sábado, 21 de enero de 2012

Algunos sueños y unas pesadillas 2

...¿Quién sabe si esta otra mitad de la vida en que creemos estar despiertos, no es sino un sueño un poco diferente del primero, del que despertamos cuando creemos dormir? PASCAL



La creación de Eva

Álvaro Menén Desleal

Ésta se llamará varona porque del hombre ha sido tomada (Génesis)

Adán se sintió invadido por un profundo sopor. Y durmió. Durmió largamente, sin soñar nada. Fue un largo viaje en la oscuridad. Cuando despertó, le dolía el costado. Y comenzó su sueño.



Río de los sueños

Gustavo Sainz


Yo, por ejemplo, misántropo, hosco, jorobado, pudrible, inocuo exhibicionista, inmodesto, siempre desabrido o descortés o gris o tímido según lo torpe de la metáfora, a veces erotómano, y por si fuera poco, mexicano, duermo poco y mal desde hace muchos meses, en posiciones fetales, bajo gruesas cobijas, sábanas blancas o listadas, una manta eléctrica o al aire libre, según el clima, pero eso sí, ferozmente abrazado a mi esposa, a flote sobre el río de los sueños.


Los cuartos infinitos

Gabriel García Márquez

Cuando estaba solo, José Arcadio Buendía se consolaba con el sueño de los cuartos infinitos. Soñaba que se levantaba de la cama, abría la puerta y pasaba a otro cuarto igual, con la misma cama de cabecera de hierro forjado, el mismo sillón de mimbre y el mismo cuadrito de la Virgen de los Remedios en la pared del fondo. De ese cuarto pasaba a otro exactamente igual, cuya puerta abría para pasar a otro exactamente igual, y luego a otro exactamente igual, hasta el infinito. Le gustaba irse de cuarto en cuarto, como en una galería de espejos paralelos, hasta que Prudencio Aguilar le tocaba el hombro. Entonces regresaba de cuarto en cuarto, despertando hacía atrás, recorriendo el camino inverso, y encontraba a Prudencio Aguilar en el cuarto de la realidad. Pero una noche, dos semanas después de que lo llevaron a la cama, Prudencio Aguilar le tocó el hombro en un cuarto intermedio, y él se quedó allí para siempre, creyendo que era el cuarto real.

La pesadilla

Agustín Cortés Gaviño

Dios dormía inquieto, se convulsionaba en su sueño, sudaba y, de seguro, sufría.
Las bombas empezaron a caer, los hongos a levantarse siniestros. El universo estaba en llamas, todo se derrumbaba entre gritos de rabia y áyes de agonía...
Dios abrió los ojos, jadeaba; suspiró aliviado, estaba despierto, la pesadilla había terminado.


Cortesía

Nemer Ibn El Barud

Soñé que el ciervo ileso pedía perdón al cazador frustrado.


Sueño de la patria

Gottfried Keller

Desde que deje de ocuparme, durante la vigilia, de la fantasía y sus habituales posibilidades representativas, sus artesanos se agitan autónomos en mis sueños; y, con una razón aparente y una aparente consecuencia, arman una pintoresca algarabía. Tal como me lo predijo el maestro versado y demente, vi en sueños la ciudad nativa, aldea maravillosamente transformada y transfigurada, pero no pude entrar en ella. Cuando logré hacerlo, me desperté con sensaciones adversas. Volví al dormir y a los sueños. Me acerqué a la casa paterna por sinuosos caminos que bordeaban ríos tapizados de rosales. En la orilla un campesino labraba la tierra con un arado dorado del que tiraban dos bueyes blancos. Los surcos se llenaban de granos que el campesino lanzaba al aire y caían sobre mí como una lluvia de oro.


Der Traum ein Leben

Francisco Acevedo

El diálogo ocurrió en Adrogué. Mi sobrino Miguel, que tendría cinco o seis años, estaba sentado en el suelo, jugando con la gata. Como todas las mañanas le pregunté:
- ¿Qué soñaste anoche?
Me contestó:
- Soñé que me había perdido en un bosque y que al fin encontré una casita de madera. Se abrió la puerta y saliste vos. –Con súbita curiosidad me preguntó-: Decime, ¿qué estabas haciendo en esa casita?


Preparándose

Federico Nietzsche

En los procesos de sus sueños, el hombre se ejercita para la vida venidera.


El don preclaro

Antonio Machado

De toda la memoria sólo vale
El don preclaro de evocar los sueños.


El sueño mal interpretado

Bernabé Covo

Huayna Cápac sintióse temeroso de la peste. Se encerró y en su encierro tuvo un sueño en él que tres enanos venían a él y le decían: "Inca, venimos a buscarte". La peste alcanzó a Huayna Cápac y mandó que el oráculo de Pachacámac interpretase qué cosa debía hacerse para recuperar la salud. El oráculo declaró que lo sacasen al sol, que así sanaría. Salió el Inca al sol y al punto murió.