La presencia de 38 mujeres que viajaron a América en los dos primeros siglos de presencia española sirve a la escritora Eloísa Gómez-Lucena para dibujar un mosaico de la sociedad que se formó en el Nuevo Mundo y mostrar que, lejos de un papel residual, muchas tuvieron un papel protagonista
Portada Españolas del Nuevo Mundo de Eloíza Gómez-Lucena./lainformacion.com
"Españolas del Nuevo Mundo" (Cátedra) parte de las primeras mujeres que llegaron a América ya en el segundo viaje que hizo Cristóbal Colón (1493) y en los dos siglos posteriores extendieron su presencia en esa tierra.
De María de Estrada, que acompañó a Hernán Cortes en México, a Inés Suárez, quien siguió a Pedro de Valdivia a Chile, la obra explora en la vida de mujeres que tuvieron un nombre propio junto a hombres de poder, pero también de otras que se labraron su propio destino, explicó a Efe la autora.
Virreinas, monjas, hidalgas ilustradas, maestras, costureras y alguna prostituta de alto nivel viajaron a América y son objeto del interés de Gómez-Lucena, que llegó a una selección de estas mujeres gracias a otras obras anteriores.
Autora de la novela histórica "Expedición al Paraíso" y de un ensayo sobre Cabeza de Vaca, la autora fue encontrando en sus investigaciones los nombres de mujeres que tenían una historia y que iba anotando.
Con ellas se percató de que había un "mundo jugoso poco explorado", el de las mujeres en el Nuevo Mundo, víctimas de una información a veces sesgada de cronistas que las "ningunearon".
La sociedad española de la época tenía "muchas capas" y por eso Gómez-Lucena ha optado por contar la biografía de una treintena de ellas que representan oficios y sectores variados.
También quiere contrarrestar lo que considera el tópico de que las mujeres tenían un papel residual.
"Es verdad que estaban en un escalón inferior", pero también que las leyes protegían a las mujeres cuando sus maridos iban a las Indias, como demuestra que tuvieran que dar su consentimiento para que ellos viajaran y que si pasaban más tiempo del debido fuera podían denunciarlos por abandono del hogar.
Tras algo de insistencia, confiesa que si tiene que quedarse con alguna de ella lo hace con Catalina Bustamante, que partió en 1514 desde Sanlúcar de Barrameda y a la que considera una "maestra indignada", que instruyó a las mujeres indias en México.