Se lee a veces a Patricia Highsmith igual que se camina de noche por una calle vacía que no nos es familiar, con aprensión y ganas de marcharse de allí, apresurando el paso, volviendo la cabeza para comprobar si a uno lo siguen, si esos pasos que escuchamos son tan sólo el eco de los nuestros
Patricia Highsmith en su casa de Aurigeno, Suiza, en 1985./ Ricardo Martín./elpais.com |
La editorial Anagrama anunció recientemente su intención de reeditar todas las novelas de Patricia Highsmith (Texas, 1921 - Locarno, 1995) que estaban en su fondo, una excelente noticia. No se trata de las cinco novelas protagonizadas por Tom Ripley, recopiladas recientemente en un sólo tomo, Otra vuelta de tuerca --un
volumen que no resulta nada fácil de manejar, todo hay que decirlo: es
mejor leerlos por separado--, sino de los otros libros de esta autora,
muchos de los cuales son casi imposibles de encontrar en castellano. Es
en ellos donde se encuentra la esencia de Highsmith, en obras como Un juego para los vivos, El grito de la lechuza (que llevó al cine Claude Chabrol), El juego del escondite o El temblor de la falsificación,
que transcurre en la ciudad playera de Hammamett (Túnez) y que no es
una exageración decir que es una de las mejores novelas estadounidenses
del siglo XX.
Graham Greene, que era un gran admirador de esta novela, dijo sobre
la escritora tejana que "había creado un mundo propio, un universo
claustrofóbico e irracional en el que entramos cada vez con un
sentimiento de peligro personal". Todas esas obras que se dispone a
reeditar su editorial de siempre están protagonizadas por tipos perdidos
o varados en otros países, que van a las oficinas American Express a
recoger el correo porque esperan cartas con malas o por lo menos
sospechosas noticias, que leen el Herald Tribune en las
terrazas del sur de Europa y que se van metiendo poco a poco en líos
siniestros a los que arrastran también al lector. Una parte de la adaptación cinematográfica de Las dos caras de enero
que se estrenó recientemente refleja ese universo inquietante en el que
cualquiera puede ser un asesino, aunque la película se va desinflando
según avanza.
En la carta en la que anuncia la reedición de los títulos de
Highsmith -aunque no precisa cuántos ni a lo largo de cuántos años-, el
editor Jorge Herralde
recuerda que el interés por la obra de esta autora no ha hecho más que
crecer a lo largo de los años: "Cabe destacar el interés renovado que
han despertado sus novelas para su adaptación cinematográfica. Así, en The Guardian, con el artículo 'How Patricia Highsmith became hip', destacaban que Todd Haynes está rodando Carol, con Cate Blanchett como protagonista, mientras que Andy Goddard dirigirá El cuchillo, con Patrick Wilson y Jessica Biel. Asimismo están negociándose adaptaciones de Mar de fondo y de Ese dulce mal".
Highsmith es una escritora que siempre demostró una capacidad enorme
para arrancar tramas y personajes a la realidad cercana y luego
llenarlas de cargas de profundidad. “Esa poesía del espanto súbito, de
la culpabilidad casual, que tal vez inauguró en la literatura moderna
Franz Kafka, es la materia de la que están hechas las novelas de
Patricia Highsmith", escribió Antonio Muñoz Molina en este diario.
"Decía Graham Greene que uno no podía evitar al leerlas una sensación
de peligro personal. Desde la primera página hay siempre un principio
difuso de inquietud y de agobio, una sugerencia desagradable de recelo.
Se lee a veces a Patricia Highsmith igual que se camina de noche por una
calle vacía que no nos es familiar, con aprensión y ganas de marcharse
de allí, apresurando el paso, volviendo la cabeza para comprobar si a
uno lo siguen, si esos pasos que escuchamos son tan sólo el eco de los
nuestros”.
Poder recuperar esa toneladas de inquietud es sin duda una gran
noticia. En la biografía de la autora que publicó en 2010 Joan Schenkar
en Circe, recordaba el brindis de año nuevo de la escritora en 1947:
“Brindo por todos los demonios, las lujurias, pasiones, avaricias,
envidias, amores, odios, extraños deseos, enemigos reales e irreales,
por el ejército de recuerdos contra los que lucho: nunca me den
descanso”. Los lectores, los viejos y los nuevos, esperamos también que
nunca nos deje en paz.