Hace poco escuché una frase que muchos habrán oído o dicho últimamente: "Este modelo (político) ya está agotado. Hay que sustituirlo"
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Un millar de personas convocadas por el movimiento Democracia real ya protestan en la plaza de Catalunya de Barcelona en mayo de 2011. /Marcel·lí Sàenz./elpais.com |
No inmediatamente, pero pronto me vino a
la mente un nombre, Thomas Samuel Kuhn (1922-1996), y su célebre libro, La estructura de las revoluciones científicas
(Fondo de Cultura Económica), de cuya publicación (1962) se cumplió el
año pasado medio siglo, motivo por el que se ha publicado una nueva
edición, “del cincuentenario”, con un buen ensayo introductorio de Ian
Hacking. Lo que en este muy influyente libro Kuhn defendió es que el
desarrollo científico se basa en la sustitución de un “paradigma” por
otro, y que ambos son inconmensurables entre sí.
No sorprendentemente, en La estructura, Kuhn, formado como físico y
con un doctorado bajo la dirección de John van Vleck, premio Nobel de
Física en 1977, ejemplificó su discurso en primer lugar en la física, y
luego en los grandes nombres de otras ciencias (Lavoisier, Lyell,
Darwin), siendo la tecnología y las matemáticas las grandes ausentes de
sus consideraciones. Y también, por supuesto, las disciplinas “no
científicas”. Sin embargo, como suele suceder, el paso del tiempo cambió
algo, si no mucho, la situación, las ideas. Comenzando por el propio
Kuhn. Recuerdo, en este sentido, que cuando en diciembre de 1978 Kuhn
presentó —fue la única vez que asistí a una conferencia suya— en la New
York Academy of Sciences su entonces nuevo libro, The Quantum
Discontinuity, lo primero que dijo fue: “Soy Tom Kuhn y, como podrán comprobar, en mi libro no aparece ni una sola vez la palabra paradigma”. A pesar de su indudable atractivo, el modelo del crecimiento científico descrito en La estructura
apenas aparece en las reconstrucciones más minuciosas que han producido
los historiadores de la ciencia en las últimas décadas. Parece, además,
que paradigmas diferentes no son inconmensurables, que pueden convivir,
entablando en ocasiones diálogos fructíferos, como en esencia defendió
el sucesor de Popper en la London School of Economics, Imre Lakatos, con
sus “programas de investigación científica”.
Y en este punto vuelvo al comienzo.
Si el presente “modelo” político —el europeo, se supone— debe ser
sustituido, tendremos que disponer de otro, de otro paradigma, porque
los saltos al vacío son más que peligrosos, son imprevisibles.
Independientemente de sus limitaciones, el modelo kuhniano puede tener
alguna relevancia en el mundo de la política actual. Léase si no lo que
escribió hace poco Juan Luis Cebrián ("Los retos de la globalización", Claves de la razón práctica,
abril de 2012): “Conviene insistir en que no nos encontramos solo ante
una crisis, sino ante un cambio estructural, un nuevo paradigma cuyo
fundamento es la pérdida de influencia y de prestigio de Occidente”. El periodo de “ciencia normal”, el desarrollo del modelo europeo en el que crecimos se está agotando, o se ha agotado ya.
Son múltiples las “anomalías” del sistema, que se manifiestan de formas
diferentes, desde “los indignados” hasta las “preferentes”, pasando por
los desahucios o la privatización de servicios públicos. El problema
para Europa es encontrar un nuevo paradigma, que conjugue los pilares
ilustrados sobre los que se edificó con un mundo radicalmente diferente
de aquel en el que prosperó.
La estructura de las revoluciones científicas. Thomas S. Kuhn. Fondo de Cultura Económica.
Keynes-Hayek.The clash that defined modern Economics. Nicholas Wapshott. W. W. Norton. Nueva York, 2011.
JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ RON es miembro de la Real Academia Española y catedrático de Historia de la Ciencia
en la Universidad Autónoma de Madrid.