Informe especial
Todos somos Charlie
El 5 de abril de 1971 apareció en la revista parisina Le nouvel observateur
una solicitada redactada por Simone de Beauvoir y firmada por 343
mujeres del mundo de la política y la cultura –entre quienes se
encontraban Marguerite Duras, Marthe Robert, Agnès Varda, Jean Moreau o
Catherine Deneuve– en favor de la legalización del aborto y con este
valiente intitulado: Je me fait avorter (Yo me hice un aborto)
|
Todas las confesiones religiosas fueron objeto de burla, sarcasmo e ironía de Charlie Hebdo como de sí mismos. |
A la semana siguiente, Cabu –uno de los dibujantes asesinados la mañana
del 7 de enero de 2014– se burlaba de los críticos del manifiesto con
esta ilustración de tapa:
“¿Quién preñó a las 343 guachas del manifiesto sobre el aborto?” “Lo
hicimos por Francia”, respondía la caricatura de uno de los políticos
opuestos a la interrupción de embarazos. La tapa tuvo tal repercusión
que durante las manifestaciones que apoyaron la propuesta de
legalización presentada por la gaullista Simone Veil –aprobada en
diciembre de 1974– las pancartas contenían la leyenda Manifeste des 343 salopes, y hasta el día de hoy las feministas lo llaman así aunque las más jóvenes ignoren de dónde proviene el adjetivo.
Pero antes de la aprobación de esta ley, en diciembre de 1972, la revista mensual Hara-Kiri, escrita e ilustrada por la mayoría de los autores de Charlie Hebdo, celebraba la Navidad con esta tapa:
Es que, desde los años 60, Hara-Kiri y Charlie Hebdo
encarnan lo que podríamos llamar el espíritu del Mayo Francés: una
izquierda insolente, anárquica, blasfema y deliberadamente procaz, en la
línea de los goliardos medievales, de la carnavalización rabelesiana y
de los libertinos ilustrados.
El mensual Hara-Kiri va a dejar de publicarse en 1986. Pero a
pesar de algunas disensiones internas, y de los conflictos suscitados
por la asunción del ambiguo Philippe Val como director, Charlie Hebdo seguirá
apareciendo hasta nuestros días con muchos de los dibujantes de los
setentas y el mismo humor provocativo e impío, como ocurre con esta
portada de hace un par de años en la que se burlaban de los católicos
que se oponían al matrimonio homosexual:
Me gustaría llamar la atención acerca de los artículos que aparecen
anunciados en esta tapa. La primera nota –“Copé en la calle. Ficha
práctica del manifestante de derecha”– está consagrada a una de las
figuras más ruines del partido de Nicolas Sarkozy. Jean-François Copé
participó de las manifestaciones organizadas por los fundamentalistas
católicos contra el matrimonio homosexual con el claro propósito de
birlarle algunos votos a la extrema derecha. Con el mismo propósito,
Copé había suscitado un escándalo en los medios de prensa unos meses
antes contando una anécdota en la cual dos niños de origen magrebí le
robaban un pain au chocolat (una factura rellena con chocolate)
a un niño “francés”. Posiciones como éstas van a convertirlo en uno de
los blancos predilectos de Charlie Hebdo. La segunda nota –“Bloc identitaire.
Breve fin de semana entre los blancos”– es una investigación sobre un
grupo de extrema derecha, anti-judío y anti-musulmán, que participó en
las mismas manifestaciones que Copé. La tercera es un testimonio sobre
las torturas en las comisarías de Grecia en respuesta a las protestas de
la izquierda por los ajustes económicos neoliberales impuestos por la
comisión europea, manifestaciones estrechamente vinculadas con el
surgimiento del partido Syriza. La cuarta es una investigación sobre una
central nuclear bretona. Esta central había dejado de funcionar en
1985, pero su desmantelamiento había rebosado de anomalías, empezando
por una contaminación accidental de las napas freáticas y terminando por
una multiplicación por veinte del costo de los trabajos.
Pienso que estos dibujos y artículos son una muestra bastante representativa de la línea de Charlie Hebdo
a lo largo de cuarenta años: libertarios, anti-fascistas, ecologistas y
sobre todo sacrílegos, insobornablemente sacrílegos (hasta burlarse de
esos mismos discursos libertarios, anti-fascistas y ecologistas…). Yo
diría incluso que el semanario no cambió demasiado su línea editorial en
todo ese tiempo. Cambió sobre todo el país y el mundo. En 1970 la
religión era todavía el opio de los pueblos y una de esas calamidades
que había asolado al mundo durante siglos. La blasfemia no se encontraba
solamente del lado de la libertad de expresión sino también, y sobre
todo, de la liberación de los humanos. Cuando Charlie se burlaba del
cristianismo, del judaísmo o del islam, no estaba atacando a los
creyentes sino, por el contrario, defendiéndolos de los charlatanes que
los habían embaucado. Los vientos neoconservadores que empezaron a
soplar a partir de los años ’80 desde los Estados Unidos volvieron
ilegibles estas posiciones. La blasfemia dejó de percibirse como una
aliada de la liberación y empezó a interpretarse como una hostilidad
hacia un derecho fundamental de las minorías: practicar libremente sus
cultos. Burlarse de las religiones significaba injuriar a los creyentes,
lastimar el núcleo íntimo de su identidad. Esto explica por qué muchos
medios norteamericanos –empezando por el New York Times– se negaron a
mostrar en estos días las caricaturas de Charlie Hebdo con el
pretexto de que resultaban insultantes para ciertas comunidades. Y
cuando lo hicieron –como ocurrió en varios medios argentinos–, se
limitaron a exhibir las caricaturas de la religión musulmana, llegando a
hablar incluso de las “Tapas más controvertidas”, como si esta revista
se dedicara exclusivamente a mofarse de los musulmanes franceses.
Y no. Las caricaturas de la religión musulmana no son las más frecuentes en Charlie Hebdo.
Sólo fueron las más destacadas por algunos medios de comunicación desde
hace algunos años. En febrero de 2006, en efecto, la redacción había
decidido solidarizarse con el periódico danés Jyllands-Posten
cuyos dibujantes habían sido amenazados de muerte por algunas
organizaciones islamistas debido a la publicación de caricaturas de
Mahoma después de que un islamista asesinara al director de cine Theo
van Gogh (un aliado de la extrema derecha holandesa de Pim Fortuyn). Los
responsables del semanario francés tuvieron que compadecer en ese
momento ante los tribunales debido a una denuncia de la Gran Mezquita de
París, la Unión de las organizaciones islámicas de Francia y la Liga
islámica mundial. La justicia terminó emitiendo un fallo favorable a Charlie Hebdo,
pero en la noche del 1 de noviembre de 2011 una mano anónima arrojó
cóctel molotov en el interior de la redacción que destruyó el mobiliario
y los archivos. En septiembre de 2012 el semanario satírico volvió a
publicar unas caricaturas de Mahoma que suscitaron una ola de protestas
en el mundo musulmán y hasta la condena del primer ministro francés de
la época, el socialista Jean-Marc Ayrault. Marine Le Pen, quien apenas
unos meses antes le había iniciado juicio a la revista, decidió
pronunciarse oportunamente en favor de la libertad de prensa.
A quienes aseguran que con sus caricaturas de Mahoma Charlie Hebdo
se estaba volviendo cómplice de la política del “choque de
civilizaciones” proclamada por el Departamento de Estado norteamericano
después de la Guerra Fría, podría mostrarles centenas de
contra-ejemplos. Pero sólo puedo limitarme a uno:
Esta tapa denuncia la intervención de Francia en Mali con el pretexto
de defender a la población del avance de los islamistas, y el
presidente François Hollande aparece proponiéndoles esta alternativa a
los malienses: “O la alfombra de oración… o la alfombra de bombas (el
bombardeo)”. Y si observan el ángulo superior derecho de la tapa, pueden
ver la publicidad de un suplemento, La vida de Mahoma: se
trata de una historieta escrita por especialistas musulmanes e ilustrada
por los dibujantes de la revista, realizada con el propósito de mostrar
que las posiciones de Al-Qaida o Boko Haram no provenían de la prédica
mahometana.
Sin embargo, todo esto no logró impedir la masacre del 7 de enero, ni
va a impedir tampoco el vertiginoso avance de la extrema derecha, la
misma que está sacando partido, paradójicamente, del asesinato de estos
perseverantes antifascistas.
Fuente:panamarevista.com