viernes, 18 de julio de 2014

Nostalgia del Este

Siete historias de espionaje del cine y la literatura reviven el Berlín dividido, 25 años después de la caída del Muro

Murales de la East Side Gallery de Berlín, pintados sobre los restos originales del Muro. / Corbis./elpais.com

Agentes secretos, historias de espías, fugas y personajes sombríos. El Berlín de la Guerra Fría ha sido una de las grandes fuentes de inspiración para el cine y la literatura. Todavía hoy alimenta la imaginación de quienes visitan la ciudad, aunque los vestigios de aquella urbe oscura y llena de secretos, que se asomaba a las novelas de John Le Carré o a los filmes de James Bond, se han ido volviendo irreconocibles. Afortunadamente, siempre nos quedará la narrativa y el celuloide: estas son algunas de las mejores películas y novelas inspiradas en aquella época de oro para espías y agentes dobles antes de la caída del muro, en 1989, hecho que cumple este año su 25 aniversario. 

01 La sombra del Muro

El Espía que surgió del frío (John Le Carré, 1963)

Escultura de un soldado saltando el Muro de Berlín en Bernauerstrasse. / Stuart Forster
Esta es la gran novela del Muro de Berlín y de las tensiones entre el bloque occidental y la Unión Soviética. La sombra del Muro sirve de telón de fondo a esta intriga de rivalidad entre los servicios de información del Reino Unido y de Alemania del Este, antes de constituir, en una noche rasgada por los reflectores de los miradores, el teatro de un final dramático. Le Carré consiguió crear una revolucionaria novela de espionaje cuyos personajes reflejan los vicios de la burocracia y la ideología, y en la que el protagonista, Leamas, depresivo y solitario, duda sobre la justicia de los intereses que defiende.
En 1961, John Le Carré (en realidad David Cornwell) era el primer secretario de la embajada británica en Bonn (entonces capital de la RFA) y descubrió el Muro al desembarcar en Berlín la mañana siguiente a la construcción del mismo, levantado en plena noche. Del Muro solo quedan actualmente los paneles de la East Side Gallery y de Bernauerstrasse, y algunos segmentos desperdigados aquí y allá como monumentos souvenir, pero son visita obligada.
En cuanto a la pista de Tempelhof, el aeropuerto de Berlín Oeste en el que aterrizó Leamas y que hizo posible el puente aéreo durante el bloqueo, en la actualidad ha sido reconvertida en un parque gigantesco, paraíso para juegos, patinadores y ciclistas domingueros.

02 Donde reina la ‘ostalgie’

Good bye Lenin! (Wolfgang Becker, 2003)

Un turista haciendo el pino frente a los restos del Muro de Berlín en Bernauerstrasse. / Maja Hitij
Toda una generación se ha podido asomar a esos días, meses, que siguieron a la caída del Este gracias a esta película con tonos tiernos y cómicos. La madre de Alex cae en coma justo antes de la caída del Muro de Berlín. ¿Cómo evitar, cuando despierte, el choque fatal que supondría para esta mujer con el corazón delicado y comunista convencida la desaparición de la RDA? Alex y su hermana desplegarán astucia y habilidad para prolongar artificialmente la vida cotidiana de Berlín Este que ha quedado obsoleta rápidamente por la reunificación y el liberalismo. Llevada por el piano melancólico de Yann Tiersen, esta premiada comedia agridulce sintentizó con talento el curioso sentimiento alemán llamado ostalgie: la nostalgia de la vida en el Este, que cada cierto tiempo sacude a algunos alemanes. El concepto proviene de la mezcla de palabras germanas, Nostalgie y Ost, nostalgia y este, respectivamente. 
En la película se suceden escenas rodadas en lugares emblemáticos de Berlín Este –Unter den Linden, Karl -Marx- Allee, Alexanderplatz– en los que se borró para la ocasión cualquier signo de la reunificación: una auténtica reconstrucción histórica menos de 15 años después de la caída del Muro. Para pasear por el barrio de los protagonistas hay que ir a Friedrichshain, donde estaba el apartamento de la familia. Ya no residen demasiados trabajadores allí, sino más bien artistas, y las casas okupas son cada vez más escasas debido a la acción conjunta de la policía y las promotoras. Con un poco de suerte puedes encontrarte al actor Daniel Brühl, protagonista de la película, sentado en la terraza de un café.

03 Una ciudad en blanco y negro

La torre Kolhoff, de 103 metros de altura, en Potsdamer Platz (Berlín). / Allan Baxter

El Cielo sobre Berlín (Wim Wenders, 1987)

Wim Wenders pobló de ángeles el cielo sobre Berlín para hacernos adoptar su perspectiva aérea sobre la ciudad. Un visión que tal vez sea tan buena como la de Henri Alekan, director de fotografía y veterano de los platós de rodaje, quien nos hace compartir su mirada sublimándola en blanco y negro… Al mismo tiempo, Wenders da nombre al circo en el cual actúa la mujer de la que cae enamorado el ángel Damiel.
Cuando Wim Wenders decidió incluir películas de archivo que mostraban Berlín durante la Segunda Guerra Mundial, ¿pensaba que la caída del Muro daría a su película una dimensión documental? El cielo sobre Berlín se rodó íntegramente en la sección Oeste de la ciudad, de la que se reconoce al principio mismo la iglesia del Recuerdo o Gedächniskirche. Además del Muro, reconstruido, ya que entonces estaba prohibido filmarlo, el otro símbolo de la partición de la ciudad era Potsdamer Platz, una inmensa tierra de nadie cuyo suelo fangoso y cubierto de maleza es recorrido por los personajes de la película en varias ocasiones; nada que ver con el barrio financiero actual, levantado en pocos años bajo la égida de arquitectos como Renzo Piano.

04 Alto voltaje en el Spree

El mito de Bourne (Paul Greengrass, 2004)

Vista de Frankfurter Tor en Karl-Marx-Allee, Berlín. / Ingo Jezierski
La segunda (y mejor) entrega de la trilogía que narra la búsqueda identitaria de Jason Bourne convierte la ciudad de Berlín en escenario de persecuciones, pirotecnia y chapa abollada. El amnésico agente secreto, interpretado por Matt Damon, se muestra especialmente ávido y dotado para todas estas actividades. Rodada a 200 por hora por la cámara febril de Paul Greengrass, Berlín entronca aquí con su vocación de decorado para películas de espionaje, en decadencia desde la desaparición del Muro. No hay duda: éste hubiera caído más deprisa si Bourne hubiera pasado entonces por la ciudad.
Entre los lugares que aparecen en la película se reconocen fácilmente Alexanderplatz, Ostbahnhof, la estación de metro Friedrichstrasse y el puente homónimo desde el que Matt Damon se zambulle en el río Spree, que cruza la ciudad. Hace su aparición la estructura circular del motel Avus, entrevista ya en El cielo sobre Berlín, así como el café Moscú, en el número 34 de la muy rusogénica Karl-Marx-Allee. Y es que algunas calles del barrio de Potsdam representan también en la películas la ciudad de Moscú, mientras que el Palacio de Exposiciones de Berlín-Messe se convierte en la estación marítima de Nápoles.

05 Cuando las calles eran una cárcel

La vida de los otros (Florian Henckel von Donnersmarck, 2006)

Una de las estancias del antiguo cuartel general de la Stasi, la policía secreta de Alemania del Este. / Richard Baker
Para prevenir cualquier disidencia, la policía secreta de Alemania del Este había tomado proporciones dignas de 1984, de Orwell (año en que, como por casualidad, se sitúa la intriga), y se había infiltrado en todas las capas de la sociedad civil. ¿Tenía fisuras esta chapa de plomo colocada por el aparato totalitario sobre la vida privada? Esta es la hermosa idea central de La vida de los otros, que, además de describir el sistema de vigilancia tentacular en que se había convertido la Stasi a través del seguimiento a un autor de teatro berlinés al que le pinchan el teléfono, narra la creciente empatía con éste del oficial encargado de observar y registrar sus actos, que le llevará a proteger a su víctima.
Berlín Este aparece en esta película como una cárcel a cielo abierto: se desprende, incluso de las grandes perspectivas de la Frankfurter Tor y de Karl-Marx-Allee, un inquietante sentimiento de opresión. El macizo y rectangular cuartel general de la Stasi, en el barrio de Lichtenberg, es hoy un museo.

06  Entreguerras en 'Alex'

Berlín Alexanderplatz (Alfred Döblin, 1929)

Vista nocturna de la Torre de Televisión (Fernsehturm), en Alexanderplatz, emblema de Berlín. / getty
Una tela de araña: el hampa de Berlín en la década de 1920. En el centro de la tela: Alexanderplatz, (Alex, como la llaman los berlineses) sus grandes almacenes, su multitud abigarrada en la frontera de los barrios populares y acomodados. Franz Biberkopf, tras pasar un tiempo en la cárcel, intenta rehabilitarse como vendedor de diarios en la plaza, pero será recuperado por el hampa. Inmensa, tanto por su longitud como por su repercusión, la novela de Alfred Döblin pinta sin concesiones, detrás del lujo burgués que se exhibe en Alexanderplatz, la miseria y el crimen de esta gran metrópoli que es el Berlín de entreguerras.
A los nazis no les gustó mucho esta otra cara del decorado berlinés y lanzaron el libro a las llamas en cuanto llegaron al poder. Fassbinder resucitó 30 años más tarde este mundo desparecido en la adaptación de más de 15 horas que hizo para la televisión alemana. Bombardeada por los Aliados en 1945 y convertida en el centro de Berlín Este, Alexanderplatz cambió radicalmente de aspecto: de colmena opulenta y comercial, pasó a ser el escaparate de la Alemania comunista, que erigió allí la famosa Torre de Televisión (Fernsehturm), actualmente emblema de la ciudad y punto de paso obligado tanto para sus visitantes como para sus habitantes, puesto que la plaza sigue siendo el nudo de comunicaciones más importante de Berlín. Muy cerca de allí, Scheunenviertel, antiguo barrio judío de la ciudad cuya agitación popular transcribe la novela, hace que ahora se crucen turistas y fashion victims que van allí a explorar sus tiendas de moda.

07 Pase por el 'checkpoint'

El momento en que todo cambió (Douglas Kennedy, 2011)

Tienda de 'souvenirs' junto al Checkpoint Charlie, en Berlín. / Jon Hicks
¿En qué momento «ahora no» se transforma en «nunca»? A Douglas Kennedy le hace falta toda una novela para captar El momento en que todo cambió, el instante preciso en que la promesa de una historia de amor entre un americano y una alemana se vuelve imposible. La distancia de este encuentro queda acentuada por la desaparición del Berlín donde se produce. En 1984, el Muro separaba todavía la ciudad, tal y como la Stasi y la CIA separan a los amantes: él, joven animador de una radio de propaganda americana, ella tránsfuga del Este; la sombra de John le Carré sobrevuela por esta novela de espionaje.
Como en cualquier ficción con la partición de Berlín como telón de fondo, el Checkpoint Charlie tiene aquí un papel destacado. El punto de control C –de aquí el apodo Charlie– era el tercer y último punto de control entre Alemania del Este y Alemania del Oeste, y, sobre todo, el único situado en el corazón de Berlín, en Friedrichstrasse, entre los barrios de Kreuzberg (sector americano) y Mitte (sector ruso). En el antiguo lado americano, el punto de control se ha conservado tal cual, con su garita en medio de la calle, su bandera de barras y estrellas y su cartel en cuatro idiomas. Los retratos gigantes de dos (jóvenes) soldados, un estadounidense y un alemán oriental, están ahora cara a cara a ambos lados de Checkpoint Charlie.