miércoles, 30 de septiembre de 2009

Cola de caballo

andrea vitale



Por:Fabricio Franco Talero


Fue noche de rumba y el sol se alza ya en el cenit de un radiante, sensual e impredecible domingo. Los ritmos transcurrieron voluptuosamente entre tambores afro latinos, trompetas caribeñas y sintetizadores europeizantes, dejando en la piel un sabor a mujer que se impregna deliciosamente y en el espíritu, la alegre pasión por ellas. Las maderas del ron bien bebido obran en el cerebro el efecto sedante, que el escalador percibe cuando descansa su cuerpo suspendido en una cuerda tensada sobre el vacio. Así y con el ardiente asfalto desnaturalizando el horizonte, vino a bien un trote desde la calle setenta y dos, por toda la carrera quince hasta la calle cien. La marea de gentes y colores, artefactos y sabores que inundan la ciclo vía bogotana se ve sumamente amigable y natural, cuando para no perder pulmones y corazón se recoge el camino hecho en feroz carrera, con una marcha disminuida en socarrona cadencia. Cerca al descanso final y al tardío almuerzo de carnes picadas, arroz, verduras y papa, todas en un típico calentado, se observaban atravesar apacibles y decididos los transmilenios en la avenida caracas con calle setenta y cuatro. Una mujer bella y joven acompañada de un niño volantón y un hombre adulto venían en sentido contrario con un cachorro hiperactivo y juguetón de una belleza y ternura de esas que dan luces de raza ninguna, la fornitura que adornaba su cuello y pecho no tenía lazo a amo alguno. De acá para allá y de allá para acá transcurrió el libre animal. La escena no era observada mas, cuando un estrepito y un crujido sordos a más de un grito velozmente ahogado, llamaron la atención; bajo el semáforo en verde y el impasible devenir de los articulados la mujer bella y joven cubría su cara con las manos en un gesto de duelo torpe, el hombre adulto tenia la fisionomía estúpida del que sabe pero no entiende y el niño volantón aprendía con el estilo que la vida misma tiene, una lección.

domingo, 27 de septiembre de 2009

Los desafíos de la lectura electrónica

El formato del Kindle, el dispositivo de Amazon que domina el mercado de los libros electrónicos, es propietario y no compatible con otras plataformasFoto: Reuters
Por Peter Wayner
Steve Jordan, un novelista de ciencia ficción que edita su propio material, tiene que tomar muchas decisiones. Aunque la mayoría de ellas involucran detalles de la trama, los arcos de la narrativa y el desarrollo de los personajes, también tiene la carga añadida de tener que decidir la forma de entregar las historias que él crea para los lectores que se encuentran en la Red.
Algunos de estos lectores tienen dispositivos dedicados como Kindle , de Amazon, otros devoran sus libros a través de los teléfonos inteligentes, algunos utilizan computadoras portátiles. Incluso algunos emplean computadoras que son remanentes del siglo pasado. Acorde a su género, la ciencia ficción, Jordan no publica sus novelas en formato impreso.
Las opciones se multiplican con rapidez para los lectores y los autores. Mientras que los dispositivos como Kindle, iPhone , de Apple, y Reader , de Sony, obtienen gran parte de la atención, prácticamente cualquier dispositivo electrónico capaz de mostrar unas pocas líneas de texto puede ser adaptado para desempeñar las funciones de un lector.
El resultado ha sido un exceso de hardware, de software y de formatos de archivos para libros electrónicos que los lectores evalúan en busca de la combinación perfecta.
"Yo ya vendo seis formatos diferentes en mi sitio web", dijo Jordan. "Si tienen un formato en particular que prefieren, por lo general, puedo proporcionárselos".
La proliferación de formatos se ha producido, en parte, porque la mayoría de las empresas que han entrado en el mercado de los libros electrónicos impulsan su propia norma.
Este individualismo puro comenzó a caer en desuso desde hace varios años y, en la actualidad, muchas empresas han adoptado el formato ePub desarrollado por International Digital Publishing Forum , un consorcio de la industria. Sony anunció en agosto que adoptará el formato ePub también.
"Para los dos últimos libros que publiqué", dijo Jordan "ePub ha sido el formato más popular".
Por otro lado, Amazon, que domina el mercado de los libros electrónicos, aún comercializa su propio formato para el lector Kindle. Pero ahora también es propietario de dos empresas ( Mobipocket y Lexcycle ) que venden libros electrónicos y software de lectura para teléfonos inteligentes.
Los consumidores quizás se preocupen por cuestiones como la compatibilidad de archivos, pero los autores, editores y desarrolladores de software están más interesados en saber cómo dividir las ganancias de cada venta. Jordan, por ejemplo, dijo que solía vender sus libros en el formato Kindle, pero el proceso de conversión de texto le resultó oneroso y los precios de Amazon le parecieron demasiado altos.
Ahora recomienda a sus seguidores que utilizan Kindle que compren ediciones de Mobipocket, las cuales pueden ser visualizadas en ese dispositivo, directamente desde su sitio web.
La proliferación de formatos ha sido una fuente de confusión y frustración para los consumidores, pero esto se ha visto mitigado por el hecho de que los consumidores pueden cargar sus teléfonos inteligentes y sus computadoras portátiles con un software para los distintos formatos, que la mayoría de las principales empresas regala.

Mientras que un libro impreso tiene una forma fija, un libro electrónico puede cambiar su apariencia. A pesar de que la mayoría de los paquetes de software ofrece interfaces similares, existen diferencias sutiles, y muchos compradores eligen una plataforma de lectura tomando como base la forma que desean que dicho libro tenga.
Neelan Choksi, uno de los fundadores de Lexcycle, la empresa que desarrolló el software lector de libros electrónicos Stanza, para iPhone y para iPod Touch, dijo que ese fue el motivo por el cual él y sus colegas trabajaron tanto con el fin de ofrecer a los usuarios tantas opciones como fuera posible.
"Todas las cosas que han hecho los tipógrafos durante mucho tiempo, nosotros las hemos cambiado", señaló Choksi. Los clientes pueden modificar los estilos de fuente, los colores de la pantalla y algunos otros detalles, y a menudo tienen gustos completamente diferentes.
El mercado también se está volviendo multitudinario a medida que los editores venden aplicaciones únicas que sólo muestran un libro. Esto simplifica el trabajo para el ocasional lector de libros electrónicos, pero no ayuda a aquellos que quieren construir una biblioteca electrónica amplia. Tal vez el formato ePub cambie eso.
Las decisiones sobre hardware también pueden ser intensamente personales. Reader, de Sony, y Kindle, de Amazon, por ejemplo, emplean pantallas que ahorran energía, lo cual contribuye a extender el tiempo entre cargas de batería.
Sin embargo, estos lectores dedicados compiten con los teléfonos celulares y con las computadoras que tienen pantallas más brillantes, a todo color, iluminadas por luz de fondo. Las baterías tal vez no duren tanto, pero las pantallas se pueden cargar mucho más rápido, permitiendo de este modo a los programadores agregar trucos visuales animados, tales como la simulación de dar vuelta una página.
Andrew Herdener, un portavoz de Amazon, dijo que la compañía no espera que los clientes hagan toda su lectura en Kindle.
"Nuestro plan es hacer que los libros de Kindle estén disponibles en diferentes dispositivos y plataformas", agregó. La compañía distribuye un lector Kindle para iPhone, por ejemplo.
Algunas empresas están buscando mercados más amplios. Wattpad.com , que se describe a sí misma como una "comunidad para la publicación, la lectura y el intercambio" de libros electrónicos, dice que su software de lectura funciona en cientos de modelos de teléfono. Esto ha contribuido a la expansión de la compañía, incluso en lugares como Vietnam, Indonesia y Filipinas, señaló Allen Lau, cofundador de Wattpad.
"En esos países", dijo Lau, "las personas son generalmente más pobres y algunos de los operadores no subsidian el teléfono. Para ellos, no tiene sentido gastar un sueldo mensual o dos para comprar un iPhone".
Wattpad permite que los libros electrónicos sean leídos en teléfonos pequeños, accesibles desde el punto de vista económico, que puedan mostrar sólo unas pocas líneas de texto a la vez.
Sin embargo, en países ricos, que son grandes consumidores de tecnología, como Japón, los dispositivos más pequeños están ganando popularidad porque son más fáciles de trasladar.
Lau comentó que incluso hay gente que escribe novelas completas en su teléfono móvil, novelas que podrían tener 300 páginas si se las publicara en formato de libro impreso.
"No sé cómo lo hacen", agregó Lau, "pero se las arreglan para hacerlo".
Escribir el libro en sí es sólo el comienzo. Nick Cave, músico de rock y autor, utilizó un iPhone para escribir un capítulo de su segundo libro, "The Death of Bunny Munro". Él y su colaborador musical de muchos años, Warren Ellis, luego desarrollaron una partitura original para el libro.
Si muchos más autores siguen el ejemplo, los lectores muy pronto también se preocuparán por la calidad de sus auriculares.
© NYT Traducción de Ángela Atadía de Borghetti

martes, 22 de septiembre de 2009

El futuro papel del papel

Roger Bartra
La República de las Letras impresas vive hoy momentos de tensión y nerviosismo debido a los cambios que está generando la digitalización de libros y artículos. El proyecto de Google, que ha digitalizado y colgado en Internet millones de libros ha desencadenado una intensa discusión y una lucha legal entre editores, bibliotecas, autores y la empresa digitalizadora. Desde el momento en que se generalizó la captura digital de textos, que sustituyó a las máquinas de escribir y a los linotipos, era previsible que las nuevas tecnologías acabarían provocando importantes cambios. Hoy muchos se preguntan si no estamos presenciando el comienzo de una era de decadencia del libro de papel, que culminaría con su desaparición. ¿Estamos ante la próxima extinción del libro, este maravilloso conjunto de hojas impresas con tinta? ¿Acaso las pantallas de computadoras son los artefactos que sustituirán en el futuro al libro impreso?
El libro, desde mi perspectiva, es una muy exitosa prótesis que ha permitido durante siglos sustituir funciones que el cerebro es incapaz de realizar mediante los recursos naturales de que dispone. Somos incapaces de almacenar dentro del cráneo toda la información, narrativas y las sensaciones poéticas que genera la sociedad. La acumulación de la información colectiva sólo se puede realizar mediante memorias artificiales, mediante prótesis especializadas en la preservación y difusión de textos e imágenes. El libro es una de estas prótesis, junto con toda clase de archivos documentales, registros, museos, mapas, tablas, calendarios, cronologías, cementerios, monumentos y artefactos cibernéticos que acumulan fotografías, reproducciones de obras de arte, películas, datos y textos. Estas memorias artificiales—pequeñas como el libro, inmensas como el Internet– son un ejemplo de lo que he denominado redes exocerebrales, verdaderos circuitos externos que configuran un complejo sistema simbólico de sustitución de funciones que los circuitos neuronales no pueden cumplir. (He desarrollado la idea de las redes exocerebrales en mi libro Antropología del cerebro, Pre-Textos/FCE, 2006).
Uno de los nudos clave de la red exocerebral es el libro. Ello muestra la gran importancia de esta pequeña prótesis: todo cambio en el mundo del libro tiene repercusiones en toda la cadena exocerebral lo mismo que en los circuitos neuronales del sistema nervioso central. No estamos, pues, ante un problema técnico en los medios de comunicación, sino ante un asunto de gran envergadura que conecta las redes neuronales más íntimas y profundas con el universo social que nos rodea.
Robert Darnton nos ha recordado recientemente que la República de las Letras es un espacio cruzado de líneas de poder, un tablero donde compiten fuerzas dominantes que reflejan el tejido social y cultural en el que está inscrito el juego. Las redes de prótesis exocerebrales no son simplemente un conjunto ingenioso de técnicas que extienden las funciones de nuestro sistema nervioso. Son redes que definen lo que solemos llamar la conciencia y que articulan a los individuos y los grupos en el complejo tejido cultural de fuerzas que caracteriza a las sociedades modernas. Como lo ha señalado muy bien Darnton, la batalla por la digitalización de libros revela un complicado enfrentamiento entre los intereses privados de las empresas y el bienestar intelectual público. Siempre ha existido esta confrontación, pero hoy adquiere nuevas dimensiones por el hecho de que una poderosa empresa como Google ha alcanzado una enorme fuerza monopólica. Si millones de libros se encuentran disponibles en forma gratuita en Internet, podemos comprender que el mercado editorial se ve obligado a rearticularse. No quiero entrar aquí a desenredar el amasijo de intereses que se ven afectados. Basta con señalar que editores, impresores, distribuidores, librerías, bibliotecas, autores y lectores están rearticulando su inserción en ese espacio de poder que es la República de las Letras. Es difícil prever el resultado de esta intensa transformación, pero podemos estar seguros de que afectará los circuitos exocerebrales en que se basa la conciencia humana.
Además, sabemos que nuestra relación de lectores con los textos está modificándose. Cada vez leemos más en las pantallas de las computadoras y cada vez escribimos más en teclados electrónicos. El papel y la tinta en muchos casos son sustituidos por artefactos electrónicos. Hay quienes sostienen que este proceso, desencadenado por la digitalización electrónica, terminará por erosionar las poderosas torres de marfil que son las universidades, las escuelas y los centros de investigación. A fin de cuentas, más que torres de marfil son torres de papel sacudidas por la digitalización y la expansión de la lectura en pantalla. En un libro reciente el profesor inglés Gary Hall ha expresado su entusiasmo por las nuevas tendencias que, espera, impulsarán una democratización de los espacios académicos e intelectuales. La muerte del papel como medio de circulación de ideas sería un adelanto formidable. A fin de cuentas, la digitalización ya ha marginado a los billetes de papel, que son sustituidos por tarjetas de crédito. También se están marginando las plumas, en beneficio de los teclados. Las cartas enviadas en sobres de correo con timbres cada vez retroceden más ante la ampliación del correo electrónico y del envío de mensajes por teléfono celular. ¿Por qué no redondear el proceso y marginar también los libros de papel? Hall plantea que ello minaría el modelo mercantil y empresarial de las universidades y de las empresas editoras, para dar lugar a nuevas alternativas. El libro de Gary Hall lleva un título agresivo: Digitize this book! Por cierto, su autor no ha colgado aún su libro en Internet para ser leído gratuitamente. El texto de Hall, que aún tiene forma de libro de papel, observa que en las universidades la contratación, la promoción y el reparto de privilegios se orientan por la producción de formas impresas en papel. Lo mismo puede decirse de la fama de muchos escritores: reposa sobre una montaña de papel. Hall comprende, sin embargo, que el papel es algo más que un medio de circulación: goza de un aura de originalidad y autoridad; además impone una estructura peculiar. Por ejemplo, el papel controla la extensión y fija la autoría del texto. En las redes electrónicas en principio no hay límites en la extensión y los textos digitales pueden ser modificados sin que queden huellas de la versión original. Además, los textos digitales están permanentemente amenazados por el cambio constante de los programas que permiten su lectura. Todavía no hay nada que garantice que un texto digitalizado hoy pueda ser leído dentro de doscientos años.
Pero estos y muchos otros problemas no han sosegado los entusiasmos por la digitalización ni aminorado los impulsos por sepultar la función del papel. Los poderes que representa el libro serían, como dijo Mao-Tsetung del imperialismo, un tigre de papel. Bastaría eliminar el papel para que el tigre maléfico del poder académico e intelectual fuese derrotado por la democracia digital.
Desde luego, no hay que dejarse llevar por las visiones maniqueas que exaltan ciegamente las maravillas de artilugios digitales que divulgarían a muy bajo costo documentos acompañados de imágenes en video, sonido propio, diagramas móviles, simulaciones dinámicas, enormes bases de datos e hipervínculos para sustentar o ampliar la información. Estos documentos acaso ya no podrían ser llamados libros. Los viejos libros de papel quedarían arrumbados como trastos viejos en un rincón nostálgico o como objetos raros de lujo. Por otro lado, tampoco hay que sucumbir a las visiones que miran con sospecha y miedo todas las innovaciones que trae la digitalización, que amenazarían con una vulgar wikidemocracia las excelencias del intelecto libresco antiguo.
Al parecer la utopía digital se ha estrellado contra la fuerza del papel. Las pantallas, comparadas a las hojas de papel impreso, son primitivas, toscas y poco amables. Además, acaso estemos al borde una renovada metamorfosis del papel. Las nuevas tecnologías han optado por crear imitaciones electrónicas del papel. Así, desde hace pocos años han surgido láminas delgadas y flexibles que usan tinta electrónica y son capaces de reproducir textos modificables. El resultado es una hoja de papel impresa que no tiene luz propia y que se lee como un libro, mediante la iluminación ambiental. Pero a diferencia de la hoja de papel tradicional, elaborada con pasta de fibras vegetales, este nuevo papel (EPD, por sus siglas en inglés: Electronic Paper Display) puede ser modificado por medios electrónicos, como una pantalla de computadora. El papel electrónico es usado por el Reader de Sony y por el Kindle de Amazon. Por lo pronto se trata de un papel cuya tinta electrónica sólo puede reflejar el negro y el blanco. Su calidad es todavía pobre. Pero podemos suponer que el invento será refinado y que podría acaso significar un triunfo del papel en el mismo terreno de las tecnologías que aparentemente lo iban a enterrar. ¿Qué papel tendrá el papel en el futuro? Podría muy bien ser que tuviera un papel protagónico si las nuevas tecnologías impulsan su renacimiento. Creo que las editoriales deberían incluso contribuir al avance de las formas más refinadas del papel electrónico, para que sustituya las incómodas pantallas tradicionales de las computadoras.
Si el libro es una prótesis que forma parte de nuestras redes exocerebrales, no debe extrañarnos que pueda evolucionar hasta convertirse en un artefacto electrónicamente sofisticado que mantenga la sencillez original del invento pero la combine con los extraordinarios recursos de la digitalización. Debemos comprender que toda modificación de esta prótesis ha de provocar cambios profundos en nuestra conciencia, pues la conciencia no es una sustancia o un proceso oculto en las redes neuronales dentro del cráneo sino una red que se extiende por los sistemas simbólicos que –como el libro– nos sustentan como seres humanos racionales.
(Participación en la mesa sobre “Cómo y dónde leemos hoy” en el Congreso Internacional del Mundo del Libro que celebró el 75 aniversario del FCE, el 9 de septiembre de 2009.)