El polifacético autor se despide a los 80 años dejando un legado intelectual en pleno contacto con el lado más emocional del ser humano
Alves, en su casa de Campinas (Brasil). / Lalo De Almeida,/elpais.com |
De las múltiples facetas del escritor brasileño Rubem Alves,
fallecido este sábado a los 80 años, emerge una filosofía: “Tener tiempo
para aprender a gandulear”. Él condensó la idea a partir de las expresiones latinas tempus perdit y carpe diem–
y le gustaba repetirla. Son las palabras de un importante intelectual
que nunca se alejó del objetivo central de su pensamiento, las personas.
El pedagogo, poeta, filósofo, cronista, contador de historias,
ensayista, teólogo, académico, conferencista y psicoanalista –autor de
160 libros de ficción y no ficción publicados en 12 países– fue uno de
los escritores brasileños contemporáneos más leídos gracias a su
capacidad de conectar con un público ávido por sus ideas, siempre
críticas pero fuertemente conectadas con el lado emocional del ser
humano.
Alves, nacido en Boa Esperança (Estado de Minas Gerais, sudeste de
Brasil) sufrió un fallo múltiple de órganos. El 10 de julio había sido
internado en el Centro Médico de Campinas (interior de São Paulo) debido
a un cuadro de insuficiencia respiratoria resultante de una neumonía
agudizada. En 2010 ya había luchado contra un cáncer, además de sufrir
problemas en el corazón y en la columna que lo obligaron a pasar por
múltiples cirugías.
El brasileño deja un legado en la enseñanza, en la que defendió que
“educar no es enseñar matemáticas, física, química, geografía”, sino
“enseñar a ver”. Criticó con vehemencia el sistema educacional en su
país, en el que abogaba por cambios profundos. Entre a ciência e a sapiência (2010) aborda ese universo y es su libro más vendido en Brasil. Por Ostra feliz não faz pérola, en el que revela sus propias experiencias sin abandonar su lado de educador, fue galardonado en 2009 con el segundo lugar del premio Jabuti –uno de los más importantes de la literatura brasileña – en la categoría Cuentos y crónicas.
En Teología, un mundo con el que entró en contacto primero por su
familia, de origen protestante, y después por estudios académicos en
Estados Unidos, fue una de las principales voces nacionales de la
Teología de la Liberación en la década de los setenta. En la universidad
de Princeton defendió su tesis de doctorado A theology of human hope,
publicada como libro en EE UU en 1969. En Brasil, la obra no fue
editada hasta 1987. Perseguido por la dictadura en los años del golpe
militar en su país (1964-1985), destacó como pastor y teólogo ya desde
los sesenta.
Su muerte llega justo después del fallecimiento, este viernes, de João Ubaldo Ribeiro,
otro gran escritor brasileño. Ambas pérdidas han generado conmoción en
la prensa y entre lectores que lamentan el impacto sufrido en tan poco
tiempo por la literatura de Brasil. En este momento, es probable que
Alves aplicara su vieja filosofía, recordando que “el tiempo huye, pasa,
todo es espuma” y sugiriendo que se “recoja cada día como si fuera un
fruto sabroso que crece en la pared del abismo. Que sea hoy, porque
mañana estará podrido”.