lunes, 20 de enero de 2014

La belleza de todo lo creado

Poesía de la A a la Z
Un recorrido por poemas de una obra fundamental que va desde el primer libro, Violín y otras cuestiones, hasta el último, Hoy

Juan Gelman. Un sencillo homenaje al poeta con la melancolía como un territorio: Argentina./revista Ñ

Compañeros
En una casa para locos
vi lo ocurrido todavía.
Las páginas del dolor esquivado
en las mejillas del ausente.
Un árbol se parece allí
al espanto que no
espera ni una piedra. Los que aúllan
con imágenes tristes
lindan con un perro que muere.
El instante del agua solar
está muy lejos de la mano. Los
compañeros de dilación
crean charcos
con los ojos nomás.
(Mundar, Ciudad de México 2004-2007)

I

el temblor de mis labios /
quiero decir: el temblor de mis besos
se oirá en tu pasado
conmigo en tu vino /
abriendo la puerta del tiempo /
tu sueño
deja caer lluvia dormida /
dame tu lluvia /
me detendré / quieto
en tu lluvia de sueño /
lejos en el pensar /
sin temor / sin olvido /
en la casa del tiempo
está el pasado /
debajo de tu pie /
que baila /
(Dibaxu, París 1983-1985)

Llamamiento contra la preparación de una guerra atómica


Voy a firmar aquí porque me digo
que es bueno andar con la sonrisa entera,
silbar bajito una canción cualquiera,
tener un perro, un árbol, un amigo.
Voy a firmar aquí con el testigo
del cielo azul sobre la lapicera,
porque me acuerdo de una primavera
que se coló una vez por mi postigo.
Voy a firmar aquí porque me toco
el corazón creciendo poco a poco
por este amor que brota de mi hueso
Voy a firmar aquí contra el espanto,
por la paz, por la vida, por el canto
por el gorrión que vuela cuando beso
(Violín y otras cuestiones, Buenos Aires, 1949-1956)

Final

Ha muerto un hombre y están juntando su sangre en cucharitas,
querido Juan, has muerto finalmente.
De nada te valieron tus pedazos
mojados en ternura.
Cómo ha sido posible
que te fueras por un agujerito
y nadie haya ponido el dedo
para que te quedaras.
Se habrá comido toda la rabia del mundo
por antes de morir
y después se quedaba triste triste
apoyado en sus huesos.
Ya te abajaron, hermanito,
la tierra está temblando de ti.
Vigilemos a ver dónde brotan sus manos
empujadas por su rabia inmortal.
(Gotán, Buenos Aires, 1962)

Carta a mi madre

recibí tu carta 20 días después de tu muerte y cinco minutos de después de saber que habías muerto / una carta que el cansancio, decías, te interrumpió / te habían visto bien por entonces / aguda como siempre / activa a los 85 años de edad pese a las tres operaciones contra el cáncer que finalmente te llevó /

¿te llevó el cáncer? / ¿no mi última carta? / la leíste, respondiste, moriste / ¿adivinaste que me preparaba a volver? / yo entraría a tu cuarto y no lo ibas a admitir / y nos besábamos / nos abrazamos y lloramos / y nos volvemos a besar / a nombrar / y estamos juntos / no en estos fierros duros /

vos / que contuviste tu muerte tanto tiempo / ¿por qué no me esperaste un poco más? / ¿temías por mi vida? / ¿me habrás cuidado de ese modo? / ¿jamás crecí para tu ser? / ¿alguna parte de tu cuerpo siguió vivida de mi infancia? / ¿por eso me expulsaste de tu morir? / ¿como antes de vos? / ¿por mi carta? / ¿intuiste?

(Carta a mi madre, Ginebra 1984 – París 1987)

La muchacha del balcón

La tarde bajaba por esa calle junto al puerto
con paso lento, balanceándose, llena de olor,
las viejas casas palidecen en tardes como ésta,
nunca es mayor su harapienta melancolía
ni andan más tristes de paredes,
en las profundas escaleras brillan fosforescencias como de mar,
ojos muertos tal vez que miran a la tarde como si recordaran.
Eran las seis, una dulzura detenía a los desconocidos,
una dulzura como de labios de la tarde, carnal, carnal,
los rostros se ponen suaves en tardes como ésta,
arden con una especie de niñez
contra la oscuridad, el vaho de los dáncings.
(Velorio del solo, Buenos Aires, 1959-1961)

XLI

Todo lo que no existe en los discursos siembra fuegos que no terminan más. El niño mutilado de los niños / el canto recortado por extrañas tijeras / la progresión de la crueldad a mil kilómetros por dólar / nombres de la pasión sin diccionario. Los coros del vacío se reconocen en el mudo con una mano en el confín. El revés del conjuro es de una sola pieza y lo navegan tiros que vengan.
(Hoy, Ciudad de México, 2011-2012)