Negra y Criminal ofrece una decoración muy singular, con la silueta de un cadáver en el sótano y otros aspectos que la hacen única
Justo en el corazón de La Barceloneta, a pocos metros de la playa,
está la Librería Negra y Criminal fundada y comandada por Paco Camarasa.
Un lugar mágico situado en el número 3 del Carrer de la Sal, donde los
sábados a mediodía se puede tomar vino tinto de la casa acompañado de
mejillones, y encontrarse con personajes de la talla de Andrea
Camillieri o Leonardo Padura. Paco Camarasa es el comisario de la Semana
Negra de Barcelona, donde cada febrero se dan cita los mejores
escritores de novela negra, tanto del mundo anglosajón como del mundo
hispano, un festival literario que además concede anualmente el premio
Pepe Carvalho a los grandes del género y que sirve de homenaje al famoso
detective privado creado por Manuel Vázquez Montalbán durante la década
de los setentas, y que representa un clásico dentro de los amantes de
la novela negra y policial.
Pero lo más fascinante de todo es
entrar a la librería. Y no por las joyas literarias que se pueden
encontrar en primeras ediciones o por las camisetas negras que se venden
con la frase: “Negra y Criminal”. Lo realmente especial es la
decoración del lugar con la silueta de un cadáver en el sótano y el
desorden típico de la habitación del crimen con ropa femenina colgando
de los estantes y revólveres en el piso.
¿Cómo nace la Librería?
Después
de trabajar casi 50 años en el mundo del libro un día me quedé sin
trabajo. Entonces apareció un amigo alemán al que le propusimos la idea
de una librería especializada, y en vista de que yo no conseguía
trabajo a pesar de que me quisieron contratar para vender libros como
chorizos, abrimos la librería el 4 de diciembre de 2002.
¿Por qué en La Barceloneta?
Teníamos
tres opciones: Ciutat Vella con el antiguo Barrio Chino; Gràcia a donde
han ido a parar muchas librerías hoy en día; y La Barcelona por aquello
de tener el mar tan cerca, así no vayamos a verlo seguido. Sabíamos que
Barcelona se estaba convirtiendo en un lugar para ser consumido por
turistas y no vivida por ciudadanos y ese ritmo no nos gustaba. Por eso
nos vinimos a un antiguo barrio de pescadores. Nos gustaron las puertas
de madera y nos encantó que no tuviera escaparates y debas entrar a ver
lo que hay dentro, pero lo más maravilloso es que el local tenía un
sótano con historia, ya que después de la guerra acá se guardaba el
contrabando de nylon, transistores y tabaco que llegaba a la ciudad.
¿Por qué negra y criminal?
Desde
siempre me ha gustado la novela negra. Y hoy en día no tiene sentido
una librería general a menos que seas una cadena. Además vimos que
podíamos especializarnos aprovechando Internet sabiendo que había un
gran vacío de novela negra. Yo tenía muy buena relación con Paco Ignacio
Taibo II y asistía a la Semana Negra de Gijón desde finales de los
ochenta, cuando empezaron a desaparecer las colecciones. La gente leía
novela negra pero estaba la cosa de que la novela negra era un
subgénero, y estaba desprestigiada. Y nos propusimos crear un punto de
encuentro para difundirla. En ese entonces se decía que Agatha Christie
escribía novela negra y no es así, ella hace novela policíaca. Es decir,
todo es novela pero hay matices: una cosa es la novela enigma policíaca
y otra, la negra a lo James Ellroy, con su bisturí a la sociedad
norteamericana. Por eso había que orientar dentro de lo que había ya que
los únicos referentes eran Donna Leon y Mankell. Había autores que
estaban desaparecidos, y nos dimos a la tarea de buscar ediciones
antiguas y ofrecimos libros de primera y segunda mano: libro nuevo y
libro descatalogado.
¿Y el auge de los festivales literarios va de la mano?
Cuando
empezamos solo estaba la semana negra de Gijón. Nosotros organizamos
desde la librería la Barcelona Negra y hoy en día hay casi 10
festivales, muy lejos de los 80 que hay en Francia. La gente lee novela
negra pero no habla novela negra en público. Acá se hacen públicas las
lecturas de verano de muchos políticos donde muestran cosas que no van a
leer solo para quedar bien. Yo sé de políticos que son grandes lectores
de novela policíaca pero no lo dirán en público porque es como si la
novela negra, al igual que pasa con la novela de género, fuera una
novela poco valorada y solo de entrenamiento. Entonces es necesario
hacer una reflexión, porque por ejemplo, el Halcón Maltés se sigue
leyendo hoy en día. Es una gran novela porque habla de los grandes temas
de la literatura: ambición, deseo...etc. Fue escrita en el 30 y se
sigue leyendo. ¿Pero quién lee al premio nobel del año 30?
¿Qué tiene de especial la novela negra mediterránea frente a la escandinava?
En
Sicilia o en Barcelona se vive y se mata de forma diferente a Oslo o
Estocolomo. Por ejemplo: en la religión católica nos quitamos de encima
la culpa en un confesionario y no con un psiquiatra como los
norteamericanos. Y nosotros matamos en el bar al primer ministro o al
entrenador de fútbol tomando dos cervezas y unos vinos con su tapa
correspondiente. Los escandinavos matan con unos estallidos de violencia
muy fuertes porque acumulan muchas cosas que nosotros en el
mediterráneo podemos liberar en el bar. Allá arriba no existe el escape
de la violencia verbal. La novela mediterránea también pasa por la
comida. En Chile hay una expresión: conversarse una botella de vino. Los
nórdicos no beben sino que se emborrachan directamente consumiendo
alcohol en el ferry que va desde Estocolmo a Helsinki porque ese es su
objetivo. En el Mediterráneo se emborracha el que no sabe beber porque
lo importante es beber y conversar. Nadie bebe solo porque eso es ser
alcohólico. Por eso el dicho: no me digas cuántas copas te tomaste
anoche, dime con quién te las tomaste. Porque lo que sienta mal no es la
copa sino la conversación. Y por eso un nórdico no entiende que un
siciliano se mate por honor o por cuernos. Un nórdico se divorcia ya.