jueves, 28 de mayo de 2015

Lapsus linguae: cuando decimos lo que queremos callar

Existen varias teorías sobre el origen del Lapsus linguae. Algunos sostienen que se trata de un simple error de articulación al hablar. Otros, que el cerebro no siempre logra traducir eficientemente los mensajes que desea trasmitir

El Lapsus linguae suele definirse como un lingüístico./palmiguia.com



El Lapsus linguae suele definirse como un "error lingüístico", es decir, un yerro cometido involuntariamente al hablar, aunque la palabra latina Lapsus, en realidad, alude más a un accidente, literalmente a un "resbalón", que a un error propiamente dicho.
Todos, al menos una vez por día, cometemos algún tipo de Lapsus linguae.
¿De qué se trata este fenómeno?
Podemos pensarlo como un error al hablar en el que reemplazamos una palabra, la que queríamos decir, por otra, que queríamos callar, que deforma o altera el mensaje.
Existen varias teorías sobre el origen del Lapsus linguae. Algunos sostienen que se trata de un simple error de articulación al hablar. Otros, que el cerebro no siempre logra traducir eficientemente los mensajes que desea trasmitir.
Para la neurología el Lapsus linguae se produce a través de un mecanismo mental que produce y ordena la vocalización de las palabras.
Sea como sea, el Lapsus linguae nunca se produce al azar, ya que nunca genera una secuencia fonológica totalmente inaceptable. En general, el fenómeno se produce al cambiar una palabra por otra, cuya pronunciación es similar, alterando irremediablemente el mensaje.
Sigmund Freud sostuvo que todos los Lapsus linguae son filtraciones del inconsciente, es decir, una grieta por la cual el inconsciente logra abrirse paso hacia la conciencia, a menudo expresándose con una franqueza que resulta extraña incluso para el propio hablante.
En este contexto, el Lapsus linguae expresa un conflicto interno entre lo que se dice, o se intenta decir, y lo que realmente querría decirse.
Esta fisura en la conciencia, siguiendo el razonamiento de Sigmund Freud, se produce cuando el sujeto no está convencido de su propio discurso.
En general, se toma al Lapsus linguae como una verdad reprimida que aflora sin la aprobación consciente del sujeto.
Esto no siempre es así. El material reprimido no tiene por qué ser necesariamente verdadero, aunque casi siempre posee algún grado de certidumbre, en especial cuando hablamos de deseos o impulsos que son reprimidos por contravenir las normas morales y éticas que rigen el comportamiento social del sujeto.
La función del Lapsus linguae, además de hacernos pasar un momento incómodo, es aliviar las presiones internas del inconsciente.
Constantemente reprimimos pensamientos, frases y brotes de ira, pero cuando la represión es sostenida y no ofrece válvulas de escape el Lapsus linguae relaja al inconsciente y le permite expresarse.
Existen cinco tipos distintos de Lapsus linguae. Repasemos brevemente sus características.
Lapsus de cambio
Se produce al permutar letras, sílabas o palabras enteras por otras parecidas, aunque con significados diferentes.
Lapsus de anticipación
Se produce al colocar al principio una palabra pensada como cierre de una frase.
Lapsus de repetición
Se produce al repetir una palabra ya dicha por otra.
Lapsus de sustitución
Se produce al realizar un cambio involuntario en el contexto de una frase determinada.
Lapsus de mezcla
Se produce al fusionar dos o más palabras en una sola.
Lapsus Calami
Tal vez el más interesante de todos. Lapsus calami significa literalmente "resbalón de la caña", es decir, un tipo particular de caña que antiguamente era utilizado para escribir.
Se trata de un simple error involuntario al escribir. Estadísticamente ocurre con mayor frecuencia durante las conversaciones por chat. El lapsus calami es, de hecho, bastante frecuente, y posee un grado de intensidad mayor que el Lapsus linguae, es decir, supera las barreras represivas con mucha mayor eficacia que la palabra hablada.
De modo que conviene estar alerta incluso cuando escribimos. Tal vez terminemos diciendo algo más de lo que realmente querríamos decir.