sábado, 29 de enero de 2022

Las traducciones de Proust

  Para reanudar el debate: ¿cuál es el mejor tomo de En busca del tiempo perdido?

Marcel Proust, en su aniversario/ elespectador.com

La celebración este año del centenario de la muerte de Marcel Proust será una buena excusa para reanudar el debate: ¿cuál es el mejor tomo de En busca del tiempo perdido? De los siete, hay cinco favoritos: I, II, IV, V, VII. A la última deliberación pasan dos: el I y el VII. Y gana por un margen mínimo el I. ¿Sospechoso? Un poco: muchos de los que eligen el I no han leído ni leerán ningún otro tomo (yo conozco a varios: son los “lectores sinécdoque”: los de la “parte” por el “todo”, los mismos que juran por el alma de sus madres que la lectura de una reseña de un libro equivale a la lectura de ese libro). En esta instancia el debate debe reiniciarse con mayor transparencia.

Por el lado de las traducciones, el debate también es arduo. Por casi medio siglo la traducción de Alianza Editorial —en la que participaron Pedro Salinas, José María Quiroga Plá y Consuelo Berges— fue punto de referencia obligatorio. Vinieron después las versiones de Carlos Manzano (Lumen), Mauro Armiño (Valdemar) y Estela Canto (Losada). Manzano tiende a neutralizar los vericuetos de la sintaxis proustiana en beneficio de la sintaxis española, Armiño peca por preciosista e incluye un aparato crítico-histórico bastante engorroso (tres diccionarios, fotos, notas y una introducción muy bien documentada que suman unas 500 páginas), y Canto mantiene una consistencia notable a pesar de que no alcanzó a traducir el séptimo tomo (a cargo de Graciela Isnardi, fiel al tono de su predecesora). De las tres me quedo con la de Estela Canto, y, puestos a elegir la mejor, diría que supera a la de Alianza, que de entrada tiene el “mal gusto” de castellanizar los nombres: Gilberta y Francisca en vez de Gilberte y Françoise, etc…

En el plano sintáctico hay grandes diferencias. Veamos dos pasajes de A la sombra de las muchachas en flor.

1. (Salinas): “Un mismo ser cogido en sucesivos momentos de su vida se entra en ambientes de distinta altura en la escala social, que no siempre son más elevados; y cada vez que en un periodo diferente de nuestra vida creamos relaciones o las reanudamos con un medio determinado, donde nos miman, empezamos, muy naturalmente, a tomarle apego y a echar en él raíces humanas”. (Canto): “Un mismo ser, tomado en momentos sucesivos de su vida, se baña en diferentes grados de la escala social, en medios que no son forzosamente más y más elevados; y cada vez que, en otro periodo de la existencia, anudamos o reanudamos vínculos con cierto medio, en el que nos sentimos elegidos, empezamos, naturalmente, a unirnos a él, creando raíces humanas”.

2. (Salinas): “Eso que se llama la posteridad es la posteridad de la obra. Es menester que la obra de arte (sin tener en cuenta, para simplificar, a los genios que en la misma época puedan trabajar paralelamente preparando para el porvenir un público mejor, del que se aprovecharán otros) cree ella misma su posteridad”. (Canto): “Lo que se llama la posteridad es la posteridad de la obra. Es necesario que la obra (sin tomar en cuenta, para simplificar, los genios que en la misma época pueden paralelamente preparar para el porvenir un público mejor, del que se beneficiarán los otros genios) cree ella misma su posteridad”.

Juzguen ustedes.

sábado, 22 de enero de 2022

El salto a la ficción del cronista Cristian Alarcón se alza con el premio Alfaguara de novela

El jurado ensalza El tercer paraíso como una obra que “abre la puerta a la esperanza de hallar en lo pequeño un refugio frente a las tragedias colectivas”

Cristian Alarcón se alza con el premio Alfaguara de novela./elpais.com.Foto/elperiodico.com



El confinamiento de 2020 es el punto de partida de la novela El tercer paraíso, la primera que ha escrito el veterano cronista Cristián Alarcón (La Unión, Chile 52 años) y con la que ha obtenido el XXV Premio Alfaguara. Autor de dos importantes títulos de no ficción Cuando me muera quiero que me toquen cumbia. Vidas de pibes chorros (2003) y Si me querés, quereme transa (2010)el periodista, que ha sabido narrar como pocos en las últimas décadas la violenta realidad urbana de Argentina, se aleja en su nueva obra de la crónica para adentrarse en una historia en la que se vertebran botánica e historia familiar. Así conforma un libro “dual”, según apuntó el presidente del jurado, Fernando Aramburu, el jueves por la tarde en el Casino de Madrid. Desde Buenos Aires con camisa floreada y planta al fondo, el autor se conectó telemáticamente tras conocerse el fallo. Antes, habló Nuria Cabutí, consejera delegada de Penguin Random House, grupo editorial al que pertenece el sello Alfaguara, quien recordó la historia del galardón y su clara vocación panhispánica.

 Veinticinco años después de que el Premio Alfaguara de novela resurgiera —con la voluntad de “apoyar el mejor talento de nuestra lengua común”, como apuntó Cabutí— la obra ganadora en 2022 está ambientada en Chile y Argentina. El tercer paraíso abarca una línea temporal amplia en la que son reconocibles hechos históricos como el terremoto de 1960, el gobierno de Salvador Allende y el golpe de Estado de Pinochet. “Aunque la historia no elude tragedias es una novela de esperanza ante la posibilidad de encontrar un paraíso personal”, subrayó Aramburu. El autor de Patria cerró su intervención citando unos versos de la canción de Violeta Parra, La jardinera: “Cuando me aumentan las penas, de mi jardín han de ser las enfermeras”.

Nacido en Chile, Alarcón llegó con su familia a Argentina con poco más de cuatro años huyendo de la dictadura de Pinochet y se formó como periodista en la Universidad de la Plata, donde hoy imparte clases. Desde los años noventa sus investigaciones han aparecido en los diarios Página/12 y Clarín, y en revistas como Gatopardo y Rolling Stone. Hace una década armó la revista digital Anfibia, publicada por la UNSAM, y Cosecha Roja, la Red Latinoamericana de Periodismo Judicial, dos proyectos que siguen en marcha. La hibridación entre el mundo académico y el periodístico, que caracteriza esa publicación, está conectada también con su debut en la ficción con un libro en el que se van entrelazando distintas líneas narrativas, reconstruyendo la historia familiar del narrador, el jardín que va plantando y la historia de la botánica. “He sido periodista toda mi vida. He escrito sobre la guerra urbana, sobre narcos y a los 50 años me reencontré con la profunda relación que muchos necesitamos con la naturaleza. He buscado dentro y no fuera. Esta novela es un proceso de introspección, un homenaje a todas las mujeres que han sembrado todo lo que ha crecido en Latinoamérica. El encierro me ha liberado”, apuntó el escritor que definió su obra como “feminista, queer y botánica”, una “performance botánica en un texto”.

Alarcón tenía dos proyectos de no ficción estancados, y en el confinamiento recibió un encargo para escribir un ensayo sobre el futuro, que resultó ser la semilla del libro ahora premiado. Ha pasado dos veces la covid y durante la escritura de El tercer paraíso (título que, como apuntó, rinde homenaje a Manifiesto del tercer paisaje de Gilles Climent) logró dejar atrás “al cronista que lo controla todo como un tercer ojo universal”, y en un momento dado cruzar también la frontera física argentina e instalarse en Chile en la comunidad campesina y proletaria de la que procede su familia y en la que él nació. “Me reencontré con el mundo mapuche y con ese Chile en transformación, aunque esto último queda fuera de la novela”, señala. Añade que entre sus nuevos proyectos está el lanzamiento de una edición chilena de Anfibia.

El protagonista de El tercer paraíso, cuya publicación simultánea en España, América Latina y Estados Unidos está prevista el 24 de marzo, se retira a una cabaña en las afueras de Buenos Aires ante el advenimiento de la pandemia. Allí se vuelca en el cultivo de plantas y en el estudio de la botánica y las grandes expediciones científicas del siglo XVIII. A través de las plantas reconstruye el pasado, las dalias de su abuela, el exilio y la incertidumbre, con una estructura elíptica. “Van y vienen historias del clan que sobrevive a sí mismo, desde el niño marica y la violencia que atraviesa su clase, a la necesidad de narrar la construcción de un jardín”, explica.

Homenaje a las mujeres

Alarcón ha concebido su debut en el terreno de la ficción como un homenaje a las mujeres. Ellas siempre han jugado un papel importante en sus crónicas. “Esas luchadoras feroces vuelven a estar aquí, pero a través de personajes inspirados en mi madre y mi abuela. La mujer latinoamericana es la más golpeada, la que defiende la comida y el territorio y se defiende sus padres y esposo”, señala.

Después de dos años de pandemia y ese ensayo sobre el futuro del que surgió esta novela, ¿ha llegado Alarcón a alguna idea sobre el futuro? “Es una palabra enorme que ha perdido sentido, nos excede la naturaleza y también nos exceden los ancestros. Lo que me impulsa siempre es aprender”, asegura con exultante sonrisa.

Dotado este año con 154.000 euros, el premio Alfaguara en estos 25 años ha premiado entre otros al nicaragüense Sergio Ramírez, al argentino Tomás Eloy Martínez, a los colombianos Juan Gabriel Vásquez y Pilar Quintana, o al español Ray Loriga que en 2022 ha formado parte del jurado. Además de Aramburu en él estaban la periodista y escritora Olga Merino; Marisol Schultz, directora de la FIL de Guadalajara; la librera de La lata peinada, Paula Vázquez, y la directora editorial de la división literaria de Penguin Random House, Pilar Reyes, con voz pero sin voto. 

domingo, 16 de enero de 2022

El cómic del posconflicto en Colombia

  La tragedia de la guerra en Colombia y las dificultades de la posguerra han encontrado un nuevo nicho narrativo para ser contados a un público más amplio: la novela gráfica

          Cubiertas de los cómics 'En el ombligo' y 'Tierra removida'./elpais.com

Una mujer colombiana busca enterrar el cadáver de su padre en su pueblo, pero encuentra que el cementerio es un campo minado. Unas familias campesinas buscan reconstruir su vida en la tierra de la que fueron desplazadas por la violencia, pero encuentran sus casas tomadas por la maleza o rodeadas de monocultivos de palma. Una mujer guerrillera pensaba que ya no tenía familia, pero descubre al desmovilizarse que uno de sus compañeros de guerra era su primo. Una chica en Burdeos pensaba que su madre le había abandonado, pero se entera décadas después que esta desapareció en un centro de tortura.

Historias como estas, que ha dejado la guerra en Colombia, abundan en la vida cotidiana, pero no siempre encuentran la mejor vía para ser contadas. Los reportes académicos sobre lo ocurrido en más de medio siglo de conflicto armado tienen pocos lectores, al igual que las sentencias judiciales, aunque sean aportes fundamentales para la verdad. Pero en los últimosaños, en el mundo de las letras, estas complejas historias de vida han encontrado un nuevo nicho para hacerse escuchar ante un público más amplio: la novela gráfica o cómic.

“Lo que el cómic te da es una lectura rápida, fácil, atractiva”, dice el ilustrador español Javier de Isusi, quien publicó Transparentes en 2021, una conmovedora novela gráfica sobre una mujer en Burdeos que busca la verdad sobre su madre y otras historias de colombianos exiliados. “Las personas siempre necesitamos contarnos historias para entender la realidad y el cómic es una manera que aprovecha el vehículo de los dibujos”, añade Isuso. “El texto te puede aportar los hechos, pero el dibujo entra por otro lugar distinto al cerebro: no entra por un lugar tan cognitivo como es la letra sino por un lugar más sensorial. Los dibujos siempre permiten entrar por el lado de la emoción”.

Isusi publicó Transparentes en 2021 tras ser contactado por la Comisión de la Verdad, una institución de justicia transicional que fue creada tras los acuerdos de paz entre la guerrilla de las FARC y el Gobierno en 2016, y que busca que el debate por la memoria colectiva de la guerra sea lo más amplio posible. “Quienes nos fuimos de Colombia nos volvimos transparentes a los ojos de los que se quedaron”, dice uno de los personajes en la novela. “Como que no contamos ya”. De acuerdo a cifras de la ACNUR, entre 2000 y 2012, al menos 400.000 colombianos se vieron forzados al exilio.

Uno de los principales representantes de la Comisión de la Verdad, Carlos Maristein, le permitió al ilustrador tener acceso a documentos, testimonios y lo invitó a reuniones con hijos de exiliados cuyas historias inspiran esta novela. “De todos los guiones de cómic que he escrito, este es uno de los más difíciles que he hecho”, cuenta Isusi, quien ganó el Premio Nacional de Cómic en España en 2020.

 “El cómic siempre ha estado muy asociado a lo urbano, a fantasías, al humor y aventuras, pero para nosotros era interesante como grupo poder sacar nuestro oficio de la ciudad y de nuestra zona de confort”, cuenta el colombiano Pablo Guerra, fundador de Cohete Comics, uno de los pocos sellos editoriales en el país que se dedican a la novela gráfica, desde 2016.

Guerra es coautor de Caminos Condenados, una novela de 2016 que él describe como cómic documental y que se basó en un estudio académico sobre el desplazamiento forzado de campesinos en una zona rural del caribe colombiano llamada Montes de María. Allí, empresas madereras de teca y de palma se tomaron los terrenos abandonados por campesinos durante los peores años de la violencia. “Nos están enterrando en nuestra propia casa”, dice uno de los campesinos en la novela.

En el cómic documental, explica Guerra, es evidente que lo que se reporta sobre el conflicto armado está mediado por el ilustrador: es imposible ignorar que se trata de un dibujo, una caricatura, y no una foto. Pero precisamente por eso es un género que tiene el potencial de volver a recordar visualmente, trabajando junto a las personas que vivieron la guerra, aquello que ocurrió y que ninguna cámara pudo registrar. Eso que solo registró la memoria.

“Un cómic está hecho de viñetas en secuencia, pero tenemos el reto de, a partir de esas viñetas, reconstruir un territorio, y cada viñeta era una ventana a cómo ese territorio es recordado por alguien”, cuenta Guerra. Además de dirigir Cohete Comics, también fue coautor de La Palizúa y Sin Mascar Palabra, dos novelas gráficas del Centro de Memoria Histórica —otra institución de justicia transicional— sobre dos comunidades campesinas que fueron desplazadas por grupos armados. “Las comunidades tienen distintas maneras de cómo quieren hacer su proceso de reparación y estas dos en específico pidieron que como parte del proceso hubiera una narrativa gráfica que contara lo sucedido allí”, cuenta Guerra. De acuerdo con cifras oficiales, al menos seis millones de personas fueron desplazadas de sus hogares durante el conflicto de las últimas décadas.

Comete Cómics es un sello que forma parte de Laguna, una editorial independiente que en 2021 ganó el premio nacional de poesía en Colombia por un libro que, si bien no es una novela gráfica, también combina de forma muy innovadora la poesía con las ilustraciones. La Mata, un poemario de Eliana Hernández e ilustrado por María Isabel Rueda, es un libro sobre una dolorosa e icónica masacre que llevaron a cabo grupos paramilitares en el año 2000 contra otro pueblo de el caribe, El Salado, y de la que fueron víctimas al menos 105 personas. El pueblo quedó casi desierto.

“¿En qué piensa la mata, sonámbula, luego de verlo todo?”, se pregunta el poema, que cuenta la masacre desde distintas voces mientras dibujos de las plantas se toman una casa del pueblo abandonada. Para su investigación Hernández se basó en el primer informe de la Comisión de Memoria Histórica sobre El Salado, junto con reportes de prensa, pero también fuentes que explicaran la flora en esta región del caribe colombiano. 

“El dibujo de María Isabel crea un efecto análogo a lo que hacen los poemas, pero desde un lugar quizás menos consciente”, cuenta Hernández. “Sugiere una violencia que va abarcando el espacio, tomándose las voces, y al final da cuenta también de una transformación. Me parece que le aporta al libro una oscuridad que necesitaba”.

En otra esquina, los victimarios de la guerra, no solo las víctimas, también han llegado a las viñetas del cómic. A finales del 2020, las españolas Gala Rocabert Navarro y Anna-Lina Mattar ganaron el Premio Internacional de Novela Gráfica Fnac-Salamandra Graphic por un libro sobre los desmovilizados de las FARC titulado En el ombligo. Publicado en diciembre en España (llegará a finales de enero a Colombia), esta novela también está inspirada en hechos reales y cuenta la historia de una estudiante de ciencias sociales que viaja como voluntaria a uno de los territorios transitorios donde se conglomeran 248 guerrilleros para su proceso de desmovilización y reintegración. En 2016, se estima que cerca de 13.000 guerrilleros accedieron a dejar las armas en el proceso de paz.

“Después de tantos meses aquí, noto que hay quienes todavía no confían en mí”, dice la estudiante, Gala, inspirada en la autora del libro, quien vivió en este campamento entre abril del 2017 y septiembre del 2019. “Lo he ido entendiendo”, añade el personaje. “La experiencia de la guerra deja miedos, recelos, desconfianzas… tanto con la gente con la que compartieron como con la nueva”.

“El formato de este libro es como un diario de campo: no tiene viñetas cerradas y tiene algunos trozos de texto”, explica Anna-Lina Mattar, quien ilustró la novela usando el diario de campo de Navarro. “Si se trata de retratar temas muy íntimos, como estos, si lo dibujas es menos invasivo para la gente”, dice Mattar, comparando este género con el documental o el ensayo fotográfico. Una cámara puede ser tan intimidante que puede silenciar al entrevistado. Un dibujante, en cambio, es más silencioso: escucha con calma y luego dibuja.

“Yo he visto la novela gráfica como una oportunidad para llegar a un público más amplio y que no fuera sólo académico”, dice Navarro, que estudió antropología y sociología pero decidió mudarse al formato gráfico para poder compartir su experiencia en una sociedad donde la desmovilización de las FARC sigue siendo un tema polarizante en Colombia. “Lo que he intentado en el libro es trascender esa polarización, he intentado ir más allá”, dice Navarro. “Por ejemplo, todos los personajes que salen son personajes cotidianos de la base, no hay personajes políticos ni destacados, y veo que es lo que pasa en el día a día de la gente, porque creo que es desde ahí es como se construye la paz. Quisiera superar ese discurso de la guerra que separa víctimas y victimarios”.

Las novelas gráficas del posconflicto muestran que la paz, como la prometen los discursos políticos o los acuerdos legales, es mucho más difícil de cumplir. Los exiliados temen regresar. Los desplazados no consiguen, entre la palma, reconstruir la vida que tuvieron. Los guerrilleros desmovilizados no siempre reciben los apoyos que les prometieron. Desde finales del 2016, se considera que casi 300 excombatientes han sido asesinados en Colombia. El posconflicto es un proceso más difícil de lo que se veía en 2016.

Natalia Jiménez es miembro de una organización no gubernamental llamada Somos CaPAZes y que hace pedagogía sobre construcción de paz y que hace poco decidió incursionar en el cómic. En el primer semestre de este año publicarán Tierra Removida, una novela gráfica sobre una mujer que viaja con el cadáver de su padre a su pueblo natal para enterrarlo allí, pero se encuentra con que el cementerio está lleno de minas puestas ahí durante el conflicto. El Gobierno, muestra el cómic, ha sido lento e ineficaz en el proceso de desminar el cementerio.

“Hace 15 años que no enterramos a nadie”, cuenta el alcalde del pueblo en esta novela gráfica en la que un policía, un desmovilizado de las FARC y otro de los paramilitares logran trabajar juntos a pesar de haber sido enemigos a muerte. Los personajes, como en los otros cómics, están basados en historias reales. “Es hora de revolver la tierra y resembrar”, responde otro personaje más adelante.

“Este cómic lo hicimos después de que ACDI/VOCA –una organización de USAID– hizo un estudio que revelaba que, en los municipios especialmente golpeados por el conflicto armado, el 85% de los jóvenes pensaban que no había habido ningún avance en términos del acuerdo de paz del 2016″, cuenta Jiménez. Se refiere a una encuesta en 170 municipios que tienen unos programas especiales de desarrollo desde 2016. “Y sí hay muchos problemas, es cierto, también es cierto que sí ha habido avances. Nosotros queríamos llegar a estos jóvenes, pero no queríamos que ellos sintieran que les estábamos dando cátedra”.

El ilustrador de esta novela gráfica es Miguel Vallejo, conocido como Gusanillo, que prefiere usar la palabra historietas para hablar de cómic, y que considera que el país vive un renacimiento del género. Recuerda un único esfuerzo en el mundo de la historieta colombiana, en los años setenta, cuando un reconocido sociólogo colombiano llamado Orlando Fals Borda intentó hacer cómics sobre la historia de movimientos campesinos que reclamaban su derecho a la tierra en el caribe.

“Lo que hizo Fals Borda fue un referente importante, pero creo que lastimosamente él no estaba tan articulado editorialmente”, cuenta Vallejo. “Ahora sí siento que tenemos una oportunidad para volver a contar esa historia, nuestra historia, en nuestros propios términos. Y es genial hacerlo en un país donde el cómic no es algo tan estructurado como lo es en Francia o Estados Unidos: nosotros podemos beber de cualquier parte, es decir, de distintas estructuras. En otras partes buscan autores o editores que tengan las mismas líneas, que sean sobre todo lo que quiere Marvel o DC Comics”.

La historia de la guerra puede contarse de distintas maneras: sentencias, libros académicos, películas, novelas, canciones, grafitis. Nadie tiene, afortunadamente, el monopolio. Ahora se suma la novela gráfica, que, como dice Vallejo, “era antes vista como algo para niños”. Cuando se publicó la novela TransparentesFrancisco de Roux, un reconocido sacerdote jesuita que preside la Comisión de la Verdad, escribió un prólogo en el que dice que el cómic “no es un panfleto para ojear ni un texto para leer a la carrera”. Es un libro para escuchar, de otra forma, a quienes vivieron la guerra. “Es una convocatoria a caminar con otros caminos que continúan”, dice. “Tómenlo en serio”

domingo, 9 de enero de 2022

Cinco libreros nos recomiendan sus autores colombianos favoritos de 2021

Libreros de Cartagena, Cali, Medellín y Bogotá hablaron con de sus mejores descubrimientos en autores colombianos. Una lista perfecta para las lecturas de fin de año



La librería Wilborada 1047 está ubicada en el barrio Quinta Camacho en Bogotá / FOTO: Wilborada 1047


Alberto León Gómez, Wilborada 1047, Bogotá

Wilborada es una librería con énfasis en narrativa y ciencias sociales, ubicada en una casa tradicional del barrio Quinta Camacho en Bogotá, donde trabaja un equipo de seis libreros.

Alberto Gómez es uno de ellos, es literato de la Universidad de los Andes, nació en Medellín, pero ha vivido toda su vida en la capital colombiana. Estos son sus tres libros recomendados del año: Sofoco, de Laura Ortiz Gómez. Editorial Laguna Libros


“Este libro consta de una serie de cuentos que se sitúan en la ‘periferia’ del país. Narra lugares que han vivido problemas causados por el conflicto que desde las ciudades no alcanzamos a dimensionar. La narración nos acerca a habitantes, de lugares como Dabeibá, El Tigre, Ituango e incluso a sitios urbanos como el barrio El Pescadito de Cali, contándonos sus alegrías, tristezas y anhelos. En todas las historias hay algo de humor y se nota que la autora ha recorrido el país. La autora pone a hablar a sus personajes con un tono muy natural”.

Sofoco ganó este año el Premio Nacional de Narrativas Elisa Mujica, que reconoce las mejores obras de escritoras colombianas. Esta herida llena de peces, de Lorena Salazar Masso. Editorial Angosta


“Para nosotros en Wilborada este libro ha sido una grata sorpresa, pues ha tenido un importante récord de ventas. Es la historia de una madre blanca que lleva a hijo adoptivo negro para entregárselo a su mamá biológica. El viaje se sitúa en el Río Atrato y la narración está llena de reflexiones muy interesantes sobre la maternidad”. Las Travesías, de Gilmer Mesa. Editorial Penguin Random House


“Esta es una ficción autobiográfica que explora la violencia en Antioquia desde la primera mitad del siglo XX hasta nuestros días. En 2019 el autor publicó la novela La Cuadra, en la que a los lectores nos quedaron muchas preguntas sobre la violencia que vivieron los personajes de la obra. Mesa se devuelve en el tiempo y en Las Travesías explora esos elementos pendientes. Los dos libros se pueden leer de forma independiente, pero cuando se leen los dos, ambos adquieren significados distintos”.



La librería feminista El Telar de las palabras está ubicada en la localidad de Chapinero, en Bogotá. / FOTO: El Telar de las Palabras


María Isabel Martínez, El Telar de las Palabras, Bogotá

“Las mujeres tejen, y tejen palabras”, dice María Isabel Martínez, una de las fundadoras de El Telar de las Palabras, librería feminista que se encuentra en la localidad de Chapinero, en Bogotá.

Martínez recomienda estos tres libros, escritos por mujeres, que fueron publicados en 2021: Anacronía: antología de cuentos feministas, de Dunia Oriana González. Editorial Cuatro Ojos


“Es una serie de cuentos que narran las violencias que viven niñas, jóvenes y mujeres en Colombia. Las historias son contadas con un tono feminista desde las voces propias de estas mujeres que resisten, y es una narración muy personal sobre situaciones cotidianas”. Qué hacer con estos pedazos, de Piedad Bonnett. Editorial Alfaguara


“Piedad Bonnett es una gran escritora colombiana que todas deberíamos leer”, dice Martínez.

Este libro cuenta la historia de una periodista jubilada llamada Emilia y empieza con la remodelación de su cocina, que realmente es una metáfora sobre las experiencias del personaje frente a las violencias de género. Entre redes, de Alexandra Castrillón Gómez. Editorial Alexandra Castrillón


“Este libro narra la historia de dos personas, @iotaescritor y @marcelalinda90, que se conocen a través de Instagram, se enamoran; pero luego se desilusionan al darse cuenta que sus personalidades fueron construidas artificialmente para redes sociales. Es un libro interesante porque, al igual que todos los escritores, Castrillón escribe desde su contexto histórico y reflexiona sobre este. La historia del libro es un reflejo de las dinámicas sociales en la actualidad, en la que las ‘selfies’ y los posts se convierten en máscaras que no muestran nuestra realidad”.



Grámmata Librería tiene una sede en el barrio Laureles de Medellín. / FOTO: Librería Grámmata


Marvin Santiago, Librería Grámmata, Medellín

Grámmata fue fundada hace diez años por Wilson Mendoza, reconocido librero que también ayudó a montar la librería de la Universidad de Antioquia.

Marvin Santiago trabaja en Grámmata. Es Historiador de la Universidad Nacional de Colombia, tiene 24 años y sus géneros favoritos son la crónica y los relatos. Estos son sus recomendados del año: Mientras mueres, de Ana Ramírez G. Grámmata Editores


“Ramírez es una autora antioqueña y talentosa. Este libro es una historia muy fuerte sobre una mujer que tiene Alzheimer y está narrado a seis voces, lo cual es un reto muy grande para los escritores. La mujer, sus cuatro hijos y la trabajadora doméstica muestran cómo la familia se desintegra con el tiempo”. Grávido Río, de Ignacio Piedrahíta. Editorial Eafit


“Usualmente no vemos de cerca a las personas que trabajan en las ciencias naturales y este libro nos permite hacerlo a través del campo literario. Esta obra es una colección de relatos que enganchan al lector sobre un geólogo, el mismo autor, y sus recorridos por el río Magdalena y parte del río Cauca”. Lo urdido en las aceras, de Arbey Salazar Blandón. Vásquez Editores


“Esta serie de relatos que ocurren en el barrio Aranjuez, de Medellín, nos invita a repensar el entorno urbano y a los barrios populares de Colombia. Es común ver que muchos escritores al narrar la ciudad deciden ser pulcros, y por ello poco sinceros. Sin embargo, en esta obra el autor sale completamente de ese estilo de escritura”.




En medio de la Ciudad Amurallada de ‘La Heroica’ se encuentra Ábaco libros y café. / FOTO: Ábaco libros y café

Juan Daniel Barón Grillos, Ábaco libros y café, Cartagena

Ábaco fue fundada en el 2001 por María Gutiérrez, una bogotana que le apostó a crear la “primera librería independiente” en Cartagena. Está ubicada en el centro histórico de la ciudad.

Juan Daniel Barón trabaja hace cuatro años en la librería. Estudió Comunicación Social en la Universidad Jorge Tadeo Lozano y se graduó de la sede de Cartagena. Tiene 33 años y recomienda estos libros para cerrar el 2021: Casa de furia, de Evelio Rosero. Editorial Alfaguara


“Rosero se burla de la idiosincrasia colombiana sin caer en un tono grosero o prepotente. Narra la historia de una fiesta de aniversario de un político y su esposa en la que ocurren una serie de calamidades. Aunque la protagonista es una de las hijas del político, todos los personajes narran una historia dramática, pero con mucha gracia, que parece fantasía y pueden llegar a pasar en el contexto colombiano”. Asombro, de Tomás González. Editorial Seix Barral


“González en sus obras suele conectar catástrofes naturales con las emociones y experiencias de los personajes. En este libro el autor reflexiona sobre su vida privada y su obra en general de una manera fascinante”.

Asombro es una obra en la que Tomás González recopila entrevistas que le han hecho y algunos de sus textos de no ficción de los últimos 20 años en un solo libro. Los abismos, de Pilar Quintana. Editorial Alfaguara


“Esta obra es una muestra de la resistencia de la autora como mujer en un mundo en el que todo es más difícil para ellas. Es un recorrido por la vida de una adulta que recuerda su camino desde la niñez. El relato está atravesado por experiencias de depresión y traición, y en la construcción de los personajes se pueden ver una reflexión sobre los referentes de las mujeres en su vida. Es un gran libro, que además se ganó el premio Alfaguara”.



La Libertienda de Cali, ubicada en el barrio San Cayetano. / FOTO: Libertienda

Héctor Iván Granda, Libertienda, Cali

La Libertienda de Cali, que se ha convertido en un centro cultural de la ciudad, fue fundada por Héctor Iván Granda hace ocho años y hoy se encuentran en el barrio San Cayetano.

Granda nació en Palmira y vive en Cali desde hace 21 años, donde trabajó como vigilante mientras estudiaba filosofía en la Universidad del Valle (Univalle). Él recomienda estos libros: Lo que no fue dicho, de José Zuleta. Editorial Seix Barral


“José es un excelente escritor caleño del que vale la pena leer su obra completa. Lo que no fue dicho fue lanzado hace tres meses en la Feria del Libro de Cali. Inicia con la noticia de que la madre del narrador ha muerto y desde allí se convierte en una novela existencial llena de poesía y paisaje que engancha a los lectores”. La gente pide para bailar tumba y bongó, de Fabio Martínez. Editorial Pigmalión


“Fabio Martínez ha tenido una trayectoria muy interesante como escritor. Es docente y fundó la revista La Palabra de la Univalle. Este libro trata sobre afrodescendientes que viven a las orillas del río Cauca, entre los años 60 y 70. Lo recomiendo para aquel que quiera conocer más sobre la cultura caleña y la ciudad a la que nuestra generación quiere volver: la Cali de antes de la época del narcotráfico. Muestra los ritmos musicales del Valle, el momento en el que se impone la salsa y definitivamente es un libro para ‘ser bailado’”, concluye Granda. La madre, de Óscar Hernán Correa Victoria. Editores Unidos


“Trata sobre un personaje de 80 años que vive en Palmira con su madre de 103. Todos los días el hombre se levanta a revisar con su dedo índice la respiración de su mamá para asegurarse que respira y se dice ‘hoy no es el día’. Correa tiene una pluma muy dulce y llena de metáforas que sorprende a los lectores, por eso lo recomiendo”.

Tomado de Colombia Visible. wradio.com.co