La adaptación que Blake Edwards hizo de la novela de Truman Capote cumple 50 años sin haber perdido ni un ápice de su encanto. En estas cinco décadas Desayuno con diamantes se ha convertido en una película emblemática plagada de escenas míticas que poco o nada tienen que ver con la obra original
El vestido de Audrey Hepburn, un icono de la moda. fotos.fuentes:lainformacion.com,youtube.com
¿Amistad o amor?
Desayuno con diamantes es, básicamente, una película romántica. Paul se enamora de Holly a primera vista y lucha por conquistarla pese a no ser tan rico como a ella le gustaría. Sin embargo, esta romántica relación es un invento también del cine, ya que en la novela de Capote lo que les une es más un lazo de amistad. De hecho, el personaje de Paul en el libro reconoce estar enamorado de Holly pero como lo estaría de una familia de vecinos o del cartero. Una curiosa comparación la suya.
El pegadizo estribillo de Moonriver, la bonita historia de amor entre Holly y Paul, ese final apoteósicamente romántico… Son imágenes, escenas, que todo aquel que ve Desayuno con diamantes recuerda. Sin embargo, muchas de ellas fueron una invención del cine, que cogió una obra más compleja e intrincada para dar a luz a uno de los romances más tiernos que se han visto en la pantalla. En el día que se cumplen 50 años de su estreno, un repaso a esos mitos construidos por el séptimo arte que nunca existieron en la novela de Truman Capote.
Holly, ni tan dulce ni tan inocente
El personaje que dibujó Blake Edwards solo conserva un ligero parecido con el que pintó Truman Capote en su novela. En realidad, el descrito en la obra es mucho más egoísta y egocéntrico que el de la película. En esta, el rostro de Audrey Hepburn, su voz, su frágil figura y su voz contribuyen a rodearla de un halo de inocencia y fierecilla salvaje que no quiere ser domada. También contribuyó a formar esa imagen el hecho de que el guión prescindiese de algunos pasajes como la pérdida del bebé que Holly espera de José, la forma en la que ocurrió y cómo se aprovecha de su compañera de piso.
El final de Capote no es ‘made in Hollywood’
La película opta por un epílogo ‘made in Hollywood’ que no tiene nada que ver con el final elegido por Capote. Primero no hay ningún anillo y ninguna incisión hecha en Tiffany’s, En realidad, los dos protagonistas nunca van juntos a Tiffany’s en el libro. Segundo, Holly abandona su gato en uno de los barrios más pobres y peligrosos de la ciudad y en ningún momento vuelve a buscarlo. Tercero, Holly no se queda en Nueva York, sino que se marcha a América Latina en busca de un hombre rico que la mantenga. Misión que, como no, consigue llevar a cabo. La postal con la que en el libro Holly da por última vez noticias de sí llega desde Argentina donde dice tener a un “Señor” pegado a la cadera. Nada de lluvia, gatos y promesas de amor eterno.
La elegancia de Holly, nunca fue tal
En el libro no hay rastro del elegante vestido negro diseñado por Hubert de Givenchy, todo un icono de la moda y del cine, con el que Audrey Hepburn aparece en la primera escena de la película: la primera vez que el personaje de Holly Golighly se asoma en el libro lleva un fresco vestido negro, unas sandalias a juego y un collar de perlas. Además, su estilo en la obra de Truman Capote es mucho menos femenino que en la película: lleva el pelo “cortado a lo chico” con mechas de diferentes tonalidades de rubio y unas grandes gafas de sol detrás de las cuales esconde una mirada ligeramente bizca.
La oscarizada Moonriver, un icono creado por el cine
Tanto en el libro como en la película, Holly suele tocar la guitarra sentada en la escalera de incendios, pero en la obra de Capote no aparece la canción Moonriver, con su estribillo oscarizado y pegadizo, sino una extraña canción que sabe “a pinar y a paradera” y que dice “No quiero dormir, no quiero morir, sólo quiero seguir viajando por los prados del cielo”. Es esta canción la que Holly toca hasta el anochecer.
Paul, de narrador a coprotagonista
En esta escena, Paul Varjak entra en la fiesta llevando su primer libro en la mano. En realidad, en el libro, no se menciona en ningún momento el nombre y el apellido del protagonista masculino, ni es un escritor afirmado – sino que, al contrario, celebra la publicación de su primer cuento en una modesta revista universitaria – ni tampoco existe una decoradora que lo mantiene como amante. En el libro es el narrador de la historia de Holly. En la película gana en protagonismo y se convierte en el galán.
Nueva York también es un personaje
Si hay algo en lo que coinciden casi milimétricamente la novela y la película es en tener a la ciudad de Nueva York como un protagonista más de la historia. Esos paseos de los protagonistas, esos edificios, Tiffany’s… Lo que sí varía es la época retratada. En la obra de Capote los hechos transcurren en 1943, siendo durante la Segunda Guerra Mundial cuando muere Fred, el hermano de Holly. Sin embargo, la película se lleva la acción a los sesenta. Se estrenó en 1961 y en ella se hace mención a que el libro publicado por Paul fue lanzado en 1956.