La exposición Fernando Botero. Celebración exalta el color y las formas curvas de la pintura del artista colombiano
Fernando Botero ante la obra El baño (1989) en el Museo de Bellas Artes de Bilbao. /Santos Cirilo./elpais.com |
“Yo no pinto gordas”, repite el artista Fernando Botero
(Medellín, 1932). “Yo trato de expresar el volumen como una parte de la
sensualidad del arte”. La figuración de Botero se ha sostenido a lo
largo de toda su carrera sobre la fuerza del color y las líneas curvas
para componer escenas con personajes rechonchos, que aparecen tanto en
los bailes populares como en las corridas de toros. Ha sido, explica
Botero, el resultado de buscar un estilo propio en su trabajo. A lo
largo de 2012 ha celebrado su 80 cumpleaños mostrando su inconfundible
obra en distintas exposiciones en todo el mundo. Ahora la antológica Fernando Botero. Celebración se presenta en el Museo de Bellas Artes de Bilbao con 80 obras.
Las gordas, y los gordos, que se identifican a primera vista con
nombre de Botero aparecen en los desnudos, en las escenas de circo, en
los retratos de curas y en las versiones de grandes cuadros de la
historia del arte que el artista colombiano ha reinterpretado. Son
redondeadas las frutas que componen sus naturalezas muertas y los
hombres encapuchados que pintó en la serie dedicada a los presos
iraquíes torturados en la prisión de Abu Ghraib. Botero explica que
trata a sus figuras “como si fueran casi comida”. Y ningún detalle se
escapa al afán de redondear las formas. “Hay una coherencia en todas las
figuras del cuadro en un deseo de estilo de dar protagonismo al
volumen”, destaca.
La exposición que hoy se inaugura en Bilbao es un resumen de la
selección que el pasado mes de marzo se presentó en el Palacio de Bellas
Artes de México, la más amplia retrospectiva de su trabajo. Es una
colección de pinturas expuesta en las salas del museo que se complementa
con una de sus monumentales esculturas en bronce, una figura de caballo
ubicada en la Gran Vía.
Botero tiene a sus espaldas una carrera profesional que inició en 1948 trabajando como ilustrador en el diario El colombiano,
en Medellín. Tres años más tarde presentó en Bogotá su primera
exposición individual. De formación autodidacta, se trasladó poco
después a Madrid para estudiar en la Academia de Bellas Artes de San
Fernando. Después de residir en distintas ciudades europeas y en Nueva
York, en 1973 fijó su residencia en París y trasladó sus orondas figuras
a la escultura. Lina Botero, la hija del artista, ha sido la comisaria
de Fernando Botero. Celebración, una exposición que arranca reflejando
las influencias recogidas en su obra temprana del Renacimiento italiano,
el muralismo mexicano y la tradición colombiana.
“Es mi trabajo sin distracciones”, dice Botero al recorrer la
exposición. El recorrido descubre el salto de un tema a otro sin perder
el objetivo de exaltar el color y el volumen. La atención a las obras
inspiradas por Latinoamérica y las escenas de la vida burguesa abren
paso a las series dedicadas al clero, al circo a Abu Ghraib y a los
bodegones. Los cuadros de Piero della Francesca, Van Eyck o Rafael son
reconocibles, pero pasados por el tamiz de las curvas de Botero. El tema
que elige para su pintura, dice, es solo un pretexto. "El artista debe
tener una concepción de la pintura. El estilo se mantiene sea el tema
amable o dramático, aunque cambien los colores para comunicar el
sentimiento del artista", explica.
Botero sigue en activo, siguiendo el camino que abrió hace más de 50
años, ajeno a las tendencias fiel a la pintura-pintura, de pincelada
fina y composiciones exuberantes. Su ultima serie esta dedicada al vía crucis.
"En el arte del siglo XXI se ha tratado de reemplazar la pintura con
otras manifestaciones", reflexiona. Pero a Botero le parece que el vídeo
está más cerca del cine y las instalaciones, del teatro. "A la pintura
le queda trayectoria ¿por qué reemplazarla?"