lunes, 2 de mayo de 2011

Políticos, escritores y rivales en el dominó despiden a Ernesto Sábato

La familia del autor de Sobre héroes y tumbas entierra al novelista en la intimidad tras el homenaje de sus vecinos y de los mandatarios argentinos

Capilla ardiente de Ernesto Sábato en la sede del Club Social y Deportivo Defensores, en la localidad de Santos Lugares.foto:Natacha Pisarenko.fuente:elpais.com

"La mayor virtud de mi padre fue la honestidad", proclamó Mario Sábato en el entierro del escritor, celebrado en la mañana de ayer domingo en el cementerio de Malvinas Argentinas, localidad cercana a su residencia. Ernesto Sabato, mi padre, un extraordinario documental de hora y media de duración, que filmó su hijo con material grabado entre 1962 y 2007, pasó a formar parte del programa del homenaje que rindió ayer el mundo de la cultura al gran escritor argentino, en la 37ª edición de la Feria del Libro de Buenos Aires.

El homenaje, que estaba previsto inicialmente para conmemorar el 100º cumpleaños de Ernesto Sábato, dentro de dos meses, se transformó en una emotiva despedida, a la que se convocó a centenares de admiradores y lectores. "A él no le gustaban estos actos. Muere evitando el homenaje que se le iba a hacer", comentó el secretario general de la Sociedad Argentina de Autores, Ernesto Fernández Núñez. "Siempre decía que la muerte iba a tener que ir a buscarle con la fuerza pública", recordó.

El documental Ernesto Sábato, mi padre -del que se puede ver un pequeño tráiler en www.youtube.com- ofrece una visión desconocida del polémico escritor, íntima y cálida, con grabaciones caseras y fotografías familiares que se mezclan con testimonios más actuales y reflexiones de Ernesto Sabato.

En el acto de homenaje estaba previsto que interviniera también, entre otros, María Rosa Lojo, responsable de la primera edición crítica de Sobre héroes y tumbas, quien explicó a EL PAÍS la extraordinaria capacidad que tuvo esa novela para conectar con centenares de miles de lectores argentinos, a los que habló de la historia pasada y presente del país. Sobre héroes y tumbas, opina Lojo, "es una construcción simbólica no solo sobre Argentina sino también sobre Latinoamérica y sobre la condición humana y tuvo una acogida formidable, convirtiendo a Sabato en uno de los escritores más leídos de la historia argentina".

El velatorio de los restos mortales de Ernesto Sábato, fallecido en la madrugada del sábado, se realizó en la sede del Club Social y Deportivo Defensores, en la localidad de Santos Lugares, en la que el escritor tenía su domicilio. Sabato se enfundó en ocasiones la camiseta, rojiblanca, de ese club y durante años fue un asiduo de sus partidas de dominó, en las que competía reñidamente con sus vecinos. Muchos de sus compañeros del club social colocaron ayer en las verjas del jardín de su casa pequeños ramos de flores y carteles expresando su pesar.

Pasadas las doce del mediodía, el féretro, envuelto en la bandera argentina, acompañado por la compañera del novelista, Elvira González Fraga, y rodeado de familiares, amigos y personalidades de la cultura y la política, entre otros los radicales Ricardo Alfonsín, candidato presidencial, y Ricardo Gil Lavedra, uno de los jueces que condenó a los integrantes de la Junta Militar, fue trasladado al cementerio de Pilar, donde se realizó un entierro íntimo.

La presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, envió un mensaje de pésame a los familiares de escritor, resaltando su trabajo al frente de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) y su compromiso en defensa de los derechos humanos. El secretario de Cultura de la nación, Jorge Coscia, por su parte, hizo también públicas unas declaraciones en las que calificaba al escritor de "hombre escéptico, con mayúscula".

Muchos escritores e intelectuales argentinos expresaron su pesar por el fallecimiento de Sábato. "Con él termina toda una generación de escritores que nos fue dejando despacito y que da pie a la próxima", afirmó Claudia Piñera. El también novelista Guillermo Martínez, matemático de formación, aseguró que siempre hay que seguir leyendo a Sábato, aunque no cree, como él, que haya que renegar de la ciencia para dedicarse la literatura ni que las dos cosas sean incompatibles.

Ernesto Sábato creó en vida una fundación que lleva su nombre y que preside su compañera, Elvira González Fraga, destinada tanto a preservar su obra como a "luchar por la salvaguardia de los valores que engrandecen a la humanidad". La fundación "busca en comunidad modos de vida donde la solidaridad ocupe un espacio creativo, junto al arte y a la cultura" y tiene en marcha varios proyectos de cooperación.

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