viernes, 19 de febrero de 2010

Bibliófilos: leemos a Justine de Durrell

LECTURAS COMPARTIDAS
Vamos para la tercera sesión de la lectura de esta exquisita novela...


"Un manifiesto estético del autor"

Nota:

"Los personajes de esta novela, la primera de una serie, así como el narrador, son ficticios y nada tienen que ver con una persona viviente. Solo la ciudad es real.

Como la literatura moderna no nos ofrece Unidades me he vuelto hacia la ciencia para realizar una novela como un navío de cuatro puentes cuya forma se basa en el principio de la relatividad. Tres lados de espacio y uno de tiempo constituyen la receta para cocinar un continuo. Las cuatro novelas siguen este esquema. Sin embargo, las tres primeras partes se despliegan en el espacio (de ahí que las considere hermanas no sucesoras una de otra) y no constituyen una serie. Se interponen, se entretejen en una relación puramente espacial. El tiempo está en suspenso. Sólo la última parte representa el tiempo y es una verdadera sucesora.

La relación sujeto-objeto es tan importante para la relatividad que he debido emplear los dos tonos: el subjetivo y el objetivo. La tercera parte, Mountolive, es una novela estrictamente naturalista en la cual el narrador de Justine y Balthasar, se convierte en objeto, es decir en personaje. Este método no debe nada ni a Proust ni a Joyce, pues a mi entender, sus métodos ilustran la noción de "duración" de Bergson, no la relación "espacio-tiempo".

El tema central del libro es una investigación del amor moderno. Estas consideraciones pueden parecer un poco presuntuosas e incluso grandilocuentes. Pero valga la pena tratar de descubrir, una forma, adecuada a nuestro tiempo, que merezca el epíteto de "clásica". Aunque el resultado sea "ciencia-ficción" en la verdadera acepción del término."

L.D.


AUTOR
Lawrence Durell, autor británico. fOTO:Internet. fUENTES:eNLACES

"Lawrence Durrell nació en la India de principios del siglo XX hijo de padres británicos. Fue enviado a Inglaterra a la edad de once años para completar su educación y allí permaneció hasta principios de los años treinta, cuando, como cualquier aspirante a artista que se preciara en ese momento, se instala en París para ser escritor. Allí conoce a Henry Miller, forjando una amistad que duraría años, a quien envió el primer manuscrito de El libro negro, una de sus primeras obras publicada en 1938, en la cual es muy evidente la influencia de Miller. Con el escritor americano mantuvo una correspondencia constante que fue publicada a finales de la década de los ochenta.

En 1935 se marcha a la isla griega de Corfú con su familia, en uno de sus múltiples viajes. Su hermano Gerald, naturalista y escritor, que hace un retrato de la vida de su familia en esa época, en Mi familia y otros animales, en un tono desenfadado y sumamente divertido, describiendo a su hermano mayor Larry como un afectado aspirante a escritor. El mundo mediterráneo, sea Corfú, Alejandría, Rodas o el Chipre que nos presenta en Limones amargos, es una constante en la obra de Lawrence Durrell.

Su trabajo para el Foreign Office en varias embajadas, le sirvió, a parte de para subsistir económicamente, para presentar en sus obras una visión irónica del mundo diplomático, visión que llega a la comedia en Antrobus, una obra menor en su bibliografía pero, sin duda, un libro más que recomendable. Pero su trabajo en las embajadas le sirvió para algo más importante: durante la Segunda Guerra Mundial estuvo destinado a la embajada de Alejandría, marco y protagonista de la mejor de sus obras, El Cuarteto de Alejandría.

El amor, un intento de definirlo, es uno de los temas de El Cuarteto, como también lo fue de El quinteto de Avignon, otra obra magna, no tan conseguida como el Cuarteto pero altamente recomendable, donde Durrell vuelve a la Segunda Guerra Mundial teniendo en esta ocasión como escenario principal Europa y donde, nuevamente, el amor el sexo y la importancia de los personajes femeninos, marcan las novelas. Publicadas entre 1974 y 1975, Monsieur, Livia, Constance, Sebastian y Quinx, nos ofrecen otro juego: no hay un orden concreto de lectura marcado por el autor.

Hay que destacar también obras como La revuelta de Afrodita, compuesta por Tunc y Nunquam, o El laberinto oscuro (Cefalú), aunque sus obras sobre viajes, como Limones Amargos o Las islas griegas, son una magnífica opción para conocer a este autor. Lawrence Durrell murió en 1990 en el sur de Francia donde vivía desde los años sesenta.


Enlace para acceder al texto de Justine
Crítica