México entrega el Premio Carlos Fuentes a Vargas Llosa.El acto estuvo marcado por el recuerdo de la crítica del novelista al antiguo régimen del PRI. El premiado destacó a Fuentes como impulsor clave del Boom de la novela de América Latina
Vargas Llosa y Felipe Calderón en el acto del Premio Carlos Fuentes./Afp. /elpais.com |
La primera alusión la hizo Jaime Labastida, director de la Academia Mexicana de la Lengua: “Vargas Llosa
ha criticado todas las dictaduras, perfectas o imperfectas”. Labastida
lo miró con complicidad y el escritor peruano se sonrió. Más tarde cerró
el acto el presidente de México, Felipe Calderón, que fue directo al
grano y recordó la célebre definición que hizo Mario Vargas Llosa en 1990 del antiguo gobierno del PRI: “La dictadura perfecta”.
El premio Nobel de Literatura no estaba ayer en Ciudad de México para
hablar de aquellas palabras. Estaba allí para recoger el primer Premio Carlos Fuentes,
creado en nombre del escritor mexicano fallecido en mayo. Vestido con
un traje oscuro y con una corbata morada, peinado con su característica
onda de pelo cano plateado sobre la frente, Vargas Llosa sacó de un
portafolios negro un buen número de hojas y ofreció un largo discurso en
el que contó su relación con Fuentes, explicó la importancia de este autor en el boom
de la literatura latinoamericana en los años sesenta y tan solo en un
tramo de referencias históricas mencionó de pasada “el largo predominio
del PRI”.
Pero el presidente sí hizo hincapié en aquellas palabras. “Mágicas
palabras”, dijo, “que sonaron fuertes y estridentes, como cuando se
rompe un gran cristal”. En uno de sus últimos actos antes de dejar el
poder de nuevo en manos del PRI el uno de diciembre, Calderón, del PAN,
ensalzó la histórica sentencia de Vargas Llosa, o “Don Mario”, como le
llamó durante su discurso. Calderón dijo que aquellas famosas palabras
“retumbaron” tanto que cambiaron a México.
Carlos Fuentes y el 'boom'
Antes de que Calderón hiciese resonar el eco de la crítica de Vargas
Llosa al PRI del siglo pasado, el escritor, de 76 años, había leído un
texto en el que con sentido del humor comenzó calificándose a sí mismo
como el “último superviviente operativo” del boom de la novela de América Latina.
Vargas Llosa recogió el guante del cincuenta aniversario del inicio
de aquel fenómeno literario y se ocupó de precisar la influencia de
Carlos Fuentes en este movimiento. Aunque primero contó cómo vio al
autor mexicano por primera vez en su vida: “Empinado sobre una mesa,
zapateando y creo que hasta cantando un corrido a voz en cuello y con
algunos gallos”. Era el año 1962. Vargas Llosa, con sus impecables
modales, aclaró que aquello había sido “insólito” para la forma de ser
de Fuentes: “él no solía dar ese género de espectáculos. Por el
contrario, cuidaba mucho las formas, la elegancia y el esmero en el
hablar, el actuar y el vestir”.
Citada aquella “noche de tequila, mariachis y efusiones”, Mario
Vargas Llosa se centró en la parte seria del asunto. Afirmó que Fuentes
fue tal vez el principal promotor del boom latinoamericano
tanto en su difusión como en su cohesión. “Se esforzó para acercarnos y
amigarnos, hacernos sentir parte de una aventura intelectual común y
para que nuestros libros rompieran el confinamiento al que hasta
entonces estaban condenados casi todos los escritores latinoamericanos”.
El novelista peruano elogió la decisión con la que Fuentes, “un
escritor universal”, luchó por exportar una imagen de la literatura de
América Latina que no fuese la de una región “pintoresca y bárbara, de
dictadores, revolucionarios, mambos y rumberas”.
Vargas Llosa también subrayó la tenacidad de trabajo de Fuentes. Según contó, otro de los puntales del boom, el colombiano Gabriel García Márquez
solía bromear con la productividad del mexicano: “Y eso que teclea la
máquina de escribir con un solo dedo, que si lo hiciera con los diez…”.
En el discurso del Nobel hubo una mención detallada de la relevancia de una de las principales novelas de Fuentes, La región más transparente. Para Vargas Llosa este libro de 1958 fue “el anunciador del boom”.
En su opinión fue “la primera novela latinoamericana que rompió el
aislamiento”, aunque se suela decir que la obra que detonó el fenómeno
literario latinoamericano fuera La ciudad y los perros, del propio Vargas Llosa.