sábado, 30 de mayo de 2015

Vagabundos que leen y se refugian en bibliotecas públicas

Las bibliotecas son, ante todo, guaridas

John Hernandez lee The Power of Attraction

Frank Bunnell lee The Everything Guide to Understanding Philosophy.

Arleta Taylor lee First Corinthians.

Cory Coburn lee The Corps: Call to Arms.

Edward Rideau lee Statutes and Amendments to the Codes of California.

Khalid Elshafiea lee No God but God: The Origins and Evolution of Islam.

Langston Sylvester lee The African American Almanac.

Rebecca Rorrer lee If I Can’t Have You.

Tanisha Meredith lee The Science of Success.
Pero la extensión de esta característica no se limita a los libros, a las personas que se refugian allí de la lluvia o a las que buscan concentración y paz; se extiende también a las personas que no tienen casa, como vemos en esta serie de fotografías de Fritz Hoffmann
A diferencia de los ya muchísimos vagabundos que tienen dispositivos para conectarse a internet aún hay algunos que consumen medios tradicionales y, de hecho, en mayor medida que las clases medias. Hoffmann documentó a varios indigentes que pasan sus días en bibliotecas públicas leyendo todo tipo de textos, ya sea para olvidar la inclemencia de las calles, para tomar otras perspectivas del mundo o simplemente para disfrutar el silencio.
“Ser indigente a menudo significa vivir fuera de la cuadrícula mainstream”, explica Hoffmann. “Estar desconectado de internet, el correo electrónico y los videos. Las bibliotecas públicas proporcionan a los indigentes una manera de conectarse, y muchos de ellos dicen que revisar los anaqueles y leer un libro alivia la agonía de vivir en la calle”.
Las bibliotecas podrían ser el último bastión de la democracia. Un hogar común –aunque sólo de día– donde nadie es nada más que un lector.

Fuente:pijamasurf.com.Fotografías:Fritz Hoffmann.