viernes, 5 de diciembre de 2014

La novela, un género para los exorcismos personales

El mexicano Gonzalo Celorio charla en la FIL sobre  El metal y la escoria,  una historia sobre la familia, el olvido y la memoria

El escritor mexicano Gonzalo Celorio. / Saúl Ruiz./elpais.com

La tragedia de la desmemoria y la lucha contra el olvido. “Yo escribo libros para exorcizarme y este es una prueba de ello”. Gonzalo Celorio describió así El metal y la escoria, una novela que dibuja las cicatrices que dejan en una familia, en este caso la suya, pero puede ser cualquiera, una herencia dilapidada y una enfermedad como el alzhéimer. La novela como género imperfecto. La novela como un género sucio. “Es un género que es muchos géneros, y en mi caso se trata de un exorcismo”.
Esa catarsis ha producido un libro que, al menos en los pasillos de la FIL de Guadalajara, queda claro que ha comenzado a ser leído. En medio del océano de tomos que cubre la cita literaria en español más grande del mundo, el de Celorio es uno de los más frecuentes bajo el brazo de los asistentes. Y el autor explicó ante un cariñoso auditorio, entre el que estaba uno de sus hermanos, que la creación, para él, es “lanzarse al mar sin cera en los oídos, y estar dispuesto a escuchar el canto de las sirenas”. Y en El metal y la escoria, Celorio no duda en sumergirse en ese mar.
La novela comienza con el periplo de Emeterio Celorio, su abuelo, un patriarca de origen asturiano que llega a México y de ahí parte la historia de una familia de inmigrantes, de españoles, de mexicanos, de cubanos, de iberoamericanos, envuelta en un contexto histórico y convulso, puertas dentro y puertas fuera.
¿Por qué un exorcismo? Porque la novela se convierte en un género peligroso, incluso retador. Celorio, académico, resaltó que no hubo ni una sola novela en la América colonial. “Es un género muy peligroso, es una manera de indagar en la sociedad en la cultura y en la vida”. Más sorprendente aún porque en España había aparecido la novela de novelas: El Quijote de Miguel de Cervantes Saavedra. El ensayista mexicano reflexionó que, quizá, la Corona española que dominaba las colonias sabía de antemano que la novela, bien utilizada, puede convertirse en un género de alta peligrosidad. Un arma literaria que cimbra personas y pueblos.
El autor encuentra el consuelo en “escribir sin saber el derrotero final”
Académico y ensayista, Celorio recurre en El metal y la escoria a una novela que relata y saca lo que lleva dentro sin ánimo de buscar respuestas, como quien sabe que estas saldrán solas. El consuelo no está en un sermón, sino sencillamente en decirlo. Mejor dicho: en escribirlo. “Escribir, y escribir. Escribir sin saber cuál es el derrotero final. Porque finalmente hay una memoria suprema para todos. La novela nunca resuelve el conflicto que generó su escritura. Pero lo exorciza”.
No es la primera vez que el mexicano recurre a la novela como la búsqueda inagotable de esas respuestas internas que aturden. La madre del mexicano, de origen cubano, le heredó una relación con Cuba que, sabía de antemano, no se solucionaba con una “plática de sobremesa”. El exorcismo, en esa ocasión, fue Tres lindas cubanas. “Antes cuando me preguntaban por Cuba, yo tenía un conflicto terrible. Ahora, mi respuesta es una referencia bibliográfica”.