Novelas, títulos y autores
La lectura amplia el marco de nuestra imaginación./queleer.com.ve |
Crónica de una muerte anunciada de Gabriel García Márquez.
Historia policíaca trufada de ese toque de realismo mágico marca de
la casa, la trama de la novelita (por extensión solamente) del Nobel
colombiano atrapa –a pesar de que el título es un spoiler en sí
mismo– gracias a una audaz rompecabezas en el que la narración de los
hechos avanza y retrocede de forma aparentemente caótica y ciertamente
genial.
El Perfume de Patrick Süskind
La historia de Jean-Baptiste Grenouille (nacido paria en la Francia
del siglo XVIII pero con una capacidad olfativa prodigiosa) y su
demencial búsqueda del olor definitivo resulta un thriller
apasionante, algo a priori sorprendente si se tiene en cuenta
que en infinidad de pasajes no se habla de otra cosa que no sea eso,
olores. Una ovación para el autor.
El misterio de la cripta embrujada de Eduardo Mendoza
La mezcla de novela negra, humor
descacharrante, prosa pomposa y florida y costumbrismo casposo y cañí
hacen de esta novela una lectura tan gozosa como absorbente. Dado el
merecido éxito, Mendoza ha publicado otros tres títulos sobre las
desventuras del majareta detective sin nombre, ‘El laberinto de las
aceitunas’, ‘La aventura del tocador de señoras’ y ‘El enredo de la
bolsa y la vida’.
El viejo y el mar de Ernest Hemingway
Sencillamente una de las mejores piezas de ficción jamás escritas. Puede que Papa Hem
esté pasado de moda y en muchas ocasiones se comportase como un
auténtico capullo, pero su estilo literario es único e inimitable: rudo
pero suave, poderoso y a la vez romántico, nunca lo desplegó mejor que
en esta historia de un hombre mayor empeñado en pescar un pez.
Rebelión en la granja de George Orwell
Fábula moderna en la que el autor de 1984
refleja las miserias del totalitarismo (inspirado en el modelo de la
URSS y motivado por el desencanto de su experiencia en la Guerra Civil
española). Escrita en tono de sátira y protagonizada por animales, la
obra tiene tantos niveles de profundidad que su mensaje trasciende a
adultos y niños, formando parte de numerosos programas de lectura
infantil.
La carretera de Cormac McCarthy
El novelista americano es un maestro de
las letras a la altura de los más grandes, algo que queda de manifiesto
en esta apasionante y adictiva historia de un hombre y su hijo
intentando sobrevivir en un mundo postapocalíptico. No hay diálogos ni
giros efectistas sino monólogos interiores, horror, angustia, hambre y
frío, mucho frío. Se lee de una sentada pero ese frío tarda en
abandonarte muuuuucho tiempo.
Pantaleón y las visitadoras de Mario Vargas Llosa
Una novela breve y humorística está
condenada a ser una “obra menor” en la carrera de un grande como Vargas
Llosa. Sin embargo, ‘Pantaleón y las visitadoras’ funciona como un
descacharrante mecanismo de precisión. El novelista utiliza la remilgada
jerga militar para relatar la quijotesca organización de un ejército de
meretrices en la selva peruana por parte del concienzudo capitán
Pantaleón Pantoja.
El niño con el pijama de rayas de John Boyne
Si el libro se lee de una sentada (y tanto: fue dos años seguidos el
libro más vendido de España), su autor tardó poco más en parirlo (el
escritor irlandés confesó que escribió entero el primer esbozo en dos
días y medio y sin apenas dormir). Pese a todas estas prisas, y al
protagonismo absoluto de los muchas veces espinosos niños, estamos ante
un relato conmovedor, tratado desde una perspectiva diferente, de los
horrores del Holocausto nazi.
Matadero 5 de Kurt Vonnegut
Ambientada durante la Segunda Guerra
Mundial, esta obra popular y superventas es un alegato antibelicista
disfrazado de novela de ciencia ficción en torno a los viajes en el
tiempo. Vonnegut, que emplea metáforas, rasgos surrealistas y
situaciones absurdas, aprovecha las desordenadas traslaciones temporales
y espaciales para subrayar el estado mental del protagonista; con gran
efectividad, por cierto.
Cartero de Charles Bukovsky
Prácticamente todos los libros de este
escritor tardío, follador, bebedor y apostador empedernido, e
involuntario héroe de la contracultura americana, se leen con celeridad.
Su prosa sencilla descarnada y sus historias autobiográficas –aunque
las protagonice su alter ego literario Henry Chinasky– de miseria
cotidiana enganchan. Pero este en concreto, divertidísimo, ambientado en
los años que pasó trabajando en el servicio postal de su país, se
devora en un par de sabrosos bocados.
Extraños en un tren de Patricia Highsmith
Qué menos que incluir en este listado
algo del denostado –y bendito– género negro de consumo masivo (en el
caso que nos atañe, bien merecido por cuestiones de calidad). Una novela
apasionante, original, entretenidísima, con carga psicológica… de las
que te atrapan para no soltarte hasta el final.