El curador Alfons Hug convocó al inglés Anthony McCall y al alemán Mischa Kuball a rendir tributo a El Aleph en el Faena Arts Center. El resultado son bellas, gigantescas instalaciones de luz
Space-Speech-Speed, 1999/2013. La instalación del alemán Mischa Kuball. |
Between You and I. Anthony McCall hizo en el Faena Arts Center una nueva versión de la instalación que presentó en 2006 en la Round Chapel de Londres./revista Ñ |
Tal como le había sido indicado, Borges se incomodó frente al escalón
número 19 que llevaba al oscuro sótano de la casa de Beatriz Viterbo en
la calle Garay. La promesa de ver el Aleph no le había disipado el
temor de estar a merced de un loco. Pero a poco de asumido, el riesgo le
deparó su recompensa: cerró los ojos y al abrirlos tuvo la insospechada
visión. Vio la pequeña esfera tornasolada, de “casi intolerable fulgor
que albergaba múltiples espectáculos”. El “populoso mar, el alba, la
tarde; las muchedumbres de América, una plateada telaraña en una negra
pirámide, un laberinto roto, e interminables ojos escrutándose en él
como en un espejo. Todos los “espejos del planeta y ninguno que lo
reflejara”. Vio en un “traspatio de la calle Soler las mismas baldosas
que hace treinta años había visto en el zaguán de una casa en Fray
Bentos, racimos, nieve, tabaco, vetas de metal, vapor de agua, convexos
desiertos ecuatoriales y cada uno de sus granos de arena”. Vio todo eso y
mucho más en el escaso diámetro de dos o tres centímetros que le
mostraba en “cada cosa infinitas cosas porque claramente la veía desde
todos los puntos del universo”.
¿Cómo trasladar este caudal de
imágenes literarias a un equivalente visual? ¿Cómo plasmar en una
instalación contemporánea esa percepción infinita de todos los espacios y
todos los tiempos? El desafío asumido por el curador alemán Alfons Hug
en el Faena Arts Center al convocar al artista alemán Mischa Kuball y al
inglés Anthony McCall es enorme. Los dos artistas, que trabajan con el
tiempo y la luz, adaptaron en Buenos Aires dos trabajos suyos previos en
homenaje al célebre relato de Borges. Publicado por primera vez en 1945
en la revista Sur, el Aleph ha sido objeto de tantas lecturas e
interpretaciones que tornan muy compleja la cuestión.
Hace tiempo
escuché al cineasta británico Karel Reisz afirmar que muy pocas veces un
gran relato literario había logrado plasmarse en una buena película y
que, por el contrario, folletines de tono menor habían llegado a
transformarse en grandes hitos de la historia del cine. La observación
viene a cuento por la dificultad que reviste la traducción. Aunque en
verdad el relato borgeano no estuvo en la génesis de ninguna de las dos
obras presentadas en Buenos Aires sino que su confluencia responde más
bien a una idea del curador. Y todavía más, al oscurecer los espacios
del FAC para hacer lugar a las intervenciones de ambos artistas, Alfons
Hug no tuvo en mente sólo la extraordinaria visión del Aleph sino una
tradición más larga de luces y sombras, descensos e imágenes
proliferantes que remiten tanto a la alegoría de la Caverna de Platón,
como al “purgatorio de Dante” o al propio laberinto de circularidad
infinita de Borges. Podría decirse que cada uno de los artistas
convocados traduce esa genealogía con mayor o menor acierto.
La
versión de Mischka Kuball es ciertamente la de aproximación más
problemática. Adaptada al interior del FAC, su obra “Space-Speech-Speed”
se materializa en varias esferas de espejos, como las que producen
brillos múltiples en las discos, que dispersan las tres palabras que
lleva por título, en un espacio que se expande al ritmo de un giro que
no cesa. Si bien el desplazamiento veloz de las letras podría aludir al
confesado temor infantil de Borges a que las letras se escapen de los
libros durante la noche, el recurso para lograrlo, tan banalizado por
los efectos DJ, disuelve la sutileza que demanda cualquier asociación
con esa fantasía.
El tropiezo quizá radique en no advertir que la
obra de Kuball se orienta hacia claras implicancias de orden político
que operan como consignas. Las palabras que giran sobre la cabeza del
visitante lo sugieren y lo confirma el propio artista, aunque el sentido
que él le imprime a la obra pueda no ser definitivo: “En estos tiempos
la gente está recobrando sobre todo el espacio público que se encontraba
muy controlado por la economía y los políticos”, se entusiasma Kuball
mostrándose al tanto de los conflictivos itinerarios que atravesó
nuestro país desde el 75 en adelante. En ese sentido pareciera
entenderse la fuga incesante de las palabras “Space-Speech-Speed” que en
su obra, opera como aliento al libre accionar democrático. No cabe duda
de que la libertad de expresión y movimiento de la sociedad es algo que
le interesa particularmente. Pero cuando se le interroga por la
relación de su obra con el Aleph, responde que en realidad la adaptación
realizada a instancias de Alfons Hug para el Faena, (espacio connotado
política y socialmente si los hay) debiera ser tenida sólo como punto de
partida para trabajos ulteriores que seguramente incluirán otras áreas
que reflejen otros estamentos de la sociedad como en otros proyectos
suyos. Cabe recordar que una de las interpretaciones del Aleph ha
vinculado su ubicación en un sótano de un barrio del Sur con la
particular predilección de Borges por los arrabales y las literaturas de
culturas periféricas no europeas.
Pero volviendo al punto de
origen, la intervención de Anthony McCall, una adaptación de “Between
You and I”, la instalación que realizó en abril de 2006 en la Round
Chapel de Londres, revela por muchas razones una afinidad más estrecha
con el relato borgeano. Desde una sensibilidad común y la propia
experiencia que propone, la obra, situada en el cruce entre el cine, la
escultura y el dibujo, es una sucesión de delicados velos que acogen al
espectador. Es cine porque depende de un desarrollo temporal y al mismo
tiempo es escultura porque articula formas tridimensionales que invitan a
recorrerla, rodearla o penetrar su interior. Por último son dibujos en
movimiento que se proyectan con un haz de luz del techo al piso. No es
una cuestión menor que la pieza involucre al cuerpo del espectador,
seduciéndolo y asimilándolo como la incomodidad primera que impone la
visión del Aleph. McCall, cultor de prácticas performáticas, fue
modelando su pensamiento por la necesidad de los registros fílmicos que
esas prácticas requerían y que terminaron definiendo su adscripción a la
vanguardia del cine de los 70. A ese momento se remonta su pieza “Line
describing a cone”, en la que aparece por primera vez la forma
escultórica evanescente, como resultado de la proyección de la luz.
Transcurridos casi cuarenta años –de los cuales pasó veinte sin mostrar
nada– la levedad de su obra se ha afirmado tanto como su rotunda
presencia inmaterial. Seguramente allí está la sutil conexión con el
Aleph.
Anthony McCall básico
Londres, 1946. Artista plástico.
Es reconocido por sus instalaciones de luz sólida –una serie que comenzó
en 1973 con su obra seminal “Line Describing a Cone”– en la que una
forma volumétrica de luz proyectada evoluciona en el espacio. Ocupando
un espacio entre la escultura, el cine y el dibujo, sus trabajos se han
exhibido en el Pompidou de París, la Tate de Londres, el Whitney y el
MoMA de Nueva York, el Museum Moderner Kunst de Viena, y el Museo
Hirshborn de Washington, entre otros. Anthony McCall vive y trabaja en
Manhattan.
Mischa Kuball básico
1959, Düsseldorf, Alemania. Artista plástico.
Utiliza la luz como medio para explorar el espacio arquitectónico y el
discurso político y social en sus instalaciones y fotografías. En sus
proyectos, el espacio público y privado se funden hasta volverse
indistinguibles, dando lugar a una plataforma para la comunicación con
el público. Sus trabajos se exhibieron en Bauhaus Dessau, en el Museo
Judío de Nueva York, en Berlín, en Tokio y en el Centro Pompidou-Metz.
Desde 2009, desarrolló una serie de instalaciones site specific llamadas
“Public Preposition”. Vive y trabaja en Dusseldorf.