sábado, 18 de enero de 2014

Segundas oportunidades: Excavar el presente

¿Hay vida más allá de la mesa de novedades? A pesar de lo que quisieran hacernos creer los grandes consorcios del comercio de libros—aquellos con el suficiente capital para colocar sus productos a las entradas de las librerías o en las páginas centrales del mundo en línea—la vida, nuestra vida como lectores quiero decir, empieza allá. Más allá


La lectura en la lectura en la lectura.../Fernando Vicente./elpais.com

La escritora mexicana Cristina Rivera-Garza será la encargada de continuar este semestre nuestra sección Segundas oportunidades, de Papeles perdidos. Un espacio en el cual cada fin de semana hablamos de libros o autores que vale la pena que recordemos o volvamos a leer o simplemente leamos porque no tuvieron, en su momento, la suerte de ser muy conocidos por el gran público. Una especie de obras y creadores a la orilla del canon oficial, o tan valiosos como ellos. Rivera Garza continúa, así, estas Segundas oportunidades a las que el año pasado nos invitó el escritor boliviano Edmundo Paz Soldán y en 2012 abrió el crítico literario Ernesto Ayala-Dip. (Ilustración de Fernando Vicente)
¿Hay vida más allá de la mesa de novedades? A pesar de lo que quisieran hacernos creer los grandes consorcios del comercio de libros—aquellos con el suficiente capital para colocar sus productos a las entradas de las librerías o en las páginas centrales del mundo en línea—la vida, nuestra vida como lectores quiero decir, empieza allá. Más allá. Cuando la explosión del presente queda atrás y los 15 minutos de celebridad se olvidan, lo que permanece, si es que ha de permanecer, son los libros. Lo que se queda, si es que se ha de quedar, es nuestra relación con esos libros. Hay que buscarlos, es cierto. A veces hay que hurgar bajo las capas de la propaganda o de la simple acumulación. Otras tantas, hay que recurrir a los márgenes del así llamado buen gusto. A menudo es necesario merodear por las discretas esquinas a donde sólo llega el rumor o la recomendación en voz baja. Otras veces basta con dejarse encontrar.

Hace no mucho, el investigador italiano Franco Moretti tomó al mundo literario por sorpresa al analizar la historia de la novela europea con métodos que privilegiaban el análisis cuantitativo más que el cualitativo. En lugar de apostar por el estudio de la excepción, es decir, la así llamada obra maestra a partir de la cual con frecuencia se justifica la formación del canon, Moretti puso atención a largos periodos de producción normal, interrumpidos a veces por revoluciones de corta duración. Así, tanto Moretti como sus seguidores después han ido identificando patrones de producción de fondo y forma que en mucho ayudan a aclarar el devenir material de los libros que leemos y, cada vez con mayor frecuencia, de los que no llegamos a leer. Me gustaría pensar que los instrumentos que utiliza Moretti para sus análisis de larga duración podrían ser también de gran utilidad en ese territorio que inicia donde termina el rectángulo de la mesa de novedades. El presente rara vez es corto.

Estas Segundas Oportunidades del 2014, las que estaré escribiendo a lo largo de seis meses aquí, en este espacio, serán mis reportes de esa excavación en el presente. Más que un rescate—la palabreja tiene un tono de heroicidad que espanta—un merodeo con los ojos abiertos. Más que un traer desde el pasado, una actualización del aquí. No me guía el afán de señalar la obra maestra ni reactivar cultos de ningún tipo, sino más bien identificar entre las capas geológicas del comercio esas otras producciones cotidianas, regulares, constantes, que marcan nuestro presente como lectores.
Tengo la impresión de que habrá un poco de todo: la novela que pocos leyeron en su momento pero que sigue viva; el libro de poemas que pasa de mano en mano en un préstamo que se antoja eterno; la traducción que pone en relieve un diálogo intercultural del que sus propios participantes parecían ajenos; el libro de ensayos que, a pesar de su edad, ya sea mucha o poca, sigue modificando modos de aproximación a una plétora de textos. Acentúo las palabras “seguir”, “continuar”, “mantener”, o “durar”, porque más que de interrupciones se trata de continuidades: un amplio campo de flotación en el que movimiento no es necesariamente ni rectilíneo ni ascendente, y a veces ni siquiera trascendente, sino polimorfo y, con frecuencia, impredecible. Flotar, ya lo decía Gabriel Orozco, es un movimiento en diversas direcciones indecisas. Leer también.
* Cristina Rivera Garza, su último libro es El mal de la taiga
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