Un asesinato cada dos horas, narcomodelos, corrupción, autoritarismo...El país de Chávez es el paraíso del género negro
Una pareja pasa ante unos retratos de Simón Bolívar en Caracas. /Reuters.elmundo.es |
"Hay quienes viven muchas vidas en una sola. Como reportero de sucesos, yo he vivido muchas muertes en una sola vida". En la vida real, María Isoliett Iglesias, y en la ficción, Fernando Castelmar, autor de la frase que da inicio a esta crónica. Ambos saben que Venezuela es el sueño negro de cualquier escritor. Territorio ideal para el renacimiento del género literario que mejor hurga en las miserias sociales.
El país sudamericano sufre una realidad tan salvaje que los grandes narradores clásicos serían felices con las historias extremas que tiñen de sangre sus periódicos. Los reporteros, en cambio, apenas pueden cubrirlas todas.
Dos ejemplos: la chiquilla sin nombre sólo tenía 13 años. La
acuchillaron, descuartizaron y enterraron en pedazos. Sin escrúpulos,
sin lamentos. ¿Su delito? Unas palabras de más tras presenciar un triple
homicidio cerca de Caracas. Un pecado inocente, tan glosado en las
páginas negras de la literatura universal. ¿Por qué matar cuando en
Venezuela sólo se detiene al ocho por ciento de los homicidas?
El Caracazo, el gran referente ideológico del chavismo, es el embrión de un tipo de novela "que prescinde del enigma para centrarse en el contexto social de un país".
José Martínez ya había cumplido 18. Ni siquiera le dejaron hacer las maletas de su nueva vida. El mayor portento del fútbol sala nacional
preparaba su viaje al sueño europeo, pero ocho balazos destrozaron su
cuerpo de atleta. ¿Pecado? Dos años antes había mirado a la chica de
otro.
Venezuela cerrará este año con 20.000 historias más o menos
parecidas. Todas reales, todas sangrientas. En Venezuela se mata y se
muere todos los días a ritmo de vértigo, con su propia 'Cosecha roja' y
sin Dashiell Hammet. Asesinos sin rostro como los de Henning Mankell. Policías tan corruptos que los californianos de James Ellroy parecerían chicos traviesos.
Vecinos iracundos queriendo tomarse la justicia por su mano, deseando
transformarse en el nuevo y colectivo sheriff Nick Corey, inventado por
Jim Thompson para sus 1.280 almas.
"La situación actual está pidiendo a gritos novelistas y cronistas de género negro que narren sobre la violencia, las cárceles, los pranes (líderes
de la prisión). Tal vez estemos asistiendo al nacimiento de una nueva
novela negra venezolana". Eloi Yagüe sabe muy bien qué dice y qué
escribe. Este periodista, autor de 'Las alfombras gastadas del Gran
Hotel Venezuela' y 'Cuando amas debes partir', ha sido durante la última
década el principal gurú del género. El país literario espera hora el
lanzamiento de 'Amantes letales'.
Castelmar ("Estuve dormido 20 años, pero desperté el 27 de febrero de
1989. El día que el país comenzó a cambiar") presenció en directo la
insurrección popular del 'Caracazo', el gran referente
ideológico del chavismo y embrión de un tipo de novela "que prescinde
del enigma para centrarse en el contexto social de un país", sostiene
Yagüe, creador del personaje.
Iglesias sería la versión moderna de Castelmar. La periodista de
Sucesos de 'El Universal' ha visto la muerte de cerca cientos de veces,
pero no ha dejado de estremecerse. En estos días publica su primera
novela, 'Me tiraste la hembra pa'l piso', que narra el secuestro de una
miss en el país donde las 'narcomodelos' (novias de traficantes y malandros)
ocupan las portadas. Su libro pertenece a Vértigo, colección de género
negro que se estrenó con 'La segunda y sagrada familia', de Inés Muñoz,
que narra la historia de un candidato presidencial infiel.
"En Venezuela, la realidad supera con creces la ficción. Así que duele menos la ficción",
sostiene la joven periodista, que meses atrás sufrió amenazas tras
detallar cómo los 'pranes', y no el Estado, gobiernan en las cárceles
más peligrosas del mundo: más de 500 muertos por año.
Valentina Saa, Wilmer Poleo, José Pulido y Mireya Tabuas ultiman sus
incursiones al género. Todos saben que son continuadores del comisario
jefe de Homicidios Fermín Mármol León, quien en 1978 publicó 'Cuatro
crímenes, cuatro poderes', el libro más vendido (700.000 ejemplares) en
la historia del país. "Artur Uslar Pietri dijo que se trataba del libro peor escrito que había leído, pero el más interesante", rememora Yagüe con picardía.
Una obra de cuatro crónicas frente a las 30 que escribió Héctor Torres para 'Caracas muerde'.
Así tituló su libro, un portentoso ejercicio de estilo de la crónica
negra. Y es que su ciudad muerde todos los días: 3.218 homicidios de
enero a octubre, un asesinado cada dos horas. "¿Quieres aprender a
controlar el gesto, a tener un carácter flemático, respetuoso del
prójimo? Pásate unos días aquí. Caracas es una escuela gratuita, cuya
oficina del director está en Bello Monte [la morgue]. Y hay cola",
escribe en 'Una afeitadora de dos hojillas'. Hace unas semanas, la
Caracas del surrealismo mágico también asesinó al patólogo de la morgue.
Así es la cosecha roja y negra de la Venezuela de hoy, en cuyas cárceles se vive una guerra civil.
Donde en los cerros (favelas) se sufre una guerra no declarada. Donde
se secuestra, se mata y se roba sin tregua. Hasta la sonrisa se roba:
Caracas se presenta en los folletos turísticos como la sucursal del
cielo. El epílogo para la capital y el país donde la violencia es como
la de Chester Himes, la de un ciego con una pistola, es de Héctor
Torres: "En Caracas se estaría bien, después de todo. De no ser por el
miedo".