Digitalización y precio son dos palabras que parecen enfrentadas. ¿Existen límites a la gratuidad en Internet? Aunque hoy los usuarios se beneficien del no pago, ¿cuáles son las consecuencias a nivel de los contenidos de la Web en el mediano y largo plazo? Aquí, algunas opiniones para pensar y debatir
La Web global.fOTO;fUENTE:Revista Ñ
Por JUlio Villanueva
A finales de la década de los noventa, una recién creada puntocom proveía servicios de alojamiento web a pymes norteamericanas. Todo parecía maravilloso: su página web era preciosa, la cultura de la empresa muy casual y el número de usuarios no paraba de crecer. Pero había un solo problema: casi todo era gratis.
La empresa proveía un servicio premium de pago, pero el servicio gratuito era tan bueno que casi nadie pagaba por nada. Los inversores se impacientaban. Varios millones de dólares quemados en atraer usuarios y darles servicio y casi ningún cliente. Así que alguien decidió que los usuarios tendrían que pagar. Después de todo, el precio propuesto era muy económico, podríamos decir que casi gratis.
Pero no enteramente gratis. Así que cuando llegó la fecha, menos del 2% de los clientes decidieron pasarse al servicio de pago. Hoy esta empresa está en la larga lista de las puntocom que murieron en aquella burbuja.
Google, YouTube, Facebook, Tuenti, Flickr, Digg son algunas de las muchas que sí han sobrevivido. Algunas ganan hoy dinero. Otras aún tienen que demostrarlo. Pero todas ellas tienen una cosa en común: son enteramente gratis para el usuario. Parece que digitalización y precio son dos palabras enfrentadas. Buenas noticias para los usuarios, pero no tan buenas para los inversores.
¿Existen límites a la gratuidad en Internet? La doctrina de que el coste en Internet tiende a cero y que por tanto los negocios pueden sustentarse de manera gratuita es falsa. Un servidor cada vez es más barato, pero cuesta dinero. Un programador cuesta dinero. Una estrategia para captar clientes cuesta dinero. Y así sigamos sumando.
Sí, muchos clientes lo podrán recibir gratis, pero alguien tiene que pagar si queremos empresas rentables. Pongamos el ejemplo de la prensa en Internet. Hoy los principales periódicos en papel tienen sus versiones gratis en Internet. Y les han aparecido un montón de competidores que sólo están on line.
¿Cuál es la diferencia entre el modelo papel + on line y el sólo on line? La principal es, en mi opinión, que un periódico como The New York Times llevado 100% al on line no puede ser rentable. Y lo mismo pasa con la mayoría de los diarios españoles. ¿Es porque pagan mucho a sus periodistas? ¿Porque escriben contenido que no interesa a nadie? ¿Porque tienen corresponsales en países que nadie sabe situar en un mapa? Personalmente creo que no. Ese modelo de negocio se sustentaba sobre una oferta de producto que tenía aceptación en el cliente y donde lectores y anunciantes pensaban que el precio merecía la pena.
Hoy esta ecuación está cambiando. ¿La alternativa? Bajar la calidad o cantidad de los contenidos. ¿Le parece atractiva esta posibilidad? Algunos dirán... pero si el futuro es que el ciudadano puede hacer de periodista, al igual que hace de productor en YouTube. ¡Por fin el poder se desplaza de la elite mediática a los ciudadanos!
Un minuto de reflexión. ¿Dejaría a un ciudadano, por bien intencionado que fuera, operarlo de un tumor en la cabeza? ¿Es que no tiene valor el periodismo de calidad? ¿Quién hará investigación rigurosa acerca de la corrupción política que nos asuela si no hubiera prensa de pago en nuestro país?
La calidad cuesta
¿Puede esta función cubrirla un periodismo ciudadano o un agregador de noticias? ¿Puede o quiere un periódico sólo on line cubrir la profundidad de noticias que cubren algunos periódicos de papel? Me parece que no.
Y esta reflexión sirve para muchos otros negocios de contenido... ¿Es que no querrá usted ver una buena película o será YouTube capaz de saciar toda su necesidad de entretenimiento? Y si nadie paga por el cine y todos nos lo bajamos gratis,¿tendremos en 10 años mejores o peores películas? Pensamos que el problema son los consumidores. Quieren contenido de calidad, pero gratis. Y se han (nos hemos) acostumbrado a no pagar por nada en Internet, incluso a justificar la piratería de contenidos.
No hemos sido capaces de dar suficiente valor al consumidor y de crear formatos de servicio que aporten valor y que sean innovadores. ¿Por qué es Apple tan exitoso y rentable? ¿Lo han conseguido vendiendo barato? ¿Gratis?
Los modelos gratis tienen cabida. Pero competir en lo gratis es tremendamente difícil. Google no tiene el éxito que tiene por casualidad. Han trabajado para ser exitosos. Ahora podemos escandalizarnos del poder que han alcanzado, pero es evidente que los demás han cometido un pecado de omisión.
Hay contenido de calidad que es gratis. Pero hay otros sectores en los que calidad y gratuidad están reñidos. ¿Estamos hoy preparados para lo "casi gratis" pero "no enteramente gratis"?
Algunos lo están consiguiendo. Apple, con iTunes y su App store está demostrando que muchos usuarios están dispuestos a convertirse en clientes. Este año The New York Times empezará a cobrar por ciertos contenidos. Sus directivos tiemblan de miedo. Veremos.
¿El fin del fotoperiodismo?
Andrés Hax
Una nota en The New York Times de la semana pasada describe cómo el fotógrafo profesional está cada vez más perjudicado por los fotógrafos amateurs, que venden sus fotos a bancos de imágenes por precios módicos. Como no dependen de ese dinero como su fuente principal de ingreso, se pueden dar el lujo de cobrar lo que sería una miseria para un fotoperiodista. Aunque sus fotos no son de calidad profesional, la abundancia que generan las cámaras digitales garantiza que siempre se puede conseguir una toma aceptable para cualquier tema. Esto no es un caso de piratería ni es un acto ilegal. Es un cambio de modelo de negocios. Internet no solamente ha generado una forma de compartir contenidos a un costo casi nulo; también ha creado microeconomías que permiten a novatos amenazar el quehacer de profesionales que se han dedicado una vida a perfeccionar un oficio. Esta nueva realidad es trágica, pero parece ser irreversible.
No existe lo gratuito, alguien siempre paga
Gerard Costa
Estamos alumbrando una generación que no paga por la mayoría de los servicios relevantes. Hace dos años que Chris Anderson acuñaba el término freeconomics para describir un emergente modelo de negocios basado en lo gratuito, gracias a las peculiaridades de Internet. Pensemos en innovaciones gratuitas como las descargas de versiones base de software, el buscador Google, o la solidaridad de aportar mi entrada en Wikipedia. ¿Realmente otro nuevo paradigma? La primera reflexión proviene del chiste de alguien vendiendo a bajo coste a quien le preguntaron cuál era su secreto: "Vender mucho volumen". No existe lo gratuito, alguien acaba pagando. Es cierto que Internet permite una distribución con un coste marginal por cliente prácticamente nulo, y que se reducen constantemente los costes troncales (almacenamiento, procesador, ancho de banda). Pero sólo han transcurrido diez años del estallido de la burbuja de Internet y nuevamente simplificamos: alguien siempre acaba pagando, sea la publicidad en banners o los consumidores de las versiones superiores de software. No es muy distinto de los actuales teléfonos móviles, regalados con la contratación de línea, o el futuro coche eléctrico gratuito si contratamos la cuota mensual de recarga eléctrica. La segunda es que el precio hoy debe contemplar todos los recursos escasos del consumidor, como por ejemplo, el tiempo: a mayor oferta, los consumidores están más bloqueados en el punto de venta, incluso llegan a descartar la compra, como ilustra la paradoja de la elección del psicólogo Barry Schwartz. Te ofrezco tantas soluciones gratuitas, que alguien cobrará para ayudarte a escoger (el "Voy a tener suerte", de Google). Por último, la incipiente economía de lo gratuito nos está mostrando dos caras del ser humano. En una aldea global, el mono desnudo descrito por el antropólogo Desmond Morris puede sublimarse en lo altruista y solidario construyendo de modo comunal Wikipedia. Pero, reflexionemos sobre los efectos de la cara oscura: estamos alumbrando una generación de hombres y mujeres que no pagan por la mayoría de los servicios que les son relevantes, que reciben muchas soluciones gratuitas, etiquetados como generación Einstein, y de los que luego nos sorprende que legitimen lo gratuito de robar con descargas de películas o música, o que confundan al iniciar su carrera profesional la relación entre esfuerzo y resultado. El consumidor nunca llega a valorar lo que le es gratuito, nunca llega a ser tan feliz como cuando paga para tener lo que él valora.