La Academia Sueca abrió su archivo 50
años más tarde. En 1964, el filósofo decía que no quería ser candidato
“ni ahora ni en el futuro”. Luego reclamó el dinero
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Preocupado. Sartre pensaba que el Nobel pondría presión sobre sus lectores./revista Ñ. |
“No quiero estar en la lista de candidatos al Premio Nobel, ni
este año ni en el futuro”. Eso decía la carta que el filósofo francés
Jean Paul Sartre envió a la Academia Sueca en octubre de 1964, y de la
que ahora el diario sueco Svenska Dagbladet publica algunas frases. No
es raro, dado el secretismo de la Academia Sueca que sólo ahora, 50 años
después, hayan abierto sus archivos y sacado a la luz esta carta.
El correo postal tenía sus problemas por aquellos años; tal vez si el autor de El ser y la nada
hubiese vivido en la era del mail, no habría pasado nada. Pero la carta
llegó tarde. Tan tarde que Sartre recibió el mencionado galardón ese
mismo año. Los miembros del jurado ya habían decidido, en septiembre –un
mes antes de que saliera la carta– que él sería el ganador. Fiel a su
misiva, el existencialista francés no fue a recibir el premio. Eso sí,
después reclamó el dinero.
La Academia tenía claros los argumentos
por los que decidieron darle el Premio: “porque su trabajo, que es rico
en ideas, está lleno de espíritu de libertad y va en búsqueda de la
verdad, ha tenido gran influencia en nuestra época”. Y los argumentos
del autor de La Náusea para rechazar el galardón también fueron
contundentes: “un escritor que adopta una postura política, social o
literaria debe actuar solamente a través de la palabra escritora.
Además, todos los honores que recibiría un escritor tras este premio,
expondrían a sus lectores a una presión nada deseable”.
Ese año
hubo 76 candidatos más y, según informa el diario sueco, no todos los
miembros del jurado estaban de acuerdo en dárselo al existencialista
francés. Es por eso que el diario sueco especula con el hecho de que si
la carta –escrita por Sartre después de que un diario francés hablara de
él como candidato– hubiera llegado a tiempo, el premiado podría haber
sido otro. Se barajaban nombres como el del escritor ruso Mikhail
Sholokhov.
En declaraciones a la prensa sueca, el año que le
dieron el Nobel, Sartre dijo haberse sentido “torturado” por la cantidad
de dinero que el premio representaba: “Hay dos opciones, o uno acepta
el premio y con el dinero ayuda a organizaciones o movimientos que
considera importantes (pienso en el Comité anti Apartheid de Londres)”,
afirmó, “o lo rechaza y priva a tal movimiento de la ayuda que
necesita”.
En la disyuntiva, tomó una decisión: “Obviamente
renuncio al premio y al dinero, porque no quiero ser institucionalizado.
El escritor que acepta un honor así queda envuelto en la institución
que se lo concedió y debe rechazar esto aunque ocurra en las más
honorables circunstancias”, dijo el filósofo.
Se ve que con el
tiempo, el tema volvió a la cabeza del filósofo porque en 1975, y según
escribió en sus memorias Lars Gyllensten, miembro de la Academia Sueca
entre 1966 y 1989, el filósofo reclamó el dinero del premio que había
rechazado once años atrás. La petición fue rechazada porque, según
Gyllensten, el dinero había vuelto a los fondos de la Fundación. Tarde.
Dos veces tarde.