¿Qué relación existe entre la literatura tradicional y la ficción que se practica en los soportes electrónicos? Territorio en constante ebullición, las comunidades virtuales ejercen un poderoso atractivo entre los escritores más jóvenes que experimentan con nuevos temas y nuevas estructuras de relato
Palabras a borbotones por la red,¿cuál es la voz? Giselle Ferro./adncultura.com |
Personajes surgidos del subsuelo del mundo 2.0;
historias de sabotajes virtuales y obsesiones reales; poemas que
reflejan el amor en los tiempos de Facebook; escrituras que juegan con
el velo que cubre lo privado; intentos por comprender esa materia
anárquica e imprevisible que se cuece al calor de las redes sociales,
del humor literario de esta época y de las posibilidades infinitas que
brinda la literatura. Ficciones analógicas. Ficciones digitales.
Lenguajes reciclados. Twitteratura (literatura alla Twitter). Ciberliteratos. Alter
native Literature . Definiciones que pasan de moda apenas se las
pronuncia. "Vendo zapatos de bebé, sin usar": a Ernest Hemingway le
bastaron unos treinta caracteres para contar una historia que sobrevive a
todo. Este microrrelato es harto conocido, pero sirve para entrar en
clima: el debate entre lo más nuevo y lo más clásico. ¿Qué resulta del
cruce entre la literatura y las redes sociales? ¿Cuántas palabras se
escriben por minuto en toda la red? ¿Cómo influyen en la ficción
analógica, la que se arraiga todavía en el libro tradicional? Quizá toda
respuesta a ello nazca vieja, pero vale la pena explorarlo.
Historias de amor que se rompen: "No te molesta
demasiado/ si no te atiendo el teléfono./ Pero sos capaz de no hablarme
nunca más/ si de Facebook/ te llegara a eliminar", escriben Esteban
Dipaola y Nuria Yabkowski en Odio la literatura del yo, que
cuenta el ocaso del amor y levanta la bandera de una generación, la de
los años noventa. Miradas a lo cotidiano que vibran como retrato de
época: "No hay ningún mensaje nuevo/ en la bandeja de entrada,/ es como
la voz humana/ pero por internet", dice el poema "La voz humana por
internet", de Belén Iannuzzi en El origen de las especies . Hay más: una biografía elaborada a través de posteos en Facebook, recreados por Luciano Lutereau en Escribir en Canadá
. Estos libros, editados por Pánico el Pánico, comparten una tensión
entre lo formal y lo argumental, entre lo más clásico y lo más novedoso.
Lutereau, director de la editorial que por estos días ajusta su norte a
ese territorio en constante ebullición que es el de las redes sociales,
afirma que las editoriales independientes entienden y reflejan mejor el
cruce entre literatura y redes porque "básicamente una editorial
independiente trabaja con el ritmo de escritura y publicación que es el
de las redes sociales". Éstas, dice, "son una prolongación de la mejor
literatura norteamericana del siglo XX". Una vez más la microficción de
Hemingway se actualiza. "El autor como categoría queda en cuestión para
dar lugar a un procedimiento anónimo de escritura que refleja la
experiencia comunitaria que es la literatura hoy en día -opina
Lutereau-, una experiencia transversal que se organiza más allá del
libro como resultado."
¿El libro despojado de su carga de deseo? Los
estadounidenses Megan Boyle y Tao Lin fueron editados en español por
Dakota Editora. Ambos comparten un estilo literario y generacional y
representan lo que se conoce como Alt Lit (Literatura Alternativa). El
libro de Boyle, Antología de entradas inéditas del blog de un empleado mexicano de panda express
, es puro acontecer, luego torna en retrato de época, en diario íntimo,
y, de alguna manera, expone esa acción de compartir nimiedades y de
volcar sobre ellas cierta carga dramática. Una idea, o una mueca, de
romper con el hambre de hacer historia. A través de ellos, se construye
una figura de autor más privado, rey de reyes en universos más cerrados.
Se legitiman, sin embargo, sobre la idea universal de "lo nuevo". La
modernidad -eso no cambia- será siempre un capital preciado.
"Muchas veces, escribo en Twitter frases sueltas,
aparentemente inconexas, que después van a parar a un poema o algún
texto con el que estoy trabajando. Por ejemplo, el Diario de Noruega
que está en el libro de poesía Todos los bosques lo escribí por
medio de notas que tomé manualmente en un cuaderno y algunos tuits que
iba deslizando de mis primeras impresiones sobre ese paisaje nuevo y
extraño para mí", dice la poeta Belén Iannuzzi, que en su obra funde el
uso y el lenguaje de las redes como parte de un escenario diario,
doméstico, que de pronto adquiere un sentido poético. Para ella, sin
embargo, nada es del todo nuevo:
Una vez dije, y lo sigo pensando, que Twitter es como
un "Anna Livia Plurabelle" de las redes sociales, donde el lenguaje y la
comunicación se tensan al extremo. Creo también que con la literatura
pop, y en este caso me refiero puntualmente a la obra de Manuel Puig,
ocurrió algo parecido que con las redes sociales pero con paradigmas del
siglo XX: en Boquitas pintadas , por ejemplo, Puig incorporó
elementos que eran ajenos a la estructura del relato tradicional:
llamadas por teléfono, formas propias del montaje cinematográfico,
cartas, guiones de radioteatro, letras de canciones. Sin embargo, un
experimento parecido ya habían hecho las primeras vanguardias. Y con
esto vuelvo a Joyce, al capítulo 8 del Ulises . No veo vanguardias literarias desde las primeras vanguardias.
La mendocina Fernanda García Lao, uno de "los secretos
mejor guardados de la literatura latinoamericana", según la selección de
la Feria Internacional de Libro de Guadalajara 2011, utiliza Facebook,
como muchos otros escritores, y dice que le divierte cierta dinámica
generada allí, eso de que "desaparezca con los días". "Las ideas que
surgen ahí se mastican unas a otras hasta ser pulverizadas en el cuadro
mayor que es la lectura de estados simultáneos", dice García Lao. Ese
espacio también sirve para una construcción diferente de la figura de
autor, un metarrelato que narra en primera persona la manera de ver
transcurrir los días. "Creo que en las redes todos construyen un como
si' -explica la autora de Muerta de hambre -. Algunos más
conscientemente que otros. Uno se recorta y se edita: elige qué decir y
qué no. Yo no muestro mucho de mi cotidiano, en el sentido doméstico del
término. Sí abro mi inconsciente, cuento sueños o ideas que pululan. Y
eso pasa en directo, digo, ahí no hay manipulación literaria. Lo que
sucede es que, al escribirlas, aparecen de un modo particular. Me
alimenta el fraseo que se produce en las actualizaciones. Uno ve ahí un
mosaico de la realidad. Se crean contradicciones interesantes. Aunque
también se instalan temas y, entonces, todos hacen referencia a las
mismas cosas: el clima, tal o cual medida económica o política. Ahí, me
aburro mortalmente. Y cierro." En cuanto a incorporar o no esos
elementos a la narrativa, ella decide prescindir: "Mis ficciones son muy
autónomas, anacrónicas. Prefiero conservar la distancia. No me interesa
la ficción documental, tan esclava del presente. A mí me gusta
imaginar. Bucear en lo que no sé, estar sola", dice rotunda.
"La literatura que me gusta leer es la que no es
indiferente a su época -afirma Nicolás Mavrakis-. Hay gente que nació
con Internet y asimilar una historia de amor sin ella es raro." En su
libro No alimenten al troll (Tamarisco), el escritor y periodista, autor del ebook El fin del periodismo y otras autopsias en la morgue digital
, se mete con personajes e historias que se alimentan del mundo web: un
psicópata envalentonado por su rol como administrador de comentarios de
un gran diario, en el cuento "Fireman"; un relato dosificado a través
de mails y que generan un escenario de paranoia y misterio. Estos
cuentos lo ubicaron en un espacio de transición, en el que la novedad de
incorporar elementos de la cotidianidad digital como elemento literario
lo volvió representante de esta "nueva ola", al igual que Martín Felipe
Castagnet, con su novela Los cuerpos del verano (Factotum).
Lector de nuevas producciones literarias, de las que habla en el blog
"El Borges del futuro", Mavrakis distingue una línea común de "estilos
llanos, precisos", pero aclara que "no dejan de ser historias de amor,
de odio, de muerte". Todo se define en las decisiones estéticas y
argumentales de cada autor:
Hay literatura que aspira a escribir con los formatos
tradicionales; hay otra que no, y la idea es explorar eso: gente que
escribe en un blog pero que genera un corte, entre esa
autorreferencialidad que se presupone al blog, de la narrativa del yo,
que se recicla en una plataforma para ficción, y que se juega en esa
tensión de si es o no autobiográfico. En el timeline de alguien
en Twitter te das cuenta de si hay una aspiración a lo literario fuera
de la institución libro. ¿Eso es literatura? La pregunta sobre la
literatura en Internet está abierta.
Internet y sus derivados como herramienta formal, o
como herramienta argumental: Mavrakis puntualiza esas elecciones en el
escenario narrativo actual. "Del libro hubo dos presentaciones con tres
personas y las tres fueron periodistas -Mavrakis recuerda la trastienda
de la presentación de su libro-. No había autores similares. Los
personajes vinculados al periodismo eran mis interlocutores, por lo que
lo ponían el libro en un lugar raro, porque un periodista no tiene por
qué hacer una lectura literaria." El escritor señala que en los últimos
meses han aparecido más ficciones que acompañan su exploración de las
posibilidades argumentales que brindan las redes sociales en la ficción y
dice: "Me parecía interesante que en 2012, 2013, con más o menos de 25
años de naturalización del uso constante de la Web para todas las
conductas de la cultura humana, llamara la atención que se hiciera una
narración literaria sobre eso, cuando es algo que está asimilado. Era
algo que no había decantado en una aproximación narrativa tradicional".
La pantalla verde. Arriba, a la derecha, el cursor
titila y se transforma en letra blanca. "El peronismo (spam)"
(http://www.peronismo.net46.net/) empieza. "¿Es una droga, un virus, una
religión?", pregunta en inglés. Las palabras aparecen y desaparecen:
"¿El peronismo es como el pasado nazi en Alemania o el comunismo en
Europa del Este?". Se pregunta mil cosas, mil veces: "Es como un chicle,
el sarampión, una camisa". No para. No se repite. No se detiene.
Sucede. El poema de Carlos Gradin, director de la revista Planta
, encarna, de alguna manera, el resultado de estos encuentros de época.
"El cruce entre redes sociales y poesía no sé qué puede generar -dice-.
La poesía existía desde antes de que se inventaran los cuadernos y las
biromes, y las mismas preguntas que surgen ahora acerca de Facebook y
Twitter se podrían haber hecho entonces. Estoy seguro de que las redes
sociales, la Web y Google están cambiando la manera en la que
escribimos. Pero todavía no conocí a nadie que siga una cuenta de
Twitter o Facebook sólo para leer algo parecido a un poema, o a una
escritura poética."
¿Las redes sociales sirven como borrador, como happening
? "La escritura en las redes se pierde en una maraña de mensajes,
saludos, imágenes olvidables y demás basura flotante que prolifera en la
Web - analiza Gradin, especialista en el spam y sus
posibilidades-. En las redes, en medio de las oleadas de ruido, todo el
tiempo surgen pequeños hallazgos de escritura. Sobre todo si tenés en tu
lista de contactos amigos escritores y poetas. ¿Es una nueva forma de
poesía? Quizá. Una forma tan fugaz como la charla de bar. Sí, una
especie de borrador a la vista, de performance de escritura."
La escritora norteamericana Joyce Carol Oates escandalizó a varios
académicos fundamentalistas al entrar a jugar en Twitter y el 19 de
febrero de este mes escribió: "¿Estas corrientes de pensamiento bizarro
existían antes de Twitter? ¿O Twitter las generó?" "Viajar a través de
Twitter como a través de una galaxia en la que fragmentos de
pensamientos y retazos de poesía reverberan con una intimidad
sorprendente." Habría que preguntarse si el retazo hace una obra. Los
personajes ficcionales que circulan en Twitter, que tienen voz, un
perfil definido, pero carecen de historia, ¿dónde entran?
Palabras que pululan a borbotones. Millones y millones
de ellas. El dilema es un clásico inquebrantable: entre tantas, entre
todas, ¿cuáles de ellas tienen la fuerza de una voz?