"La vida no es fácil, papi" relata cómo la holandesa llegó a la guerrilla y por qué insiste en quedarse en la selva de Colombia
La guerrillera holandesa Tanja Nijmeijer (derecha), en un campamento de las FARC./Afp./abc.es |
Una semana después de que arrancara el diálogo de paz entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Gobierno colombiano, el periodista Jorge Enrique Botero, uno de los que mejores contactos tiene dentro de esta guerrilla izquierdista, se anotó un éxito editorial. La publicación de «La vida no es fácil, papi», un relato sobre cómo la holandesa Tanja Nijmaijer llegó a las FARC, cómo se convenció de la lucha rebelde y por qué insiste en quedarse ahí.
El libro no podía salir en mejor momento, puesto que el próximo 15 de noviembre sigue
la segunda ronda de negociaciones en La Habana (Cuba). Según las
últimas versiones de medios colombianos, Tanja estará presente en la
isla.
La obra de 172 páginas empieza cuando Botero emprende el
camino para llegar al campamento donde se encuentra la holandesa, que en
las FARC es conocida como Alexandra o «la holandesa».
Son muchos los detalles. El diario «El Espectador» publicó
en su edición dominical un extracto del libro. «Mi llegada a Colombia
fue pura coincidencia. Yo he leído en algunos medios de comunicación que
fue fruto del trabajo de las FARC en Europa, que me reclutaron en
Holanda, y eso no es cierto. Yo llegué porque me tocaba hacer una
práctica y leí en el periódico de la universidad que estaban buscando
profesor de inglés en un colegio de Pereira. Apliqué para el cargo y lo
obtuve (…).
«Yo ni siquiera conocía Colombia. La busqué en el mapa y la
encontré en Latinoamérica, y dije: ahí tienen que hablar español. Yo
estudiaba lenguas romances y había estado un año en España.
En la Universidad de Groningen me dijeron que la práctica duraría un
año, pero me advirtieron de que debía comenzar cuanto antes. En quince
días arreglé todo y me fui enterando más y más sobre el país. En el
consulado de Colombia en La Haya, ubicado en Groot Hertoginnelaan, un
funcionario me dijo: "Señorita, ¿usted está consciente de que en
Colombia hay una guerra?”».
Fue un profesor que enseñaba matemáticas en el colegio de
Pereira quien le abrió las puertas de la revolución. «Nos hicimos muy
amigos con él y con la mujer de él. No solamente discutíamos sobre los
procesos sociales de Colombia; leíamos sobre la revolución en Cuba, la
revolución en diversos países del mundo y me llevaban a los barrios
pobres (…). Un día me llevó a Bogotá. Por la mañana entramos en Ciudad
Bolívar y yo vi una fila inmensa de personas pobres, pobres, pobres,
pidiendo comida a unas monjas españolas, y las casitas eran miserables y
las calles sin pavimentar. Eso me impresionó mucho. Por la tarde me
llevó al Centro Andino, un centro comercial al norte de Bogotá. Él no me
decía nada, pero yo estaba muy confundida, muy impresionada. Por la
noche le pregunté: "¿A ustedes no les da pena vivir así dentro de una
ciudad donde los del norte lo tienen todo y la gente del sur no tiene
nada?". Y él dijo: "¿Y a ustedes los holandeses, los europeos, no les da
pena vivir bien en sus países sabiendo que hay gente que vive en otros
países en la miseria?". Ahí me quedé callada».
"Mijita, el comunismo ya no da"
El capítulo reproducido por «El Espectador» también cuenta cómo los padres de Tanja trataron de disuadirla varias
veces. Fue en vano. «Ellos me decían que yo iba por mal camino.
«Mijita, el comunismo ya no da. Mire la Unión Soviética», cuenta la
holandesa en el libro de Botero.
Ella no dio marcha atrás, a pesar de que en diferentes
ocasiones y por diarios escritos por ella incautados a los rebeldes se
sabe que la vida de la holandesa no ha sido fácil en la guerrilla. Por
eso el título. «La vida no es fácil, papi».