No solo el cine y la televisión: hasta el mundo editorial se dejó seducir por el encanto de la realidad. Cada vez más le apuesta a personajes de carne y hueso o a hechos de coyuntura para cautivar a los lectores
Se acabo el mundial, pasaron las
elecciones y muchos olvidaron sumar en la lista de los ganadores a las
editoriales. Este par de acontecimientos inspiraron libros que tan
pronto llenaron las estanterías, fueron rápidamente vendidos. Un hecho
que no sorprende, pues desde hace un par de décadas la noficción ganó un
considerable espacio entre los lectores. Tanto así que pone en aprietos
a la literatura
Este
avance de la no ficción comercial, en donde entran publicaciones
periodísticas o de coyuntura, pero también los de autoayuda,
espiritualidad, salud y ejercicio y otras más, comenzó hace algunos
años con los libros del cronista Germán Castro Caycedo (Colombia amarga y
El Karina, entre otros) que siguen vendiéndose muy bien. Después, el
devenir del país, con hechos como el narcotráfico y sus grandes capos,
el proceso 8.000, la corrupción y los testimonios de exsecuestrados, se
convirtió en una oportunidad para que algunas editoriales empezaran a
publicar libros de periodistas que abordaban esa realidad. La fórmula
funcionó.
Aunque no hay cifras oficiales que ratifiquen esta tendencia, las editoriales son recelosas a la hora de revelar sus números. Felipe Ossa, gerente de la Librería Nacional, asegura que los textos de no ficción pueden llegar a tener un 25 por ciento del mercado. Y algunos títulos, no todos, venden muy bien. Según él, la razón es que “en este país se lee poca literatura seria, la mayoría de sus lectores no lo son realmente. Es decir, solo compran libros porque son de escándalos o de temas morbosos”.
La no ficción, por supuesto, no solo abarca a estos libros coyunturales comercialmente exitosos, pues hay muchísimos títulos serios de historia o ensayo que no participan de este boom. Los que están creciendo en ventas tienen un factor, en la mayoría de los casos, que marca la diferencia: sus autores. En gran parte son periodistas reconocidos que no solo recurren a la visibilidad que les da su medio, sino también a las redes sociales, que se han convertido en una
infalible herramienta promocional. Y si vienen acompañados de polémica, mucho mejor. Otra tendencia es la de los famosos que escriben de otros temas con buenos recaudos, como Santiago Rojas, en la salud; Flavia Dos Santos, en el sexo y Catalina Gómez, en la belleza.
La exposición mediática es determinante, las editoriales lo saben y por eso también ofrecen libros de políticos, de actores y hasta de delincuentes. Como asegura Luis Fernando Afanador, crítico de libros de SEMANA, la fama es el criterio. Explica que por la rotación cada vez más rápida de títulos, no hay mucho tiempo para consolidar a un autor y se requiere que venga ya con su fama incorporada. O con algún tipo de plus, como ser joven, bonito o ganador de un premio.
Sin embargo, en algunos casos se rompe esa hipótesis. Gustavo Mauricio García Arenas, de Icono, editorial especializada en libros de no ficción, hace énfasis en que “a veces importará más el tema del que se escriba que la calidad del texto o del autor”.
Y actualmente, en las librerías, hay dos obras de periodistas jóvenes que lo confirman. Alias, de Andrés Pachón, sobre un impostor colombiano que está en la lista de los más buscados del mundo. Y Extraditados por error, de José Guarnizo, el drama de cuatro colombianos deportados a Estados Unidos.
Vida corta
Los libros de no ficción tienen también la particularidad de que su vida es corta. En algunos casos duran mientras exista una coyuntura, una ocasión, como los títulos publicados sobre la Selección Colombia a raíz del Mundial Brasil 2014. Antes y durante el torneo fueron muy bien aceptados. Hoy, casi ni se exhiben. Pero ya muchas editoriales preparan una nueva ofensiva. Se espera que muy pronto aparezcan libros relacionados con la vida y obra de James Rodríguez y de otros jugadores del equipo nacional. Los éxitos del ciclismo colombiano, encabezados por Nairo Quintana, también están en la mira.
Este año los autores también aprovecharon las elecciones presidenciales, como la periodista Vicky Dávila con su libro Enemigos: Santos y Uribe ¿Por qué se odian?, que, según calcula Felipe Ossa, en época electoral pudo vender unos 10.000 ejemplares, pero después decayó. Igual ocurre con Por las sendas del Ubérrimo, de Iván Cepeda, que aparece en la lista de los más vendidos del año en la Librería Lerner. Un caso particular es Las aventuras de Pachito, de Daniel Samper Ospina, pues a pesar de que su fondo es político, el humor lo mantiene vigente.
No solo los libros de ocurrencias tienen una vida más larga en las estanterías. También los de periodismo literario, como los de Alberto Salcedo, y los de historia, como los de Diana Uribe. En ese lote también caben temas de espiritualidad, salud y ejercicio, con obras como El mejor medicamento eres tú o La enzima para rejuvenecer.
Aunque la no ficción venda bien, la crítica le encuentra reparos. Mauricio Silva, autor de seis libros, la mayoría crónicas deportivas, dice: “La crítica, en general, ni me trata. Y con razón, porque yo no soy escritor. Esto apenas es periodismo del más normal del mundo”. Nicolás Morales, columnista de Arcadia y director editorial de la Universidad Javeriana, cree que los editores de las grandes casas intentan hacer su mejor trabajo pero los libros, no todos, son muy pobres, en parte porque los redactan apresuradamente (los tiempos de producción son muy cortos), los temas son muy predecibles y la escritura no es de mucha calidad.
Criticados o ignorados, la no ficción vende y seguirá lanzando novedades, como las que anuncia Editorial Planeta sobre la vida de Pablo Escobar, escrita por su familia, y también una publicación sobre uno de los hermanos Rodríguez Orejuela. Seguro estas historias, como otras de su género, seguirán atrapando lectores. Porque generalmente un título de no ficción, en muchos casos, como dice Gabriel Iriarte, director editorial de Penguin Random House Colombia, es el único libro que mucha gente compra durante el año.
Y el siguiente dato puede marcar lo que sucede con la ficción en el país. Felipe Ossa explica: “Como este no es un país de lectores, no se vende literatura, algo que requiere, en muchos casos, una formación como lector”.
Aunque no hay cifras oficiales que ratifiquen esta tendencia, las editoriales son recelosas a la hora de revelar sus números. Felipe Ossa, gerente de la Librería Nacional, asegura que los textos de no ficción pueden llegar a tener un 25 por ciento del mercado. Y algunos títulos, no todos, venden muy bien. Según él, la razón es que “en este país se lee poca literatura seria, la mayoría de sus lectores no lo son realmente. Es decir, solo compran libros porque son de escándalos o de temas morbosos”.
La no ficción, por supuesto, no solo abarca a estos libros coyunturales comercialmente exitosos, pues hay muchísimos títulos serios de historia o ensayo que no participan de este boom. Los que están creciendo en ventas tienen un factor, en la mayoría de los casos, que marca la diferencia: sus autores. En gran parte son periodistas reconocidos que no solo recurren a la visibilidad que les da su medio, sino también a las redes sociales, que se han convertido en una
infalible herramienta promocional. Y si vienen acompañados de polémica, mucho mejor. Otra tendencia es la de los famosos que escriben de otros temas con buenos recaudos, como Santiago Rojas, en la salud; Flavia Dos Santos, en el sexo y Catalina Gómez, en la belleza.
La exposición mediática es determinante, las editoriales lo saben y por eso también ofrecen libros de políticos, de actores y hasta de delincuentes. Como asegura Luis Fernando Afanador, crítico de libros de SEMANA, la fama es el criterio. Explica que por la rotación cada vez más rápida de títulos, no hay mucho tiempo para consolidar a un autor y se requiere que venga ya con su fama incorporada. O con algún tipo de plus, como ser joven, bonito o ganador de un premio.
Sin embargo, en algunos casos se rompe esa hipótesis. Gustavo Mauricio García Arenas, de Icono, editorial especializada en libros de no ficción, hace énfasis en que “a veces importará más el tema del que se escriba que la calidad del texto o del autor”.
Y actualmente, en las librerías, hay dos obras de periodistas jóvenes que lo confirman. Alias, de Andrés Pachón, sobre un impostor colombiano que está en la lista de los más buscados del mundo. Y Extraditados por error, de José Guarnizo, el drama de cuatro colombianos deportados a Estados Unidos.
Vida corta
Los libros de no ficción tienen también la particularidad de que su vida es corta. En algunos casos duran mientras exista una coyuntura, una ocasión, como los títulos publicados sobre la Selección Colombia a raíz del Mundial Brasil 2014. Antes y durante el torneo fueron muy bien aceptados. Hoy, casi ni se exhiben. Pero ya muchas editoriales preparan una nueva ofensiva. Se espera que muy pronto aparezcan libros relacionados con la vida y obra de James Rodríguez y de otros jugadores del equipo nacional. Los éxitos del ciclismo colombiano, encabezados por Nairo Quintana, también están en la mira.
Este año los autores también aprovecharon las elecciones presidenciales, como la periodista Vicky Dávila con su libro Enemigos: Santos y Uribe ¿Por qué se odian?, que, según calcula Felipe Ossa, en época electoral pudo vender unos 10.000 ejemplares, pero después decayó. Igual ocurre con Por las sendas del Ubérrimo, de Iván Cepeda, que aparece en la lista de los más vendidos del año en la Librería Lerner. Un caso particular es Las aventuras de Pachito, de Daniel Samper Ospina, pues a pesar de que su fondo es político, el humor lo mantiene vigente.
No solo los libros de ocurrencias tienen una vida más larga en las estanterías. También los de periodismo literario, como los de Alberto Salcedo, y los de historia, como los de Diana Uribe. En ese lote también caben temas de espiritualidad, salud y ejercicio, con obras como El mejor medicamento eres tú o La enzima para rejuvenecer.
Aunque la no ficción venda bien, la crítica le encuentra reparos. Mauricio Silva, autor de seis libros, la mayoría crónicas deportivas, dice: “La crítica, en general, ni me trata. Y con razón, porque yo no soy escritor. Esto apenas es periodismo del más normal del mundo”. Nicolás Morales, columnista de Arcadia y director editorial de la Universidad Javeriana, cree que los editores de las grandes casas intentan hacer su mejor trabajo pero los libros, no todos, son muy pobres, en parte porque los redactan apresuradamente (los tiempos de producción son muy cortos), los temas son muy predecibles y la escritura no es de mucha calidad.
Criticados o ignorados, la no ficción vende y seguirá lanzando novedades, como las que anuncia Editorial Planeta sobre la vida de Pablo Escobar, escrita por su familia, y también una publicación sobre uno de los hermanos Rodríguez Orejuela. Seguro estas historias, como otras de su género, seguirán atrapando lectores. Porque generalmente un título de no ficción, en muchos casos, como dice Gabriel Iriarte, director editorial de Penguin Random House Colombia, es el único libro que mucha gente compra durante el año.
Y el siguiente dato puede marcar lo que sucede con la ficción en el país. Felipe Ossa explica: “Como este no es un país de lectores, no se vende literatura, algo que requiere, en muchos casos, una formación como lector”.