Cortazarianos
Julio Cortázar, el Gran Cronopio Mayor. Homenaje. Centenario.
Patio de tarde
A Toby le gusta ver pasar a la muchacha rubia por el patio. Levanta la
cabeza y remueve un poco la cola, pero después se queda muy quieto, siguiendo
con los ojos la fina sombra que a su vez va siguiendo a la muchacha rubia por
las baldosas del patio. En la habitación hace fresco, y Toby detesta el sol de
la siesta; ni siquiera le gusta que la gente ande levantada a esa hora, y la única
excepción es la muchacha rubia. Para Toby la muchacha rubia puede hacer lo que
se le antoje. Remueve otra vez la cola, satisfecho de haberla visto, y suspira.
Es simplemente feliz, la muchacha ha pasado por el patio, él la ha visto un
instante, ha seguido con sus grandes ojos avellana la sombra en las baldosas. Tal vez la muchacha rubia vuelva a pasar. Toby suspira de nuevo, sacude
un momento la cabeza como para espantar una mosca, mete el pincel en el tarro y
sigue aplicando la cola a la madera terciada.
Por escrito gallina una
Con lo que pasa es nosotras exaltante. Rápidamente del posesionadas mundo
estamos hurra. Era un inofensivo aparentemente cohete lanzado Cañaveral
americanos Cabo por los desde. Razones se desconocidas por órbita de la desvió,
y probablemente algo al rozar invisible la tierra devolvió a. Cresta nos cayó
en la paf, y mutación golpe entramos de. Rápidamente la multiplicar aprendiendo
de tabla estamos, dotadas muy literatura para la somos de historia, química
menos un poco, desastre ahora hasta deportes, no importa pero: de será gallinas
cosmos el, carajo qué.
La revolución no es un juego
Joven amigo: ¿Se siente revolucionario? ¿Cree que la hora se acerca para
nuestros pueblos?En ese caso, proceda CON SERIEDAD. La revolución no es un
juego. Cese de reír. NO SUEÑE. Sobre todo NO SUEÑE. Soñar no conduce a nada,
sólo la reflexión y la seriedad confieren la ponderación necesaria para las
acciones duraderas. Niéguese al delirio, a los ideales, a lo imposible. Nadie
baja de una sierra con diez machetes locos para acabar con un ejército bien
armado: no se deje engañar por informaciones tergiversadas, no le haga caso a
Lenin. La revolución será fruto de estudios documentados y de una larga
paciencia. SEA SERIO. MATE LOS SUEÑOS. SEA SERIO. MATE LOS SUEÑOS. SEA SERIO.
MATE LOS SUEÑOS.
Para hacer bailar a una muchacha en camisa
Tómese mejorana silvestre, orégano puro, tomillo silvestre, verbena,
hojas de mirto junto con tres hojas de nogal y tres tallos pequeños de hinojo,
todo lo cual será recogido la noche de San Juan en el mes de junio y antes de
que salga el sol. Deberán secarse a la sombra, molerlas y pasarlas por un fino
tamiz de seda, y cuando se quiera llevar a cabo este agradable juego, se
soplará el polvo en el aire allí donde esté la muchacha para que lo respire, o
se le hará tomar como si fuera polvo de tabaco, el efecto se manifestará de
inmediato. Un famoso autor agrega que el efecto será tanto más infalible si
esta traviesa experiencia se lleva a cabo en un lugar donde ardan lámparas
alimentadas con grasa de liebre y de macho cabrío joven.
No, no y no
El señor Silicoso está completamente loco si se imagina que voy a darle
una hormiga. Por el momento no pide más que una, creyendo que va a convencerme
con su modestia, pero al principio (el 22 de noviembre por la tarde) pedía
mucho más, quería cantidad de hormigueros, legiones de hormigas, prácticamente
todas las hormigas. Está loco. No solamente no voy a darle la hormiga sino que
tengo la intención de pasearme delante de su casa llevándola conmigo para
hacerlo rabiar. Procederé de la manera siguiente: Primero me pondré mi corbata
amarilla, y después de haber elegido la más esbelta y vivaz de mis hormigas, la
soltaré para que se pasee por mi corbata. Habrá así un doble paseo, en el que yo
iré y vendré frente a la casa del señor Silicoso y mi hormiga irá y vendrá por
mi corbata. ¿He dicho un doble paseo? Más bien una apertura infinita de paseos
en espiral, pues si bien la hormiga se pasea por mi corbata, mi corbata se
pasea conmigo, la tierra me pasea en torno de la eclíptica, ésta se pasea a lo
largo de la galaxia, que se pasea en torno de la estrella Beta del Centauro, y
en ese mismo momento el señor Silicoso, que cree estar inmóvil, se asomará al
balcón a tiempo para ver a mi hormiga perfectamente dibujada con todas sus
patas y sus antenas sobre mi corbata amarilla que le parecerá, pobre hombre,
una espada flamígera. Entonces empezará a soltar por boca y nariz una baba
semejante al macramé, y su esposa e hijas acudirán para hacerle respirar sales
y tenderlo en el canapé del salón. Salón que conozco demasiado bien, después de
tantas veladas que he pasado bebiendo té casi frío junto a esa familia ávida de
insectos.
Toda esfera es un cubo
Desde luego el primer problema es como siempre mi tía. Decirle que toda
esfera es un cubo y verla competir cutáneamente con una espinaca es todo uno.
Se queda parada en la puerta, apoyada en la escoba, y me mira con ojos en los
que adivino las ganas que tiene de escupirme. Después se va y barre el patio pero
sin cantar los boleros que son la alegría de nuestra casa por la mañana.La
segunda dificultad está en la esfera misma. Apenas la coloco rotundamente sobre
un plano inclinado, donde cualquier cubo se quedaría impertérrito, esta
desgraciada saca todas las patitas y se tira al suelo como un relámpago, sin
contar que además sigue viaje hasta abajo del ropero donde las pelusas, por
rara coincidencia, están siempre reunidas en apretado número. Sacarla de ahí es
una perfecta porquería, tengo que arremangarme y además soy alérgico a las
pelusas y me pongo a estornudar de tal manera que grandes torbellinos de
pelusas salen junto al cubo y me llevan directamente a la crisis asmática,
tengo que faltar a la oficina, el señor Rosenthal amenaza con descontarme un
día de sueldo, mi padre saca a relucir las noches que pasaba a la intemperie
cuando la expedición al desierto, y mi tía acaba siempre por llevarse la esfera
y ponerla donde la familia opina que debe estar, es decir en el estante del
líving entre las obras del doctor Cronin y el pajarito embalsamado que fue de
mi hermanito el que cerró los ojos en la primera infancia.Mi padre me ha
preguntado ya dos veces por qué me obstino en esas tonterías, y no me he
dignado contestarle porque tanta pasividad me descorazona. ¿Será posible que
todo el mundo acepte que esa bola maldita se dé el gusto de imponer su
voluntad? Una vez más lucharé contra la esfera que es, lo sé, un cubo; la
pondré en un plano inclinado, mi tía pasará a la espinaca, el ciclo de siempre,
las pelusas. Entonces yo esperaré a curarme de la crisis asmática y después
pondré el cubo en un plano inclinado, porque es ahí donde tiene que quedarse y
no en el estante del líving al lado del pajarito.