La escritora uruguaya, poeta y narradora desde hace 60 años, es la sexta mujer que se une al palmarés Cristina Peri Rossi.
Es raro recordar que la poeta uruguaya Cristina Peri Rossi tiene 80 años. "La Rimbaudcita" la apodó el poeta Ángel Rama en sus primeros años de carrera y la broma suena hoy como una invitación a la isla de los niños perdidos. El erotismo, la transgresión, la ciudad, la construcción de la propia identidad, la amistad... los temas que marcan los casi 60 años de literatura de Peri Rossi, son los propios de una escritora joven. Hoy, el Premio Cervantes, el más prestigioso de las letras en español, ha elegido a la autora de 'Los museos abandonados' como una manera de rejuvenecer su palmarés.
El jurado del premio, presidido por el académico José Manuel Sánchez Ron, ha reconocido en Peri Rossi "la trayectoria de una de las grandes vocaciones literarias de nuestro tiempo y la envergadura de una escritora capaz de plasmar su talento en una pluralidad de géneros. La literatura de Cristina Peri Rossi es un ejercicio constante de exploración y crítica, sin rehuir el valor de la palabra como expresión de un compromiso con temas claves de la conversación contemporánea como la condición de la mujer y la sexualidad".
"Me dan el Cervantes y yo enferma, ¡córcholis!", explica por teléfono la nueva Cervantes. Peri Rossi siempre ha estado enferma, siempre ha sufrido, por "mi mala salud de hierro", porque es una mujer a un cigarrillo pegada o porque le ha dolido el exilio. Cristina Peri Rossi vive en un estado de exilio permanente.
Su elección llega en un momento en el que su figura parecía una obsesión casi olvidada para muchos lectores. Peri Rossi, alejada de los medios de comunicación en los que escribió desde los años 60, ha publicado sus últimos libros en dos sellos de Palencia, Menos Cuarto y Cálamo. La insumisa, su título más reciente (apareció en 2020) es un álbum de recuerdos que narra su infancia y sus años de formación y que sirven como guía para entender su vida y su obra.
Un resumen: Cristina Peri Rossi nació en una familia de clase trabajadora en la que se mezclaban emigrantes genoveses y españoles. Su padre fue un hombre esquivo y colérico; su madre, una mujer culta y frustrada. En la infancia de Peri Rossi, enfermiza y solitaria, el primer gran tema vital fue su relación obsesiva con su madre, con la que se quiso casar a los tres años y a la que quiso salvar toda su vida. Pasó un tiempo en el campo, tuvo una hermana que saboteó sus derechos de exclusividad filial, quiso ser escritora antes casi de saber escribir y desarrolló una actitud desafiante y transgresora desde muy temprano.
"No, no escribo a diario. Escribo a ratos de pasión" cuenta ahora, 70 años después, Peri Rossi. "Mi poesía cambia con el mundo, incorporo temas de actualidad, está pegada a ella y a la vez la supera. Es una visión crítica de la realidad, por ejemplo el concepto de 'país rico': un 'país rico' es el que no tiene pobres. También creo que hay que educar en el entendimiento y hay que erradicar la violencia sexual. Un violador sádico no debe estar vigilado en la calle por un policía, tiene que estar atendido, cuidado". Y vuelve a la literatura: "Me van a publicar toda mi poesía en Visor", dice contenta. El editor, Chus Visor explica: "Queremos sacar el libro en diciembre, a ver si llegamos. Es que son casi 1.000 páginas en un solo volumen. Ahí estarán todos los libros, 12 o 14. Ha escrito mucho. Cristina escribe para ella, no es comercial. Su poesía es muy de verdad, cuida mucho la palabra, aunque decir esto...". Hay una edición en Lumen que Chus Visor dice que se ha quedado "antigua". El libro se llamará, directamente, Poesía completa, sin más. Y sin menos. "La pasada semana cumplió 80 años. Ya no fuma. ¿Mis libros preferidos? Me gusta Estado de exilio".
En 1963, Peri Rossi ya era profesora universitaria y editaba sus primeras narraciones. En 1964 ya publicaba críticas literarias en El Popular, el diario del Partido Comunista Uruguayo y, poco después, en el semanario Marcha. En 1969 llegó Los museos abandonados, su primer libro de poesía. Y, en 1972, se abrió la zanja que dividió en dos su vida. Ese año, en abril, el Parlamento uruguayo decretó el "estado de guerra", el primer paso que justificó la toma del poder de los militares. Peri Rossi escondió entonces en su casa a Ana Luisa Valdés, una alumna suya que se sentía amenazada por el nuevo orden.. El primer día en el que Valdés salió a la calle, desapareció. La escritora, aterrada, renunció a su puesto en la universidad e ideó a toda prisa un plan de una huida de Montevideo. El primer barco que la pudo sacar del país, el navío italiano Giulio Cesare, se dirigía a Génova con parada previa en Barcelona. Peri Rossi embarcó en él el 4 de octubre de 1972 y lo retrató años después en la novela La nave de los locos. Cataluña sería su destino.
"Yo estoy en España desde hace mucho. El Cervantes me lo han dado dos continentes, América Latina y Europa, Uruguay y España. Vivo con estos dos amores porque colaboro con medios de los dos países. No sé cómo lo recibirán esto pero he trabajado para los dos sitios. Tengo las dos nacionalidades", cuenta la nueva Cervantes. "Se habla del exilio de América Latina pero ustedes también lo sufrieron con la Guerra Civil. ¿Saben que en Uruguay, un país siempre pacífico, a los huidos españoles les recibía un comité de apoyo y se les buscaba casa y trabajo?".
En La insumisa, las memorias juveniles de la escritora, hay un relato que sugiere que en aquel destierro hubo algo más, un amor, una mujer que, poco después, no pudo soportar la tristeza del exilio y se separó de Peri Rossi en un banco público de Barcelona. Tienta pensar que aquel desamor, narrado como un punto de inflexión vital, llevó a la escritora uruguaya a abandonar la literatura explícitamente política por otros terrenos igual de rebeldes pero más complejos. Eso sólo lo podrá confirmar ella.
La vida aún habría de golpearla otra vez: en 1973, los militares uruguayos dieron un golpe de Estado y formaron Gobierno y declararon apátridas a exiliados significados como Peri Rossi. Convertida en una figura incómoda para la España franquista, la escritora marchó a París, donde se refugió junto a un admirador de sus libros de poesía, un amigo por correspondencia llamado Julio Cortázar.
Es raro recordar que la poeta uruguaya Cristina Peri Rossi tiene 80 años. "La Rimbaudcita" la apodó el poeta Ángel Rama en sus primeros años de carrera y la broma suena hoy como una invitación a la isla de los niños perdidos. El erotismo, la transgresión, la ciudad, la construcción de la propia identidad, la amistad... los temas que marcan los casi 60 años de literatura de Peri Rossi, son los propios de una escritora joven. Hoy, el Premio Cervantes, el más prestigioso de las letras en español, ha elegido a la autora de 'Los museos abandonados' como una manera de rejuvenecer su palmarés.
El jurado del premio, presidido por el académico José Manuel Sánchez Ron, ha reconocido en Peri Rossi "la trayectoria de una de las grandes vocaciones literarias de nuestro tiempo y la envergadura de una escritora capaz de plasmar su talento en una pluralidad de géneros. La literatura de Cristina Peri Rossi es un ejercicio constante de exploración y crítica, sin rehuir el valor de la palabra como expresión de un compromiso con temas claves de la conversación contemporánea como la condición de la mujer y la sexualidad".
"Me dan el Cervantes y yo enferma, ¡córcholis!", explica por teléfono la nueva Cervantes. Peri Rossi siempre ha estado enferma, siempre ha sufrido, por "mi mala salud de hierro", porque es una mujer a un cigarrillo pegada o porque le ha dolido el exilio. Cristina Peri Rossi vive en un estado de exilio permanente.
Su elección llega en un momento en el que su figura parecía una obsesión casi olvidada para muchos lectores. Peri Rossi, alejada de los medios de comunicación en los que escribió desde los años 60, ha publicado sus últimos libros en dos sellos de Palencia, Menos Cuarto y Cálamo. La insumisa, su título más reciente (apareció en 2020) es un álbum de recuerdos que narra su infancia y sus años de formación y que sirven como guía para entender su vida y su obra.
Un resumen: Cristina Peri Rossi nació en una familia de clase trabajadora en la que se mezclaban emigrantes genoveses y españoles. Su padre fue un hombre esquivo y colérico; su madre, una mujer culta y frustrada. En la infancia de Peri Rossi, enfermiza y solitaria, el primer gran tema vital fue su relación obsesiva con su madre, con la que se quiso casar a los tres años y a la que quiso salvar toda su vida. Pasó un tiempo en el campo, tuvo una hermana que saboteó sus derechos de exclusividad filial, quiso ser escritora antes casi de saber escribir y desarrolló una actitud desafiante y transgresora desde muy temprano.
"No, no escribo a diario. Escribo a ratos de pasión" cuenta ahora, 70 años después, Peri Rossi. "Mi poesía cambia con el mundo, incorporo temas de actualidad, está pegada a ella y a la vez la supera. Es una visión crítica de la realidad, por ejemplo el concepto de 'país rico': un 'país rico' es el que no tiene pobres. También creo que hay que educar en el entendimiento y hay que erradicar la violencia sexual. Un violador sádico no debe estar vigilado en la calle por un policía, tiene que estar atendido, cuidado". Y vuelve a la literatura: "Me van a publicar toda mi poesía en Visor", dice contenta. El editor, Chus Visor explica: "Queremos sacar el libro en diciembre, a ver si llegamos. Es que son casi 1.000 páginas en un solo volumen. Ahí estarán todos los libros, 12 o 14. Ha escrito mucho. Cristina escribe para ella, no es comercial. Su poesía es muy de verdad, cuida mucho la palabra, aunque decir esto...". Hay una edición en Lumen que Chus Visor dice que se ha quedado "antigua". El libro se llamará, directamente, Poesía completa, sin más. Y sin menos. "La pasada semana cumplió 80 años. Ya no fuma. ¿Mis libros preferidos? Me gusta Estado de exilio".
En 1963, Peri Rossi ya era profesora universitaria y editaba sus primeras narraciones. En 1964 ya publicaba críticas literarias en El Popular, el diario del Partido Comunista Uruguayo y, poco después, en el semanario Marcha. En 1969 llegó Los museos abandonados, su primer libro de poesía. Y, en 1972, se abrió la zanja que dividió en dos su vida. Ese año, en abril, el Parlamento uruguayo decretó el "estado de guerra", el primer paso que justificó la toma del poder de los militares. Peri Rossi escondió entonces en su casa a Ana Luisa Valdés, una alumna suya que se sentía amenazada por el nuevo orden.. El primer día en el que Valdés salió a la calle, desapareció. La escritora, aterrada, renunció a su puesto en la universidad e ideó a toda prisa un plan de una huida de Montevideo. El primer barco que la pudo sacar del país, el navío italiano Giulio Cesare, se dirigía a Génova con parada previa en Barcelona. Peri Rossi embarcó en él el 4 de octubre de 1972 y lo retrató años después en la novela La nave de los locos. Cataluña sería su destino.
"Yo estoy en España desde hace mucho. El Cervantes me lo han dado dos continentes, América Latina y Europa, Uruguay y España. Vivo con estos dos amores porque colaboro con medios de los dos países. No sé cómo lo recibirán esto pero he trabajado para los dos sitios. Tengo las dos nacionalidades", cuenta la nueva Cervantes. "Se habla del exilio de América Latina pero ustedes también lo sufrieron con la Guerra Civil. ¿Saben que en Uruguay, un país siempre pacífico, a los huidos españoles les recibía un comité de apoyo y se les buscaba casa y trabajo?".
En La insumisa, las memorias juveniles de la escritora, hay un relato que sugiere que en aquel destierro hubo algo más, un amor, una mujer que, poco después, no pudo soportar la tristeza del exilio y se separó de Peri Rossi en un banco público de Barcelona. Tienta pensar que aquel desamor, narrado como un punto de inflexión vital, llevó a la escritora uruguaya a abandonar la literatura explícitamente política por otros terrenos igual de rebeldes pero más complejos. Eso sólo lo podrá confirmar ella.
La vida aún habría de golpearla otra vez: en 1973, los militares uruguayos dieron un golpe de Estado y formaron Gobierno y declararon apátridas a exiliados significados como Peri Rossi. Convertida en una figura incómoda para la España franquista, la escritora marchó a París, donde se refugió junto a un admirador de sus libros de poesía, un amigo por correspondencia llamado Julio Cortázar.