domingo, 31 de agosto de 2014

El cuento del domingo

Ana Lydia Vega
El día de los hechos
Sí, señores, yo estuve allí aquel día a las tres en punto de la tarde cuando la calor de afuera era piragua al lado del infierno que jervía en aquel laundry. El vapor guindaba del plafón como papel celofán. Había más pantalones que en el ejército. Es decir, o por lo menos eso parecía: a Filemón Sagredo hijo, no le iba del todo mal en Puerto Rico. Porque los trapos sucios sobraban más acá de La Mona y en la Arzuaga de Río Piedras, entre kioscos y pensiones dominicanas, corrían el sancocho y el morir soñando talmente como en el Cibao. Si a ratos pellizcaba la nostalgia de un merengue ripiao y de un hablaicito paiticulai, siempre se podía dar un brinquito a la República pa cumplir con los viejos y echar su figureo en la plaza y hasta traer de vuelta unas cuantas alfombras de pajilla pa buceai los cuaitos y defendeise, oh.
Y así, en su Laundry Quisqueya ordeñaba la vaquita regordeta de la suerte que le había guiñado el ojo desde el día que llegó, tieso del susto, a las playas del Borinqueño Edén, un poquitico más arriba de Bahía Bramadero.
Aquel desgraciao de Grullón lo había soltado bastante lejos de la costa por no arriesgar el pellejo. Y con los otros cinco ilegales, Filemón había tenido que nadarse el resto a pulmón, espantándose los tiburones con promesas a la Altagracia.
En la costa fueron otros los pejes que se le tiraron al cuerpo. Tuvo que repartir dólares mojados como bendiciones para no ir a tener a la jaula con los demás.
Propina aparte, el viajecito se le había trepado en más de quinientos dólares. Menos mal que en Puerto Rico no es pobre sino quien quiere. Porque trabajo no es lo que hace falta, no. Ni hay que dejarle el lomo y el vivir al maldito corte de caña. Acá un ilegal se cuela donde pueda, vendiendo barquillas en una heladería china, atendiéndole las frituras a cualquier cubano desmadrao, cambiando gomas en algún garaje paisano. Como quiera se pasa un temporal. Hasta que pueda enyuntarse uno con hembra boricua y arreglar con Inmigración. O prosperar en el traqueteo de la vida y negociarse la papelería por un par de cientos.
Pues, sí, señores, yo estaba allí, de cuerpo presente y vi cuando el negro grandote y tofe se le cuadró enfrente a Filemón Sagredo hijo, con su escopeta recortada al hombro y dijo:
— Felicién Apolón te manda recuerdos.
El dominicano no pudo piar ni esta boca es mía. Apenas marcó un paso de salve hacia las perchas. La descarga aplastó el grito de la mujer que en eso volvía de la trastienda. Pero me consta: antes de verle la careta a la muerte, Filemón tuvo un recuerdo largo y parido que enhebró en la misma aguja a su pai Filemón Sagredo el Viejo y al mentado Felicién Apolón.
Y no vayan a creer que aquello fue cuestión de cuartos. El difunto saldaba puntual como timbre de colegio católico. Ni cuartos ni hembras, no. Filemón era manisuelto como cualquier hijo de vecino pero no se llevaba nada más que a la que estuviera mal cuidá. El asunto era más viejo y más hondo que el hambre. Esta servidora podría contarles con lujo de detalles todo lo que sucedió hace tanticuantos años en Juana Méndez. Allí fui yo a tener —la curiosidad no se cura— el dichoso día de los hechos.
Fue durante la semana roja de no acordarse. El Benefactor había proclamado la muerte haitiana a todo lo largo del Masacre. La dominicanización de la frontera estaba en marcha. Todo dominicano que se dijera patriota y macho tenía que tumbarle la chola a alguno de esos mañeses culisucios y muertosdihambre que venían a disputarle el mangú a los auténticos hijos de Duarte.
El viernes por la noche ya no había en qué cargar los muertos. Dondequiera había carretas jartas de cadáveres y bandas de perseguidores borrachos azuzados por el olor a sangre de madamo.
Desde la oscuridad del cuarto, Felicién Apolón escuchaba los aullidos de sus compatriotas moribundos. Algunos habían nacido de este lado de la frontera, críos de haitiano emigrado con dominicana. Pero a la hora del golpe no se le preguntaba a nadie por su mai.
En la habitación vecina, Filemón Sagredo el Viejo no acababa de decidirse a denunciar al haitiano. Había ayudado al hijo a cruzar el río porque Paula se lo había pedido. Por ella solamente, por ser dominicana además de buena hembra, aunque se hubiera acuartelado con un maldito cocolo. Pero cuando Felicién pidió refugio, lo pensó dos veces para al fin murmurar un sí cagado de indecisión. El recuerdo de su padre muerto en Haití durante la ocupación yanqui era una espina en pleno galillo.
Lo habían ahorcado los cacos de Péralte, colgándolo del asta de una bandera gringa por espía y delator. Injustamente, por cierto. Lo confundieron con otro dominicano que se largo a Nueva York forrado de billetes y privando de listo. Esto para mí es bolero viejo. Yo alcancé a ver los pies de Filemón abuelo bailando su dernier carabiné en el aire haitiano. Y puedo jurar sobre la Constitución de la República que su postrer maldición fue para el madamo que asesinó a su padre durante la última invasión haitiana. En venganza del propio, claro está, atravesado por bayoneta dominicana en tiempos de Serapio Reinoso.
Filemón lo pensó tres veces antes de llamar a los verdugos que rondaban como hombres lobos. Porque sangre pesa más que agua. Y era de madrugada cuando chillaron los goznes de la puerta. Un brillo de armas filosas prendió el batey. A las seis de la mañana, Paula frotaba el piso con un cepillo para hacerle vomitar sangre de haitiano a las tablas sedientas.
Por eso, aquel día, Filemón Sagredo hijo, descendiente de tantos filemones matados y matones, estaba de cara al suelo en el Laundry Quisqueya de Río Piedras. El mayor de sus dos hijos, parado en el umbral de la puerta, miraba fijamente sobre las cabezas de los curiosos el cauce de la calle Arzuaga por donde se había escurrido, en un Chevrolet negro, el pasado de su padre. Al volante del mentado, Felicién Apolón hijo, seguía la pista de sangre pacientemente dibujada por tantos felicienes matones y matados.
Se anda pendiente por si volviera a llover. Para cualquier novedad pueden contar conmigo. Yo lo sé casimente todo. Siempre ando por ahí el día de los hechos.
Ana Lydia Vega (1946). Escritora puertorriqueña con una relevante obra literaria y pedagógica. Mereció el Premio Casa de las Américas en 1982 y el Premio Juan Rulfo en 1984.
Esta escritora puertorriqueña, nació en Santurce, un barrio de San Juan, la capital, el 6 de diciembre de 1946. Desde los siete años de edad escribía poemas inspirados en los sentimientos filiales hacia sus padres. Cursó estudios en la Academia del Sagrado Corazón durante doce años. En su época de adolescencia también se sintió atraída por la prosa, los cuentos y las novelas. Sus primeras manifestaciones literarias, entre las que tiene varias novelas de misterio y amor, fueron escritas en inglés.
En la Universidad de Puerto Rico escogió su futura profesión como profesora de lenguas extranjeras. La vocación de maestra la heredó de su madre, quien enseñó durante toda su vida en escuelas públicas. Ana Lydia obtuvo su licenciatura en Artes en 1968.
Ya teniendo conocimientos previos del francés, idioma que aprendió desde niña, se marchó a Francia para cursar estudios de maestría y doctorado. Terminó su maestría en literatura francesa en la Universidad de Provence, Francia, en 1971. Posteriormente completó el doctorado en literatura comparada en la misma universidad en 1978.
De regreso al país natal, trabajó como profesora en la Universidad de Puerto Rico. Junto a su esposo, el también profesor y poeta Robert Villanúa, publicó un manual para la enseñanza del francés titulado Le francais vécu (El francés vivido). Luego, en 1981, escribió en colaboración con su compañera de aventuras literarias, Carmen Lugo Filippi, el libro de cuentos Vírgenes y mártires, donde se explora el  spacio femenino en el contexto colonial y machista puertorriqueño. Fue tanta la aceptación, que logró publicar Encancaranublado y otros cuentos de naufragio, Premio Casa de las Américas 1982. En esta obra, la alegoría, el discurso espiritista, la leyenda y las batallas carnavalescas, nos llevan a una reflexión sobre los conflictos del mundo caribeño y su soñada unidad.
Su tercer libro, Pasión de historias y otras historias de pasión, publicado en el 1987, recibió el premio Juan Rulfo Internacional de París en 1984. En 1988 escribió los ensayos que fueron publicados en la columna "Relevo" del periódico Claridad, y luego aparecieron en la colección de ensayos El tramo ancla de siete escritores del país .
Entre sus ensayos más importantes se encuentran Pulseando con el difícil, Nosotros los historicidas y Mirada de doble filo. En ellos emplea tonos irónicos y contundentes recursos para exponer su punto de vista crítico hacia una cultura puertorriqueña marcada por la ausencia de poder político. Las temáticas referentes al problema de la defensa de la nacionalidad puertorriqueña son recurrentes en su obra.
Ana Lydia Vega integra la amplia lista de prominentes figuras de América Latina que han manifestado su apoyo a la independencia de su país. Presentó su adhesión a la “Proclama de Panamá”, aprobada por unanimidad en el Congreso Latinoamericano y Caribeño por la Independencia de Puerto Rico celebrado en noviembre de 2006.
Dentro de una literatura de carácter realista como es la de Ana Lydia, la violencia es un elemento constitutivo. Su humor alcanza un matiz un tanto hostil como medio de ridiculizar al enemigo. Concretamente, como en el cuento Letra para salsa y tres sonetos por encargo, Vega responde con la burla a la agresión que supone el acoso sexual. Emplea preponderantemente la parodia como medio humorístico, sobre todo combinada con el juego de palabras, manera de evidenciar la torpeza de la conducta humana. También utiliza el humor para decir veladamente lo que no está permitido decir a viva voz.
La escritora no ha escapado a las clasificaciones generacionales y ha sido adscrita a la llamada generación del setenta. Una de las características más sobresalientes de este grupo es darle voz a ciertas zonas de la realidad puertorriqueña que antes habían sido ignoradas o poco trabajadas artísticamente. Algunas de estas zonas son la sexualidad lésbica, los mundos del negro, del narcómano, entre otros. También se ha caracterizado, en términos generales, por la combinación de códigos lingüísticos de estos mundos, así como por el coloquialismo del habla puertorriqueña en general.
El rasgo principal que atraviesa los textos de todos estos creadores de su generación es la actitud irreverente hacia la realidad y frente a la tradición literaria puertorriqueña. La defensa del pasado latente, y su recuperación mediante la memoria, es tema frecuente en el caso de las narradoras  que se proponen lograr una reivindicación femenina.
Ana Lydia Vega es una mujer del presente que vive la realidad de su país y de Latinoamérica. Busca con incisiva mirada captar sus fuentes esenciales. Su estilo literario la acerca a públicos muy diversos y los temas que aborda reaparecen en el anecdotario del pueblo, que se renueva en su lucha por subsistir en la historia.
Su labor intelectual como docente ha dejado huellas importantes en la enseñanza del idioma francés, entre otras especialidades. Es una voz activa que sigue calando a fondo en los vericuetos de la latinoamericanidad, y ha tomado partido ante la lucha del pueblo puertorriqueño por salvar su cultura. Su obra deja la expectativa de continuidad, de seguir hurgando en un mundo jocoso y maravilloso, que tiene aún muchas historias que contar.
Obra:
 “Puerto Príncipe abajo”, Casa de las Américas, La   Habana, Vol.21, no.123 (nov.-dic., 1980), p.94-99.
Encancaranublado y otros cuentos de naufragios, Casa de las Américas, La Habana, 1982.
El Tramo ancla; ensayos puertorriqueños de hoy, Ed. Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, 1988.
De cómo Ana Lydia Vega descubre el Caribe”, Casa de las Américas, La Habana, Vol.30, no.175 (jul.-ago., 1989), p.162-165.
“La felicidad ja, ja, ja, ja y la universidad”, Anales del Caribe, La Habana, no.11 (1991), p.13-21.
Vega, Ana Lydia y Torres, Walter: Falsa crónicas del sur, Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, 1992.
Ana Lydia Vega et al.: Cuba y Puerto Rico son: cuentos boricuas, sel. e introd., Pablo de la Torriente, La Habana, 1994.
Cuentos calientes, México, D.F., UNAM, 1996.
Esperando a Loló y otros delirios generacionales, ed. San Juan, Universidad de Puerto Rico, 1996.
Vega, Ana Lydia; Pastrana Fuentes, Yolanda y Ortiz Sotomayor, Alida: En la Bahía de Jobos: Celita y el mangle zapatero, San Juan, Universidad de Puerto Rico, 1998.
“La Batalla de la lengua en Puerto Rico”, Casa de las Américas, La Habana, Vol.41, no.222 (ene.-mar., 2001), p.156-157.
Vuelve Tom”, Casa de las Américas, La Habana, Vol.42, no.225 (oct.-dic., 2001), p.34-35.
“De qué mueren los taxistas”, Casa de las Américas, La Habana, Vol.8, no.255 (abr.-jun., 2009), p.83-86.
Bibliografía pasiva
Alberty Fragoso, Carlos: “Nación e ironía en Sobre tumbas y héroes de Ana Lydia Vega” en, Exégesis, Humacao, Vol.10, no.29 (1997), p.48-51.
Arroyo, Elsa R.: “Contracultura y parodia en cuatro cuentos de Rosario Ferré y Ana Lydia Vega” en, Caribbean Studies, San Juan, Vol.23, no.3-4(jul.dic., 1989), p.33-46.
Blazagasti-Sugovia, Elena: “Ana Lydia Vega y la reescritura de la historia” en Letras Femeninas, Nebraska, No. Extraordinario conmemorativo (1974-1994), p.124-129.
Captain-Hidalgo, Yvonne: “El espíritu de la risa en el cuento de Ana Lydia Vega” en, Revista Iberoamericana Pittsburg, Vol.59, no.162-163(ene.-jun., 1993), p.301-308.
Fernández Merino, Mireya: “Cómo ser escritora puertorriqueña y no morir en el intento. La escritura de Ana Lydia Vega” en, Actual Mérida, no.55-56(ene.-ago., 2004), p.23-34.
Gelpi, Juan G.: “Ana Lydia Vega: Ante el debate de la cultura nacional de Puerto Rico”, Revista chilena de Literatura, Santiago de Chile, no.42 (ago, 1993), p.95-99.
González, Aníbal: “Ana Lydia Pluravega: Unidad y multiplicidad caribeñas en la obra de Ana Lydia Vega” en, Revista Iberoamericana Pittsburgh, Vol.59, no. 162-163(ene-jun., 1993), p.289-300.
Kerkhoff, Manuela: “Entrevista con Ana Lydia Vega” en, La Torre, San Juan, Vol.9, no.36 (oct.-dic., 1995), p.573-610.
Niebylski, Dianna C: “Humor, desamor y subversión en Luis Valenzuela y Ana Lydia Vega” en, Estudios Filológicos, Valdivia, no.30 (1995), p.129-138).
Padura, Leonardo: Encaranublado: los aciertos ganan la partida, Casa de las Américas, La Habana, Vol.23, no.135 (nov.-dic., 1982), p.160-162.
Ramos Rosado, Marie: La Mujer negra en la literatura puertorriqueña: cuentística de los setenta (Luis Rafael Sánchez, Carmelo Rodríguez Torres, Rosario Ferré y Ana Lydia Vega), San Juan, Universidad de Puerto Rico. Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1999.
Reizs, Susan: “Tropical como en el trópico. Rosa Montero y el boom femenino de los ochenta” en, Revista Hispánica Moderna, New York, Vol.48, no.1 (jun.1995), p.189-204.
Rodríguez Luis, Julio: “De Puerto Rico a Nueva York: protagonistas femeninas en busca de un espacio propio” en, la Torre, San Juan, Vol.7, no.27-28, T.1 (jul.-dic., 1993), p.577-594.
Vega Carney, Carmen: “El amor como discurso político en Ana Lydia Vega” en, Letras femeninas, Nebraska, Vol.17, no. 1-2(primavera-otoño, 1991) p.77-87.
Semblanza biográfica y foto:encaribe.org .Texto: El cuento del día.

sábado, 30 de agosto de 2014

Minicuentos 88


Cortazarianos  

               Julio Cortázar, el Gran Cronopio Mayor. Homenaje.  Centenario.                

Patio de tarde


 A Toby le gusta ver pasar a la muchacha rubia por el patio. Levanta la cabeza y remueve un poco la cola, pero después se queda muy quieto, siguiendo con los ojos la fina sombra que a su vez va siguiendo a la muchacha rubia por las baldosas del patio. En la habitación hace fresco, y Toby detesta el sol de la siesta; ni siquiera le gusta que la gente ande levantada a esa hora, y la única excepción es la muchacha rubia. Para Toby la muchacha rubia puede hacer lo que se le antoje. Remueve otra vez la cola, satisfecho de haberla visto, y suspira. Es simplemente feliz, la muchacha ha pasado por el patio, él la ha visto un instante, ha seguido con sus grandes ojos avellana la sombra en las baldosas. Tal vez la muchacha rubia vuelva a pasar. Toby suspira de nuevo, sacude un momento la cabeza como para espantar una mosca, mete el pincel en el tarro y sigue aplicando la cola a la madera terciada.


Por escrito gallina una


Con lo que pasa es nosotras exaltante. Rápidamente del posesionadas mundo estamos hurra. Era un inofensivo aparentemente cohete lanzado Cañaveral americanos Cabo por los desde. Razones se desconocidas por órbita de la desvió, y probablemente algo al rozar invisible la tierra devolvió a. Cresta nos cayó en la paf, y mutación golpe entramos de. Rápidamente la multiplicar aprendiendo de tabla estamos, dotadas muy literatura para la somos de historia, química menos un poco, desastre ahora hasta deportes, no importa pero: de será gallinas cosmos el, carajo qué.


La revolución no es un juego


Joven amigo: ¿Se siente revolucionario? ¿Cree que la hora se acerca para nuestros pueblos?En ese caso, proceda CON SERIEDAD. La revolución no es un juego. Cese de reír. NO SUEÑE. Sobre todo NO SUEÑE. Soñar no conduce a nada, sólo la reflexión y la seriedad confieren la ponderación necesaria para las acciones duraderas. Niéguese al delirio, a los ideales, a lo imposible. Nadie baja de una sierra con diez machetes locos para acabar con un ejército bien armado: no se deje engañar por informaciones tergiversadas, no le haga caso a Lenin. La revolución será fruto de estudios documentados y de una larga paciencia. SEA SERIO. MATE LOS SUEÑOS. SEA SERIO. MATE LOS SUEÑOS. SEA SERIO. MATE LOS SUEÑOS.


Para hacer bailar a una muchacha en camisa


 Tómese mejorana silvestre, orégano puro, tomillo silvestre, verbena, hojas de mirto junto con tres hojas de nogal y tres tallos pequeños de hinojo, todo lo cual será recogido la noche de San Juan en el mes de junio y antes de que salga el sol. Deberán secarse a la sombra, molerlas y pasarlas por un fino tamiz de seda, y cuando se quiera llevar a cabo este agradable juego, se soplará el polvo en el aire allí donde esté la muchacha para que lo respire, o se le hará tomar como si fuera polvo de tabaco, el efecto se manifestará de inmediato. Un famoso autor agrega que el efecto será tanto más infalible si esta traviesa experiencia se lleva a cabo en un lugar donde ardan lámparas alimentadas con grasa de liebre y de macho cabrío joven.


No, no y no


El señor Silicoso está completamente loco si se imagina que voy a darle una hormiga. Por el momento no pide más que una, creyendo que va a convencerme con su modestia, pero al principio (el 22 de noviembre por la tarde) pedía mucho más, quería cantidad de hormigueros, legiones de hormigas, prácticamente todas las hormigas. Está loco. No solamente no voy a darle la hormiga sino que tengo la intención de pasearme delante de su casa llevándola conmigo para hacerlo rabiar. Procederé de la manera siguiente: Primero me pondré mi corbata amarilla, y después de haber elegido la más esbelta y vivaz de mis hormigas, la soltaré para que se pasee por mi corbata. Habrá así un doble paseo, en el que yo iré y vendré frente a la casa del señor Silicoso y mi hormiga irá y vendrá por mi corbata. ¿He dicho un doble paseo? Más bien una apertura infinita de paseos en espiral, pues si bien la hormiga se pasea por mi corbata, mi corbata se pasea conmigo, la tierra me pasea en torno de la eclíptica, ésta se pasea a lo largo de la galaxia, que se pasea en torno de la estrella Beta del Centauro, y en ese mismo momento el señor Silicoso, que cree estar inmóvil, se asomará al balcón a tiempo para ver a mi hormiga perfectamente dibujada con todas sus patas y sus antenas sobre mi corbata amarilla que le parecerá, pobre hombre, una espada flamígera. Entonces empezará a soltar por boca y nariz una baba semejante al macramé, y su esposa e hijas acudirán para hacerle respirar sales y tenderlo en el canapé del salón. Salón que conozco demasiado bien, después de tantas veladas que he pasado bebiendo té casi frío junto a esa familia ávida de insectos.


Toda esfera es un cubo


Desde luego el primer problema es como siempre mi tía. Decirle que toda esfera es un cubo y verla competir cutáneamente con una espinaca es todo uno. Se queda parada en la puerta, apoyada en la escoba, y me mira con ojos en los que adivino las ganas que tiene de escupirme. Después se va y barre el patio pero sin cantar los boleros que son la alegría de nuestra casa por la mañana.La segunda dificultad está en la esfera misma. Apenas la coloco rotundamente sobre un plano inclinado, donde cualquier cubo se quedaría impertérrito, esta desgraciada saca todas las patitas y se tira al suelo como un relámpago, sin contar que además sigue viaje hasta abajo del ropero donde las pelusas, por rara coincidencia, están siempre reunidas en apretado número. Sacarla de ahí es una perfecta porquería, tengo que arremangarme y además soy alérgico a las pelusas y me pongo a estornudar de tal manera que grandes torbellinos de pelusas salen junto al cubo y me llevan directamente a la crisis asmática, tengo que faltar a la oficina, el señor Rosenthal amenaza con descontarme un día de sueldo, mi padre saca a relucir las noches que pasaba a la intemperie cuando la expedición al desierto, y mi tía acaba siempre por llevarse la esfera y ponerla donde la familia opina que debe estar, es decir en el estante del líving entre las obras del doctor Cronin y el pajarito embalsamado que fue de mi hermanito el que cerró los ojos en la primera infancia.Mi padre me ha preguntado ya dos veces por qué me obstino en esas tonterías, y no me he dignado contestarle porque tanta pasividad me descorazona. ¿Será posible que todo el mundo acepte que esa bola maldita se dé el gusto de imponer su voluntad? Una vez más lucharé contra la esfera que es, lo sé, un cubo; la pondré en un plano inclinado, mi tía pasará a la espinaca, el ciclo de siempre, las pelusas. Entonces yo esperaré a curarme de la crisis asmática y después pondré el cubo en un plano inclinado, porque es ahí donde tiene que quedarse y no en el estante del líving al lado del pajarito.

Ciclo: Varia Literaria III

Variaciones sobre el bestseller con claves literarias y esotéricas 
Encuentro de lectores
Sala Dos 
3pm





En el corazón de Italia, el catedrático de Simbología de Harvard Robert Langdon se ve arrastrado a un mundo terrorífico centrado en una de las obras maestras de la Literatura más imperecederas y misteriosas de la Historia: el Infierno de Dante.

Con este telón de fondo, Langdon se enfrenta a un adversario escalofriante y lidia con un acertijo ingenioso en un escenario de arte clásico, pasadizos secretos y ciencia futurista. Apoyándose en el oscuro poema épico de Dante, Langdon, en una carrera contrarreloj, busca respuestas y personas de confianza antes de que el mundo cambie irrevocablemente.


Dan Brown, el autor
Tras estudiar Literatura en la Universidad de Amherst y en la Academia Phillips de Exeter (donde su padre era profesor), decidió seguir el camino de su madre y comenzó una carrera musical. Se dedicó a crear efectos sonoros con teclados electrónicos y grabó un primer disco para niños que imitaba los sonidos de los animales de la selva, y luego otro, más elaborado, destinado a los adultos.
Brown se trasladó a Hollywood con el objeto de intentar convertirse en un músico profesional del cine y llegó a inscribirse en la Academia Nacional de Compositores de Los Ángeles, donde conoció a la que sería su esposa (12 años mayor que él), la pintora e historiadora del arte Blythe Newlon, quien se ocupó en principio de la promoción de un nuevo disco de Brown compuesto de canciones de amor.
Como la fortuna musical no le sonrió en exceso, optó por regresar a New Hampshire para trabajar como profesor de Literatura inglesa, hasta que en 1996 decidió dedicarse a la escritura. Así nacieron sus novelas La fortaleza digital (1996), Ángeles y demonios (2000) y La conspiración (2001), en las que resuenan los ecos de los debates entre ciencia y religión que oía de muchacho en su hogar, y la afición por los códigos secretos que le inculcó su padre.
La fortaleza digital es una novela de intriga en la que la tecnología desempeña un papel fundamental. Brown plantea la cuestión de hasta qué punto la seguridad nacional y la amenaza del terrorismo justifican las intromisiones en la privacidad del individuo. La protagonista es una criptógrafa empleada en la Agencia de Seguridad Nacional que debe viajar a Sevilla para seguir la pista de un código indescifrable. Brown, que en 1995 había estudiado historia del arte en Sevilla, describe esta ciudad española con sordidez y como un lugar anclado en el pasado. Ángeles y demonios es también una novela de misterio que presenta un conflicto entre ciencia y religión; en ella, el profesor Langdon y la científica Vittoria Vetra se enfrentan a una peligrosa secta, los Illuminati. La conspiración se centra en el descubrimiento de un misterioso objeto en el círculo polar ártico.
Las tres novelas fueron reeditadas numerosas veces tras el éxito fulminante de El Código Da Vinci, libro que no sólo le dio una inmensa popularidad, sino que lo obligó también a afrontar algunos juicios por plagio. Su trama, que combina temas esotéricos, religiosos y artísticos con elementos clásicos de las novelas de misterio, atrajo a millones de lectores.
La novela fue llevada al cine en 2006 por el director Ron Howard, con el actor Tom Hanks en el papel del personaje protagonista: Robert Langdon, profesor de simbología y de arte religioso en Harvard. El Código Da Vinci impulsó además un curioso fenómeno: la publicación de numerosos libros de autores que desafiaban (o que habían desafiado a lo largo de la historia) la doctrina oficial de la Iglesia sobre Jesucristo, María y otras figuras del cristianismo.Se ha dicho que los libros de Dan Brown tienen en común su impericia literaria y una multitud de errores históricos, geográficos, religiosos y artísticos. Pero, sobre todo, han conquistado millones de lectores más allá de la publicidad, atrapados por la trama de la "gran conspiración". A mediados de 2008 El Código Da Vinci, cuya primera edición en Estados Unidos databa de 2003, había sido traducida a más de 40 idiomas y superaba la cifra de 70 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Su autor había obtenido desde la publicación unos ingresos anuales de alrededor de 80 millones de dólares, lo que le hizo figurar, de la noche a la mañana, entre los escritores norteamericanos más ricos y famosos, aunque quizás nunca figurará entre los que han realizado un aporte significativo a la literatura.

Gana la censura

La exposición Mujeres ocultas, de la artista María Eugenia Trujillo, que se iba a realizar en el Museo Santa Clara, fue suspendida por un juez hasta que un tribunal profiera un fallo definitivo al respecto. Al museo llegaron alrededor de cuarenta tutelas el miércoles 27 de agosto. Transcribimos algunos apartes

La acción de una tutela censuró la exposición de Mujeres Ocultas./revistaarcadia.com
Se revisa la demanda de acción de tutela, que  radicada en la secretaria general de esta corporación el 26 del presente año, recibido en el despacho del magistrado sustanciador el mismo día, pretende el amparo de los derechos fundamentales “a la libertad de culto y al libre desarrollo de la personalidad” que considera vulnerados por las autoridades accionadas toda vez que el Museo Santa Clara, con aquiescencia del Ministerio de Cultura, exhibirá el 28 de agosto del año en curso, la obra plástica denominada “mujeres ocultas”, la cual considera el accionante, irrespeta y ridiculiza sus creencias y las de su comunidad católica.
Ahora bien, previo a la admisión la presente acción en despacho debe pronunciarse respecto de la solicitud de medida provisional insertada en el libelo introductorio de la demanda, la cual fundamenta la parte actoral así:
Que en la medida de las posibilidades el juez emita medidas cautelares con el fin de impedir la apertura, lanzamiento y publicación de la exposición “Mujeres Ocultas” programada para el jueves 28 de agosto de 2014 hasta que a través de sentencia se pronuncie respecto a la presente tutela”
Así las cosas, el suscrito decretará la medida provisional solicitada por la parte actoral, en consideración a que la exposición “Mujeres Ocultas”, cuya cancelación se pretende, se exhibirá al público el próximo 28 de agosto del año en curso, es decir, dentro de 2 días, luego, resultaría nugatorio un eventual amparo de los derechos fundamentales alegados, en caso de encontrarse vulneración de los mismos al momento de emitirse el fallo correspondiente, pues el fin último de la presente acción de tutela, es impedir que se lleve a cabo al exposición de las obras que componen el mencionado trabajo artístico.
Precisado lo anterior, y en virtud de lo dispuesto en el Decreto 2591 de 1991, este despacho avoca reconocimiento de la presente acción de tutela y, en consecuencia, dispone los puntos aparte:
1.       Suspéndase la acción titulada “Mujeres Ocultas” prevista a partir del 28 de agosto al 28 de septiembre de 2014, en el Museo Santa Clara de esta ciudad. Hasta tanto este tribunal profiera un fallo definitivo al respecto.
El Ministerio de Cultura se pronuncia
Exposición Mujeres Ocultas, suspendida  temporalmente
El Ministerio de Cultura se permite informar a la opinión pública que atendiendo una orden provisional del Tribunal Administrativo de Cundinamarca dentro de una acción de tutela que ordenó la suspensión de la exposición denominada MUJERES OCULTAS, se ha suspendido dicha exposición.
El Ministerio de Cultura es respetuoso de las decisiones judiciales y por eso, aun cuando no comparte la decisión, atiende dicha orden. Dicha providencia está siendo impugnada, ante el mismo Tribunal. Como consecuencia, el Museo Santa Clara no ofrecerá atención al público los días jueves 28 y viernes 29 de agosto de 2014.

Colombia dona libros de Gabriel García Márquez a bibliotecas de Honduras

Colombia donó una colección de obras del premio Nobel de Literatura Gabriel García Márquez para bibliotecas públicas de Honduras, informó hoy una fuente oficial en Tegucigalpa

 
Cien años de soledad hace parte de la extensa donación a las bibliotecas públicas de Honduras./elespectador.com
El donativo fue entregado por el embajador de Colombia en Tegucigalpa, Francisco Canossa, a la canciller hondureña, Mireya Agüero.
"La entrega forma parte de los acuerdos estipulados en el cálido y sentido homenaje al escritor Gabriel García Márquez ofrecido en la VI Cumbre de Jefes de Estados y de Gobiernos de la Asociación de Estados del Caribe-AEC", indicó la Cancillería hondureña en un comunicado.
Las colecciones de García Márquez serán donadas a todos los países miembros de la AEC con el fin de acercar a los pueblos a la literatura colombiana y a la gran diversidad y riqueza cultural del Caribe, añade la nota de prensa.
La donación recibida por Agüero es de unos 128 libros del Nobel de Literatura 1982 colombiano, entre los que figuran Cien años de soledad, Del amor y otros demonios, La Hojarasca, Noticia de un secuestro, El amor en los tiempos del cólera y Crónica de una muerte anunciada, entre otros.
García Márquez murió el 17 de abril pasado en México, a los 87 años.

Regreso de J. M. Coetzee

El Nobel de literatura 2003, J. M. Coetzee, volvió a nuestro país invitado por el Fondo de Cultura Económica y las universidades Central y Autónoma de Bucaramanga

 
Isaías Peña, director del Departamento de Humanidades y Letras de la Universidad Central; el Nobel de literatura J. M. Coetzee; Rafael Santos, rector de la Universidad Central; el escritor Juan Gabriel Vásquez; Fernando Chaparro, vicerrector académico de la Universidad Central; y Oscar Godoy, docente de Creación Literaria de la Universidad Central./elespectador.com
En el enigmático carácter del escritor Coetzee pocas son las sonrisas afloran. Pero el año pasado, en el almuerzo de despedida de su primer viaje a nuestro país, no solo le dio rienda suelta a su alegría, también afirmó que desde ese momento estaba pensando en volver a Colombia. Y no mintió. Este año incluyó a Bogotá y Bucaramanga en la gira de lanzamiento de su biblioteca personal, una colección de la editorial argentina El Hilo de Ariadna, que comprende doce clásicos de la literatura considerados por él como obras intensas y fundamentales en su formación como escritor.
Durante su viaje a Colombia, que concluyó este fin de semana, ofreció tres conferencias sobre dicha colección, acompañado por su colega y amiga María Soledad Constantini, directora del Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, Malba, y de la editorial El Hilo de Ariadna. El 26 de agosto se presentó en el Auditorio Mayor Carlos Gómez Albarracín, de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, durante la decimosegunda versión de la feria del libro de esa ciudad. Allí ofreció un conversatorio con el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez frente a un auditorio de 800 personas.
A la Universidad Central asistió el 27 de agosto, donde precedió el foro Las lecturas de J. M. Coetzee en el Teatro de Bogotá, invitado por el Departamento de Humanidades y Letras, responsable de que él decidiera venir por primera vez a nuestro país en 2013, cuando el Nobel fue el protagonista del primer seminario internacional de autor, en el marco del lanzamiento de la Maestría en Creación Literaria de ese centro educativo.
Finalmente, el 28 de agosto, Coetzee presentó la lectura de su cuento inédito A house in Spain, en el auditorio del Centro Cultural Gabriel García Márquez. Las lecturas fueron hechas en inglés por él mismo, de manera que el público pudo disfrutar la delicadeza de su pronunciación, enérgica y al mismo tiempo sosegada, como las olas de un mar en calma. Posteriormente, Constantini leía la traducción de los párrafos al castellano.
En las intervenciones que hizo en las dos universidades, el Nobel se refirió a la Biblioteca Personal de Jorge Luis Borges como uno de los proyectos que inspiraron su nueva colección. No obstante, aseguró que “el proyecto de Borges no era demasiado ambicioso desde el punto de vista filosófico. De hecho, no era un proyecto filosófico, pues hacer una introducción de un canon literario alternativo era una tarea que habría podido hacer el Borges joven, mucho más aventurero, pero no era una tarea posible para el Borges anciano”. Al morir, el escritor argentino apenas había sacado 67 de los 100 libros que componían el listado.
Por ello, el objetivo de Coetzee no fue, en absoluto, hacer una imitación de esa Biblioteca Personal, sino presentar una colección más humilde, de doce autores en traducción al castellano, a través de los libros que él consideró, habían sido escritos por sus autores en el punto más intenso de sus carreras literarias. No obstante, antes de hablar de las presencias, el nobel hizo referencia a las ausencias de su colección. La guerra y la paz, de León Tolstoi, así como los libros de Dostoyevski, Joyce y Proust no fueron incluidos porque han sido ampliamente editados en sus versiones en español y Coetzee quiso presentarnos obras menos conocidas. Con respecto al Quijote, consideró inapropiado recomendarles a los lectores hispanohablantes la mayor obra de la literatura castellana.
Por otro lado, según la Ley Internacional de Derechos de Autor, solo después de 70 años de fallecido un escritor su obra puede considerarse de dominio público y sus libros se pueden traducir y publicar libremente, así que Coetzee no pudo considerar autores fallecidos después de 1944, con excepción de Samuel Beckett, quien murió en 1989, cuyos derechos de Watt tuvieron la fortuna de conseguir. Sin embargo, el Nobel aseguró que le habría gustado incluir, entre otros, a William Faulkner y Albert Camus en su Biblioteca Personal.
Hasta ahora la editorial ha lanzado los libros La muerte de Iván Ilich / Patrón y peón / Hadji Murat, de León Tolstoi; El ayudante, de Robert Walser; Madame Bobary, de Gustave Flaubert; Tres mujeres / Uniones, de Robert Musil; La Marquesa de O. / Michael Kohlhaas, de Heinrich Von Kleist; y La letra escarlata, de Nathaniel Hawthorne. Con estos libros en sus manos, el nobel se dirigió al público para hablar poéticamente de ellas, haciendo alusión a la lucha intelectual y emocional de los autores que las escribieron.
Coetzee habló ampliamente de Walser, escritor suizo que pasó sus últimos años en una clínica psiquiátrica y al morir dejó una amplia obra escrita en letra diminuta, aunque aseguraba que “no estaba allí para escribir, sino para ser loco”. Al respecto, el Nobel opina que, contrario a lo que se suele pensar, la locura no es un estado sagrado ni da acceso a un mundo que está más allá del alcance de la gente común. Tampoco es una condición que facilite la escritura, sino que por el contrario, la dificulta, al tiempo que hace al escritor un ser desgraciado.
Durante su intervención, el autor se refirió de manera particular al doceavo título de la colección, que constituye una antología de poesía y que será lanzado en 2015. “El mayor placer que tuve al armar esta biblioteca fue hacer la selección de los poetas cuya obra admiro y de la que he aprendido. Abarca desde poetas anónimos pertenecientes a la tradición oral africana y australiana hasta poetas más jóvenes que yo, en una gran variedad de lenguas”, aseguró Coetzee.
Cuando  Coetzee nos visitó en abril de 2013 se sorprendió gratamente por el gran número de lectores con quienes contaba en nuestro país. Las regalías de Colombia le llegan por Panamá, dijo, por lo que no se había imaginado que lo estuviéramos leyendo. Tal vez por eso, como un animal que ya conoce el camino y cuyos pasos se definen con mayor seguridad, este gran escritor regresó a nosotros y, de hecho, se mostró más abierto y espontáneo, firmó autógrafos voluntariamente al finalizar sus lecturas, sonrió mucho más y estuvo menos tenso con las cámaras, los cocteles y el roce social al que lo obliga la fama. A fin de cuentas, él mismo asegura que “un gran escritor se convierte en propiedad de todos nosotros”.
Descifrando a Coetzee
Hay tres razones por las cuales Coetzee es objeto de admiración en el mundo de las letras. En primer lugar, por su prolífica obra literaria: 21 libros de novelas y ensayos publicados entre 1974 y 2014 que lo han hecho merecedor de los máximos galardones, entre ellos el Premio Nobel de Literatura 2003 y el Booker Prize, que recibió dos veces. Segundo, porque durante toda su vida ha sido profesor. Trabajó en las universidades de Texas y la Estatal de Nueva York, en Estados Unidos; en la de Ciudad del Cabo, en su país natal, Sudáfrica, donde estudio lengua y literatura inglesa y matemáticas y adonde regresó para ejercer como docente durante más de una década; y actualmente, en la Universidad de Adelaida, en Australia. Tercero, por una mezcla entre las circunstancias que han marcado su vida y el carácter que construyó en torno o, incluso, a pesar de ellas. Un carácter a menudo indescriptible, pero del cual se pueden destacar características que convierten a Coetzee en un hombre excepcional.
Coetzee vivió en carne propia el crimen y censura del apartheid, una experiencia reveladora para el autor de Contra la censura, ensayos sobre la pasión de silenciar (1997), sobre la cual hablaría desde dos perspectivas en Verano (2009), una de sus obras autobiográficas. "(A  Coetzee) le ilusionaba pensar que un día la política y el Estado se desvanecerían. Yo llamaría a esa actitud utópica. Por otro lado, no movía un solo dedo con la esperanza de que esos anhelos utópicos llegaran a realizarse. Era demasiado calvinista para eso”. Más adelante, haciendo referencia a los sudafricanos de piel blanca, escribe: "Teníamos un derecho abstracto a estar allí, un derecho de nacimiento, pero la base de ese derecho era fraudulenta. Nuestra presencia se cimentaba en un delito, el de la conquista colonial, perpetuado por el apartheid. (...) Nos considerábamos transeúntes, residentes temporales, y en ese sentido sin hogar, sin patria”. ¿Será esta la principal razón que impulsó a Coetzee a radicarse en Australia, e incluso a pronosticar que moriría en ese país, como lo relata en esa misma novela?
Este, como muchos otros aspectos de su personalidad, parece componer el enigmático rompecabezas para descifrar a Coetzee, un autor que, contrario a casi todos sus contemporáneos, ha mantenido la vida privada al margen de la figura pública. No solo es reacio en su contacto con los medios sino que las muy pocas veces en las que les ofrece entrevistas a los periodistas, sus respuestas son lacónicas. “Coetzee siempre ha tenido ese defecto: tomarse las preguntas demasiado al pie de la letra, así como responderlas con excesiva brevedad. Esa gente no quiere respuestas breves. Quieren algo más pausado, más expansivo, algo que les permita discernir qué clase de individuo tienen delante”.
Del mismo modo en que nos atrae lo que está escondido y nos interesamos más por lo incomprensible, nos gusta Coetzee. Por qué nos gusta es mejor no explicarlo, pues como dice él mismo: “no estoy seguro de que resulte bueno ser demasiado consciente de los propios gustos, no vaya a ser que se petrifiquen y dejen de crecer”.
Periodista y jefe de prensa de la Universidad Central.

Milan Kundera en la época del ombligo

El escritor checo elige para los lectores un pasaje de  La fiesta de la insignificancia, su nueva novela

Milan Kundera, su imagen más reciente./elpais.com
“¡La individualidad es una ilusión!”. Eso exclama uno de los personajes de la esperada novela de Milan Kundera, La fiesta de la insignificancia (Tusquets), cuya idea condensa buena parte de la filosofía con que el escritor de origen checo ve la vida según la ha plasmado en sus novelas, cuentos y ensayos.
Y con mayor fuerza ahora a sus 85 años, cuando el ombligo ocupa un lugar esencial en su narrativa.
Con este y La fiesta de la insignificancia Milan Kundera (Brno, 1929) regresa después de 14 años. Empezó en la primavera italiana y francesa, y ahora, a partir del martes, en España. Vuelve como si nada, como si la conversación dejada con los lectores en La ignorancia, con la cual recibió el siglo en 2000, hubiera sido ayer. Los temas de sus libros son los mismos pero revestidos por el paso del tiempo, aunque sin perder la esencia de lo que son y significan para él aspectos como la sexualidad, el erotismo, la maternidad, el deseo, la cultura, las ideas sobre el existir que rondan al ser humano, ideas sobre ser y estar, la convivencia, el tejido fino de las relaciones y las conexiones con los demás, en especial los laberintos concernientes a los sentimientos y emociones. Y aquí esparcido de más humor.
Es su novela número diez. Donde tres hombres ya maduros hablan sobre las fuentes de seducción femenina, y se preguntan qué puede significar que un hombre o una época privilegie una u otra parte del cuerpo. Fantasías que son realidades, realidades que son sueños, sueños que son el espejo real del interior del ser humano.
“Ya sé que la uniformidad está en todas partes. Pero en este parque dispone al menos de una gran variedad de uniformes. Así puedes conservar aún la ilusión de tu individualidad”, insiste, Alain, una nueva criatura kunderiana. Una ilusión que incluye al ombligo. Pese a que su exhibicionismo ha aumentado en los últimos años como un reclamo de diferencia y de intención de despertar deseos en el otro con el ánimo de formar parte de los “lugares excelsos” eróticos de la mujer, asegura Kundera. Alrededor de él, del ombligo, se desarrolla el pasaje de la novela seleccionado por el propio escritor para los lectores de EL PAÍS y publicado íntegro en el blog Papeles perdidos de este diario.
Pero el ombligo no es para tanto: “Antaño, el amor era la celebración de lo individual, de lo inimitable, la gloria de lo único, de lo que no admite repetición. Pero el ombligo no solo no se rebela contra la repetición, ¡es una llamada a las repeticiones! De modo que en nuestro milenio viviremos bajo el signo del ombligo. Bajo ese signo seremos todos soldados del sexo…”.
Y sus argumentos siguen, porque aunque el ombligo, se afirma en La fiesta de la insignificancia, señala un camino y su fin, tiene poco qué hacer frente a los otros tres lugares excelsos: los muslos, las nalgas y los pechos.
La novela, según Beatriz de Moura, su traductora del francés y su editora, “es una desenfadada y espléndida composición en forma de fuga que se nutre de las más sutiles variaciones en torno al tema que da título al libro: “La insignificancia, amigo mío”, nos advierte, “es la esencia de la existencia. (…) Está presente incluso allí donde nadie quiere verla”.
Milan Kundera escribe como si nada, con sus acordes existenciales hechos literatura, con sus ritmos temáticos hechos palabras, con su musicalidad trascendente conectada con la cotidianidad del lector. Sus obras desde el mismo título parecen señalar el camino hacia una periferia argumental pero que es solo un espejismo, porque no son más que el centro de los intereses de todos. Ahí están desde La broma (1967), La vida está en otra parte (1972), El libro de la risa y el olvido (1979), La insoportable levedad del ser (1984), La lentitud (1994), hasta el actual La fiesta de la insignificancia.

Por tus vicios y defectos te adoramos, Sam Spade

Brutal oda a la incorreción política de un personaje único, que se encara con policías o fiscales como si fueran matones, que pacta con unos, con otros y con ninguno al mismo tiempo

Humphrey Bogart como Sam Spade en El halcón maltés./elpais.com
Agresivo e impredecible. Cínico, solitario, egoísta y machista. Un perdedor, también. El detective Sam Spade es estas y otras muchas cosas, buenas y malas, y por eso me gusta, por eso vuelvo a él, a sus frases y circunloquios, a sus cigarros, a sus bofetadas. Buenistas y amantes de la corrección política, aléjense de este personaje creado por Dashiell Hammett, reducido a una novela magistral, El halcón maltés, y tres relatos cortos (todos los casos reunidos se encuentran en la edición de RBA, traducción de Luis Murillo), grandioso cuando las cosas se ponen mal y saca lo mejor de sí para, como no podía ser de otra manera, volver a perder.
Con este homenaje a Sam Spade seguimos con la serie Los detectives de nuestra vida, que este mes de agosto nos ha permitido recordar al agente de la Continental,  ir a las raíces del Tartan noir con Laidlaw, recordar a ese clasicazo español llamado Méndez y descubrir una extraña distopía nazi. Y para el que quiera más, todos los post del verano anterior.
  



Hay un momento genial en el Halcón Maltés. Spade come con Brigid O’Shaughnessy, mujer fatal perfecta, adaptación a la novela de aquella inolvidable Elvira, alias Jean Delano, de La chica de los ojos plateados que tantos problemas crea a el agente de la Continental. Ella miente y le oculta detalles esenciales del lío en el que están metidos; él lo sabe pero no importa. Ella le ha acusado varias veces de “agresivo e impredecible”; él, riéndose, replica: “Suelo enterarme de las cosas a base de sabotear la situación de la manera más agresiva e impredecible. Por mí no hay inconveniente, si tú estás segura de que por ese sistema no vas a salir perjudicada”. Ese es Sam Spade. Cínico, amenazante, verbalmente brutal.
Nuestro amado detective tiene 38 años, es fuerte y de dedos gruesos, mide más de 1,80, fuma tabaco de liar y bebe lo que haya: bacardi, botella de Manhattan ya preparado… Es un personaje de excesos y contradicciones: adora a las mujeres pero siempre va a parar con la que no le conviene; le gusta el dinero aunque suele andar escaso; odia no devolver un puñetazo; acaba de perder a su socio Archer y no lo siente, no lo podía ni ver, pero investiga su muerte como si fuese la de su ser más querido por honestidad, profesionalidad y porque nadie es quien para matar a su socio sin recibir castigo.
Pero es en su relación con las mujeres y en sus grandes discursos donde Spade despliega toda su fuerza. O’Shaughnessy es fría y perversa, egoísta, ambiciosa. Se presenta desvalida, con gestos de colegiala. Spade sabe que no es real, que detrás no hay más que problemas, pero pica el anzuelo. Trata de apartarla, pero vuelve a picar. Hay un monólogo en el que Spade le explica por qué no se puede fiar de ella que es grandioso. En la película dirigida por John Huston en 1941 se respeta casi en su totalidad, como en tantas otras ocasiones, el texto original, con lo que es mejor verlo recitado por Humphrey Bogart que escrito.
Su secretaria Effie Perine es la otra mujer de su vida. Cualquier mente bien pensante dirá que su relación está marcada por el machismo. Yo veo, sin embargo, una amistad en la que siempre se sugiere algo más, una relación llena de confianza y complicidad, de guiños y grandes diálogos de pocas palabras, algo muy parecido al amor, al bueno. ¿Anticuado? Para mí su relación es muy parecida a la que Ray Donovan tiene con su ayudante lesbiana en la serie de televisión que tan encarecidamente recomiendo y de la que hemos hablado en Quinta Temporada. Puro siglo XXI. Es lo que tienen los clásicos.
A veces Spade padece de incontinencia verbal. En esos momentos grandiosos firmaría debajo de todo lo que dice. Hay alguna diatriba que me recuerda tanto a la furia dialéctica llena de deseos de venganza del agente de la Continental que no puedo evitar reproducir: 
“- ¡No hay peros que valgan! - dijo Spade-. Es la única manera. - Ahora tenía la frente enrojecida y sus ojos eran como dos piedras candentes. El hematoma de la sien había adquirido un tono cobrizo-. Sé de lo que hablo. He pasado por ello otras veces y quiero pensar que no será la última. En un momento u otro he tenido que mandar al cuerno a todo tipo de gente, del Tribunal Supremo para abajo, y no me ha pasado nada. Y si no me ha pasado nada es porque nunca he perdido de vista que tarde o temprano llega el día del ajuste de cuentas; y cuando llegue ese día quiero estar en condiciones de entrar en la jefatura precedido por una víctima propiciatoria y decir: “¡Eh chicos, aquí tenéis al criminal!”. Mientras pueda hacer eso, nada me impedirá reírme en la cara de todos los jueces y todas las leyes habidas y por haber. La primera vez que me falle, soy hombre muerto”. Esa primera vez no ha llegado todavía y no va a ser esta. Ya se lo digo yo”.
Brutal oda a la incorreción política de un personaje único, que se encara con policías o fiscales como si fueran matones, que pacta con unos, con otros y con ninguno al mismo tiempo. Una creación puramente Hammett, a la que Huston y Bogart terminaron de dar imagen y a la que tantos, tantos, deben tantísimo, lo reconozcan o no.
Al igual que el agente de la Continental, necesita de sus excesos y su verborrea para ser grande, se crece en la violencia y se diluye en los relatos en los que se reduce al trabajo detectivesco más clásico. Puede que no guste a muchos, que hay quienes crean que ha envejecido mal, que es un machista insoportable, ja, que su moral es de otro mundo, que su radicalidad y su sinceridad no van a ninguna parte. En efecto, por eso le queremos. Larga vida al hard boiled.

viernes, 29 de agosto de 2014

Nobel sudafricano Coetzee inaugura el Festival Visiones de México en Colombia

El escritor surafricano John Maxwell Coetzee, Premio Nobel de Literatura en 2003, inauguró hoy en el Centro Cultural Gabriel García Márquez de Bogotá el IV Festival Visiones de México en Colombia, que este año conmemora los 80 años del Fondo de Cultura Económica (FCE)

J.M. Coetzee ha escrito obras como Vida y época de Michael K., Esperando a los bárbaros y La infancia de Jesucristo, la más reciente. /lainformacion.com
El festival, que se celebrará desde este jueves hasta el 17 de septiembre, traerá a la capital colombiana múltiples actividades académicas y culturales, siendo la muestra de cine clásico mexicano de lucha libre el mayor atractivo de esta edición.
Ante la atenta mirada de sus lectores, J.M Coetzee, que visita Colombia por segunda vez, recitó "A house of Spain", un cuento inédito que narra la relación que existe entre los seres humanos y las propiedades u objetos que éstos poseen.
A continuación, el autor, cuarto africano galardonado con el Nobel, procedió a firmar libros a sus seguidores que se agolpaban en la librería del Centro Cultural Gabriel García Márquez, en el centro de la capital.
El escritor, que visitó en días anteriores la feria del libro Unilibro, en la ciudad de Bucaramanga (este), y presentó en Bogotá una colección de doce clásicos que inspiraron su carrera, agradeció a los organizadores esta oportunidad.
Coetzee, quien publicó su primera novela "Tierras de Poniente" en 1974, es uno de los autores más reconocidos en lengua inglesa en la actualidad y, entre sus últimas obras, se encuentra "Aquí y Ahora. Cartas", un diálogo epistolar con el escritor estadounidense Paul Auster.
La jornada inaugural también contó con la presencia del director del FCE en Bogotá, Juan Camilo Sierra, y del embajador de México en Colombia, Arnulfo Valdivia Machuca.
"Celebremos desde Colombia a un país que ama Colombia", manifestó Valdivia en la presentación del festival en el Auditorio Rogelio Salmona del Centro Cultural.
Por su parte, el escritor mexicano Roger Bartra ofreció al auditorio unas palabras sobre su propia visión de México en Colombia y "los 80 años de puente cultural".
El Centro Cultural Gabriel García Márquez, sede de la filial en Colombia del FCE, acogerá actividades y charlas con autores colombianos e internacionales y presentaciones de libros.
En la programación cultural destacan exposiciones como la "Iconográfica, 80 años del FCE" y los "Papalotes", de Francisco Toledo de Oaxaca, así como ciclos de cine mexicano que proyectarán películas y cortometrajes del último Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM) y del Festival Internacional de Cine UNAM (FICUNAM), entre otros.