Leonardo Padura ve el restablecimiento
de relaciones entre EE.UU. y su país como el fin de una “pesadilla” y
una luz al final del túnel que da paso a la esperanza pero advierte de
que ese histórico acuerdo no es la “varita mágica” para solucionar todos
los problemas de la isla
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Leonardo Padura Fuentes, autor de El hombre que amaba los perros. /Cuba Contemporánea./larepublica.ec |
“Yo siento como que hemos salido de una
pesadilla, como que hemos salido de un túnel y empieza a verse una luz”,
afirmó Padura (La Habana, 1955) en entrevista con Efe en su casa del
habanero barrio de Mantilla.
A Padura la noticia del
17 de diciembre que puso fin a más de 50 años de enemistad con Estados
Unidos le sorprendió en el mismo día que escribía las primeras palabras
de su próxima novela: cuenta que cuando oyó al presidente Raúl Castro
decir que se restablecían las relaciones no pudo reprimir la expresión
con la que reaccionaron la mayoría de sus compatriotas: “¡Coñoó!”.
“Me salió del alma. Lucía (su
esposa) empezó a llorar. Yo caí en estado de conmoción y Lucía en estado
de emoción. Era algo que de alguna forma pensábamos que no iba a
ocurrir, que no lo íbamos a ver”, explica el autor de “El hombre que amaba a los perros”.
Prefiere no abundar en especulaciones
sobre el futuro pero Padura tiene la esperanza de que “va a ser mejor,
porque la gente en Cuba se lo merece” y cree que los primeros impactos
se notarán en la economía sobre todo con el aumento de visitantes estadounidenses.
“El turista norteamericano, a
diferencia de otros de otras partes del mundo, es un turista que tiene
un 15 % en su mente: ese 15 % es la propina. Y por eso lo consideran el
mejor cliente del mundo”, bromea el escritor cubano.
Considera que esa llegada de más
estadounidenses a Cuba movilizará dinero no solo en los circuitos
turísticos oficiales sino en los negocios privados que ya existen en el
país relacionados con la hostelería y el hospedaje y que han surgido a
partir de las reformas emprendidas en el mandato de Raúl Castro.
Eso sin olvidar las posibilidades para la
inversión extranjera, condicionada por un embargo económico que se
mantiene todavía pero que, según Padura, se queda “en el esqueleto” con
las medidas ya anunciadas por Barack Obama.
Uno de sus anhelos es que el
acercamiento con Washington mejore las telecomunicaciones y el acceso a
internet: “quien no vive en Cuba no se puede imaginar las dificultades
que tenemos para conseguir información y poder trabajar”,
en un país donde la mayor parte de los ciudadanos no puede conectarse a
internet en casa y los pocos que lo hacen batallan con tecnología
antigua, lenta y cara.
Por cambiar, Cuba va a tener que cambiar
hasta la retórica que ha empleado durante décadas para referirse a su
poderoso vecino, recuerda Padura: “ver a Raúl Castro agradecer
en un discurso en dos ocasiones al presidente de Estados Unidos por lo
que ha ocurrido o reconocer su disposición para tomar estas medidas es
algo que resulta inédito en los más de 50 años de revolución cubana”.
“Tiene que cambiar desde la
retórica hasta la manera de entender cómo relacionarse con un país con
el que seguirá habiendo diferencias durante mucho tiempo, pero con el
que (Cuba) debe convivir. Y es preferible convivir”, señaló.
No obstante, Padura advierte que no se
puede ver la normalización de relaciones con EE.UU. como “la varita
mágica” que resolverá los problemas de Cuba, donde el propio Raúl Castro
reconoce que la gran asignatura pendiente es la economía.
“Es cierto que (muchos de los
problemas) pueden tener relación con el embargo, pero hay otros que se
deben a ineficiencias, problemas estructurales, conceptuales o mentales
(…) Hasta que la economía
cubana no logre un funcionamiento eficiente no se van a resolver muchos
de los problemas que tenemos”, dijo el escritor, quien considera
“esencial” solucionar el problema de los bajos salarios.
Sobre las posibilidades de que esta
etapa propicie una mayor apertura social y política en la isla, Padura
cree que “habrá que ver cómo se desenvuelven las cosas” en Cuba hacia
“una sociedad mucho más abierta y participativa”, con independencia del
acercamiento con Estados Unidos.
“Por muchos años en Cuba se
promovió la unanimidad como única alternativa. En los últimos años se ha
abierto la posibilidad de la pluralidad. Si bien eso no se ha
concretado en la existencia de partidos políticos (…), sí ha significado
la posibilidad de comenzar establecer puntos de vista diferentes sin
que eso signifique ser un opositor. Es muy importante entender eso y
ponerlo en práctica”.
Y preguntado qué piensa del deshielo con
Estados Unidos Mario Conde, el ficticio policía cubano que es su
personaje literario más conocido, Padura cree que opina como él: “tiene
el mismo sentimiento de esperanza en que las cosas mejoren para él, para
sus amigos y para la calidad del ron que bebe”, señala el escritor.