Como un homenaje al escritor, fallecido este año, la Feria del Libro de Guadalajara bautizó con su nombre el auditorio principal de sus instalaciones
Carlos Fuentes, autor de Federico en el balcón / EFE./elespectador.com |
Los dos comprendieron, cada cual a su manera, y con más de 130 años
de distancia, que sólo la palabra escrita, testimonio, puñal y
salvación, los haría ser parte de la Historia. “Los hechos sólo suceden
cuando quedan registrados”, hubiera querido decirle Carlos Fuentes a
Federico Nietzsche. “Los sucesos y los personajes se repiten a sí mismos
una y otra vez, con distintos nombres y en diferentes lugares: El
eterno retorno”, le habría respondido Nietzsche. Fuentes lo resucitó,
antes de morir, en mayo pasado. Quería conversar con él, discutir con
él. Incluso, pelear con él. Confirmarle con letras, en la literatura y
desde ella, que el eterno retorno también lo cobijaba, y demostrarle que
el Dios que él había asesinado, “Dios ha muerto”, era quien le había
dado la oportunidad de arrepentirse después de muerto y enterrado,
crucificado y glorificado por algunos.
Fuentes y Nietzsche, un día
cualquiera del año 2011. Uno surgió bajo el nombre de Dante Loredano,
una noche en su balcón. El otro apareció de repente, circunspecto. Uno
escribió: “Lo limpio de ese rostro cubierto de cejas y bigotes conducía a
una idea perversa de lo lampiño como lo impuro, sólo por ser destino de
la norma, pues la abundancia de cejas y bigote parecían, en este
hombre, ser la regla. Sólo que al verlo allí, en el balcón vecino,
mirando a la noche con un vasto sentimiento de ausencia, sentí que mi
primera impresión, como toda primera impresión, era falsa. Aún más: yo
difamaba a este hombre: lo difamaba porque me atrevía a caracterizarlo
sin conocerlo. Deducía de un par de signos externos lo que el hombre
interno era”. El otro simplemente dijo que se llama Federico, Federico
Nietzsche.
Luego, de sus voces, surgieron uno, tres, 10
personajes, sus ambiciones y carencias, sus victorias y sus derrotas, la
muerte, el amor, la pasión, la historia, lo más sublime del hombre,
pero lo más ruin también, y entre ellos, entre todos ellos, la
revolución. Fuentes preguntaba y Nietzsche respondía por qué, cómo, para
qué, y viceversa. El drama transcurría. En un aparte, el héroe de la
revolución recientemente iniciada, de nombre Saúl Mendés, sentenció que
el sistema nuevo empezaba a parecerse al antiguo, que sólo iban a
cambiar las personas, no las cosas. “¿Qué te parece?”. “Demasiado
realista, Federico”. “Ah, tú sabes qué es lo real”. “Bueno, igual que
todo el mundo. Lo que vemos, oímos, tocamos”. “¿Y lo que imaginamos? ¿No
son más reales Hamlet y don Quijote que la mayoría de nuestros
contemporáneos?”. “Sí, en la imaginación”. “Que entonces es más fuerte
que la realidad, digamos, cotidiana”.
Hubo un silencio corto.
Después, Fuentes, o Dante, preguntó: “¿Dónde empieza tu libertad?”. “No
lo sé. Existe hoy, pero ya ha existido antes, si no para mí, para
otros”. “¿Y dónde termina? ¿Cómo lo sabes?”. “La misma respuesta, ¿no es
una prueba del eterno retorno que yo, Federico Nietzsche, esté hoy
aquí, contigo más de un siglo después de…?”. Nietzsche dejó abierto su
propio final, como si el silencio lo hubiera podido transformar, como si
hubiera querido borrar aquel comienzo de su fin, cuando en 1888 se le
lanzó a un caballo en Turín para abrazarlo, para decirle quiero ser como
tú; como si al callar hubiese deseado un epílogo distinto que el de
aquellos últimos 12 años recluido en un sanatorio mental. En las últimas
páginas de su última novela, Fuentes lo interpretó. Dijo por él lo que
él hubiera dicho.
Entonces Nietzsche habló: “Me atribuyen ideas.
El eterno retorno: soy la prueba de mis palabras. No regresé. Tú
llegaste y creíste que había regresado. No importa. Otra: la voluntad de
poder. La deformó mi hermana Elisabeth. Yo no fui antisemita, ni
fascista, ni nacionalista. ¿Qué fui?, dímelo tú. Un hombre de fe. De una
fe arriesgada, malinterpretada porque miraba al porvenir”. Su porvenir
fue encontrarse con Carlos Fuentes en un balcón, durante 24 horas, y
conversar. Su porvenir fue soportar las infamias de aquellos a quienes
no les convenían sus afirmaciones. Fue ser proscrito, y más tarde,
amado, y luego, enterrado, y resucitado mil veces. Fue ser más que
hombre, texto. “Usted no es un hombre. Es un texto”, le enrostró uno de
los personajes de Fuentes, Aarón Azar.
Él respondió: “Aarón cree
que no soy, sólo escribo. No se da cuenta de que yo soy dos, el que
escribe y otro hombre”. Ese otro hombre que proclamó los valores
dionisíacos, la vida, el amor, el sexo, la alegría, pero también la
crueldad. Destino, tragedia, fatalidad. Fuentes se lo encontró más de un
siglo después de que muriera, y en la boca de una mujer de nombre
María-Águila, le dijo “nadie mata la verdad cuando todos la conocen… Las
pasiones son nuestros motivos ocultos, son egoísmos con máscara de
amor, el amor esconde al odio, la humildad al orgullo…”. Todo humano,
demasiado humano.
Acerca de la FIL 2012
Colombia en Guadalajara
La
Feria del Libro de Guadalajara celebró su primera versión en 1987. Este
año ha invitado a más de 500 escritores de 28 países. Colombia estará
representada por Tomás González, Evelio Rosero y Sergio Álvarez, quienes
hablarán mañana sobre el panorama de las letras colombianas, en una
charla moderada por Jorge H. Fernández.
Chile, invitado de honor
La
literatura chilena, su poesía y su lírica, la ficción y la realidad,
serán objeto de profundos análisis durante la Feria, toda vez que Chile
es el invitado de honor. Jorge Edwards, Pablo Simonetti, Pedro Lemebel,
Raúl Zurita y Héctor Rivera Letelier, entre más de 100 autores,
presentarán a lo largo de la semana su visión sobre el arte, la sociedad
y la política chilenos.
‘Gabo periodista’
En días
pasados, Gabriel García Márquez, premio Nobel de literatura, recibió de
manos de Jaime Abello, director de la Fundación Nuevo Periodismo
Iberoamericano, Consuelo Sáizar, presidenta de Conaculta, y el editor
Héctor Feliciano, el primer ejemplar de ‘Gabo periodista’, que será
lanzado oficialmente mañana en la Feria del Libro de Guadalajara. El
libro, que reune una antología de las mejores crónicas, columnas y
reportajes del escritor, será lanzado el 10 de diciembre en Colombia.