Chile es el país invitado de honor a la Feria del Libro de Guadalajara. Recordamos algunos de sus nombres más universales. Vicente Huidobro, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Gonzalo Rojas, Enrique Lihn y Nicanor Parra son algunos de los autores clásicos
El Nobel Pablo Neruda. / Fundación Pablo Neruda/elpais.com |
¿Cuándo surge, no la poesía chilena, sino la gran poesía chilena, que
no es lo mismo? Afortunadamente existe un consenso preciso: en 1918.
Ese es el año en que se publican los dos libros de Vicente Huidobro que
inauguran la nueva estética en nuestra lengua: Ecuatorial y Poemas árticos. No estamos olvidando a Gabriela Mistral. Se trata solamente de que su primer libro, Desolación,apareció
en 1922. Es Huidobro entonces el adelantado que clava en la cima la
bandera de la gran poesía chilena. Este hecho constituye el nacimiento
de la vanguardia en lengua española y por lo tanto tiene una proyección
internacional. También la tuvo Gabriela Mistral, pero de una manera más
limitada, porque su poesía aún estaba siendo regida por la tendencia
posmodernista de principios de siglo, y tanto en España como en
Latinoamérica ya soplaban vientos de ruptura con el canon anterior.
Los años treinta pueden ser considerados la década de oro de la
poesía chilena. En 1931, Vicente Huidobro expande el espacio poético con
esa audaz aventura de la palabra que es Altazor, y Pablo Neruda deja una impronta imborrable en 1935 con su obra capital, Residencia en la tierra,
que representa un descenso a los laberintos del inconsciente, mediante
un lenguaje muchas veces hermético, pero que penetra subliminalmente en
el lector. Cierra el decenio Gabriela Mistral con un libro de alto
voltaje: Tala, cuyo verbo es como “una socarradura larga que
hace aullar”, por usar una expresión suya. Por esos años, sin embargo,
el magisterio de Neruda ya estaba ocupando gran parte del territorio
poético chileno. En 1950 publica el Canto general, máximo
exponente del americanismo social, que por estar dirigido a una
audiencia más amplia abandona el hermetismo y se abre hacia la claridad
expresiva. Quiere ir de la voz de la soledad a la vocería de las
multitudes.
Pero el espacio de la poesía es demasiado grande para que pueda ser
llenado por un solo poeta. Y es así como en 1954 irrumpe Nicanor Parra
con Poemas y antipoemas. Es la entrada en escena de la
antipoesía, que se propone romper con el tono elevado y solemne de la
estética nerudiana, realizando una labor desacralizadora, en la que el
humor, la irreverencia y el lenguaje coloquial son sus herramientas más
eficaces. Paralelamente se va gestando la obra de Gonzalo Rojas. Desde La miseria del hombre (1948) hasta Del relámpago
(1981) el erotismo y la muerte confluyen en su poesía. Hay en ella una
suerte de erotización del lenguaje y una fisonomía textual que es a la
vez expresionista y barroca. Lo que viene después de Rojas es la llamada
generación del cincuenta, en la que brilla con luces propias
EnriqueLihn. Después de su muerte, Lihn se transforma en autor
de culto. En su legado destaca La pieza oscura, que es de 1963.
Lihn ejerce una ácida conciencia crítica sobre los temas que trabaja,
sin excluir a la poesía misma, a la que llama “la musiquilla de las
pobres esferas”. Pero la poesía chilena no había dicho la última
palabra. En 1982 y en plena dictadura militar se imprime Anteparaíso,
de Raúl Zurita, un libro que recoge la tradición whitmaniana presente
en Huidobro y en Neruda, le da una vuelta de tuerca y la empuja en una
nueva dirección.
En poesía las valoraciones entusiastas suelen tener un alto grado de
subjetividad, pero en el caso de los autores señalados hay datos
objetivos que las avalan. Son poetas reconocidos más allá de las
fronteras de Chile; figuran en numerosas antologías internacionales, han
obtenido prestigiosos premios que van desde el Casa de las Américas
hasta el Reina Sofía, el Cervantes y el Nobel (Gabriela Mistral y Pablo
Neruda), y además tienen una vigencia que no parece desfallecer. Sus
obras merecen el apelativo de gran poesía, porque mediante un
instrumento verbal de sello inconfundible han sido capaces de acceder a
estratos profundos de la condición humana y de instalarse con toda
propiedad en la historia misma de la poesía.
* Oscar Hahn es poeta chileno. Su último libro Poesía completa. 1961-2012 (Visor).