Joaquín Díez-Canedo, director del Fondo de Cultura Económica, estuvo en Bogotá en días previos a la gran fiesta editorial.
En 1934, cuando México forjaba los cimientos de una nueva nación tras la revolución, un grupo de intelectuales propuso la creación de un fondo editorial de la nación, con miras a traducir y publicar libros clásicos para los estudiantes de economía. Al cabo de los años, el Fondo de Cultura Económica (FCE) se convirtió en uno de los sellos más importantes en América Latina.
Este año, que México será el invitado de honor de la Feria del Libro de Bogotá(del próximo 12 a 23 de agosto) y que el FCE cumple 75 años, la editorial y su centro cultural en Bogotá estarán en el centro de las celebraciones. Así lo confirma su director, Joaquín Díez-Canedo, quien estuvo recientemente en Bogotá alistando y hablando de los retos a futuro de esta editorial.
“Parte de la vocación del FCE, editorial del Estado, es incidir en la circulación de la cultura, de las ideas, en la producción literaria y artística desde una perspectiva latinoamericana”, afirma Díez-Canedo. Esto, además de verse reflejado en el centro Gabriel García Márquez, construido hace año y medio, se verá en el manejo que se hará del tema editorial en la próxima feria.
Aunque desde México no se han confirmado los nombres, las directivas de la Cámara Colombiana del Libro anunciaron que escritores como Sergio Pitol o Carlos Monsiváis, que hacen parte de la editorial, estarán en la feria. Además, se lanzarán algunas novedades como Escritos mexicanos, textos inéditos de Porfirio Barba Jacob, una selección con prólogo de Eduardo García, y Cómo se escribe un periódico, del periodista español Miguel Ángel Bastenier, editado con la FNPI.
Más allá de lo atinente a la feria, uno de los temas que interesan profundamente a Díez-Canedo, como director del FCE, y que será debatido durante la celebración en México en el mes de septiembre, es lo relacionado con los nuevos formatos electrónicos.
“Este ya no es el momento para lamentarse por la digitalización —afirma el editor—. Hay que entender que es otra manera de contacto con la creación literaria y que es un nuevo mercado con nuevos lectores para los viejos textos y para los productos nuevos”. Es por esto que su planteamiento está encaminado a resolver temas que van desde los límites de inmadurez tecnológica hasta la redefinición de los derechos de autor. “El hecho de emigrar en la red supone la decisión de entender de una manera nueva los derechos de autor, razonar sobre qué es el uso justo o incluso fenómenos novedosos como el partido que la piratería ganó en Suecia”.
Como él mismo lo dice, la digitalización tiene mucho de dónde cortar y mientras algunos temas se definen, el FCE decidió hacerse a un lado en grandes debates como el de Googlebooks y no firmar el acuerdo colectivo. Cada editorial, y cada autor, tendrá que ir adaptándose a los cambios.
Con la certeza de que se trata de distintos formatos que no necesariamente se reemplazan, Díez-Canedo sabe que los nativos digitales (es decir, las nuevas generaciones que crecieron con la internet) tendrán mucho que enseñar a los editores y que los nuevos comportamientos apenas empiezan a identificarse. Esto no obligará a hacer desaparecer los libros.
Sara Araújo C.
fuente EL ESPECTADOR http://cafedelosaboresbibliofilos.blogspot.com