En el siglo III antes de Cristo el rey Ptolomeo reunió a setenta sabios judíos para transcribirla. El primer manuscrito se destinó a la biblioteca de Alejandría y desde entonces ha habido miles. El descubrimiento de los rollos del Mar Muerto en 1947 apenas modificó el Antiguo Testamento
Dibujo de Alejandría, donde se redactó la Biblia en el siglo III antes de Cristo./lainformacion.com |
La Biblia, tal y como la conocemos, fue recopilada por primera vez en la historia en el siglo III antes de Cristo, cuando setenta sabios judíos
fueron invitados por el rey Ptolometo a acudir a Alejandría para
aportar a la famosa biblioteca la historia del pueblo de Israel (lo que
hoy llamamos el Antiguo Testamento). Durante meses, pusieron por escrito
la memoria de miles de años del pueblo de Israel, desde Adán, hasta
Moisés, incluyendo los libros históricos, sapienciales y proféticos.
Su trabajo se tradujo del arameo y hebreo antiguos al griego. Así nació la llamada Biblia de los Setenta o Alejandrina (también Septuaginta), en la que se basa el texto cristiano actual. Posteriormente nació el Nuevo Testamento, con la recopilación de los Evangelios que retrataron la vida de Jesús.
Una recopilación hebrea de la historia de pueblo de Israel, llamado
texto masorético ('tradición', en hebreo), se hizo en el siglo IX DC. Es
la versión hebraica que no incluye el Nuevo Testamento.
Sin rastro físico
Pero de aquellos textos originales de la Biblia, al igual que los textos de los filósofos griegos presocráticos,
no hay ningún rastro físico. Todo aquello se esfumó debido a los
saqueos e incendios de la legendaria biblioteca, pero también debido a
su débil soporte de transmisión: el papiro, la vitela y el cuero, no resisten el paso del tiempo.
¿Cómo sobrevivió ese conocimiento?
Durante años, se han hecho miles y miles de copias de copias. Sin
embargo, eso produjo una duda hermenéutica: cada copia siempre tenía
algún error de interpretación o de transcripción, de modo que la paleografía cristiana se ha esmerado en comparar copias con otras copias para recomponer un texto lo más parecido al original.
¿Se había hecho un buen trabajo o había pasajes falsos o equívocos?
¿Estaban los cristianos de todo el mundo confiando en unos textos
erróneos?
Los manuscritos del mar Muerto
Cuando un pastor beduino penetró por error en 1947
una cueva en busca de una cabra perdida, y descubrió antiguos rollos
encerrados en vasijas, se desató una de las disputas paleográficas más
fascinantes de la historia.
Esos rollos contenían extractos o pasajes enteros de los libros de la Biblia. Se les denominó los rollos del Mar Muerto.
Procedían del año 150 a.C hasta el 70 d.C. Muy pronto surgieron teorías
curiosas sobre su contenido: unos afirmaban que esos textos daban una
vuelta a los Textos Sagrados, los cuales habían sido deformados a lo
largo de los siglos por la historiografía cristiana. Otros, añadieron que la Iglesia no quería dar a conocer su contenido pues contenían reveladoras contradicciones
sobre Jesús. Los hubo que dijeron que era el mejor testimonio del Nuevo
Testamento, y hasta que Jesús formó parte de la comunidad de los
esenios, la secta enigmática que había escrito y guardado esos textos en
vasijas.
Nada de eso es verdad.
Los textos hallados en las cuevas de Qumrán, a orillas del Mar Muerto, son fragmentos procedentes de unos 800 manuscritos
que, en su origen, se presentaron en forma de rollos. Muchos de esos
manuscritos son copias de copias, pues en la antigüedad, el papiro era
desgraciadamente, la forma más popular de transmitir el saber. Y el
papiro se deteriora fácilmente.
Antiguo Testamento
¿Qué contenían entonces? En parte son textos bíblicos, del Antiguo Testamento, y en parte son textos religiosos no bíblicos
de diverso signo, como reglas morales y legales. Existen unos 200
manuscritos bíblicos entre los que se encuentran 32 copias del Libro de
los Salmos, 28 copias del Deuteronomio, 21 copias del Libro de Isaías,
citas ínfimas (los teffilim, o
pequeñas tiras de cuero), con citas del Éxodo y del Deuteronomio, tiras
que se ponían en un estuche y que se llevaban en el brazo o sobre la
cabeza.
Los manuscritos esenios permitieron completar algunos
pasajes oscuros de las Sagradas Escrituras, pero no descubrieron nada
realmente fascinante, a pesar de que se trató de uno de los hallazgos
arqueológicos más importantes del siglo XX.
Reconstrucción exacta
Reconstrucción exacta
Al cotejarse los manuscritos de Qumrán con las versiones modernas de la Biblia, muchos exegetas y paleógrafos
respiraron tranquilos al comprobar que la historiografía cristiana,
después de todo, había trabajado con enorme exactitud: había logrado
componer unos escritos sagrados bastante certeros.
Los
manuscritos de Qumrán demostraron que el trabajo de los doxógrafos y
paleógrafos cristianos fue serio y atinado durante siglos, y que en
Qumrán solo había textos del Antiguo Testamento.Y a pesar de que, más
recientemente, el padre Josep O’Callahan, (experto papirólogo), vio en
algunos de estos trozos de Qumrán pequeñas frases del Nuevo Testamento, un examen más profundo constató que la vida de Jesús no estaba recogida en los manuscritos.
¿Quiénes eran estos esenios?
Según se desprende del texto referido a la Regla de la Comunidad,
los esenios eran un grupo judío “fuertemente estructurado, con su
propia jerarquía y sus funcionarios, cuyos miembros ponían en común
todos sus bienes, participaban en comidas comunitarias, y se hallaban
sometidos a una disciplina muy estricta, con penas y castigos para
cualquier transgresión”, comenta Florentino García Márquez en la reseña 'Los manuscritos de Qumrán'. En suma, un grupo de judíos conviviendo hace más de dos mil años bajo mismas reglas que los kibutz del siglo XX.
¿Por qué se habían retirado al desierto, imitando al profeta Isaías? Según se desprende de otro texto encontrado en Qumrán, (la Regla de la Guerra), se llamaban a sí mismos Los Hijos de la Luz, se habían retirado para purificarse, y esperaban volver a Jerusalén “al final de los tiempos”, después de haber vencido a Los Hijos de las Tinieblas.
Textos públicos
Los textos del Mar Muerto son públicos desde 1991,
cuando las autoridades arqueológicas de Israel (que controlan el acceso
a los documentos desde la Guerra de los Seis Días en 1967), permitieron
la libre consulta a todos los documentos. Desde esa fecha, se han ido
fotografiando, y desde hace pocos años, se podían consultar en internet
en este formato. Pero ahora, con Google, se pueden consultar de una forma mucho más cómoda: digitalizados. Y además, Google Maps aporta la localización exacta de aquellos manuscritos.