamaron 'venenum'. Con el tiempo, esta palabra se extendió para todas las drogas que también causaban la muerte.
Margarita Garrido, directora de la Biblioteca Luis Ángel Arango, hizo la curaduría de esta muestra.fOTO;fUENTE:Elespectador.comVisitar la muestra Palabras que nos cambiaron en la Luis Ángel Arango es una buena manera de celebrar el Día del Idioma: "libertad", "igualdad" y "república" son algunas de ellas
"Abril 23 Día del Idioma. Qué mejor manera de reconocer al semidios de la lengua quien falleció este día del año 1616: Miguel de Cervantes Saavedra. El autor de Don Quijote de la Mancha, máxima novela de la lengua española, comparte aniversario con su equivalente para las letras inglesas: William Shakespeare. Vale la pena recordarlos a los dos este día pues ambos comprendieron el poder y la magnificencia de las palabras e hicieron de ellas sus armas de inmortalidad. Con sus obras enseñaron que el valor de los vocablos no es cosa de menospreciar.
Este año que abundan las celebraciones de un hecho memorable que el continente entero recuerda: la independencia de la colonización española, vale la pena entonces andar a mirar ahí sobre los campos de las hojas en blanco y con el fuego de los significados de qué manera las palabras nos dieron alguna libertad.
En esa tarea se puso desde hace años la historiadora y actual directora de la Biblioteca Luis Ángel Arango, Margarita Garrido. De esas pesquisas nació esta muestra que de manera clara y didáctica nos involucra en la manera como los personajes que no aparecen en los libros, los anónimos que nadie recuerda, vivieron la Independencia. "En mi interés por conocer el efecto en la gente del común de este fenómeno político llegué a las actas y documentos judiciales, pues es sólo ahí donde se encuentra la voz de ellos", explica Margarita Garrido, quien reconoce que hacer una exposición de palabras y documentos no es fácil en su museografía.
Fue ahí donde encontró el principio de la madeja que la conduciría a cinco palabras, cinco lugares y cinco tipos de documentos que resignificaron el sentido y la identidad de las personas. Se trataba de la declaración que hace ante el juez don Vicente Roca, un hombre campesino que decidió llevar a otro delante de un juez por haberlo calumniado llamándolo "Pardo" —una de las categorías raciales como negros, zambos, criollos, indios y morenos que se usaba en el imperio para clasificar por castas con el fin de adjudicar privilegios y limitaciones— cuando desde la Independencia dichas castas ya no existían. "Este texto de gran profundidad y belleza es un gran ejemplo de la manera como los ciudadanos comunes se apropiaron de un discurso hasta hacerlo efectivo", continúa Garrido.
Así, palabras como igualdad, que los criollos más preparados trajeron de la Ilustración para ponerlas en memoriales de agravios que llegarían al gobierno español en los albores de la Independencia, tuvieron que ser integradas al discurso que se decía en la plaza pública en busca de darle sentido a un nuevo concepto: Soberanía popular.
Luego se repetiría una y otra vez la expresión "libertad" gracias a las imprentas que copiaban en periódicos y pasquines los discursos de patriotas y realistas. Pero toda la fuerza de la comunicación se hizo verbo sólo hasta cuando el vicepresidente Santander exigió a través de un decreto que los sacerdotes informaran desde los púlpitos en sus sermones dominicales que "la independencia no era pecado" y que "Dios ya no estaba con el rey, sino con el pueblo". De ese poder del pueblo, sus representantes desde el Congreso redactaron la Constitución que daría nacimiento a la nueva forma de República, un concepto de territorio y de pertenencia común.
Sólo entonces los pardos, los indios, los mulatos, los negros, los zambos y los criollos dejaron de ser conforme al color de su piel para ser Ciudadanos, una nueva entidad completamente distanciada de orígenes y razas. Así se pasó de ser seres colonizados a hombre libres, ciudadanos con derechos, habitantes de una república. Con este nuevo lenguaje se construyó el idioma de la libertad, se imaginó una sociedad distinta que se ha ido construyendo en 200 años.
La celebración del Día del Idioma es una oportunidad para una reflexión importante que, sin embargo, debería ocupar más días del año: se trata de comprender cuán cercano y vigente sigue siendo para cada individuo la significación y resignificación de las palabras. En una sociedad atiborrada de imprecisiones y falsedades, tanto en el discurso público como en el privado, vale la pena recordar, como lo dice Margarita Garrido, que "las palabras pueden ser incluso más eficientes que las balas y una gran batalla que se dio y se ganó en tiempos de la Independencia fue precisamente cambiar el lenguaje".
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El peso de la tecnología marca el lenguaje de la literatura del futuro
"Nacieron en torno a 1970, cuando esta revolución tecnológica era ciencia ficción. Ahora estos ocho escritores (que podrían ser 80, u 800) conviven a diario con un instrumento poderosísimo, Internet, que entra en sus libros (y en sus vidas) de manera imparable. Quisimos hablar con ellos acerca del impacto que esta revolución está teniendo en su escritura. ¿Cómo ven que todo eso está afectando al trabajo propio y de sus colegas? Finalmente, ¿cuál es el futuro de esa batalla entre el papel y la pantalla?Isaac Rosa: "Es cierto que para nuestra generación las tecnologías de la información tienen más peso que para las anteriores. Pero en realidad nos relacionamos con ellas de forma muy similar a nuestros hermanos mayores, con asombro, sin naturalidad". Y es un "malentendido" dice Rosa, eso de que sean "la primera generación de Internet". "Todos tenemos memoria personal de un cercano ancien regime en que no había Internet ni móviles, a diferencia de la generación de mis hijas, que no conoce otra cosa".
Afirma Ricardo Menéndez Salmón, como para resumir todas las respuestas: "Soy un convencido de la Red como generadora de opinión, discurso, información, conocimiento, expectativas e incluso falacias, las seis facetas. Dicho esto, reconozco también ser un fetichista del libro en su formato clásico. El libro, como objeto, se me antoja insustituible". Dice Elvira Navarro: "Los libros ya no se dan a conocer sólo a través de los suplementos literarios y de las revistas especializadas, sino también por medio de blogs y de páginas webs que, en según que casos, son a veces más importantes que las plataformas tradicionales". Pero, dice Elvira, "hay que tener en cuenta que estos factores dependen de que detrás haya alguien con criterio". Vicente Luis Mora dice: "Internet está enriqueciendo los formatos de comunicación, y es normal que se vaya incorporando gradualmente a la literatura". A él le proporciona soportes (mail, blogs) "que permiten la expresión escrita de los personajes y su respuesta en tiempo real, frente a la lentitud de la correspondencia postal".
La influencia es clara, dice Bruno Galindo. "Los medios de comunicación están en casi todo lo que he escrito; encuentro imposible hablar de temas actuales y obviar estos factores... Los medios de comunicación son ahora más importantes que la Literatura, del mismo raro modo en que hoy Las Vegas es más influyente que París". Dice Elvira: "No voy a meter con calzador ningún procedimiento que la obra no demande". Lo que ve en la red, lo que percibe, no juega un gran papel, "sino en lo pequeño, en el 'aire' que transmito en mi obra". "Lo que a mi me apasiona, en realidad, y lo que intento plasmar en mis textos, es la capacidad de la imaginación lingüística, entendida como el empleo de un lenguaje lo suficientemente resonante como para poder competir con lo icónico y con lo sonoro".
A Irene Zoe Alameda las nuevas tecnologías le han hecho otra escritora que la que hubiera sido. "Quien eche un vistazo a mis textos lo verá. La imaginación y sus contenidos, y los medios de que se vale para expresarse, están interrelacionados". Y es un hecho, dice, que "el universo referencial del escritor de hoy ha incorporado como tercer universo el virtual, que se une a los antiguos (el rural y el urbano)".
Para Unai Elorriaga, que estudió y empezó a trabajar sin Internet, su descubrimiento fue "una bendición". Esos nuevos medios le aportan "muchísimo" como escritor y le dan "la oportunidad de acceder a mucha información en muy poco tiempo". Y además le permite una comunicación insólita antes: "Yo tengo mi agente literario en Alemania, me comunico con mi editora estadounidense en un segundo y continuamente me llegan correos de Argentina o de Polonia comentándome mi obra, sé lo que piensan mis lectores alemanes o un profesor de la Universidad de Boston".
Dice su colega Kirmen Uribe. "La estructura en red, la utilización de la primera persona, que los subcapítulos tengan la longitud de una pantalla de ordenador, que sean autónomos...". Todo eso tiene una gran influencia en su obra. "Incluso reproduzco", dice, "las nuevas tecnologías de manera explícita: correos electrónicos, entradas de Wikipedia, búsquedas de Google..."
No hay que lanzar las campanas al vuelo: todavía está el alma escribiendo, se necesita. Isaac Rosa: "No soy ni tecnófilo ni tecnófobo, pero no participo del optimismo tecnológico de muchos. En realidad no creo que Internet sea tan decisivo para la Literatura, porque no es tan decisivo para nuestras vidas aunque nos parezca que ya no podríamos vivir sin la red". Va más allá: "El copy paste como técnica constructiva, la googlelización del conocimiento, la brevedad expositiva, el espíritu multimedia que acaba en picoteo superficial..., son formas válidas para el ocio, el consumo o el trabajo, pero más bien empobrecedoras de la Literatura".
Y ya se notan esos efectos en muchas novelas, advierte Rosa. Kirmen tampoco se alumbra sólo con la luz de Internet. "Creo que los cambios en la narrativa no sólo vendrán por la influencia de las nuevas tecnologías. Lo definitivo es lo que percibe el escritor en la sociedad". La vida misma. Lo dice Irene Zoe: "Ahora 'los viejos temas' parecen no estar muy de moda, pero estoy segura de que, pasada esta oleada de novedad y creación de vocabulario y estilos, se redescubrirán formas clásicas, las cuales serán reformuladas".
Pero los efectos son imparables; lo dice Bruno Galindo: "La impronta de Internet trae consigo que las historias se abrevien y se vaya más al grano". Y eso porque "existe una identificación inexacta pero real entre el soporte digital y nuestra creciente falta de tiempo". Unai está ya convencido de que el torbellino es imparable: "Imagino que la gente maneja tanta información que los escritores no podemos seguir escribiendo como se escribía en el siglo XIX o en gran parte del siglo XX". La vida pasa ahora por la técnica, es bueno, viene a decir Vicente Luis Mora. "Skype mantuvo mi matrimonio intacto los largos meses en que mi mujer y yo vivíamos en continentes distintos". Y ahora Internet cambiará la Literatura "de una forma muy profunda, del mismo modo que la rueda o la imprenta transformaron la sociedad cuando eran técnicas recientes".
¿Y el libro, cómo ven la batalla entre el papel y la pantalla? Mora dice: "No veo ninguna lucha, creo que hay muchas posibilidades de convivencia pacífica y de aprovechar uno las ventajas del otro, y viceversa". Elorriaga: "El futuro del libro lo imagino como el futuro y como el presente en manos de una minoría. El libro de papel se debería mantener, pero con tiradas mucho más limitadas y casi como artículo de coleccionista". Irene Zoe ensaya un epitafio: "El papel es arqueología, como de hecho lo es un periódico impreso al final del día: tan obsoleto está el papel ya". En realidad, dice, el papel durará lo que duremos quienes hemos crecido leyendo libros impresos: le queda un siglo de vida". No está mal un siglo. Galindo reconcilia a un soporte con el otro: "Larga y afortunada convivencia del papel y el libro electrónico, supongo. Los libros clásicos serán objetos 'de buen gusto', como ahora los discos de vinilo. Los libros electrónicos posibilitan experiencias fabulosas. Ya lo hacen. Libros que se puedan conectar a la web a través de wifi y derivar sus historias a hipervínculos de ficción. Libros que incorporarán a sus lectores de un modo que ahora sólo empezamos a entender". Elvira Navarro no quiere ser Rappel, así que afirma: "Yo por el momento prefiero el papel para los libros, aunque el libro electrónico me parece una buena herramienta para quienes tengan que trajinar con manuscritos, como los editores".
- Ricardo Menéndez Salmón: "Siempre habrá buena y mala literatura, independientemente del soporte"
- Elvira Navarro: "No voy a meter con calzador ningún procedimiento que la obra no demande"
- Bruno Galindo: "Google es la panacea de la documentación, pero para escribir historias hay que tener una vida física"
- Unai Elorriaga: "Quizá lo que quiera el lector que se para ante un libro sea todo lo contrario al estrés de Internet"
- Irene Zoe Alameda: "Pasada esta oleada se redescubrirán las formas clásicas"
- Vicente Luis Mora: "Skype mantuvo mi matrimonio intacto"
- Isaac Rosa: "Internet no es tan decisivo para nuestras vidas"
- Kirmen Uribe: "El medio audiovisual está muy presente en la novela"
Edgar Franz Milton, un novelista de ficción, acepta una entrevista sobre literatura experimental, blogs y lectores
"Fragmento de la grabación de una charla entre Mathieu Vivant, joven reportero de Les inrockuptibles, y el popular novelista austronorteamericano Edgar Franz Milton, horas antes de que este ingiriese medio litro de desinfectante y agonizase en un hospital público de Tuckson, Arizona.
( ...) Señor Milton, ¿qué opina de los jóvenes escritores? ¿Así, en general? ¿Es usted idiota? Ejem. Digamos los jóvenes narradores experimentales.
Hay jóvenes podridos de teoría. Incapaces de transmitir una sola emoción. Se han quedado inválidos. Son eunucos. Con todo mi respeto para los eunucos. Que deben de ser sujetos de lo más emocionados.
Algunos de ellos replicarían que lo que usted echa de menos son los moldes antiguos.
Usted entre ellos, supongo. Me meo de risa. El problema es el apropiacionismo. ¿Aparece un aeropuerto? Eso ya es posmoderno. ¿Capítulos breves? El fragmentarismo. El rizoma. Esa mierda. Los jóvenes no están obligados a inventar nada. Todo lo contrario. Pero si dicen que inventan, que no nos engañen. Dios santo, el otro día leí un artículo de Gustavo Adolfo Bécquer sobre la aceleración de la realidad que producían los trenes. ¡De Bécquer! ¿Puedes creerlo? ¿Lee usted en español? Naturalmente. ¿Usted no? Me temo que no.
Así le va. Feo, gordo y anglófilo.
Perdone, pero soy francés.
Mucho peor. Feo, flaco e intrascendente. Por lo menos lo otro podría haberle interesado a Kennedy Toole. Con usted no habría manera de hacer una novela decente.
Ignoraré ese comentario, señor Milton. Volviendo a los jóvenes posmodernos, permítame decirle que no están solos en absoluto. De hecho, están de moda.
Muchacho. No sé si me conmueve o me da lástima. ¿De veras cree que una literatura experimental puede estar de moda? ¡Si casi nadie lee! Piénselo y verá que es totalmente al revés. Esos jóvenes no sólo no están de moda. Sino que acabarán con los pocos lectores que quedan. Son autores de los que se habla y no a los que se lee. Pero usted publica noticias sobre ellos. ¿Por qué no se ocupa de los libros que compran los buenos lectores literarios? A este paso en las librerías sólo habrá novelas ilegibles o mierda masiva. Y al final quedarán los best-séllers.
Muchos editores estarían encantados.
Cambiando de tema, ¿qué le parecen los blogs? Me parecen onomatopeyas. Es broma. Leo algunos. Pocos. Los de mis amigos y los de mis enemigos. Como todo el mundo. Pienso que los blogs siguen criterios bastante parecidos a los medios de comunicación tradicionales. No me sorprende. Porque los blogs importantes los hace la misma gente que ha estado, está o quiere estar en esos medios.
Y cuanto más poder tengan los blogs, más será así.
Si los blogueros amasen la libertad de contenidos, deberían desear que nadie los visite.
Pero usted ha defendido otras veces que la libertad de expresión en la Red no es ingenua, que debería tener los mismos límites éticos que los medios analógicos ...
El ingenuo es usted. Aunque me alegra que lea mis entrevistas. Como comprenderá me halaga. Lo que yo dije es que, si queremos tomarnos en serio Internet, deberíamos olvidarnos de la impunidad.
Lo otro es el juego imbécil del niño que no sabe qué hacer con su juguete. Hasta que no exista una Constitución Digital o algo parecido, vamos a perder el tiempo. Los internautas del futuro se van a reír de nosotros. Van a imaginarse que vivíamos en la selva.
No lo entiendo. Usted siempre ha opinado, permítame decírselo, como le ha dado la gana. Sin pelos en la lengua.
Efectivamente: usted no lo entiende. Yo no quiero quedar impune. Yo quiero que me metan en la cárcel. Por lo menos allí no hay debates literarios.
Perdone, señor Milton, ¿queda más café? A esta hora yo sólo tomo whisky. Pero si quieres te doy un dólar y bajas a la calle.
(...)
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Natalia Montejo Vélez
Promotora de lectura Biblioteca Pública Virgilio Barco
Tel: 3158890 ext 335
Correo electrónico: nmontejo@biblored.org.co
¿Cómo debería leerse un libro?
Me enfrasqué en la lectura intermitente de El lector común de Virginia Woolf, al que ya le robé un párrafo en una entrada anterior. Ahora quiero compartir otros del capítulo "¿Cómo debería leerse un libro?", donde la lucidez de Woolf brilla con fuerza antes de caer en la agonía de su alma.
El libro es un conjunto de ensayos que se publicaron por primera vez en 1925 y 1932, y que ahora Lumen recupera después de casi dos décadas sin reeditarse. Lo interesante, más allá de sus textos sobre Defoe, Jane Austen o Conrad, es cómo ella disecciona la piel de ese "lector común" que "lee por su propio placer más que para transmitir un saber o corregir las opiniones de los demás", pegándole un palo a los críticos profesionales. Pero dejemos hablar a Virginia:
"Permitir que unas autoridades, por muy cubiertas de pieles sedosas y muy togadas que estén, entren en nuestras bibliotecas y dejar que nos digan cómo leer, qué leer, qué valor dar a lo que leemos es destruir el espíritu de libertad que se respira en esos santuarios. En cualquier otra parte nos pueden atar leyes y convenciones; ahí no tenemos ninguna".
"El único consejo, en verdad, que una persona puede dar a otra acerca de la lectura es que no se deje aconsejar, que siga su propio instinto, que utilice su sentido común, que llegue a sus propias conclusiones".
"Poemas y novelas, historias y memorias, diccionarios y libros verdes; libros escritos en todas las lenguas por hombres y mujeres de todos los temperamentos, razas y edades se apretujan en la balda. (...) ¿Por dónde hemos de empezar? ¿Cómo vamos a poner orden en este concurrido caos y obtener así el más hondo y completo placer de lo que leermos?"
"La mayoría de las veces llegamos a los libros con la mente confusa y dividida, exigiendo a la ficción que sea verdad, a la poesía que sea falsa, a la biografía que sea aduladora, a la historia que refuerce nuestros propios prejuicios. Si pudiéramos desterrar todas esas ideas precondebidas cuando leemos, sería un comienzo admirable. No le dictemos al autor; intentemos convertirnos en él. Seamos sus compañeros de trabajo y sus cómplices".
"Toda literatura, cuando envejece, tiene su pila de desperdicios".
Y presten especial atención a este redentor párrafo final del capítulo:
"Algunas veces he soñado, al menos, que cuando llegue el día del Juicio Final y los grandes conquistadores y juristas y hombres de Estado vayan a recibir su recompensa -sus coronas, sus laureles, sus nombres esculpidos indeleblemente en mármol imperecedero-, el Todopoderoso se dirigirá a Pedro y le dirá, no sin cierta envidia cuando nos vea llegar con nuestros libros bajo el brazo. 'Mira, estos no necesitan recompensa. No tenemos nada que darles aquí. Han amado la lectura'."
Digitalización y precio son dos palabras que parecen enfrentadas. ¿Existen límites a la gratuidad en Internet? Aunque hoy los usuarios se beneficien del no pago, ¿cuáles son las consecuencias a nivel de los contenidos de la Web en el mediano y largo plazo? Aquí, algunas opiniones para pensar y debatir
A finales de la década de los noventa, una recién creada puntocom proveía servicios de alojamiento web a pymes norteamericanas. Todo parecía maravilloso: su página web era preciosa, la cultura de la empresa muy casual y el número de usuarios no paraba de crecer. Pero había un solo problema: casi todo era gratis.
La empresa proveía un servicio premium de pago, pero el servicio gratuito era tan bueno que casi nadie pagaba por nada. Los inversores se impacientaban. Varios millones de dólares quemados en atraer usuarios y darles servicio y casi ningún cliente. Así que alguien decidió que los usuarios tendrían que pagar. Después de todo, el precio propuesto era muy económico, podríamos decir que casi gratis.
Pero no enteramente gratis. Así que cuando llegó la fecha, menos del 2% de los clientes decidieron pasarse al servicio de pago. Hoy esta empresa está en la larga lista de las puntocom que murieron en aquella burbuja.
Google, YouTube, Facebook, Tuenti, Flickr, Digg son algunas de las muchas que sí han sobrevivido. Algunas ganan hoy dinero. Otras aún tienen que demostrarlo. Pero todas ellas tienen una cosa en común: son enteramente gratis para el usuario. Parece que digitalización y precio son dos palabras enfrentadas. Buenas noticias para los usuarios, pero no tan buenas para los inversores.
¿Existen límites a la gratuidad en Internet? La doctrina de que el coste en Internet tiende a cero y que por tanto los negocios pueden sustentarse de manera gratuita es falsa. Un servidor cada vez es más barato, pero cuesta dinero. Un programador cuesta dinero. Una estrategia para captar clientes cuesta dinero. Y así sigamos sumando.
Sí, muchos clientes lo podrán recibir gratis, pero alguien tiene que pagar si queremos empresas rentables. Pongamos el ejemplo de la prensa en Internet. Hoy los principales periódicos en papel tienen sus versiones gratis en Internet. Y les han aparecido un montón de competidores que sólo están on line.
¿Cuál es la diferencia entre el modelo papel + on line y el sólo on line? La principal es, en mi opinión, que un periódico como The New York Times llevado 100% al on line no puede ser rentable. Y lo mismo pasa con la mayoría de los diarios españoles. ¿Es porque pagan mucho a sus periodistas? ¿Porque escriben contenido que no interesa a nadie? ¿Porque tienen corresponsales en países que nadie sabe situar en un mapa? Personalmente creo que no. Ese modelo de negocio se sustentaba sobre una oferta de producto que tenía aceptación en el cliente y donde lectores y anunciantes pensaban que el precio merecía la pena.
Hoy esta ecuación está cambiando. ¿La alternativa? Bajar la calidad o cantidad de los contenidos. ¿Le parece atractiva esta posibilidad? Algunos dirán... pero si el futuro es que el ciudadano puede hacer de periodista, al igual que hace de productor en YouTube. ¡Por fin el poder se desplaza de la elite mediática a los ciudadanos!
Un minuto de reflexión. ¿Dejaría a un ciudadano, por bien intencionado que fuera, operarlo de un tumor en la cabeza? ¿Es que no tiene valor el periodismo de calidad? ¿Quién hará investigación rigurosa acerca de la corrupción política que nos asuela si no hubiera prensa de pago en nuestro país?
La calidad cuesta
¿Puede esta función cubrirla un periodismo ciudadano o un agregador de noticias? ¿Puede o quiere un periódico sólo on line cubrir la profundidad de noticias que cubren algunos periódicos de papel? Me parece que no.
Y esta reflexión sirve para muchos otros negocios de contenido... ¿Es que no querrá usted ver una buena película o será YouTube capaz de saciar toda su necesidad de entretenimiento? Y si nadie paga por el cine y todos nos lo bajamos gratis,¿tendremos en 10 años mejores o peores películas? Pensamos que el problema son los consumidores. Quieren contenido de calidad, pero gratis. Y se han (nos hemos) acostumbrado a no pagar por nada en Internet, incluso a justificar la piratería de contenidos.
No hemos sido capaces de dar suficiente valor al consumidor y de crear formatos de servicio que aporten valor y que sean innovadores. ¿Por qué es Apple tan exitoso y rentable? ¿Lo han conseguido vendiendo barato? ¿Gratis?
Los modelos gratis tienen cabida. Pero competir en lo gratis es tremendamente difícil. Google no tiene el éxito que tiene por casualidad. Han trabajado para ser exitosos. Ahora podemos escandalizarnos del poder que han alcanzado, pero es evidente que los demás han cometido un pecado de omisión.
Hay contenido de calidad que es gratis. Pero hay otros sectores en los que calidad y gratuidad están reñidos. ¿Estamos hoy preparados para lo "casi gratis" pero "no enteramente gratis"?
Algunos lo están consiguiendo. Apple, con iTunes y su App store está demostrando que muchos usuarios están dispuestos a convertirse en clientes. Este año The New York Times empezará a cobrar por ciertos contenidos. Sus directivos tiemblan de miedo. Veremos.
La obra busca ser fiel reflejo del uso del idioma en el momento en que se publica
"En 1972, en una entrevista, la lexicógrafa española María Moliner admitía: "Mi biografía es muy escueta en cuanto a que mi único mérito es mi diccionario" Hablaba, claro, del Diccionario de uso del español María Moliner (Gredos), preciada herramienta de los cultores de la lengua española con más de cuatro décadas de vigencia.
Muchos hemos visto en el María Moliner (aparecido por primera vez en 1966) un objeto de deseo y contado billetes para ver si llegábamos a comprarlo. Nunca fue barato pero ahora, y desde la primer semana de marzo, su tercera edición revisada y corregida sale doscientos pesos menos que hasta hace unos meses.
Es que, como parte de los festejos por el 25 aniversario del grupo editorial Del Nuevo Extremo, que distribuye en la Argentina a la editorial Gredos, el Diccionario de uso del español María Moliner pasó de costar 649 pesos a 450, en su última edición actualizada.
Como diccionario de uso, el de María Moliner es una guía de la aplicación de la lengua y tiene el mérito de traer, en cada entrada, sugerencias, sinónimos, puentes hacia otras entradas y frases. Nada menos.
El lingüista Joaquín Dacosta, responsable de actualización del material que, dice, ha dedicado a este libro los últimos diecisiete años de su vida, comentó a Clarín algunos puntos de esta edición.
-Con 40 años de vigencia de la obra de Moliner. ¿En qué se centra la actualización?
-El diccionario general debe aspirar a ser un reflejo del uso del momento en que se publica. La actualización, por tanto, consiste básicamente en la incorporación de artículos nuevos correspondientes a los términos que han entrado en circulación desde la edición anterior; la incorporación de nuevas acepciones en artículos ya existentes y la modificación de acepciones para ajustarlas al uso actual.
-¿Cuáles es el criterio para incluir o no nuevos términos en el Diccionario?
-Su vigencia en el uso real, independientemente de los gustos, preferencias o prejuicios de determinado redactor o institución. Los medios de documentación actuales corpus de referencia, buscadores de internet, etcétera nos permiten observar nítidamente cuáles son las vigencias en el uso estándar en todos su ámbitos (lengua culta, científica, formal, coloquial, argot...), y estas son las que ha de tener en cuenta el lexicógrafo.
-¿Se han incluido nuevas entradas y acepciones propias del español de las diferentes regiones de América Latina? ¿En qué proporción?
-Según la edición electrónica, de las 91.752 entradas del Diccionario, hay 7.015 que incluyen una o más acepciones americanas. Hoy disponemos de medios eficaces para documentar el uso americano y, sin duda, en ediciones posteriores su presencia se verá incrementada."
Resonancia magnética del cerebro donde se destacan las áreas que intervienen durante la lectura (Imagen de Haskins Laboratories). |
¿Por qué leemos ficción? ¿Por qué nos interesamos tan apasionadamente en personajes inexistentes? ¿Qué procesos mentales básicos se activan cuando leemos?
Lisa Zunshine, profesora de literatura de la Universidad de Kentucky, junto con otros diez estudiosos, en 1999 obtuvieron la autorización de la Modern Language Association para conformar un grupo de discusión sobre los enfoques cognitivos de la literatura.
El grupo observó que los seres humanos pueden captar sin problemas tres estados mentales diferentes al mismo tiempo. Los autores modernistas como Virginia Woolf, dijo Zunshine, son especialmente difíciles porque la escritora pide a sus lectores que estén atentos a seis diferentes estados mentales, o lo que los académicos denominan niveles de intencionalidad.
La noticia completa se publicó hoy en The New York Times. Aquí pueden leerla.