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Pasado perfecto es el primero  de la tetralogía sobre el detective teniente Mario Conde conocida como  "Las cuatro estaciones "; estamos en el invierno habanero: cae
 una llovizna fría, que dura hasta la madrugada y se añora el sol 
potente de esa misma mañana. Con la lluvia las calles quedan desiertas y
 una abulia gris domina una ciudad que vive en el calor y se recoge con 
aquella tímida frialdad y un poco de agua. El lánguido invierno tropical
 va y viene, incluso en el plazo de un mismo día…(pg 72)
 
Mario Conde nos cuenta su pasado
 en el Pre-universitario donde conoció a todos sus amigos que iremos 
re-encontrando en los opus sucesivos. Y sabremos también que su 
compañera Tamara ejerció un tremendo atractivo físico sobre él. El 
destino hará que se reencuentren en condiciones dramáticas ya que el 
esposo de Tamara desaparecerá y es Mario Conde el encargado de 
investigar el caso. 
 
El marido de Tamara era un líder en el 
Pre universitario, un tipo exitoso, canchero, brillante,  seguro de si 
mismo y a quien todo le resultaba bien. Terminó ocupando alto cargo en 
el Ministerio de la Industria, con viajes al extranjero y mucho dinero 
de por medio con los contratos negociados. Pretexto para Padura para 
relatarnos el grado de corrupción al que pueden llegar altos cargos de 
la función pública en Cuba. 
Este reencuentro con Tamara va a 
cristalizar en un ligue bastante fuerte y tórrido porque la verdad es 
que Tamara estaba muy dejada por el marido y la disponibilidad  afectiva
 de Mario Conde hará el resto, a pesar de haber transcurrido 17 años. 
Esta relación está condenada al fracaso porque los protagonistas 
pertenecen a mundos diferentes. 
El libro sirve también para saber sobre 
las otras amistades del pre universitario, como por ejemplo con el Flaco
 Carlos, hoy un obeso recluído a una silla de ruedas, a la madre del 
Flaco, la buena Josefina alias Jose quien lo quiere como un hijo y le 
cocina ricos platos caseros, como el bacalao a la vizcaína, arroz 
blanco, sopa polaca de champiñones mejorada con acelga, menudos de pollo
 y salsa de tomate, plátanos maduros fritos y ensalada de berro, lechuga
 y rábano. 
Estamos en La Habana y el Viejo, o sea, 
el jefe de Mario Conde es un fino conocedor de puros, llamados habanos 
en esas tierras cubanas. Tenemos unos párrafos doctos de la parte del 
Viejo en materia de tabaco : …”cuando uno está así,
 tenso, y siente que no puede pensar mucho, lo mejor es encender un 
habano, pero no encenderlo por darle candela y tragar humo, sino para 
fumarlo de verdad, que es como único y el tabaco te entrega todas las 
bondades que tiene. Fumando así y haciendo otras cosas, estoy 
desperdiciando unos Davidoff 5000 Gran Corona de 14,2 centímetros, que 
se merecen una fumada reflexiva o que simplemente uno se sienta a fumar y
 a conversar una hora, que es el tiempo que debe durar un tabaco. Fumar 
un habano , no digo que un Davidoff 5000 o cualquier otro Corona bueno, 
 un Romeo y Julieta Cedros N°2, por ejemplo, un Montecristo número 3, o 
un Rey del Mundo de cualquier medida, sino un buen tabaco de  capa 
oscura, que tire suave y queme parejo: éso es la vida, Mario, o lo que 
más se parece. Kipling decía que una mujer es solo una mujer, pero un 
buen puro, como le dicen en Europa a los tabacos, es algo más…(pg 68). 
Sin olvidar la música, omnipresente en 
Cuba y en los libros de Padura, como por ejemplo la canción de Los 
Beatles  a la cual Conde hace alusión varias veces porque estaba de moda
 durante su pre universitario: Strawberry Fields de 1967-68, un acto de magia irrepetible cuya melodía era la bandera de sus nostalgias por un pasado donde todo fue simple y perfecto.  Leonardo Padura Fuentes,(La Habana, 1955) autor cubano de la saga del detective nostálgico, el capitán Mario Conde.  Trabajó como 
guionista, periodista y crítico, hasta lograr el reconocimiento 
internacional con la serie de novelas policiacas protagonizadas por el 
detective Mario Conde: Pasado perfecto, Vientos de cuaresma, Máscaras, Paisaje de otoño, Adiós, Hemingway, La neblina del ayer y La cola de la serpiente,
 traducidas a numerosos idiomas y merecedoras de premios como el Café 
Gijón 1995, el Hammett 1997, 1998 y 2005, el Premio de las Islas 2000 y 
el Brigada 21. También ha escrito La novela de mi vida y El hombre que amaba a los perros,
 una trepidante reconstrucción de las vidas de Trotsky y Ramón Mercader,
 traducida a diez idiomas, vendidos sus derechos al cine y merecedora 
del Premio de la Crítica en Cuba, el Francesco Gelmi di Caporiacco 2010 y, en 2011, el Premio Carbet del Caribe, el Prix Initiales y el Prix Roger Caillois. En 2012 Padura recibió el Premio Nacional de Literatura de Cuba. Herejes,
 una absorbente novela sobre un cuadro de Rembrandt y una saga judía que
 llega a nuestros días, confirma al autor como uno de los narradores más
 ambiciosos e internacionales en lengua española.
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