sábado, 11 de enero de 2014

Las nuevas familias y las nuevas parejas llegan a las librerías

Hogares homoparentales, amores de un mismo sexo e identidades de género ya no son temáticas exclusivas del ensayo sino que ganan espacio en el campo de la ficción, tanto para adultos como para jóvenes y niños. Más allá de las modas y de los resultados comerciales, el desafío, como siempre, es hacer buena literatura

El interior de Otras Letras, librería que se abrió en el barrio de Palermo en 2010. / Matías Aimar./adncultura.com
Los juguetes del cajón de madera viven molestando al príncipe Flint por su enorme cabeza y su nariz de botón. Un día, cansado de las burlas, el príncipe decide abandonar el cajón. Cerca de la mesa, conoce al rey Pucklebee, un monarca que le enseñará que el verdadero amor va mucho más allá de la apariencia exterior. El príncipe Flint, un cuento en verso de temática gay, es un ejemplo de cómo las historias de diversidad sexual tienen su presencia en libros de ficción. Está publicado por Bajo el Arco Iris, una editorial de literatura infantil y juvenil gay creada por una escritora argentina.
Literatura infantil, pero también cuentos de terror o historietas gays, poesía erótica, novelas con historias de homo o transexualidad ganan cada vez espacio en los catálogos de editoriales y librerías. Otra evidencia de este avance: en 2010, el año en que se aprobó la ley de matrimonio igualitario en la Argentina, abrió en el barrio porteño de Palermo Otras Letras, la primera librería gay, lésbica y trans de América latina.
Aldo Fernández, uno de los dueños junto con su pareja Claudio Sartori, repasa con adncultura la trayectoria del espacio que nació en 2007 con un catálogo minúsculo en la web, que luego compartió local con otro comercio, hasta que hoy exhibe una vidriera exclusiva de 900 títulos. "Las editoriales españolas, por la crisis de Europa, están con bastantes problemas. Para nuestras editoriales pequeñas de la Argentina es un buen momento para publicar libros que antes sólo se importaban", dice, adelanta que el proyecto de Otras letras para este año es empezar con la edición.
Fernández habla de una especie de boom de editoriales independientes que trabajan de manera personalizada con autores que escriben ficciones con temática gay o trans. A modo de ejemplo menciona Pollera pantalón, cuentos de género, de Paula Jiménez España, editado por La Mariposa y la Iguana. Hace unos años, recuerda, la mayoría de las producciones tenían que ver con estudios sociológicos o históricos sobre militancia en la comunidad homosexual.

 
Títulos de literatura infantil, historietas y novelas se suman a una oferta editorial diferente./ Matías Aimar
Las dueñas de esta editorial, las poetas Dafne Pidemount y Leticia Hernando, cuentan que Pollera pantalón fue el título que más se vendió en las librerías desde que fundaron la editorial, en 2006. Creen que allí se combinó un tema de interés, con una autora de trayectoria. "Las posibilidades de crecer son muchas. No es que nos dediquemos a este tema sino que editamos literatura de calidad, pero se está produciendo mucho sobre lo gay y lo transexual, temas antes inexplorados", dice Pidemount. Agrega que el último libro de La mariposa y la Iguana, que se presentó el mes pasado, fue uno infantil que trata sobre una familia homoparental: "Se llama Una familia muy espacial y son dos madres en una relación familiar muy naturalizada. Es literatura infantil y tiene un trabajo de ilustración muy cuidado".
Hernando apunta que hay un crecimiento importante en los últimos años de editoriales independientes abiertas a temática de diversidad sexual y feminista. Menciona que el año pasado se inauguró en Buenos Aires la feria del libro independiente LGBTIQ [Lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersexo y queer] de la que participaron. "Leyes como las de matrimonio igualitario ayudaron a muchos escritores a salir del clóset. Algunos hacen literatura gay para gays y otros van más allá, cruzan fronteras y cuentan buenas historias, empujan los límites literarios conocidos. Eso es lo que más nos interesa editar", comenta Hernando.
En su página web, la librería y editorial Eterna Cadencia dice: "Editar es un modo de intervenir en los debates locales". Su director general, Pablo Braun, explica a adn que hay una participación creciente de títulos vinculados a la diversidad sexual. "De los 40 títulos de ficción que editamos, un 15 por ciento trata sobre esos temas", calcula. Aclara que como editores no se propusieron esto como una política específica: "No salimos a buscar estos materiales sino que tiene que ver con que hay más producciones de calidad".
Menciona el caso de la escritora Gabriela Cabezón Cámara, a modo de ejemplo, cuya novela La Virgen Cabeza -la historia de una periodista heterosexual que se enamora de una travesti de una villa- tuvo tanta aceptación que la reeditaron. "Nosotros decidimos a partir de la calidad literaria, editamos buenos libros, buenos escritores. Y hay como un destape de lo gay. Es una época en la que estos temas interesan más. Hace unos años era impensado", opina.
La repercusión de la obra fue tal que Cabezón Cámara cuenta a que en una de las presentaciones del libro un grupo de travestis pidió públicamente más aceptación y reclamó por la discriminación que sufren. Un sector de mujeres explicó que para ellas "todo esto" era muy nuevo y pidió más tiempo. "Quedaron en volver a reunirse y hacer algo en conjunto", dice la escritora.

 
Títulos de literatura infantil, historietas y novelas se suman a una oferta editorial diferente./ Matías Aimar
El coordinador de la editorial Mansalva, Nicolás Moguilevsky, considera que hay una "pérdida del tabú". Cree que esta liberación para hablar de relaciones homosexuales llegó a la literatura y celebra que esto ocurra porque se definen como una editorial de gran apertura. "Hay como un despegue del tema y una liberación en la escritura", dice. Y aclara que si bien a la editorial llegan muchas más ficciones que hablan de historias de amor entre varones o entre mujeres, la política no es publicar en función de la temática, sino de la calidad. "Establecer categorías por el tema es discriminar a los escritores; lo importante es la buena literatura, no si es gay o heterosexual. Hay que salir del género: es literatura, que habla de la vida, de las relaciones, más allá de la orientación sexual".
Miguel Balaguer, responsable de Bajo la Luna Editorial, un proyecto que nació en Rosario en 1992 y que diez años después trasladó su sede a Buenos Aires, considera que en su caso leía muchos más manuscritos de temática gay hace tres o cuatro años que ahora. "Hubo mucha necesidad de visibilización. También es cierto que fue la época de mayor apertura de nuestra editorial", dice. De 35 títulos editados, cinco tienen que ver con la diversidad. Aclara que su principal interés es la calidad literaria, en segundo lugar repara en la temática y, luego, en el posible interés comercial de la obra.
"Ahora siento que ya no es revolucionario contar la relación de dos varones o de dos mujeres. Lo revolucionario y raro sigue siendo contar muy bien una historia de amor", dice este editor. Y considera que la literatura infantil sobre estos temas sí es novedoso y cree que allí hay espacio para explorar.
En la editorial independiente Conejos, dos de cuyos siete títulos tienen que ver con la diversidad sexual, también rescatan la calidad y la posibilidad de editar literatura "de los márgenes". Publicaron Chicos malos, de Osvaldo Bossi y Juego de chicos, de Facundo Soto. Este último escritor, integrante de la editorial creada en 2011, señala: "Leemos muchísimo material, la mayoría no nos gusta. Me interesa lo que leo de esa temática porque, en general, suele tener mucha fuerza. No es que lo pienso como una cuestión pedagógica, ni que le damos visibilidad a lo gay; lo veo como que la obra tiene un peso especial, habla de gente que vivió muy al borde de algo y que lo expresa así en el lenguaje". Soto acaba de publicar Electricidad, un libro de cinco poemarios gays, que editó Vox.
Uno de sus compañeros de editorial, el escritor Bruno Szister, interviene con un apunte: "Hay que tener cuidado para que el tema no tenga más peso que la calidad literaria, porque muchas veces recibimos textos que hablan de diversidad sexual, pero no tienen calidad". Y agrega: "El peligro es editar algo porque el tema impacta, pero que luego se pierda por el bajo valor literario. Hay que encontrar obras con ese balance y no publicar sólo porque lo gay tenga buena aceptación".

 
Títulos de literatura infantil, historietas y novelas se suman a una oferta editorial diferente./ Matías Aimar
El poeta Bossi coincide en señalar que hay un "destape" literario. "Se están produciendo obras que me sorprenden, me maravillan, me divierten. Obvio que hay una resistencia aún, fundamentalmente de los escritores en general; les cuesta abordar una obra que habla de diversidad sexual desde lo literario". Y agrega: "Lo ideal es que uno cruce la frontera de los temas y pelee cuerpo a cuerpo en el plano de la literatura, de la estética".
Suena el teléfono en Otras letras. Aldo Fernández escucha, asiente varias veces. Dice que entiende y luego explica que ellos no son una ONG y pasa el número de teléfono de un grupo de autoayuda de padres de chicos gays. Cuenta que en la librería esto ocurre todo el tiempo desde que están en vigencia las leyes de matrimonio igualitario y de identidad de género. El escenario es otro en la Argentina: "Entre nuestros clientes hay docentes o directores de escuelas, también vienen padres heterosexuales que quieren cuentos para que sus hijos crezcan desde pequeños con mentalidades más abiertas", ejemplifica. También se acercan padres de chicos gays que buscan algún asesoramiento, literatura que los ayude.

Puntos de vista

Hay distintas opiniones entre los editores y los libreros. Por un lado, uno de los dueños de Otras Letras, Aldo Fernández, defiende la necesidad de una librería específica para obras de temas gays, lésbicas y trans porque en las grandes cadenas los libros de estas temáticas no se exhiben. "Los libros gays casi están escondidos; por otro, hay una falta de sensibilidad de parte de los vendedores", dice.
Aclara que fue librero durante muchos años antes de abrir su propio negocio: "Cuando un cliente iba a buscar un libro que hablara de madres lesbianas, por ejemplo, algunos vendedores se miraban como diciendo: qué está buscando". Fernández aclara que no sabe qué pasaría hoy, post ley de matrimonio igualitario.
Para el editor de Bajo la luna, Miguel Balaguer, no existe una mala predisposición con las obras que tratan sobre diversidad sexual. "Lo que hay es mucho desconocimiento y prejuicio", considera, y cree que en los últimos años se avanzó mucho en la integración: "No es que hoy seamos una maravilla en respeto por la diversidad sexual pero las buenas obras tienen espacios para circular".