Para reanudar el debate: ¿cuál es el mejor tomo de En busca del tiempo perdido?
Marcel Proust, en su aniversario/ elespectador.com |
La celebración este año del centenario de la muerte de Marcel Proust será una buena excusa para reanudar el debate: ¿cuál es el mejor tomo de En busca del tiempo perdido? De los siete, hay cinco favoritos: I, II, IV, V, VII. A la última deliberación pasan dos: el I y el VII. Y gana por un margen mínimo el I. ¿Sospechoso? Un poco: muchos de los que eligen el I no han leído ni leerán ningún otro tomo (yo conozco a varios: son los “lectores sinécdoque”: los de la “parte” por el “todo”, los mismos que juran por el alma de sus madres que la lectura de una reseña de un libro equivale a la lectura de ese libro). En esta instancia el debate debe reiniciarse con mayor transparencia.
Por el lado de las traducciones, el debate también es arduo. Por casi medio siglo la traducción de Alianza Editorial —en la que participaron Pedro Salinas, José María Quiroga Plá y Consuelo Berges— fue punto de referencia obligatorio. Vinieron después las versiones de Carlos Manzano (Lumen), Mauro Armiño (Valdemar) y Estela Canto (Losada). Manzano tiende a neutralizar los vericuetos de la sintaxis proustiana en beneficio de la sintaxis española, Armiño peca por preciosista e incluye un aparato crítico-histórico bastante engorroso (tres diccionarios, fotos, notas y una introducción muy bien documentada que suman unas 500 páginas), y Canto mantiene una consistencia notable a pesar de que no alcanzó a traducir el séptimo tomo (a cargo de Graciela Isnardi, fiel al tono de su predecesora). De las tres me quedo con la de Estela Canto, y, puestos a elegir la mejor, diría que supera a la de Alianza, que de entrada tiene el “mal gusto” de castellanizar los nombres: Gilberta y Francisca en vez de Gilberte y Françoise, etc…
En el plano sintáctico hay grandes diferencias. Veamos dos pasajes de A la sombra de las muchachas en flor.
1. (Salinas): “Un mismo ser cogido en sucesivos momentos de su vida se entra en ambientes de distinta altura en la escala social, que no siempre son más elevados; y cada vez que en un periodo diferente de nuestra vida creamos relaciones o las reanudamos con un medio determinado, donde nos miman, empezamos, muy naturalmente, a tomarle apego y a echar en él raíces humanas”. (Canto): “Un mismo ser, tomado en momentos sucesivos de su vida, se baña en diferentes grados de la escala social, en medios que no son forzosamente más y más elevados; y cada vez que, en otro periodo de la existencia, anudamos o reanudamos vínculos con cierto medio, en el que nos sentimos elegidos, empezamos, naturalmente, a unirnos a él, creando raíces humanas”.
2. (Salinas): “Eso que se llama la posteridad es la posteridad de la obra. Es menester que la obra de arte (sin tener en cuenta, para simplificar, a los genios que en la misma época puedan trabajar paralelamente preparando para el porvenir un público mejor, del que se aprovecharán otros) cree ella misma su posteridad”. (Canto): “Lo que se llama la posteridad es la posteridad de la obra. Es necesario que la obra (sin tomar en cuenta, para simplificar, los genios que en la misma época pueden paralelamente preparar para el porvenir un público mejor, del que se beneficiarán los otros genios) cree ella misma su posteridad”.
Juzguen ustedes.