Cinco expertos en el género literario de la concisión revelan sus preferencias Ana María Shua, Clara Obligado, Andrés Neuman, Fernando Iwasaki y Juan Casamayor
Los escritores Andrés Neuman, Fernando Iwasaki y Ana María Shua, el editor de Páginas de Espuma
Juan Casamayor, y la también escritora y experta en el género del
microrrelato Clara Obligado alientan a los lectores de EL PAÍS a que
compartan sus textos preferidos con sus elegidos.
Ana María Shua, escritora
Mi primera elección es Los dos reyes y los dos laberintos de Jorge Luis Borges. Los
microrrelatos no son como los campeones de tenis,una categoría en la
que el mejor le gana a todos los demás. Por eso tengo cientos de micros
favoritos. Borges fue un gigante del microrrelato, y su texto me sirve
para demostrar qué poca relación hay entre este género y un twitter… Y hasta qué punto se puede desarrollar una historia en menos de veinticinco líneas.
"Cuentan los hombres dignos de fe (pero Alá sabe más) que en los
primeros días hubo un rey de las islas de Babilonia que congregó a sus
arquitectos y magos y les mandó construir un laberinto tan complejo y
sutil que los varones más prudentes no se aventuraban a entrar, y los
que entraban se perdían. Esa obra era un escándalo, porque la confusión y
la maravilla son operaciones propias de Dios y no de los hombres. Con
el andar del tiempo vino a su corte un rey de los árabes, y el rey de
Babilonia (para hacer burla de la simplicidad de su huésped) lo hizo
penetrar en el laberinto, donde vagó afrentado y confundido hasta la
declinación de la tarde. Entonces imploró socorro divino y dio con la
puerta. Sus labios no profirieron queja ninguna, pero le dijo al rey de
Babilonia que él en Arabia tenía otro laberinto y que, si Dios era
servido, se lo daría a conocer algún día. Luego regresó a Arabia, juntó
sus capitanes y sus alcaides y estragó los reinos de Babilonia con tan
venturosa fortuna que derribó sus castillos, rompió sus gentes e hizo
cautivo al mismo rey. Lo amarró encima de un camello veloz y lo llevó al
desierto. Cabalgaron tres días, y le dijo: "¡Oh, rey del tiempo y
sustancia y cifra del siglo!, en Babilonia me quisiste perder en un
laberinto de bronce con muchas escaleras, puertas y muros; ahora el
Poderoso ha tenido a bien que te muestre el mío, donde no hay escaleras
que subir, ni puertas que forzar, ni fatigosas galerías que recorrer, ni
muros que te veden el paso. Luego le desató las ligaduras y lo abandonó
en mitad del desierto, donde murió de hambre y de sed. La gloria sea
con Aquél que no muere".
Mi segundo elegido es La partida de Franz Kafka.
Los microrrelatos no son como los campeones de tenis,una categoría en
la que el mejor le gana a todos los demás. Por eso tengo cientos de
micros favoritos. Kafka fue un gigante del microrrelato, y su texto me
sirve para demostrar qué poca relación hay entre este género y un twitter… Y cómo se puede jugar con la ambigüedad, la multiplicidad de sentidos y la angustia en menos de diez líneas.
"Ordené que trajeran mi caballo del establo. El sirviente no entendió
mis órdenes. Así que fui al establo yo mismo, le puse silla a mi
caballo, y lo monté. A la distancia escuché el sonido de una trompeta, y
le pregunté al sirviente qué significaba. El no sabía nada, y escuchó
nada. En el portal me detuvo y preguntó: “¿Adónde va el patrón?” “No lo
sé”, le dije, “simplemente fuera de aquí, simplemente fuera de aquí.
Fuera de aquí, nada más, es la única manera en que puedo alcanzar mi
meta”. “¿Así que usted conoce su meta?”, Preguntó. “Sí”, repliqué, “te
lo acabo de decir. Fuera de aquí, esa es mi meta”.
Andrés Neuman, escritor
Metamorfosis, del mexicano Juan José Arreola. Quizá no tenga un argumento irresistible (como Perplejidad de Raúl Brasca o Guillermo Tell de Ana María Shua), ni tampoco el final más asombroso (como En el insomnio de Virgilio Piñera o La contemporaneidad y la posteridad
de Marco Denevi). Pero tiene otro poder que a veces, absorbidos por la
cirugía de la estructura o el cálculo de la sorpresa, olvidamos de puro
obvio: su prosa extraordinaria. Su lenguaje lujoso en un centímetro
cuadrado.
Fernando Iwasaki, escritor
Como el género recién se ha puesto en valor en el siglo XXI, a veces
olvidamos que desde mediados del siglo XX hubo autores como Julio Torri,
Augusto Monterroso, Juan José Arreola y Marco Denevi, que escribieron
minificciones fastuosas. Continuidad de los parques
de Julio Cortázar forma parte de ese universo y es un microrrelato
perfecto, porque narra una historia, tiene una trama seductora y un
final extraordinario.
Clara Obligado, escritora
Elegiría el que quizá más me ha conmovido a lo largo del tiempo, que es un micro de Borges, que se llama Le régret D´Héraclite,
y que dice: "Yo, que tantos hombres he sido, no he sido nunca aquél en
cuyo abrazo desfallecía Matilde Urbach". De este texto me fascina la
idea de que, seamos lo que seamos, (¡es Borges quien habla!) y logremos
lo que logremos, sin el amor de aquella o a aquél que deseamos en el
fondo no somos nada. Es, además, uno de los primeros micros que leí y siempre lo recuerdo, vuelve a mi cabeza en muchos momentos de la vida.
Del microrrelato actual me gustaría recomendar un libro completo, La aldea de F, escrito por Las Microlocas, una perspectiva muy actual del género. Me gusta porque es contestatario, original, y problematiza el lugar del autor.
Juan Casamayor, editor
Selecciono dos microrrelatos porque ambos reúnen un gran número de
rasgos principales del género: la elipsis narrativa, la
intertextualidad, la unión natural entre lo breve y lo fantástico, el
humor. Dos orillas en todos los sentidos. De Juan José Arreola, Cuento de horror: "La mujer que amé se ha convertido en fantasma. Yo soy el lugar de sus apariciones". Fantasma
de Patricia Esteban Erlés: "El hombre que amé se ha convertido en
fantasma. Me gusta ponerle mucho suavizante, plancharlo al vapor y
usarlo como sábana bajera las noches que tengo una cita prometedora."