Sergio Álvarez recorre en la novela 35muertos cuatro décadas de violencia colombiana
Sergio Álvarez, es autor de La lectora / Saúl Ruiz./elpais.com |
“Botones cometió el último crimen nueve meses después de muerto;
mientras vivió y anduvo suelto por Colombia asesinó a trescientos
veinticuatro ingenuos que tuvieron la mala suerte o el atrevimiento de
cruzarse con la rabia, las ambiciones o las armas que el bandolero
siempre escondió bajo la ropa. Como todo buen asesino, Botones siguió
matando mientras se pudría en el cementerio. No tuvo que gastar una bala
más, ni apuñalar a otra víctima ni forzar las muñecas para ahorcar al
condenado. Le bastó mi humilde ayuda”.
Así empieza 35muertos (Alfaguara, a la venta en México por
269 pesos), la última novela de Sergio Álvarez (Bogotá, 1965), que
recorre 40 años de violencia en su país, desde el asesinato del bandido y
paramilitar Efraín González en 1965 pasando por la guerrilla y el
narcotráfico hasta desembocar en la inmigración a finales del siglo
pasado. De hecho, la historia termina en Madrid. Casi 500 páginas
absorbentes, emocionantes y emotivas, de las que dan ganas de leer en
voz alta.
“El poder convierte a las víctimas en cifras pero mi novela trata de
que los muertos tienen historia, todos los muertos de todos los bandos”,
dice Álvarez. “En Colombia, la mayoría de los escritores proceden de
las clases altas y dan visiones desde arriba o tienen miedo a la
violencia”, añade el escritor, que a principios de los años noventa
emigró a España -desde entonces vive la mitad del año en Barcelona-
harto de no encontrar oportunidades en su país y de peregrinar en busca
de editor para su primera novela, La lectora (RBA), que ahora va a ser llevada al cine.
Pese a la violencia, en Colombia no se ha dado como en México un
género como la narcoliteratura. ¿Por qué?: “Quizá porque Colombia no es
tan central como México y lo que pasa allí tiene menos repercusión, pero
sí se ha tratado como la novela La virgen de los sicarios, de Fernando Vallejo, o la película Rosario Tijeras,
basada en el libro de Jorge Franco. También ocurre que en mi país hay
como un racismo hacia las historias de pobres. Se escribe para
distinguirse y es difícil encontrar novelas sobre los de abajo, porque
los que son de abajo lo que quieren es alejarse”.
35muertos tiene una estructura doble: una, convencional por
capítulos, contada por un personaje sin nombre, que es atravesada por 40
historias, las vidas de víctimas con nombres y apellidos. La novela
tiene una relación profunda con la música. “Lo que ha podrido a América
Latina durante décadas ha sido no saber cuál es nuestro espacio, no
encontrar nuestra identidad y de ahí la violencia. La música, en cambio,
es el único espacio en el que hemos resuelto ese conflicto, donde se
reconstruyen nuestras historias sentimentales”.
Sergio Álvarez se suma a la constelación de escritores colombianos de los últimos tiempos
–Evelio Resero, Tomás González, Laura Restrepo, Mario Mendoza……-, que
desmiente por completo que la estrella de Gabriel García Márquez haya
eclipsado sus carreras. Al contrario, afirma el novelista: “Yo quise
dedicarme a escribir desde que leí por primera vez Cien años de soledad.
Me encontré con la senda hecha”. Álvarez asegura que el Nobel
colombiano abre puertas en lugar de cerrarlas y pone de ejemplo una
anécdota que le ocurrió al llegar al aeropuerto de Madrid: “Mi pasaporte
colombiano bastó para que fuese apartado de la fila e interrogado por
un agente de aduanas. Este me volvió loco a preguntas hasta que abrió mi
maleta y se topó con el manuscrito de La lectora. “¿Es usted escritor?”, preguntó. Sí, respondí. “Pues si es escritor colombiano debe ser bueno, ¡váyase!”.