Carlos Fuentes fue recordado en el primer aniversario de su muerte como un autor profundamente mexicano y a la vez universal, en un homenaje que le rindieron intelectuales y académicos en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México
Intelectuales rinden homenaje a Carlos Fuentes en el primer aniversario de su muert./lainformacion.com |
Durante una mesa redonda titulada "El universo de Carlos Fuentes",
del escritor Gonzalo Celorio, señaló este domingo que "desde muy joven
Fuentes enfocó sus preocupaciones sociales, intelectuales, estéticas y
culturales en la realidad mexicana, pero también en la del mundo
entero".
"Esto le permitió una vasta comprensión no sólo de la cultura, la literatura
y el arte, sino también de la política, de los conflictos
internacionales, de las religiones, de las ideologías", expuso en un
repleto auditorio del majestuoso recinto, que habilitó salas auxiliares
para que los más de 500 asistentes de las más diversas edades siguieran
las ponencias.
Citando al propio homenajeado, Celorio añadió que
"hay que reflexionar sobre o qué nos une como mexicanos sin desdeñar lo
que nos diferencia como ciudadanos".
En su oportunidad, el antiguo rector de la Universidad Nacional Autónoma
de México (UNAM) Juan Ramón de la Fuente refirió que "México fue la
gran pasión de Carlos Fuentes, y precisamente fue por eso también su
gran obsesión".
"Su
historia (de México fue) analizada, su territorio recorrido, su
dinámica social rigurosamente descrita, su voluntad interpretada y su
alma explorada; sus contradicciones, sus aciertos, su ambivalencia, sus
habitantes, sus dioses, su vitalidad encarnada en él mismo", dijo De la
Fuente.
"Pero fue también universal, porque entendió pronto y bien
la enseñanza de Alfonso Reyes, cuya influencia temprana le ayudó a ver
que la literatura mexicana era importante por ser literatura, no por ser
mexicana", declaró.
Haciendo alusión al título de la mesa
redonda, el escritor y comentarista político Federico Reyes Heroles
señaló a su vez que Fuentes no tenía un solo universo, sino muchos "y
nunca se cansó de nutrirlos, de crecer".
Su memoria geográfica, expuso, "brincaba de un arrabal en Buenos Aires
a Nueva York; de su innegable romance con la Ciudad de México, de la
cual se quejaba con amor incontenible e inocultable, a un restaurante en
Roma o a las calles de París
o Praga, o a sus visitas veraniegas a una playa mediterránea,
acompañado de varios a amigos y también de sus inseparables libretas".
"Pero
toda esa peregrinación, todo ese esfuerzo de ubicuidad, regresaba a la
razón de ser original, a su máquina de escribir, su estudio, la hoja en
blanco, los pocos metros cuadrados donde su imaginación galopaba
gracias a los millones de millas acumuladas en sus viajes, gracias a su
disposición a crecer", añadió.
Para Fuentes, continuó, "la
construcción del gran universo de la verdadera cultura surgía de las
confrontaciones; esa era la única forma de crecimiento, de ampliación de
los horizontes".
"No es lo indígena contra lo español, sino lo
indígena y lo español, lo español y lo árabe, lo anglosajón con lo
afroamericano, lo latino con lo europeo. Esas aguas turbulentas de la
confrontación cultural no le generaban resquemor; al contrario, le
apasionaban", aseveró.
De acuerdo con Reyes Heroles, de allí
surgía la necesidad de Fuentes de "estar sistemáticamente viajando para
confrontar realidades, sacudirse de prejuicios, exponerse a la duda,
alimentarse de los otros y expandir su sensibilidad personal".
Después de la mesa redonda, se inauguró en el Palacio de Bellas Artes la exposición "Carlos Fuentes, él mismo".
Montada
por el artista mexicano de origen español Vicente Rojo, la muestra
contiene 70 fotografías procedentes de diversas colecciones que muestran
la vida pública del intelectual, su vida personal y familiar, y una
serie de retratos del escritor.
"La señora Silvia Lemus (viuda de
Fuentes) nos ha abierto su acervo personal y nos ha brindado instantes
del escritor, el personaje, el amigo y el hombre familiar", indicó Rojo,
según un comunicado del Instituto Nacional de Bellas Artes.
Integrante de la llamada generación del "Medio Siglo", Fuentes nació en
la embajada de México en Panamá el 11 de noviembre de 1928 y falleció en
la Ciudad de México el 15 de mayo de 2012.
Autor
de una extensa obra narrativa a la que el propio Fuentes llamó la "Edad
del tiempo", la misma incluye títulos como "Los días enmascarados"
(1954), "La región más transparente" (1958), "Gringo viejo" (1985), "La
silla del Águila" (2003) y "La voluntad y la fortuna" (2008).
De sus ensayos destacan títulos como "Cervantes o la crítica de la
lectura" (1976), "Los 68" (2005), y "La gran novela latinoamericana"
(2011).
Entre
los muchos premios que recibió en vida destacan el Cervantes (1987), el
Príncipe de Asturias de las Letras (1994), el de Biblioteca Breve por
"Cambio de piel" (1967), y el Nacional de Literatura de México (1984).