sábado, 18 de agosto de 2012

La candida Eréndira: un cuerpo colonizado

Gabriel García Márquez: Homenaje: 85.45.30*   

La candidez humana derrotada por una voluntad de poder fundada en el dinero, el dinero que surge como la base de la condición moderna

La candida Eréndira. foto:culturadoor.com. fuente: antroposmoderno.com
 “Mientras una sociedad se funde en el dinero,
nunca tendrá una cantidad suficiente”
LEAFLET
Huelga de París, diciembre de 1995 

La reflexión de Johannes Fabian acerca de la coetaneidad del otro, de su aspiración a un diálogo entre pares, es negado en la historia de la Candida Eréndira, uno diría que Eréndira puede ser la versión femenina de Candido de Voltaire. En esta historia hay una destrucción de los lazos entre la comprensión del otro y la acción humana sobre él. Esta no coetaneidad o entrada al tiempo del otro, son propios del personaje de la abuela.
La candidez humana derrotada por una voluntad de poder fundada en el dinero, el dinero que surge como la base de la condición moderna. La candidez humana del mismo Candido de Voltaire y de Eréndira que responde constantemente “si señora” enunciado letánico repetido muchas veces en el texto, muestra esa sujeción a la autoridad matriarcal o patriarcal, que no es sino una metáfora en el orden de la interpretación acerca del otro que no llega ni siquiera a subalterno: según Giorgio Agamben, Eréndira tendrá una “vida desnuda”
“La vida desnuda para referirse al límite negativo de la humanidad y para exponer, detrás de los abismos políticos creados por el totalitarismo moderno, las condiciones (más o menos heroicas) de la pasividad humana”
El cuerpo colonizado no es subalterno, porque no tiene conciencia de su propia alienación, -por lo tanto no existe la posibilidad de la crítica- ni una conciencia de su esclavitud que es la línea mental que demarca el cuerpo de Eréndira, que no la deja enfrentarse a una búsqueda de sí misma, ni siquiera en la relación amorosa con Ulises, que de alguna manera es un personaje que también se parodia en el texto. Ulises “navegante y encantador,” no es sino una excusa narrativa para buscar la liberación de Eréndira, pero ni siquiera lo logra, un Ulises más cercano al cobarde Orfeo, que pierde la amada por no lograr superar su propia estupidez.
1 Citado por Hardt y Negri, en el capítulo 15 de “Imperio”, página 287.
2 Ibíd. cit 1. página 319.

En el orden de la intencionalidad manifiesta en el texto, vemos como desde el constante ultraje de la niña vamos avanzando a un profundo odio por la abuela. En ese sentido, el cuerpo esclavizado recuerda una relación muy fuerte con obras como las del Marqués de Sade, Juliette y Justine; ese hipotexto implica retomar en la recepción del relato, una constante tensión entre un cuerpo masoquista que deberá restituirse al placer del otro, en unas tensiones que revelan un profundo rechazo en el lector. En el sentido, en que los valores capitalistas de la abuela están por encima de los valores humanos y el cuidado de la vida, aunque viendo fuera de la ficción nuestra Constitución dicta en su artículo 11 “El derecho a la vida es inviolable. No habrá pena de muerte”. No es moral este rechazo, sino un devenir ético que no acepta la falta ético/política que implica no comprender las condiciones del otro. Retorna J. Fabian y la coetaneidad en grado cero.
No sé hasta qué punto podríamos pensar en que la intencionalidad de Gabriel García Márquez, sea crear una fuerte relación con el estado de sujeción de los países latinoamericanos en el sentido de esa “eterna deuda” de Eréndira, ¿es posible esta interpretación?  Talvez si, o tal vez no, pero desde una lectura sociológica de la literatura y en el sentido antropológico de una crítica cultural, que da cuenta de la abominación de un capitalismo, que va frenando el desarrollo en los mismos países latinoamericanos y por lo tanto, la perdida de la autonomía de los mismos y la ausencia de crítica política que evidencia un grave problema en la formación educativa colombiana. ¿Si piensas de modo heterodoxo qué puede sucederte en este en este estado de cosas?
Según indicadores la deuda externa de Colombia equivale al 25% del producto interno bruto, la de Argentina, al 50% del PIB entre otras, sin contar otros países encontramos grandes problemas que este endeudamiento produce. La condición erendiriana, digámoslo de una manera un poco cómica/salvaje, es una refutación a la política económica y a la pésima gestión de los gobiernos de turno.
La ceguera económica y social de la cual -ningún gobierno incluido el actual-, especialmente en Colombia, se salva. En este sentido, el último golpe a la transparencia y a la democracia en Colombia se infiere de la constante intervención del Gobierno en querer re-visar las estadísticas del D.A.N.E, lo que ha producido en menos de cinco años, dos renuncias de los directores de la entidad, por la intromisión de las altas esferas del Departamento de Planeación, en los asuntos estadísticos, ellos piden autonomía y transparencia especialmente, en lo relacionado con los indicadores de empleo, incluso -e irónicamente- se informa a través de Noticias Uno , como el Departamento de Estadísticas de Estados Unidos funciona como un ente autónomo del gobierno central. Esta mínima evidencia muestra como se ha establecido un control totalitario de la información, caricaturizando lo establecido en la Constitución Nacional, al respecto el derecho a la misma en el Artículo. 74. “todas las personas tienen derecho a acceder a los documentos públicos salvo en los casos que establezca la ley”.

3 Emisión del 09 de septiembre del 2007.

Es evidente que el texto de García Márquez, tiene una filiación desde un pensamiento heterodoxo dentro de una crítica cultural: todo el recorrido de Eréndira, no es sino el recorrido subjetivo de un cuerpo colonizado, incluso por la familia, su abuela, primer lugar de disciplinamiento del cuerpo en la modernidad, según los análisis del primer libro de “Historia de la sexualidad” de Michel Foucault.
En este sentido foucaultiano, el texto de Eréndira puede leerse, no como una autoridad, sino como una herramienta para pensar problemas y no hacer una exégesis. Se quiere decir con ello que Eréndira no es una metáfora, ni una metonimia, sino que con ella en el sentido de la descontrucción derridariana, entraríamos a ver en su historia, un campo discutible, la zona heterogénea de un conflicto de fuerzas (fuerza y sentido) lo cual no implica que hagamos un análisis del relato o el personaje, de “tipo neutro, metódico o especulativo” al decir, de Patricio Peñalver sino una intervención estratégica y singular, implicada en tal o cual lugar o momento del espacio, en este caso nuestro relato.
Los problemas son de una mujer adolescente, pero conciernen, no representan a cada individuo latinoamericano en lo social, alienado por un sistema de cosificación universal de los cuerpos existentes, desde la materia más valiosa hasta los cuerpos humanos. ¿Cuáles son los problemas? Los problemas son la reificación de lo humano y el tornarnos objetos de intereses colonialistas e imperialistas, como lo es el cuerpo de Eréndira y los diversos cuerpos latinoaméricanos, ¿nuestros cuerpos?
Ahora bien, lo más interesante de finales del siglo XX y estos comienzos del siglo XXI es que el nivel de la crítica cultural va forjándose desde la literatura, desde la etnografía de este mundo del consumo al que estamos alineados, y como nos lo revelan los trabajos de Nestor García Cancline, “Culturas híbridas” y “Consumidores y ciudadanos”, como en los de Beatriz Sarlo (1942) . Pero estas aproximaciones no llegan todavía al ineludible compromiso de la crítica cultural latinoamericana, para el siglo XXI, desde un análisis de los efectos directos y colaterales, tanto del consumo sobre las sociedades “subdesarrolladas”, las formas del capitalismo, la gubernamentalidad sobre la política y las mentalidades, en el sentido, ejemplar del trabajo de José Carlos Mariátegui (1895-1930), político y pensador peruano, uno de los pensadores latinoamericanos más influyentes del siglo XX quien en el clásico “Siete ensayos de interpretación de la realidad peruana (1928) realmente nos permite asistir a una producción crítica cultural y sociopolítica. Nos falta mucho camino por recorrer, para crear conceptos nuevos que lleven a una intervención especialmente sobre aquellas singularidades que son o pueden ser en el sentido de Gilles Deleuze; aunque García Márquez lo ha logrado desde su estética verbal en obras como “Cien años de Soledad” (1967), “El otoño del patriarca” (1975), y en el relato de la Cándida Eréndira.
En este mismo orden de ideas, la clave contemporánea para el pensamiento heterodoxo y la crítica cultural, fundamentales tanto para los occidentes y los orientes ha sido sin lugar a dudas “Orientalismo ” de Edward Said, donde muestra como el oriente fue creado por los conquistadores, los administradores, académicos, eruditos, viajeros, artistas, escritores desde una visión, que Said llamará romántica, donde el otro existe como representación de una naturaleza exótica, de un misterio del que hay que apoderarse principalmente, en lo que oriente significaba y significa para las grandes potencias como Inglaterra y Francia, entre otras, que desde la misma edad media, requerían de una apertura de nuevos mercados. Así mismo, qué significa, para nosotros que el mayor accionista del Banco Mundial sea Estados Unidos, qué significa recibir los lineamientos de la política económica internacional como lo hace Eréndira siempre afirmando: “Si señora”.
De otro lado, la tesis clave en “Orientalismo” corresponde a lo que Said resalta como el espíritu colonialista centrado en extender los propios países occidentales, a los inconmensurables países orientales, un afán de poseer tierras y esclavos para acrecentar el poder económico/político.
Los occidentes que se extienden hacia oriente borrando sus culturas de paso. De este modo, la política neoliberal del Banco Mundial con su modelo se ha extendido tanto geográfica, como políticamente, sin la mínima objeción de las naciones que ellos llaman subdesarrolladas ( ellos nos representan como menores de edad, vuelve Marx, ellos no pueden representarse a sí mismos, deben ser representados) ahondando el modelo turbocapitalista que implica una diferencia con el sistema del capitalismo del Estado de bienestar keynesiano que predominó en Occidente después de la II Guerra Mundial.
Du¬rante cerca de tres décadas, las economías capitalistas de mercado como las de Estados Unidos, Suecia, Japón, la República Federal de Alemania y el Reino Unido avanzaron hacia un capitalismo fiscalizado por el gobier¬no. Empresas, fábricas e industrias, eran en gran medida fenóme¬nos nacionales; proveída por el comercio internacional de materias pri¬mas y alimentos, la producción organizada dentro de economías o segmentos de las economías nacionales dentro del territorio. Los mercados estaban estructurados dentro de sistemas de gobierno. Por el contrario, en el turbocapitalismo, los mercados tienden a separarse de esta organización lo que trae como efectos directos, la mínima regulación de los flujos de capital, la desregulación de los mercados laborales y los recortes en el Estado de bienestar.
Por lo tanto, tienden las organizaciones empresariales a salir de las restricciones fiscales, de la intransigencia sindical, la interferencia gubernamental y otras restricciones ajenas al libre movimiento del capital en búsqueda de beneficio. Sus efectos colaterales son: desregularizaciones a escala mundial implementadas por las transnacionales que imprimen la pauta en sectores económicos como la banca, la auditoría, el transporte aéreo, las comunicaciones y el armamentismo -sus activos combinados constituyen aproximadamente una cuarta parte de los activos productivos del mundo- ya no funcionan como filiales de producción y distribución de sus matrices nacionales. Rompiendo los límites de tiempo y espacio, idioma y costumbres, funcionan como complejos flujos globales o redes inte¬gradas de personal, dinero, información, materias primas, componentes y productos.
Las empresas turbocapitalistas operan de forma global que rompen fronteras. Este turbocapitalismo, también es una lógica racional económica que implanta la misma abuela en La increíble y triste historia de la candida Eréndira y su abuela desalmada de García Márquez. Cito textualmente.
“Fue un trato eficaz. Cautivados por las voces del correo, vinieron mesas de lotería y puestos de comida, y detrás de todos vino un fotógrafo en bicicleta que instaló frente al campamento una cámara de caballete con manga de luto, y un telón de fondo con un lago de cisnes inválidos... La abuela abanicándose en el trono, parecía ajena a su propia feria. Lo único que le interesaba era el orden en la fila de clientes que esperaban turno, y la exactitud del dinero que pagaban por adelantado para entrar con Eréndira. Al principio había sido tan severa que hasta llegó a rechazar un buen cliente porque le hicieron falta cinco pesos. Pero con el paso de los meses fue asimilando las lecciones de la realidad, y terminó por admitir que completaran el pago con medallas de santos, reliquias de familia, anillos de matrimonio, y todo cuanto fuera capaz de demostrar, mordiéndolo, que era oro de buena ley aunque no brillara.
... Habían transcurrido seis meses desde el incendio cuando la abuela pudo tener una visión entera del negocio.
-Si las cosas siguen así –le dijo a Eréndira. Me habrías pagado la deuda dentro de ocho años, siete meses y once días.
- Volvió a repasar sus cálculos con los ojos cerrados, rumiando los granos que se sacaba de una faltriquera de jareta donde tenía también el dinero, y preciso:
- Claro que todo esto es sin contar el sueldo y la comida de los indios, y ostros gastos menores.
Eréndira, que caminaba al paso del burro agobiada por el calor y el polvo, no hizo ningún reproche a las cuentas de la abuela, pero tuvo que reprimirse para no llorar.
- Tengo vidrio molido en los huesos – dijo.
- Trata de dormir.
- Sí, abuela.
Cerró los ojos, respiro a fondo una bocanada de aire abrasante, y siguió caminando dormida.
Ahora bien, continuando con “Orientalismo”, Said muestra como éste corresponde a una conciencia geopolítica desde los occidentes, especialmente, una reducción a sus categorías políticas, raciales, históricas y estéticas que marcan un discurso que borra cualquier tipo de heterogeneidad tanto cultural, como racial.
Said nos dice que oriente no es uno, es múltiple, pero los occidentales lo han reducido a un área geográfica homogénea. Igualmente, Latinoamérica es para el Banco mundial una “zona geopolítica” reducida a una política económica mundial, recuerdo como estando en Ciudad de México en el año 2003, reconocí como el día del niño correspondía exactamente, con el día del niño en Colombia y con idéntica publicidad en vallas y carteles colgados de los avenidas que conducen a Xochimilco y en el regreso, las mismas vallas, colores, imágenes en las calles de Bogotá D.C. No nos representamos, nos representan.
El proyecto occidental del “orientalismo” no tiene en cuenta para nada el tiempo del otro, al decir de Johannes Fabian. El discurso sobre el otro implica una incomprensión total tanto de las múltiples culturas, razas (en desigualdad con las razas europeas, tipo oriental de humano inferior, igualmente con las indígenas y mestizas latinoamericanas) y espacios geográficos que se reducen a una generalización desde los mismos trabajos, generalmente eruditos de los “orientalistas”.
García Márquez también evidencia en La increíble y triste historia de la candida Eréndira y su abuela desalmada como es nula la coetaneidad, no existe comprensión de la diferencia, el otro no es incluido, ni por la abuela, ni por parte de los orientalistas occidentales. La abuela no quiere saber, ni reconocer a Eréndira como una adolescente. Los orientalistas en sus discursos veían al oriental, como un tipo racial inferior, un menor de edad, un sujeto que debe ser “objeto” tanto del control y el disciplinamiento y la explotación, especialmente, política ésta es la visión reduccionista de los orientalistas ingleses y franceses y desde discursos como el de Kissinger y su política internacional con relación a oriente que marcó tanto el siglo XX y que según Said, aún determina la visión norteamericana que se ha auto endilgado el mesianismo imperialista como policías del mundo que deben legislar sobre aquellos que no han logrado lo que llamará Emmanuel Kant, la mayoría de edad, por ello es fundamental el espíritu crítico de Said, al citar como epígrafe las palabras de Marx en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, donde afirma: No pueden representarse a sí mismos, deben ser representados. En “La increíble y triste historia de la candida Eréndira y su abuela desalmada” Eréndira no tiene ni siquiera la opción de pensar, ni de cansarse, ni de replicar, está en estado sonambulesco, no distingue la realidad del sueño.
Cerró los ojos, respiro a fondo una bocanada de aire abrasante, y siguió caminando dormida.
4 Obras de Beatriz Sarlo como la sociología literaria (1990) y Ensayos argentinos: de Sarmiento a la vanguardia (1997). El imperio de los sentimientos (1985), Una modernidad periférica (1988), La imaginación técnica, sueños modernos de la cultura argentina (1992), Borges, a writer on the Edge (1993); en 1995 en castellano con el título Borges, un escritor en las orillas), Escenas de la vida posmoderna: intelectuales, arte y videocultura (1994), Instantáneas: medios, ciudad y costumbres en el fin de siglo (1996) y La máquina cultural: maestras, traductores y vanguardistas (1998).
Colonizar oriente era una estrategia expansionista, por ello Said, trata de revelar los mecanismos y claves de la dominación imperialista de occidente sobre el mundo arábigo –musulmán. Lo más curioso de todo es que ese debilitamiento de la imagen de oriente, sirvió a que se reafirmara por contraposición, la imagen de occidente, tanto en lo que Said llama: su representación, su idea, su personalidad y experiencia.
Por lo tanto, la reducción lingüística del otro en el discurso implica una construcción compleja que da cuenta del orientalismo, como cuerpo disciplinario, casi una ciencia perfectamente definida con apoyo de instituciones, “un vocabulario, unas enseñanzas, unas imágenes, unas doctrinas, unas burocracias y hasta unos estilos coloniales”. García Márquez muestra en “La increíble y triste historia de la candida Eréndira y su abuela desalmada” como se reafirma la imagen de la abuela y sus intenciones de recuperar lo perdido en el incendio, la deuda eterna de Eréndira es aceptada, sin el mínimo cuestionamiento, ni escrúpulo, las únicas palabras de ella son la constante aceptación de la labor donde es explotada sexualmente y el oficio de casa cotidiano: si señora.
Es interesante como Said hace una crítica desde la mirada subalterna de ese modo de representar oriente que el llamará orientalismo, que no es sino un discurso que se construye desde diversas intencionalidades en la dupla imperialismo/explotación económica colonial. La deuda en “La increíble y triste historia de la candida Eréndira y su abuela desalmada” entonces implica la colonización de un cuerpo a punto de desfallecer: en Colombia hay familias que no tienen ni siquiera un dólar diario para vivir o mejor para sobrevivir.
Oriente es un objeto fabricado por occidente según Said, desde la misma edad media y estos efectos colaterales de los imaginarios occidentales perviven hasta nuestros días como reducciones en metáforas tales como el exotismo, el sensualismo, el terrorismo que se le endilga a los países de oriente: un discurso homogeneizante desde el once de septiembre: Hardt y Negri afirman: “la intervención moral ha llegado a ser la primera línea de fuego de la intervención imperial. En efecto, esta intervención prefigura el estado de excepción desde abajo y lo hace sin reconocer fronteras, armada con uno de los medios más efectivos de comunicación y orientada hacia la producción simbólica del enemigo” .5
5 Ibíd. cit 1. página 46.
Said afirma que es básicamente un discurso, en los términos en que lo define Michel Foucault en la “Arqueología del saber” y en “Vigilar y castigar”. En el sentido, pragmático de una “completa red de intereses” occidentales. Cómo se produce este proceso es el objetivo del libro de Said.
Por lo tanto, el oriente de los orientalistas no es real. El discurso y las prácticas del poder están en correspondencia con las hegemonías de turno, en el sentido de Gramsci. Lo que importa desde el siglo XIX a los occidentales, es cómo “emergió un oriente complejo, adaptado a los estudios académicos, a las exposiciones en los museos, a las reconstrucciones en la oficina colonial, a la ilustración teórica de tesis antropológicas, biológicas, lingüísticas, raciales e históricas sobre el género humano y el universo, y a ejemplificar teorías económicas y sociológicas de desarrollo, de revolución, de personalidad cultural y de carácter nacional o religioso. Lo que implica fines definidos en oriente”.
Por lo anterior, hay una posible convergencia entre orientalismo latente y manifiesto que podría implicar “Un latinoamericanismo” latente y manifiesto, en el sentido de que el imaginario del subdesarrollo es global y visible, en la dirección de las políticas de intervención económica postmodernas dentro de unas sociedades de control.
Finalmente, del lado de Gilles Deleuze podríamos ver a Eréndira como un personaje conceptual, como una forma de crear filosofía. Para él, un punto de vista es como esbozar un modo de practicar la filosofía, en ese sentido, se trata de un texto literario donde se plantea una crítica cultural profunda. La lectura del texto podría plantear el problema de la subjetividad colonial como conciencia geopolítica desde una mirada subalterna en la literatura y la antropología.

Por: Adriana del Rocío Hernández
Profesora e Investigadora independiente
ariadnayco@yahoo.com, ariadnayco1@hotmail.com,madamebovary9@hotmail.com

BIBLIOGRAFÍA

GARCÍA, Márquez, Gabriel. (1991) “La increíble y triste historia de la candida Eréndira y de su abuela desalmada”. Bogotá. Norma. HARDT Y NEGRI. (2002). “Imperio”. Barcelona. Paidos. SAID, Edward. (2002). Orientalismo. España. Mondadori.

Gabriel García Márquez: Homenaje: 85.45.30*  

*85 años de Gloria. 45 años de la publicación de Cien años de soledad. 30 años del otorgamiento del Premio Nobel de Literatura.