sábado, 17 de julio de 2021

 Valentín Louis Georges Eugene Marcel Proust nace en París en la casa de su abuelo materno, un acaudalado agente de intercambio de origen judío el 10 de julio de 1871


Marcel Proust, en búsqueda del éxito soñado.En un retrato de 1893. Lavanguardia.com

Jeanne Neil, la mamá de Marcel, pertenece a la alta sociedad parisina. Papá Proust por el contrario, hijo de un tendero, proviene de la pequeña burguesía católica provincial. Pero Adrian Proust es brillante y tras triunfar académicamente, es nombrado jefe de la clínica de la Facultad de Medicina de París.

Un amigo presenta al futuro matrimonio Proust, Mamá Jeanne cuenta solo 21 años, quince menos que su esposo. Al poco tiempo de contraer matrimonio nace Marcel, un bebé prematuro y débil, tanto que su padre teme por su vida. A los nueve años, Marcel sufre su primer ataque de asma tan violento como repentino. La enfermedad que se revela crónica, le obliga a descansar frecuentemente y le convierte en un niño introspectivo. La fragilidad del niño Proust, tan delicado como inteligente y sensible desde tierna edad, acapara la atención de su madre que pese a concebir otro hijo centra sus cuidados en el pequeño. Marcel crece mecido por los sobreprotectores cuidados de su madre aislado del mundo a lo largo de toda su vida. En los últimos tiempos, Marcel sobrevive a condición de no salir de su cuarto, herméticamente cerrado a la luz diurna.

Marcel crece mecido por los sobreprotectores cuidados de su madre aislado del mundo a lo largo de toda su vida


En septiembre de 1922, los ataques de asma se intensifican. La muerte ronda al autor que ve como el tiempo, inexorable, se pierde día a día.

El 19 de noviembre los periódicos franceses comparten un titular, ‘Mor de Marcel Proust’. El ganador del Premio Goncourt fallecía a los 51 años, víctima de una bronquitis mal curada. El martes siguiente, 21 de noviembre, se celebra el funeral del escritor que es enterrado con los honores militares debidos a un caballero de la Legión de Honor.

Noventa y cinco años después de su muerte, Marcel Proust es acreedor de un rango cenital en la novela del siglo XX. Su gloria literaria es innegable.

Marcel Proust (sentado ), Robert de Flers (izquierda) y Lucien Daudet (derecha  hacia 1894 .

Destacamos los diez datos más relevantes de la singular biografía del novelista:

1. OJITO DERECHO DE MAMÀ Y EN EL PUNTO DE MIRA DE PAPÁ

Su madre, Jeanne Neil era el prototipo de la matriarca judía, sobreprotectora y acaparadora mientras que su padre, el doctor Adviene Proust, era tan exigente como intransigente. Mamá contribuyó a que Marcel fuese un niño ávido del reconocimiento y aprobación social que derivaría un personalidad pusilánime e introspectiva.

2. EL EMPOLLÓN DE LA CLASE

El joven Marcel fue un estudiante brillante, lo que le permitió hacerse con tres títulos universitarios. Ávido de saber, poseía una vastísima cultura literaria, humanística e incluso científica. Proust se preparó durante toda su vida para escribir una novela. Damos fe de que lo logró.

Estudiante brillante, obtuvo  tres títulos universitarios. Se preparó durante toda su vida para escribir una novela


3. DE OFICIO, BIBLIOTECARIO

El único oficio que algún día tuvo Marcel Proust fue el de bibliotecario. El joven Proust fue nombrado ayudante de biblioteca en la Mazarina, la biblioteca del Instituto de Francia, de 1895 a 1900. Se trataba de satisfacer la presión paterna para conseguir un trabajo, aunque no fuera remunerado. Como era de prever, no ejerció nunca. En cuanto pudo pidió baja por enfermedad, nobleza obliga, ya que el polvo agudizaba sus crisis asmáticas. Sólo se desplazaba a la biblioteca una vez al año, para renovar su puesto, adscrito al depósito legal.

4. AMOR, ONANISMO Y HOMOSEXUALIDAD

“El amor es una enfermedad inevitable, dolorosa y fortuita”.

El autor de una de las novelas más clarividentes en materia amorosa del siglo XX, creador de Albertine, tiene una vida sentimental difícil.

Autor de una de las novelas más clarividentes en materia amorosa del siglo XX, tuvo una vida sentimental difícil


Sus inclinaciones sexuales no debían airearse en sociedad. Visitó saunas y prostíbulos clandestinos con objeto de intimar con hombres e incluso llegó a pagar a jóvenes para prácticas masoquistas.

A los 38 años se enamoró de su chófer que se mató poco después intentando pilotar un prototipo de avión.

Adoró espiritualmente a algunas mujeres, pero sus grandes amores fueron todos masculinos, desde Charles Haas y Reynaldo Han, hasta Lucien Daudet, Bertrand de Fénelon, el príncipe Antoine Bibesco y Alfred Agostinelli entre otros. Relaciones marcadas por la desdicha ya que muchos de ellos no compartían sus inclinaciones.

Adoró espiritualmente a algunas mujeres, pero sus grandes amores fueron todos masculinos


En una biografía publicada en 1990 firmada por el británico Ronald Hayman, vituperado por la crítica literaria norteamericana que lo tacha como un ataque cínico y desconsiderado hacia el escritor francés, Hayman escribe: ‘Él se volvía a preguntar si el tiempo estaba irremediablemente perdido, pero esa inquisición estaba teñida de su propio complejo de culpa, que le había convencido de que era mediocre, perezoso, estéril y pusilánime. Y es que aunque se masturbaba menos, el joven Proust, había abusado tanto en el pasado que...’.

5. PROUST VERSUS WILDE

En el mismo año en el que Oscar Wilde era condenado a prisión por su condición de homosexual, Marcel descubría el amor y la pasión por otro hombre, Lucien Daudet hijo del también escritor Alphonse Daudet.

6. PROUST, EL REY DE LA CAMA

‘Mucho tiempo he estado acostándome temprano’. Todo amante de Proust, sabe que esta es la frase inicial de su obra magna, À la recherche...Tras la muerte de su sobreprotectora y amada madre, Marcel que cuenta 34 años, se sume en una profunda depresión. El novelista duerme, piensa, escribe y prácticamente vive en la cama.

Tras ser rechazado por varias editoriales, decide no perder el tiempo y se autoedita


7. AUTOR 'CONECTADO'

Proust, se suscribió por 40 francos mensuales a la compañía francesa de teléfonos ‘Theatrophone’, invento que permitió al escritor oír ópera y música clásica casa noche sin salir de su amado lecho.

Eso sí el novelista era selectivo con los compositores, descartando a Debussi habida cuenta de que la audición de su obra empeoraba su asma.

8. TRAS SER RECHAZADO, DECIDE NO PERDER EL TIEMPO Y SE AUTOEDITA

En 1912, el comité de lectura de la Nouvelle Revue Française integrado entre otros por André Gide, (futuro merecedor del Premio Nobel de literatura en 1947) rechaza el primer volumen de À la recherche du temps perdu, (En busca del tiempo perdido), su obra cumbre terminada, (o casi) en los últimos 14 años de su vida. Su decisión estuvo determinada por la fama de snob y diletante que rodeaba al autor. Curiosamente su relación con la jet y sus consiguientes y elegantes artículos sociales publicados en la prensa de la época, le restaban credibilidad.

Marcel decide ‘autoeditarse’, la primera parte de En busca del tiempo perdido fue ‘autofinanciada’ tras ser rechazada pro al editorial Nouvelle Revue Française,

pidió a su editor que ofreciese 300 francos a dos gacetilleros de la época para que publicasen artículos «entusiastas» sobre su obra 


9. QUE HABLEN DE MI AUNQUE SEA A GOLPE DE TALONARIO

Proust llegó a pedir a Louis Brun, director literario de Grasset (primer editor de Por el camino de Swann), que ofreciese 300 y 600 francos a dos gacetilleros de la época, para que publicasen artículos 'entusiastas' sobre Por el camino de Swann en Le Figaro y el Journal des Débats, con motivo de la primera edición de la novela que comienzan el ciclo catedralicio de En busca del tiempo perdido, en noviembre de 1913.

10. LA CÉLEBRE MAGDALENA, UN SOUVENIR EN LA ACTUALIDAD 

En Francia todavía utilizan la expresión “magdalena de Proust” para referirse a una señal sensorial provocada por un recuerdo.

En el pasaje más famoso de Por el camino de Swann (1913), su protagonista evoca el recuerdo del sabor de una ‘conchita 'que mojaba en el té que le ofrecía su tía Léonie.  

En la localidad de Illiers-Combray, los reposteros comercializan la pasta, demostrando que la obra de Proust ha calado hondo también entre fogones.