El poeta nicaragüense Ernesto Cardenal se reunió la mañana del martes
en el Centro Nicaragüense de Escritores, en Managua, para compartir con
un grupo de periodistas su torta de 90 años. El poeta aseguró que
estaba en la celebración bajo protesta. “Me producen incomodidad los
homenajes”, dijo, “pero no los puedo prohibir. Los tolero. Es muy
desagradable tener esta edad. ¡A nadie se lo deseo!”.
Sus amigos, seguidores y colaboradores han organizado una serie de
eventos en teatros, universidades y festivales para homenajear los 90
años del poeta, una figura íntimamente ligada a la historia reciente de
este país centroamericano, quien desde la trinchera de la literatura
combatió la dictadura somocista y apoyó con su poesía la revolución
popular sandinista, de cuyo Gobierno formó parte en los ochenta como
Ministro de Cultura.
La poesía de Cardenal ha estado siempre vinculada con las luchas por
los cambios sociales en América Latina, una región dolorosamente
desigual en la distribución de la riqueza. “Para mi generación es un
icono que resume los valores de libertad, integridad, de pureza y de un
enorme compromiso con un país justo, en libertad y transparente”, dijo
Hernaldo Zúñiga, cantautor nicaragüense.
Para los escritores nicaragüenses, Cardenal es la voz moral de un
país que ha perdido sus valores. “Ernesto tiene este don profético, esta
voz profética, un respaldo moral al país ahora que el país es un país
donde la gente se preocupa menos de lo que es la ética de la conducta
pública. Me parece que estamos en una etapa de baja de los valores”,
dijo Sergio Ramírez, amigo íntimo de Cardenal.
A sus 90 años el poeta sigue produciendo, sigue viajando y generando
controversia con sus comentarios, como los vertidos tras la elección de
Jorge Mario Bergoglio como Papa, una elección que para Cardenal mostraba
que “el Vaticano se ha vuelto loco”. O al expresar su opinión sobre la
construcción de un canal interoceánico por Nicaragua, una obra que ha
catalogado como “monstruosa”. “Ernesto siempre ha tenido una posición de
principios, que es lo que está en su poesía, de no ceder, no
doblegarse, decir las cosas como son, con absoluta transparencia”,
explicó Ramírez.
México ha sido uno de los países que con más cariño ha tratado a
Cardenal. El poeta ha sido agasajado por universidades mexicanas y por
festivales literarios de ese país. La Universidad Veracruzana le otorgó
el título Honoris Causa junto con el escritor uruguayo Eduardo Galeano,
además de editar sus obras completas y de convocar a un premio
internacional de poesía que lleva el nombre del poeta nicaragüense.
“Ernesto es uno de los grandes escritores de nuestro subcontinente
latinoamericano, uno de los grandes escritores de la lengua castellana.
Es un símbolo para muchos latinoamericanos, justamente por sus dones
como escritor, como revolucionario, como místico”, dijo Raúl Arias
Lovillo, ex rector de la universidad y amigo del poeta.
Cardenal, que se define como “poeta, sacerdote y revolucionario”, ha
obtenido importantes galardones por su trabajo literario, como el Premio
Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, entregado en 2012, el Premio
Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2009) y el Premio a la Paz del
Comercio Librero Alemán. Recientemente el poeta ha publicado El cántico
cósmico.
La naturaleza narrativa de la poesía de Ernesto Cardenal, que la
acerca a las fronteras de la prosa y no pocas veces traspasa esas
fronteras, es lo que se ha dado en llamar exteriorismo, un término que
puede prestarse a confusiones pues parecería negar la dimensión íntima
que esta poesía tiene. Lo que hace es utilizar los elementos del mundo
exterior, ese que creemos visible y palpable, para trasegarlos hacia la
intimidad y hacer que nos hablen al oído y nos enseñen que aún lo más
prosaico posee un misterio. Una poesía, que se aleja de la abstracción
para acercarnos a las emociones, y tiene una memoria visual.
Su compromiso con los pobres, y por la liberación se expresa en su
poesía, pero va más allá de las palabras. Cuando en 1977 los
guerrilleros sandinistas atacaron varios cuarteles militares, entre
ellos se hallaban los muchachos de su comunidad campesina del
archipiélago de Solentiname en el Gran Lago de Nicaragua, y él mismo fue
perseguido por la dictadura de Somoza.
Al triunfar la revolución en 1979 fue nombrado Ministro de Cultura, y
entró en conflicto con el Vaticano. Cuando el papa Juan Pablo II visitó
Nicaragua en 1983, se hizo célebre la fotografía del momento en que,
con el dedo alzado en señal de admonición, el pontífice reprende a
Ernesto.
Renunció al ministerio a causa de los amargos conflictos con Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo. En sus memorias La revolución perdida
puede leerse su juicio, que es también profético por implacable, sobre
quienes malversaron aquel proceso en el que él se comprometió a fondo,
desde su fe y desde sus convicciones espirituales.
En el Cántico Cósmico, de su última etapa, alcanza las
alturas de la poesía mística, esa comunicación solitaria con la
divinidad que se convierte en una relación de pleno erotismo, el alma
que se acopla con su creador en el más exaltado de los gozos, tal como
San Juan de la Cruz y Santa Teresa.
En esta visión monumental, junto a la mística como íntima vivencia
personal, entra la exploración científica de los cielos, y entran
también los recuerdos de su propio pasado, la vieja Granada de su
infancia, las muchachas que amó en la adolescencia, y los episodios de
su juventud.
Un gran final de fiesta que funde los misterios de la creación y los
de la existencia, el cosmos y el microcosmos, y va de los agujeros
negros a la célula, de las galaxias perdidas a los protones, y la mirada
extática busca en el Creador la explicación de todas las cosas, amor,
muerte, poder, locura, pasado y futuro, formas todas de la eternidad.
Sergio Ramírez es escritor (Margarita, está linda la mar; Sombras nada más...) y fue vicepresidente de Nicaragua entre 1986 y 1990.
Creo que Ernesto Cardenal ha sido una figura clave en la vida
política de Nicaragua y su poesía, sus posiciones políticas, sus
declaraciones, sus obras en prosa, como el caso del libro En Cuba, fueron tan poderosas y movilizadoras como las más sonadas y aventuradas acciones guerrilleras.
Él por sí solo desató una ola de conciencia revolucionaria en el Continente, al reinterpretar las Crónicas de la Conquista y recuperar el espíritu perdido de los pueblos indígenas de América. En Nicaragua, su Hora Cero
hizo más que cualquier manifiesto del FSLN en aquellos tiempos por
darle a Sandino la dimensión mítica que lo convirtió en el héroe
nacional e inspiración de la Revolución. En sus obras, como en pocas, se
encarna aquello de que las palabras son armas más poderosas que un
ejército. Pienso que sin Ernesto Cardenal y sin Carlos Mejía Godoy la
Revolución Sandinista no habría tomado el poder.
Por otro lado, Ernesto Cardenal en Solentiname creó quizás la única
verdadera utopía funcional que ha logrado existir en América Latina. Su
poesía, así mismo, su discurso, sacó a Dios de las Iglesias y lo colocó
al lado de los oprimidos. Él es, a mi juicio, junto con Pablo Freire y
Fray Beto, una de las grandes figuras de la Teología de la Liberación en
América Latina.
Mientras el Gobierno de Nicaragua quiere empequeñecerlo, su figura y su poesía siguen siendo una inspiración en el mundo entero
La clave de esa capacidad extraordinaria de interpretar la conciencia
de toda una época de cambios en Nicaragua y América Latina, está en la
enorme calidad de su poesía. Su legado, su influencia no sería lo que es
y lo que fue si hubiese sido un mal poeta. Es la hermosura, además de
la profundidad y el acierto de sus palabras, lo que logró encontrar eco
en tantos. Fue el profeta de un tiempo mejor; un tiempo que si bien
llegó y pasó, dejó una huella indeleble en la historia de nuestros
pueblos y particularmente en la historia de Nicaragua.
En los últimos años, la visión y la poesía de Ernesto han trascendido
hacia una interpretación de la existencia humana dentro del cosmos,
creando un compendio único y originalísimo de poesía y ciencia. Su arte
como escultor es también de una enorme calidad y belleza.
En la Nicaragua de Ortega, Ernesto Cardenal se ha convertido en un
personaje non-grato, perseguido y proscrito como muchos otros
sandinistas que se han negado a aceptar la versión falsificada de un
pasado ético y revolucionario. Mientras el Gobierno de Nicaragua quiere
empequeñecerlo, su figura y su poesía siguen siendo una inspiración no
sólo en su país, sino en el mundo entero.